Kosmopolita [1] La Vírgen de Arantzazu en el Cerro de Montevideo Renée Fernández y Danilo Maytía, Uruguay En un cuartucho, al costado del coro de la iglesia del Cerro de Montevideo, olvidada en un rincón oscuro, deslucida y deteriorada su pintura, marcada por golpes su madera en tajos hirientes, se encuentra la imagen de la Virgen de Arantzazu. Imagen desconocida por los actuales feligreses de aquella iglesia que supo, otrora, honrarse con su nombre y mostrarla majestuosa sobre el centro de su altar mayor, desde donde la paz trasmitida por sus facciones brindaba serenidad a sus devotos. No hemos hallado aún los datos que nos permitan precisar su procedencia, ni descubierto cuáles manos la tallaron, ni el momento en que fue adornada y pintada. Pero surgen de los documentos y de la trasmisión oral, su directa vinculación con los vascos inmigrantes que le dedicaban su culto. Estas imágenes de la Virgen de Arantzazu, Rodrigo y las ovejas, fueron halladas en un depósito, al costado del coro de la iglesia del Cerro en Montevideo. Ella permanece ahí en su rincón, polvoriento su manto ornado en tonos dorados, celestes y rosas pasteles, rodeada por las ovejas que su pastor guarda y la adoración expresada en la cara abnegada y cautivante de éste. Para los vascos conocedores de la historia de la Virgen de Arantzazu, no sorprende el conjunto que conforman estas piezas, pero para los actuales feligreses sería simplemente una imagen más de la adoración a la virgen en general. Nada saben ellos de la historia que une a Rodrigo con la Virgen; nada saben ellos de las interrogativas "Ama zeitut-seme zeitut". Frase que supieron trasmitir, sobre el muro lateral de la iglesia del Cerro, la aparición de la Virgen al pastor Rodrigo en la falda de la montaña de Aloña, donde deseó se tener su santuario. Sin embargo, muchos fueron los vascos que la adoraron en esa iglesia; inmigrantes y descendientes de aquellos que se instalaron en las laderas del Cerro, asalariados en los saladeros y frigoríficos de la zona. Muchos fueron también los vascos que llegaron en procesión al lugar para honrarla con un santuario digno de su estampa. La actual iglesia del Cerro es el resultado de un proceso iniciado en 1857, con la autorización del gobierno para la erección de un oratorio que se denominaría Oratorio de Santa María. Diez años más tarde se colocaba la piedra fundamental de la actual iglesia. En ese mismo año de 1867, la comunidad vasca se congregaba, bajo toldos encerados, a participar de la misa que oficiaba el Padre Laphitz, betharramita nacido en Arizcún, designado Cura efectivo y Propietario de la Villa del Cerro y su distrito (1). En ese terreno de los toldos, luego adquirido por dieciséis feligreses mayoritariamente vascos, se edifica en 1870, la capilla votada al Todopoderoso, a la Virgen Santísima, a San Roque y a San Pedro. De gran austeridad, no aparecen datos sobre imágenes de la virgen de Arantzazu que hubiesen adornado el recinto, pero de haber existido, es probable que hubiesen sido retiradas junto con los bancos e imágenes de santos, por el padre Pedro Oyazbehere, quien traslada estos bienes a la ya instalada iglesia del Cerro entre los años 1897 y 1899 (2). La primera mención registrada sobre la Virgen de Arantzazu en el Cerro, corresponde a un asiento de matrimonio hecho por el padre Juan Cruz Echenique, en 1872, en la iglesia nueva, en el cual se denomina a la parroquia como Nuestra Señora de Aranzazu. En 1899, en notas del padre Oyazbehere, se estampa un sello con la imagen de la Virgen enmarcada en la leyenda: Nuestra Señora de Aranzazu, Patrona del Cerro (3). Desde fines del siglo XIX la Virgen de Arantzazu adquiere mayor trascendencia entre los vascos del Cerro. La Escuela Pública, que en Uruguay se caracteriza por ser gratuita, laica y obligatoria, registra en los libros diarios de la iglesia del Cerro, el gran ausentismo de los niños en los días previos a las festividades de su patrona, tal el entusiasmo con que se vivían los preparativos y la festividad misma. Entre los años 1890 y 1915, los registros vinculan la inasistencia masiva del alumnado a estas celebraciones, incluso en 1890, el 8 de septiembre, día dedicado a la Virgen de Arantzazu en nuestro país, sólo asisten 8 de 118 niños (4). El Cerro, ya populoso a comienzos del siglo XX, tiene su propio diario: "El Eco del Cerro". En 1912 se destacan los anuncios sobre el programa de los actos a realizarse con motivo de Arantzazu. Comenzando desde el 30 de agosto previo, se establecen actividades religiosas dentro de la parroquia, culminando los festejos el día 8, con actividades en la plaza frente a la iglesia, desde las 8 de la mañana a las 9 de la noche, con música y fuegos artificiales. Gracias a la gentileza de Cándido Zubizarreta, franciscano responsable de la biblioteca de Arantzazu, hemos accedido a copias de documentos archivados en dicho Santuario. Entre ellos, una carta fechada el 14 de mayo de 1922, mencionando misas en euskera en Montevideo, en la iglesia betharramita de la Inmaculada Concepción, y sobre una peregrinación prevista a la Virgen de Arantzazu, patrona de una iglesia cercana. Pero lo más interesante del tema, es la descripción que hace Aguirre, firmante de la carta, sobre la iglesia del Cerro en 1921. En ella detalla la construcción en ladrillo, la traza gótica y el interior pobremente decorado, de austeros muros blanqueados y sencillos ventanales de media ojiva, poniendo énfasis en la imagen de la virgen venerada, la de Arantzazu, con el pastor Rodrigo arrodillado a sus pies y con las tres ovejas a su lado (5). Vista del altar mayor de la iglesia del Cerro "Nuestra Señora de Arantzazu" en 1922, con el conjunto conformado por las imágenes de Arantzazu y Rodrigo. (6) A partir de 1930, la iglesia del Cerro pasa a denominarse Nuestra Señora de la Ayuda, de acuerdo con el Decreto del Arzobispo de Montevideo, Juan Francisco Aragone. El Decreto tomaba como base la inexistencia de un Titular oficial para la iglesia, habiendo recibido arbitrariamente la denominación de Nuestra Señora de Aranzazu, debida a la gran cantidad de vascos habidos en otros tiempos en el Cerro, y argumentaba que en ese momento la colonia vascuense había desaparecido casi por completo de la feligresía, no justificándose entonces, a pesar de la imagen, el nombre acostumbrado hasta el momento. Afirma que los feligreses han pedido el nombre de nuestra Señora de la Ayuda, por haberse acentuado la devoción a la misma, debiendo ser Titular también del altar mayor (7). Lo cierto es que a partir de 1930 hay un gran silencio sobre la Virgen de Arantzazu. Pero en 1957 comienza un movimiento de reivindicación de la misma y un intento por ubicar nuevamente en un lugar destacado, la imagen con el pastorcillo. En el Diario Parroquial, a partir del mes de marzo, comienzan las anotaciones sobre dónde debiera ubicarse la imagen asentándose la conveniencia de integrar a toda la colonia vascuense (8). En la publicación correspondiente al mes de marzo de la revista de la parroquia, aparece un texto sumamente elocuente, bajo el sugestivo título de "La Virgen de Aranzazu. Patrona de los vascos". Dirigido a vascos y descendientes de vascos, informa que se levantará un altar para colocar "la bella imagen de la patrona del pueblo de Vasconia" y la intención de renovar su culto y el deseo "...que nuestro templo sea la meta de peregrinación de quienes no olvidan, lejos de su patria, sus piadosas tradiciones que los distinguen y ennoblecen dondequiera se encuentren. ¡Devotos y cristianos vascos! En la Parroquia del Cerro os espera vuestra Patrona, la Virgen de Aranzazu" (9). Nada demoró el proceso de cambio; en abril se contrata al artista italiano Lino Dinetto para diseñar las pinturas interiores, empezando por los ángeles que debían coronar la imagen de Arantzazu y ya en junio se la ubica en su nuevo altar. El 8 de septiembre se celebra una misa vespertina, al pie del altar de la Virgen de Arantzazu con motivo de su festividad; se cuenta con gran asistencia de público, principalmente vascos e hijos de vascos, con la participación del coro de la colectividad, repartiéndose una estampa como recordatorio (10). Reproducción de ambos lados de la estampita impresa como recordatorio de las actividades conmemorativas de los 100 años de la iglesia del Cerro, año 1957. En ese momento el cura párroco de la iglesia del Cerro era el padre Ignacio, oriundo de Huila, Colombia, cercano a una localidad de nombre Aranzazu. Entre los documentos recibidos de la Comisión Pro-Santuario, aparecen referencias a dicha localidad y aunque nada indica que el cura párroco fuese devoto con anterioridad a esta Virgen, no hay duda que fue un activo propulsor de este proyecto, logrando efectivamente congregar a la colectividad vasca en pleno. Los vascos del Cerro se movilizaron creando "La Confraternidad Vasco-Americana Pro-Parroquia Nuestra Señora de Aranzazu" y motivaron a toda la colectividad vasca de Montevideo, abocándose a la construcción de un santuario donde se colocaría la imagen. No debe soslayarse la dedicación de los integrantes de esta confraternidad, ni la audacia del padre Ignacio y del Dr. Harretche, presidente de la misma, para recabar fondos incluso fuera de fronteras. Deben destacarse las actividades realizadas el 21 de abril de 1968 con motivo de la colocación de la piedra fundamental del santuario, atrayendo la presencia de toda la colectividad vasca en una peregrinación por calles del Cerro, a la cual se unieron los franciscanos vascos de Tierra Santa, pertenecientes a la Provincia de Cantabria. El padre Ignacio junto con miembros de la Confraternidad Pro-Santuario, Emma Apesteguía, Hosmar Gerin, Dr. Harretche y el padre Manuel Eguiguren. No se escatimaron publicaciones anunciando el acontecimiento y las invitaciones se extendieron a todos los ámbitos. La jornada comenzó con una misa folklórica vasca cuya celebración fue compartida por el Nuncio Apostólico de Montevideo, Monseñor Bruñera, el Padre Juan Eguiguren de Tierra Santa, el propio cura párroco, padre Ignacio y los padres Martín y Juan vinculados al culto católico cerrense. El coro de la colectividad vasca amenizó con su canto, entonando incluso una oración especialmente creada con música del maestro Carlos Irigaray y letra de Emma Apesteguía. Los participantes entrevistados, recuerdan la imagen sobre una carreta tirada por bueyes recorriendo las calles del Cerro, seguida por los devotos entonando canciones alusivas. La procesión se detuvo en el lugar donde se construiría el santuario, pronunciándose varios discursos, mientras se colocaba la piedra fundamental de la obra a construirse de acuerdo con el anteproyecto del Arquitecto Vaia, residente en el Cerro. La solución arquitectónica abarcaba el anhelo de vascos y descendientes, de rendir culto a la Virgen de Arantzazu y de brindar, además, el contacto con artistas y conferenciantes de letras y ciencias, acercándolos constantemente con su tierra. Sin embargo, el impulso quedó limitado a esa piedra fundamental (11). Proyecto del Santuario. Vista exterior de la maqueta, donde se aprecia el volumen total con su espacio enjardinado. Proyecto del Santuario. Vista exterior de la maqueta, donde se aprecia el volumen total con su espacio enjardinado. Los últimos datos obtenidos de la Confraternidad Pro-Santuario corresponden al año 1969, incluyendo un aviso publicado en septiembre, en el diario El País, uno de los de mayor tiraje, anunciando la conmemoración de la Virgen de Arantzazu con una pequeña recordación de la aparición, incluyendo una breve mención a su patronato de la iglesia del Cerro durante los años 1868 a 1929. Después, nuevamente el silencio se cierne sobre la imagen, silencio que envuelve también los recuerdos de aquellos vascos que la habían adorado y participado en actos dedicados a ella. Tan sólo alguna palabra suelta de algún entusiasta que participó en la procesión de aquel otoño de 1968, nos permitió llegar a la imagen. Imagen que aún en su marcado deterioro conserva y trasmite una paz infinita, mientras Rodrigo, marcada su vestimenta vasca por su pañuelo de hierbas al cuello, la mira extasiado apoyado en su rodilla. - (1) BARRIOS, Aníbal y REYES, Washington, 1994 "Los barrios de Montevideo. VI El cerro, Pueblo Victoria (la teja) y barrios aledaños", Montevideo, Intendencia Municipal de Montevideo, pág. 89; Archivo de la Curia Eclesiástica de Montevideo, s/a Expediente de la Iglesia del Cerro, Montevideo; IACONIS, Héctor, 2000 "El Padre Francisco Laphitz. Un misionero betharramita en el Plata", Buenos Aires, Junta de historia eclesiástica argentina. (2) Archivo de la Curia Eclesiástica de Montevideo, s/a Expediente de la Iglesia del Cerro. (3) Archivo de la Curia Eclesiástica de Montevideo, s/a Expediente de la Iglesia del Cerro; BERTOLINI, Raúl 1994 "Aquellos tiempos del Cerro", Montevideo, Gráfica Leonardo, pág. 44. (4) Escuela Pública del Cerro, 1890 "Libro Diario" (archivo Bertolini). (5) Archivo de Arantzazu, s/a, Libro XXIX "La Virgen de Arantzazu en Ultramar", T. 1, pág. 196 (6) Archivo de Arantzazu, Oñati, s/d. (7) BARBIERI, Antonio1957 "carta pastoral. Centenario de la Iglesia Parroquial del Cerro", Boletín Eclesiástico, pág. 439-446. (8) Diario Parroquial, 1957, Iglesia de Nuestra Señora de la Ayuda, pág. 100 -118. (9) Nuestra Señora de la Ayuda, 1957, Publicación de la iglesia del Cerro Nuestra Señora de la Ayuda, Año II, N° 9 y N° 14. (10) Diario Parroquial, 1957, Iglesia de Nuestra Señora de la Ayuda, pág. 100-118 (11) Confraternidad vasco-Americana, Documentos varios. (Archivo particular de los autores).
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