La conquista del agua: abastecimiento y saneamiento en Bilbao y municipios de la Ría del Nervión 1850 1920 La conquista del agua: abastecimiento y saneamiento en Bilbao y municipios de la Ría del Nervión 1850 1920 Pedro M. Pérez Castroviejo El acceso al agua, la conquista del agua en las sociedades que experimentaron un desarrollo económico moderno fue un proceso lento que determinó en el medio y largo plazo mejoras valiosas en la calidad de vida de los ciudadanos. En Vizcaya los ayuntamientos se hicieron cargo de la infraestructura del agua, acometiendo primero el abastecimiento y luego el saneamiento, si bien es cierto que ni en uno ni en otro caso las soluciones fueron definitivas. Por lo que respecta a Bilbao el primer proyecto importante de abastecimiento de aguas fue el llevado a cabo por Ernesto Hoffmeyer y se desarrolló entre 1879 y 1886. Este ingeniero propuso una doble red de distribución y servicio de aguas de dos clases: la potable para bebida y condimentación de alimentos y otra de agua del río destinada al servicio de inodoros, limpieza de habitaciones y utensilios domésticos, bañeras, riegos y usos industriales. Se incorporaron nuevos manantiales y mejoraron los sistemas de almacenamiento de agua. A pesar de ello a finales de siglo y principios del siguiente no se había resuelto del todo el problema de escasez de aguas, que el ayuntamiento trataba de solventar con escaso éxito. La entrada en servicio del embalse de Cruceta (1923) en la cercana localidad de Zollo, con una capacidad próxima a los 400.000 metros cúbicos llegó a remediar, en parte, las habituales restricciones. Los municipios más importantes situados cerca o en la misma ribera de la Ría del Nervión plantearon en principio una estrategia propia o individual. Luego, a partir de los años noventa, complementan esa actuación con otra de carácter colectivo, que implicó a localidades como Barakaldo, San Salvador del Valle, Sestao y Portugalete a poca distancia unas de otras. Entre 1905 y 1906 seaborda un nuevo proyecto el primero fue en los años noventa que como el anterior fue sufragado por Portugalete, Barakaldo y Sestao. Se consiguió la aprobación de la autoridad pertinente para la utilización de las aguas de algunos manantiales y arroyos que discurrían por jurisdicción de San Salvador del Valle. El caudal derivado se reunía en un depósito común para luego distribuirse a los citados municipios. Ni en la capital ni en las localidades ribereñas va a existir una decidida política de acometidas modernas y de saneamientos eficientes hasta prácticamente la última década del siglo XIX en Bilbao y más tarde aún en los pueblos de la ribera del Nervión. En Bilbao se llevó adelante el plan propuesto por el ingeniero Ricardo Uhagón el año 1893 y que con el título Proyecto definitivo de saneamiento de la villa de Bilbao pretendía establecer una moderna red general de alcantarillado, que evitara verter los desperdicios directamente a la ría. Las obras comenzaron mediada la última década del siglo XIX y finalizaron en 1903 con un gasto superior a los 5 millones y medio de pesetas. Se habían definido y ejecutado las bases de un saneamiento moderno y eficaz, pero la ciudad continuó exigiendo no sólo su conservación sino también su ampliación. Con todo, durante la tercera década del siglo XX la red de alcantarillado de Bilbao distaba de estar terminada. Por esos años los barrios de Recalde, Olaveaga y Zorroza vertían las aguas al río sin depuración alguna, por lo que ya se estudiaban las posibles soluciones que remediaran esta situación. El regato, embalse de Barakaldo. Los municipios cercanos a Bilbao como el residencial Portugalete, los fabriles Barakaldo y Sestao e incluso el minero San Salvador del Valle, no desarrollaron planes al estilo del de Bilbao para sanear sus expansiones urbanas. No se planificó y en ocasiones los propios vecinos llevaron a cabo las obras, otras el municipio tomó la iniciativa, pero ni en uno ni en otro caso se plantearon durante este períodoobras de envergadura en consonancia con los incrementos de población y de viviendas. A veces se trata de apenas unos metros de tubería que en años sucesivos se iba ampliando. Las aspiraciones sociales de una sanidad pública mejorada, plasmados en los reglamentos municipales, chocaron corrientemente con la realidad. A pesar de los deseos municipales de anular los pozos negros, todavía durante la segunda década del siglo XX se conceden permisos para su construcción, si bien es cierto que se exige su limpieza periódica y se obliga con mayor rigor a los propietarios a que conecten sus salidas de aguas sucias a las tuberías generales. En definitiva, el abastecimiento de agua en la zona se fue solventando poco a poco y casi siempre con carencias, mientras que el saneamiento moderno fue más tardío. Una de las consecuencias de este retraso fue la proliferación de enfermedades epidémicas e infecciosas. Muchas de estas enfermedades fueron debidas a la falta de higiene, en definitiva a la escasa disponibilidad de agua potable para el lavado personal y el de los alimentos y a contagios relacionados con la carencia de sistemas de evacuación de aguas residuales. Esta, sin duda, fue una consecuencia más, y no poco importante, de las altas tasas de mortalidad que se registraron antes de acabar el siglo. Luego, entrada la centuria siguiente, si bien los problemas de abastecimiento no se solucionaron del todo, tanto la capital como el resto de las localidades ampliaron sus posibilidades e incluso fueron ofreciendo el servicio de aguas a domicilio. Y aunque el sistema de alcantarillado no progresaba al mismo ritmo, lo cierto es que la situación mejoró a juzgar por la remisión de ciertas enfermedades epidémicas y, sobre todo, de la caída de la mortalidad: Sestao y Barakaldo tenían una tasa bruta de 11 y 12 por 1000 respectivamente en 1930, algo menor que la de Bilbao 16 por 1000 , valores en cualquier caso muy por debajo de las altas tasas que dichas localidades registraron en los añosochenta del siglo XIX con valores del 40 por 1000. La contribución del agua a esas mejoras relativas, como un factor más, es sin lugar a dudas incuestionable. El acceso del agua al ámbito privado, así como su regularidad, significaron una mejora notable de la calidad de vida de los que disfrutaron de este servicio, que en principio fueron pocos. Sin embargo, esta situación tendió a cambiar progresivamente. En el caso concreto de Barakaldo las solicitudes de agua a domicilio se multiplicaron por tres durante los quince primeros años del siglo XX, con respecto a similar período de finales del XIX. Los primeros peticionarios del servicio de aguas a domicilio fueron gentes de recursos, dueños de sus viviendas y en menor medida trabajadores. Los principales propietarios de viviendas baracaldeses de finales del siglo XIX empezaron instalando grifos en sus propias moradas y en general tardaron en hacerlo para sus inquilinos. Las fuentes domiciliarias no acabaron tan pronto con las públicas, éstas siguieron funcionando a juzgar por las peticiones vecinales. Durante la primera década de siglo XX no sólo se extremó el cuidado de las existentes, sino que se fueron incrementando en función de las disponibilidades del abastecimiento. Pantano de Ordunte. Los aprovechamientos de agua en las localidades que venimos considerando fueron evolucionando a lo largo del tiempo. En 1887 Barakaldo, que todavía no había iniciado obras de envergadura para abastecer el término municipal, disponía tan sólo de 4 litros de agua por día y habitante. Luego aunque la oferta se amplió, los períodos de escasez se hicieron notar, al igual que en otras localidades como San Salvador del Valle, lo que obligaba periódicamente a restringir el suministro a los domicilios particulares. En Bilbao el consumo de agua por habitante aumentó de 166 litros diarios en 1895, a los 326 en 1920 y 344 en 1924. Pero el crecimiento lo absorbió prácticamente el agua de río, no apta para beber ni cocinar. Si desglosamos esecrecimiento advertiremos que el consumo de agua potable permaneció en valores similares 53 litros en 1895, 48 en 1920 y 54 en 1924 funcionando ya Ordunte . Cuestiones técnicas posibilitaron una mayor oferta de agua de río mientras que el incremento de la población y la incorporación paulatina de nuevos distritos a la capital diluyeron los progresivos aportes registrados; las disponibilidades de agua potable para el consumo pasaron de 5.208 litros diarios en 1915 a unos 7.000 en 1925. Pedro M. Pérez Castroviejo, es Profesor Titular de Historia e Instituciones Económicas en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de Bilbao (U.P.V.). Su tema de investigación viene siendo el de los niveles de vida de los trabajadores vascos. Es autor de libros como Clase obrera y niveles de vida en las primeras fases de la industrialización vizcaína, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, Madrid 1992 y La alimentación de los pobres. Estrategias del gasto alimentario y la dieta en la Santa Casa de Misericordia de Bilbao, 1840 1940, Ayuntamiento de Bilbao, Bilbao, 1996. Ha estudiado también el tema del agua, con una primera aportación presentada al IV Congreso de la Asociación de Historia Económica en Gerona, 1997 con el título "La infraestructura del agua en los municipios industriales de Vizcaya, 1860 1915" . Más recientemente en las II Jornadas de Antropología Urbana organizadas por Eusko Ikaskuntza (mayo de 2002), presentó una comunicación en colaboración con Alexandre Fernandez (Universidad de Burdeos) titulada, "El agua y la ciudad: Burdeos y Bilbao (1850 1920). Normas técnicas, normas sociales". Fotografías: Auñamendi Euskonews & Media 178.zbk (2002 / 9 / 6 13) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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