José Rada, in memoriam José Rada, in memoriam Manuel El día 12 de diciembre pasado se Sagastume cumplió el décimo aniversario del Arregui fallecimiento del músico José Rada Sereno. Había nacido en Madrid, en 1947, y, tras estudiar en el Conservatorio Superior de la misma ciudad y en Alemania, se incorporó al claustro del Conservatorio vitoriano "Jesús Guridi" en 1983, como profesor de clave y música de cámara. Al mismo tiempo, desarrolló una importante carrera como intérprete de órgano y clave. En el País Vasco, probablemente su faceta más conocida fue la dirección de la Capilla Peñaflorida, que él mismo fundó junto a Jon Bagüés, en 1985; al frente de la misma y aunque fuera durante breves años, Pepe Rada inició un importante trabajo musicológico: localizar y dar a conocer a compositores españoles y, preferentemente, vascos de los siglos XVII y XVIII, que dormían en diversos archivos y bibliotecas, olvidados de los historiadores y de los intérpretes. No es exagerado afirmar que, en 1983, cuando Rada llega a Vitoria Gasteiz, la interpretación de la música antigua española con criterios historicistas se encuentra casi en sus primeros balbuceos. Sólo los grandes nombres como los polifonistas del Siglo de Oro (Victoria, Guerrero, Morales y pocos más) son conocidos por el público. Es cierto que hombres como Samuel Rubio, Emilio Casares, José López Calo y otros han realizado y publicado ya un significativo número de catálogos de archivos históricos; pero, no obstante, no se ha creado aún, en el Estado, una cultura interpretativa capaz de trasladar la poca música transcrita con autenticidad y con una cierta exigencia profesional. Únicamente agrupaciones aisladas, entre las cuales podemos destacar al SEMA madrileño, suponen un aire nuevo en una práctica anclada en concepciones que el resto del continente europeo ha dado por superadas. El trabajo de Pepe Rada, ya en Alemania pero, especialmente, en sus años vitorianos, está directamente orientado hacia la práctica musical;no se trata de un investigador puro, aislado del mundo de la interpretación. La búsqueda permanente en los archivos ya catalogados o todavía por catalogar está animada por la necesidad de aportar materiales para su ejecución. Así irán surgiendo programas que primero configurarán su labor concertística individual o como acompañante y, después, constituirán el ámbito natural de actuación de la Capilla Peñaflorida. Durante los años de trabajo en Alemania (como organista en la Iglesia luterana de Reinbek) fueron amplias sus investigaciones y transcripciones de músicos como Georg Philipp Telemann, Thomas Selle, Carl Philipp Emanuel Bach, Reinhard Keiser, Johann Adolf Hasse y otros. De este espíritu, una vez en Vitoria Gasteiz, nacerá, ya en 1985, la reconstrucción de la Misa de Aranzazu, de Domenico Scarlatti y, casi al mismo tiempo, su visión de lo que pudo ser una velada musical entre los ilustrados de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, a la sombra y bajo el impulso de Francisco Xavier María de Munibe, Conde de Peñaflorida. A partir de ahí, otros nombres irán enriqueciendo el panorama musical del barroco español y vasco; será el caso de José de Torres (Madrid ca.1665 1738), conocido casi de forma exclusiva a través de su obra teórica Reglas generales de acompañar en órgano, clavicordio y harpa (1702) y a través de su actividad como impresor musical a partir de 1700. También mereció su atención Juan Hidalgo (Madrid, 1613 1685); no sólo dio a conocer varios de sus tonos humanos y algunas de sus obras litúrgicas, sino que, durante años, trabajó en la transcripción de su obra Celos aun del aire matan, estrenada en 1660 con texto de Calderón de la Barca y que recientemente ha sido objeto de una magnífica reposición en el Teatro Real; por desgracia, esta tarea, de la que dio muestras parciales en algunos recitales, no pudo verse completada por falta de tiempo y de ayudas para su culminación. Pero será especialmente en los compositores vasco navarros en quienesconcentrará su atención durante estos años de estancia en Vitoria Gasteiz. En este capítulo, tres nombres destacan entre otros que bien merecían una adecuada recuperación; se trata de Fray Pedro de Tafalla (1605 1660), Maestro de Capilla y Organista de el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, como también lo fue Fray Juan de Durango (Falces, 1632 El Escorial, 1696); a ellos habría que añadir a Fray Joaquín Asiain (Corella, 1758 Madrid, 1828), organista y maestro de San Jerónimo el Real, de Madrid. No son estos los únicos nombres presentes en los trabajos de José Rada, pero sí quizá los más significativos, al menos entre los compositores vasco navarros. Por otra parte, aunque no fue Rada quien lo dio a conocer, sí debemos apuntar en esta lista al alavés Juan García de Salazar (Tuesta, 1639 Zamora, 1710), por cuanto bajo su dirección realizó la Capilla Peñaflorida la grabación discográfica de parte de su obra; una grabación que, por desgracia se convirtió en el último trabajo del músico. Ha sido precisamente con este compositor con quien la misma Capilla Peñaflorida ha testimoniado su voluntad de mantener, 10 años después, el espíritu que le animó desde sus comienzos. La transcripción e interpretación de las Vísperas Solemnes a Nuestra Señora, del compositor alavés, en un concierto homenaje a su fundador, constituyen la que, hasta la fecha, ha sido la más reciente aportación que el grupo ha ofrecido a la historia de la música de nuestro país. No es poco, pues, lo que nuestra música debe a José Rada, a pesar de que su presencia entre nosotros únicamente quedó reducida a sus últimos siete años de vida; pero no es poco especialmente en un campo, en el de la interpretación, en el cual fue un verdadero adelantado a su tiempo. La formación que adquirió en Hamburgo y su contacto con los más importantes intérpretes europeos le puso en situación de acometer la revisión de la música antigua española desde unas perspectivas inusuales en nuestro país. Es significativo queel comentario que a un crítico nacional le provocó una versión suya de los tonos humanos de Juan Hidalgo fue de que "parecían canciones de doña Concha Piquer" (que, por cierto, falleció el mismo día 12 de diciembre de 1990); y es significativo porque la visión que Rada tenía de la música española de los siglos XVII y XVIII estaba profundamente asentada en un amplio estudio de la retórica barroca; y desde esa posición, es imposible no descubrir y destacar el énfasis de la palabra y el casticismo de muchas melodías. Todo esto hoy nos parece ya natural, pero lo cierto es que hace quince años, era casi imposible encontrar intérpretes españoles con sus conocimientos e, incluso, con su aguda intuición. No sería malo que cuantos, a distancia, continuamos su trabajo, pudiéramos ser capaces de conjugar ambas cualidades con similar suerte. Manuel Sagastume Arregui, Bibliotecario del Conservatorio "Jesús Guridi" Euskonews & Media 126.zbk (2001 / 6 / 8 15) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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