La idea euskara de Navarra La idea euskara de Navarra José Luis Nieva Zardoya Los años anteriores a la Revolución de 1868 asistieron al alumbramiento de la idea euskara, la vieja idea euskara. Aunque quizá sólo fue la condensación de las aspiraciones que siempre habían existido en las provincias vasco navarras, las cuales en todo tiempo tuvieron, en mayor o menor grado, la conciencia de la identidad de raza y de una personalidad política diferente de las demás de la monarquía española. Pero para que se produjera esa explicitación hacía falta un detonante y éste se lo dio la práctica del Gobierno central para con estas tierras, que unida a la inestable situación política española hacía barruntar el fatal estallido contra las últimas libertades vasco navarras. La vieja idea euskara se erigió así como dique frente al mundo exterior: el Laurak Bat. En cuanto a la relaciones entre Vascongadas y Navarras, los límites del Laurak Bat también estaban claros: que cada componente mantuviera sus respectivos fueros, pero sin dejar de colaborar en todo lo que pudieran sacar mayor beneficio yendo juntos y no separados. Los navarros, precisamente, fueron quienes más empeño pusieron en el intento y quienes terminaron por arrastrar a los vascongados. Estos fueron los términos en los que se mantuvo el Laurak Bat tras la segunda contienda carlista, cuando apareció la nueva idea euskara. Pero ésta ya se había definido como algo más, como algo que abarcaba lo cultural, lo político y lo social. Fue también cuando las instituciones oficiales que hasta la fecha habían protagonizado ese acercamiento vasco navarro cedieron el puesto a las asociaciones de marcado carácter cultural. Dentro de esas agrupaciones destacó sobremanera la Asociación Euskara de Navarra, la sociedad que surgió con el firme propósito de llenar el aspecto más propiamente cultural de la idea euskara. Pero, ¿qué se escondía detrás del término euskaro? Quizá lo más adecuado sea distinguir dos grupos. Eso sí, en ambos los personajesse repiten y los principales hombres de uno lo eran del otro. En primer lugar, podría hablarse de euskaro, euskaro en el sentido más amplio de la palabra, entendiendo por tal a toda persona que de una u otra manera defendiera las leyes y costumbres vasco navarras. Era el caso, por ejemplo, de los agrupados en torno a la Asociación Euskara de Navarra. Pero también habría una concepción más limitada del término euskaro, centrada en los aspectos más propiamente políticos del fenómeno. Sería la de aquéllos que en defensa de esas leyes y costumbres vasco navarras patrocinaban la unión de los habitantes de cada provincia y de todas las provincias entre sí, apartándose para ello de la política ultra ibérica: eran los euskaros políticos. Campión quizá tuviera razón cuando en una de sus conferencias catalanas dijera que acaso los navarros habían dado demasiado pronto el salto de lo cultural a lo político. Lo cierto fue que los más destacados representantes de la Asociación Euskara recorrieron ese camino con la fundación primero de El Arga y después del Lau Buru. Y dieron un nuevo paso con el apoyo de dichos periódicos a distintas candidaturas a la Diputación de Navarra y Ayuntamiento de Pamplona. En las confrontaciones electorales se quemaron los euskaros políticos y en su hoguera ardieron las ilusiones de la Asociación Euskara. Identificado desde el exterior lo político y cultural, la dura lucha diaria acabó por herir de muerte a la sociedad. No en balde la apuesta política euskara suponía romper con la dinámica del momento dominada por el choque liberalismo carlismo. Frente a éstos, que consideraban que se podía servir a Navarra y España, lo euskaros políticos siempre manifestaron que sólo podía servirse a uno, a Navarra. Y eso ninguno de los dos bandos se lo perdonó. Es ahí donde nació el fuerismo a secas, el fuerismo que se separa del liberalismo y carlismo para seguir su propio camino. Pero los fueristas no supieron vender su producto o éste fue hábilmente manipulado porsus opositores. En último término, el distinto status de Navarra alimentó también las discrepancias internas sobre el estar de Navarra con respecto a Vascongadas. Ésta fue acaso la senda aprovechada para disentir del ser euskaro de Navarra. Esto, sin embargo, no puede ser una excusa para dejar de destacar el papel jugado por la Euskara. Ella fue la primera asociación vasco navarra que recién terminada la guerra tuvo como objetivo defender la lengua y costumbres patrias. La traslación de los juegos florales nor pirinaicos a tierras del sur, los certámenes del Ayuntamiento de Pamplona o su lucha en defensa del vascuence fueron algunas de sus actividades más destacadas. Sin olvidarnos de la Revista Euskara, quizá la primera publicación de tales características en tierras vasco navarras, ni pasar por alto tampoco su asunción del defensivo Laurak Bat para convertirlo en el creativo Zazpiak Bat. La simple relación de sus actividades muestra, además, que su labor no fue negativa, de mera protesta ante medidas consideradas injustas. En este sentido, no puede dejar de valorarse que esta asociación eminentemente cultural no desdeñara los aspectos más prosaicos de la vida. No en balde entre sus objetivos fundacionales se clamaba por la defensa de los intereses tanto morales como económicos de la provincia. Y es que sin prosperidad económica no hay autonomía que valga. Los euskaros también tuvieron que hacer frente a las continuas acusaciones de separatismo. El separatismo se defendieron era español, pues sólo surgía cuando sus adversarios señalaban la incompatibilidad entre los derechos vasco navarros y la organización política de España, que ellos siempre tuvieron por hermanables, nada más que con hacer imperar a la justicia. Los ataques, sin embargo, terminaron por hacer mella en la conciencia euskara, sobre todo porque los hechos corroboraban que no se podía ser español y navarro a la manera euskara: queremos ser navarros, que no castellanos, fue su triste lamento. El mismolamento de vascongados y catalanes. El fuerismo fuerismo de Olóriz acaso sirva para adentrarse en las relaciones entre fuerismo y nacionalismo. Y parece que si de dependencias se tratara, el nacionalismo sería el que tuviera más que agradecer al fuerismo. En la larga cadena de reivindicación de lo propio, la doctrina nacionalista constituiría el último y quizá lógico eslabón, pero cuyo engarce sería impensable sin el fuerismo, su penúltimo soporte. Se hace difícil entender el surgimiento del nacionalismo sabiniano sin tanto años de reivindicaciones fueristas y sí a éstas sin el nacionalismo del P.N.V. Pero hasta los lindes entre uno y otro término se difuminan, sobre todo a la luz de un nacionalismo cada vez menos separatista y la posible aparición de un fuerismo secesionista, donde la ruptura con España se alzaría como el único camino de defensa foral. También llama la atención la consciencia euskara sobre el momento que les había tocado vivir, sobre el movimiento de reivindicación de lo propio que por aquellos años se vivía en Euskal Herria y, en suma, sobre el papel que en él les había correspondido jugar. No hace falta, por tanto, relacionar ese movimiento con el vascongado, el catálan o con el que se vivía en la Península y aun en todo el continente europeo. Y es que en último término reconocieron no ser sino los representantes en su tierra de ese gran fenómeno continental. En este sentido, se alza la élite navarra a la misma altura que su coetánea europea, sin complejos, en plena igualdad, como lo demuestran sus intensos contactos con el exterior y aún más que dichos contactos fueran buscados y valorados por las élites foráneas. Por eso sus relaciones con los catalanes obligan ya a replantearse el papel de Cataluña como ejemplo y vanguardia indiscutibles. Se debe destacar asimismo lo temprano de dichas relaciones, que los navarros se aliaran con las tesis más catalanistas o que siempre reconocieran a los catalanes como pueblo. Unido al catalanismo aparece el federalismo.La ausencia de ese componente federal se ha solido presentar también como otra diferencia entre los casos vasco navarro y catalán. Pero la intensa relación que unió a catalanes y vasco navarros obligaría ya a poner en cuarentena semejante observación. Además dichas relaciones se sustentaban también en los estrechos contactos que mantuvieron con el federal Olave. No puede olvidarse tampoco que el propio Campión, por ejemplo, reconociera su pasado federal, un federalismo que le había ayudado a abrazar el euskarismo y que dijo no haber abandonado nunca. La entrada en escena en 1886 de los carlistas coincidió con la desbandada política euskara, síntoma de su debilidad o fortaleza sólo aparente, pero quizá también síntoma de una mayor honradez política. No querían asistir a la futura pugna entre liberales y carlistas, en la que a ellos les tocaría la peor parte, incapaces ya de acercar posturas. Los euskaros que tras 1886 aparecieron enrolados en distintas agrupaciones políticas, ¿eran todavía euskaros?, ¿hacia qué partido se tenían que haber volcado? Lo único claro fue que quienes hasta 1886 se habían agrupado bajo la bandera política euskara se enrolaron después en los más variados grupos políticos. Quizá porque para entrar en el mundo euskaro no era necesario hacer dejación de los ideales políticos particulares y sólo se necesitaba estar de acuerdo en los preceptos mínimos. Tal vez por eso acabó por convertirse en lugar de paso, de punto y seguido, a donde era muy sencillo entrar y de donde también era demasiado fácil salir. Tras ese periodo fuerte euskaro, 1876 1886, acaso más aparente que real, los euskaros o mejor el pensamiento euskaro pasaron tiempos difíciles. Fue como si comprobada, además, la imposibilidad de sacar a la Asociación Euskara de su atolladero y conseguido el reconocimiento interior y exterior a su trabajo intelectual, los principales euskaros se volcaran en las tareas culturales de carácter más institucional. Tiempos difíciles, de trabajo oscuro,que culminaron inesperadamente con la Gamazada. Entonces la patria despertó y lo hizo al estilo euskaro, quizá por la sencilla razón de que los euskaros no habían hecho sino recoger parte de ese ser navarro y con la autoridad de formar lo más granado de la élite cultural. En ese momento aparecieron las personalidades euskaras, que no el grupo, pero las personalidades que más lejos se habían matenido de la escena política y más cerca del ámbito cultural. Pero Navarra volvió a dormirse y los euskaros retornaron a la cruda realidad. El Aralar, nuevo proyecto periodístico político de Campión encaminado a unir a todos los navarros a través de la religión, tampoco aguantó el envite. De la Religión a la Patria, parecía gritar el navarro. Ni esto sirvió. Quedó subrayada entonces la soledad euskara. Iturralde en tierras catalanas suspirando por su anhelo imposible de empezar de nuevo; y Campión y Olóriz solos en suelo patrio, meditabundos sobre su Navarra. Olóriz lo tenía claro: el españolismo había terminado por enseñorearse del ánimo navarro. José Luis Nieva Zardoya, Doctor en Historia Fotografías: Enciclopedia Auñamendi Euskonews & Media 109.zbk (2001 / 2 / 2 9) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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