Justo Garate o el humanismo como razón de vida Justo Garate o el humanismo como razón de vida Artículo publicado en el libro de Eusko Ikaskuntza José Ángel Ascunce Arrieta "Querer valorar la vida y la personalidad de un buen amigo y de un estimado profesor entraña el riesgo de caer en los inevitables tópicos de bondad y valía. Éste no es el caso de Justo Garate, pues glosar su figura y su obra supone remontar las cimas de los lugares comunes. ¿Qué aspecto novedoso o qué idea virgen se puede emplear para definir la personalidad o la profesionalidad de este insigne bergarés? Pienso que se ha dicho de todo y que se han empleado todas las formas léxicas para presentar aquí y allá, antes y ahora, tanto el sentido del hombre como la significación de la obra. Justo Garate puede acaparar los más altos juicios de valor, porque su persona, su trabajo, su vida y sus entregas así lo están exigiendo. Toda presentación laudatoria en este caso es válida, porque sus méritos, humanos y científicos, lo avalan y lo certifican. En esta ocasión y en el espíritu de este epílogo es lógico que sea presentado como una de las personas más insignes de la cultura del exilio vasco pero, al mismo tiempo, como una de las historias más atípicas de la diáspora vasca" . Con estas palabras comenzaba el epílogo que escribí con ocasión de la publicación de la obra miscelánea Justo Garate. Un crítico en las quimbambas. Autobiografía y escritos (Bergara, 1993). Con estas mismas palabras, fruto de la admiración y de la amistad hacia este bergarés bueno e insigne, quiero empezar este estudio biográfico. Ahora como siempre, en esta presentación biográfica como en escritos anteriores, cuando hablo de la humanidad y de la ciencia de Justo Garate me embargan los mismos afectos y las mismas sensaciones. Desde esta tesitura de admiración y de compromiso ofrezco a los lectores esta biografía que he querido titular "Justo Garate: el humanismo como razón de una vida" por pensar que es este principio de humanidady de humanitarismo lo que mejor define la propuesta existencial del escritor y del científico bergarés. Cuando hace algunos años se publicó la obra Justo Garate un crítico en las quimbambas. Autobiografía y escritos, se pensó que el ensayista y médico bergarés contaba con una biografía ya definitiva. En las páginas de esta obra, el propio autor nos ofrecía unas extraordinarias memorias, donde con una gran meticulosidad iba desbrozando las diferentes partes de su vida. El lector seguía paso a paso, de la mano de su autor, los vaivenes de una vida a lo largo del paradójico siglo veinte. Desde la publicación de esta obra, podría parecer que había poco que decir sobre la vida, la obra y el pensamiento del ensayista bergarés. En la vida de las grandes personalidades, parece que está dicho todo cuando queda mucho por desentrañar y mucho por comentar. Por eso, a esta obra se sumó el estudio de Elías Amézaga El doctor Justo Garate. Crítico de críticos (Bilbao, 1996), donde el escritor bilbaíno, a base de retazos críticos, ofrecía un cuadro expositivo lleno de admiración y de profundo cariño hacia uno de sus grandes maestros, "El doctor Justo Garate". A este trabajo, habría que añadir algunos trabajos críticos meritorios como igualmente pequeñas pero sentidas glosas que tomaban la vida y la obra del médico guipuzcoano como temática central de los escritos o de las conferencias pronunciadas . La prensa de ambas patrias, País Vasco y Argentina, es un buen testimonio de lo afirmado. Ahora es Eusko Ikaskuntza quien se compromete con otra semblanza biográfica para profundizar en la existencia de este hombre que convirtió toda su vida en una entrega generosa en pro de la humanidad y en nombre del humanismo. El reto es difícil, pero es igualmente apasionante. ¿Qué se puede añadir a lo ya dicho? Las presentes páginas pretenden ser la respuesta decidida y voluntariosa a este reto. Por otro lado, este estudio quiere ser, a título personal, un homenaje sentido hacia este vasco insigneen el centenario de su nacimiento. Estas razones explican y justifican la aventura crítica de esta presentación biográfica. Soy consciente de las limitaciones y de las deudas que el presente trabajo ofrece, pero, a pesar de todo, es una demostración de gratitud y de fascinación por un hombre cuyo pensamiento y cuya obra bien pueden ser reflejo y mira para la sociedad vasca actual, tan problemática como tan llena de posibilidades y conquistas. Interpretar la vida y la personalidad de un hombre es siempre indagar en las claves significativas que explican los espacios interiores de sus sentimientos y de su psicología: su modo de enfrentarse a la vida a partir de un cúmulo de valores e ideales. Es, al mismo tiempo, hurgar en las entrañas de una historia política y de una historia cultural. El ser humano se hace y se deshace en un tiempo concreto en medio de unas circunstancias específicas. Por eso, si se quiere presentar la historia personal de Justo Garate, es necesario adentrarnos en los espacios interiores de la persona y analizar el contexto histórico y cultural que le tocó vivir y, en cierto sentido, crear. Por eso, he pensado que la forma más lógica de fidelidad hacia el ensayista bergarés es valorar al hombre e interpretar sus circunstancias. El resultado práctico de esta metodología supone descifrar las claves de lo que hemos denominado "El humanismo como razón de una vida. Justo Garate" . Infancia y Juventud Justo Garate nació en Bergara el 5 de agosto de 1900 . Fecha un tanto anodina en una época de fuertes tensiones sociales. 1900 fue un año sin grandes acontecimientos políticos ni eventos culturales. Sin embargo, en esos días se estaba fraguando la suerte y el destino del S. XX. Europa vivía de lleno la lucha de intereses económicos y coloniales que obligaba a un desarrollo armamentístico sin parangón hasta esas fechas, causa de la brutal guerra del 14. España, después del desastre del 98, se encerraba en sí misma, reviviendo un fuerte espíritu nacionalista.El País Vasco iba descubriendo su propia personalidad al mismo tiempo que reivindicaba un lugar propio en el contexto de la historia de los pueblos. Por primera vez, el nacionalismo vasco se posicionaba frente al nacionalismo español, marcando la vida social y política de ambos pueblos. Frente a las tensiones políticas y sociales, la ciencia y la cultura daban saltos de gigante en un camino de final imprevisible. Justo Garate nació en unas circunstancias históricas que podían preludiar tanto expectativas sin límite como funestos resultados. Bergara, 1915. Sentados: D. Benito Garate Muguruza, Dña. Benita Arriola de Garate. De pie entre ellos: Maritxu Garate Arriola. A la izda., atrás: Justo Garate Arriola, 2ªfila a la izda. Benito Garate Arriola, de blanco junto a su padre Elías Garate Arriola. A la derecha, atrás: Cleto Garate Arriola apoyando su mano en Graciano Garate Arriola, de blanco, vestido de marinero, Julián Garate Arriola. Los padres de Justo Garate, Benito Garate y Benita Arriola, eran originarios de la localidad guipuzcoana de Elgoibar. Benito era del barrio de San Pedro y Benita pertenecía al caserío Galburusoro. Benito, como tantos vascos de la época, tuvo que emigrar a Argentina, donde consiguió una cómoda situación como ganadero cerca de la localidad de Tandil. A finales del S. XIX, Benito Garate regresó al País Vasco para buscar mujer y formar una familia. En Elgoibar conoció a Benita Arriola, con la que se casó al poco tiempo. Bergara fue la primera localidad de residencia de la nueva familia Garate Arriola, que con el pasar del tiempo estuvo formada por los cabeza de familia y siete hermanos, de los que Justo fue el mayor . Con un año de edad, Justo Garate viaja a Argentina con sus padres, quienes establecen su residencia en la ciudad de Tandil. Allí el padre retoma el negocio ganadero de crías de oveja. Los primeros recuerdos del futuro escritor se ubican en esta tierra de azules cielos y altiplanicies sin frontera. Como es lógico, allí aprendeel castellano con ritmo argentino y el euskera paterno. Según nos cuenta el propio autor en sus memorias, gracias a una niñera de origen luxemburgués memorizó en esas tierras las primeras palabras y algunas frases alemanas que olvidó con el tiempo. Desde niño, Justo Garate perteneció a dos países de geografía diferentes con dos formas de vida distintas. Experimentó una dualidad existencial que iba a conformar su destino humano. País Vasco y Argentina serán desde los primeros años de su vida sus hogares y sus patrias. Es posible que este hecho sea la razón que explica que el exilio posterior del ensayista bergarés fuera tan poco dramático en disonancia con el de la gran mayoría de exiliados vascos de la Guerra Civil. Justo Garate, desde la más tierna infancia, fue hombre de dos orillas y de dos patrias. Desde la niñez, se nos presenta como un genuino vasco, habitante del mundo y ciudadano del universo. Este sincretismo entre lo universal y lo local, entra la universalidad del mundo y la particularidad de su etnia, síntesis armoniosa y nunca tensiva ni problemática, va a caracterizar el ser y el estar del profesor bergarés. Elgoibar, verano de 1920. Tras el fallecimiento de su madre, Cleto y Benito parten a Argentina. Elías, Justo, Maritxu, Benito, Graciano y Julián. Otro de los rasgos más característicos del comportamiento y del saber de Justo Garate fue la facilidad que presentaba en el aprendizaje de los idiomas materializada en el gran número de lenguas que conocía. Dominaba con plena perfección el euskera, el español, el francés, el alemán y el inglés. Tenía conocimientos muy sólidos del árabe, del latín, del danés, etc. Justo Garate podía ser presentado como un consumado políglota. Este afán de lenguas se explica por su necesidad de ampliar siempre sus conocimientos, por su tendencia natural hacia la comunicación directa con la gente, por una exigencia de profundización y de comprensión del espíritu de las gentes, etc. Pero esos rasgos de acción y sabiduría tienensus raíces en el bilingüismo real del niño y en su apertura hacia otros idiomas como el alemán y hacia otros ritmos lingüísticos como el español hablado con distinta musicalidad por las diferentes gentes de su Tandil infantil. En las tierras argentinas de Tandil tuvo que aprender también sus primeras oraciones. Sus padres eran dos personas profundamente religiosas, que supieron transmitir a sus hijos esos sentimientos de fe y de esperanza en el más allá. Con ellos tuvo que rezar con frecuencia el "Aita gurea" y demás oraciones euskéricas, ya que normalmente se reza en la lengua de origen, en el idioma natural. Una de las características que define el espíritu de Justo Garate, su profunda religiosidad, tuvo su origen y su arraigo en esos primeros años de vida en tierras argentinas. Desde entonces y para siempre Justo Garate se presenta como hombre profunda y responsablemente religioso. Si en los primeros años de la vida, el ser humano aprende un tanto por ciento muy elevado de todos sus conocimientos, en el caso de Justo Garate este dato se hace realidad, ya que allí fue asimilando y madurando parte de lo que más tarde serían sus pilares de vida y de acción: religión, familia e, indirectamente a través de la lengua, patria. El cuadro espiritual del escritor bergarés se iba formando desde la más tierna infancia en ese país tan suyo y tan querido que fue Argentina. En abril de 1906 la familia Garate regresa al País Vasco y en 1907 retornan a Bergara. Nos dice el ensayista que "A mediados de septiembre fuimos todos a vivir a Bergara. Mi padre eligió con buen acierto esta población con miras a nuestra educación, teniendo en cuenta las buenas instituciones de enseñanza que allí había" (pp. 11 12). Este regreso supone el reencuentro del futuro escritor y médico con su otra tierra y con su otra patria: Euskalerria. Buenos Aires, 10 de Diciembre de 1937. Desembarco de la familia Garate del barco holandés "Alcyone". Justo Garate se distinguió desde pequeño por su despierta inteligencia,por su espíritu nervioso, por su personalidad inquisitiva y por su prodigiosa memoria. Sus libros y su trabajo son buena muestra de su inteligencia y de su espíritu abierto. Era capaz de mantener interesantes conversaciones de los temas más variopintos y dispares entre sí. Sus amplios conocimientos basados en su asombrosa memoria hacían de él un ingenioso conversador y un temido polemista. Muchas de sus vivencias demuestran una gran inteligencia y una memoria inusual. Cuando tuve oportunidad de visitarle en su casa de Mendoza, allá por el año 1992, cuando ya había sobrepasado la edad de noventa años, entablamos una conversación sobre ciertas figuras de la cultura vasca. Para mi asombro, no sólo recordaba los autores y los títulos de los libros mencionados, sino también recitaba largas citas textuales con indicación expresa de las páginas en que se encontraban. Si era capaz de conservar dicha memoria a sus noventa y dos años, ¿cuál sería la que pudo tener a los veinte o a los treinta años? La naturaleza abierta y avispada del niño le lleva a ser un buen lector y un excelente estudiante, preocupado por múltiples materias y aficionado a diversos temas. Sus asignaturas favoritas fueron muchas y variadas. Entre ellas podemos destacar la geografía, las lenguas vivas, la historia, la literatura, la química, las ciencias naturales, etc. Se sentía fuertemente atraído tanto por los temas de humanidades como por los de ciencias. Se puede decir que se entusiasmaba por todas aquellas materias que podían suscitarle interés y que podían enseñarle cosas nuevas. No es raro que a una edad tan temprana estuviera abierto a asignaturas tan dispares. Sin embargo, este interés por tantas materias y por objetos tan variopintos explica perfectamente el sentido enciclopédico de sus saberes. Justo Garate fue de niño y de mayor una mente abierta, siempre interesado por la suerte del mundo y por marcha de la ciencia. Su preocupación humanista fue seguramente resultado de este afán de análisis yde conocimiento. Estos datos nos revelan que los años de primaria y bachillerato fueron tiempos de estudio, donde el niño llevaba una existencia feliz sin problemas y sin sobresaltos. Fue un estudiante destacado y muy apreciado por sus profesores. Él, igualmente, mantuvo un grato recuerdo y una profunda veneración por aquellos abnegados profesores del Colegio de los Padres Dominicos de Bergara. En Un crítico en las quimbambas nos dice Justo Garate: "Recuerdo a algunos de los padres del Colegio de Bergara, magníficos profesores, con gran añoranza. Además del padre Benigno Sánchez (profesor de francés), estaba el padre Manuel Sainz, méxicano, escritor y profesor de Historia de España y de Preceptiva Literaria. Había otro padre que nos inició en la política, aprovechando cualquier hecho de actualidad para comentar en clase... El padre Marino Beamurgía, rector alavés, me introdujo en la química" (pp. 12 13). Durante estos años de despreocupada alegría y de monotonía escolar, Europa se desgarraba en una funesta guerra. En 1914 estalla la Primera Guerra Mundial. Justo Gárate, en esos años de juventud, se siente germanófilo. Era la deuda que tenía hacia las lecturas realizadas de autores alemanes. Aunque vive de cerca los altibajos de la guerra, se siente seguro y lejano de los estragos de la conflagración mundial. Es la suya una preocupación cultural de carácter socio histórico. En la Península Ibérica arreciaban las tensiones nacionalistas entre vascos y españoles, dándose un enfrentamiento cada vez más enconado. Sin embargo, por talante y por edad, eran luchas internas que no afectaban directamente a nuestro joven estudiante. Estudios universitarios Una vez concluido el bachillerato, inicia la carrera universitaria. Tentado tanto por los estudios de Filosofía y Letras como por los de Medicina, se decide por estos últimos. Una de las grandes preocupaciones que tuvo Justo Garate desde muy joven fue el carácter útil y práctico de sus estudios. Otro de los rasgos que presentasu vida es su profunda preocupación por el hombre, su talante humanista. Por eso, creo que la elección se debió precisamente a este sentido útil y humanitario que veía en la medicina frente a la naturaleza erudita y más bien teórica de las humanidades. Las ciencias humanas pudieron perder un buen paladín, pero las ciencias médicas ganaron un excelente profesional. Sin embargo, la postura que toma a favor de unos estudios científicos no significa el olvido o la marginación de las materias humanísticas. Justo Garate sabe conjugar la ciencia con las humanidades . Incluso, llega a compaginar tan felizmente dichas disciplinas que se puede hablar de Justo Garate como el científico humanista o como un humanista científico. En 1917 realiza el curso preparatorio en la universidad de Valladolid, iniciando ese mismo año la carrera de medicina. En la ciudad castellana cursa los dos primeros años. En la universidad de Barcelona aprueba los dos siguientes cursos, tercero y cuarto. En 1921 gana por concurso una plaza de alumno interno en el hospital de Basurto de Bilbao. Como Bilbao no contaba con una facultad de medicina, tiene que continuar sus estudios como estudiante libre. Este hecho le lleva a examinarse en Santiago de Compostela del quinto curso y en Madrid de sexto y último curso. En estas condiciones ultima los dos años finales de la carrera de medicina. Justo Garate se licencia en medicina el 25 de junio de 1923. El período que va desde 1917 hasta 1923, época de evolución de la juventud a la madurez y tiempo dedicado a los estudios de medicina, va a ser un tiempo de gran importancia en la vida y en el espíritu del científico vasco. Por un lado, refuerza sus convicciones profesionales, por otro, descubre su identidad ideológico política y, finalmente, afirma sus principios de vida y trabajo. El joven médico posee unas ideas claras de lo que quiere y de lo que busca en la vida y en la profesión. Justo Garate entra en la etapa de la madurez personal. Zaragoza, 1935. Conferenciasdel Dr. Justo Garate en la Facultad de Medicina de Zaragoza. 1ª fila: Sánchez Guisande (Decano), Justo Garate, Felipe Jiménez de Asua. Como profesional, se inclina por unos conocimientos prácticos que superen los puros planteamientos teóricos. Fue la gran lección que aprendió en Valladolid de la mano de su profesor de anatomía don Ramón López Prieto. La medicina frente a la realidad del dolor y de la muerte tiene que ofrecer respuestas concretas. Esta búsqueda apasionada de soluciones le lleva a abandonar las aulas universitarias en Barcelona para enfrentarse directamente con la enfermedad en el Hospital de Basurto. Su permanencia como alumno interno en el prestigioso centro hospitalario bilbaíno responde a esta búsqueda de verdad y de conocimiento. Este espíritu observador y analítico, característico durante sus largos años de profesión, le van a abrir las puertas de la medicina tanto en España como en Europa y, más tarde como consecuencia del exilio, en América. Son, igualmente, las preocupaciones que transmitirá a sus alumnos universitarios de Bilbao y de Argentina. La gran obsesión de Justo Garate, tanto en el ámbito de la experiencia médica como en el campo de la enseñanza universitaria, fue aplicar y enseñar el sentido práctico de la medicina. Los años transcurridos en Barcelona, los cursos de 1919 1920 y de 1920 1921, son capitales desde el punto de vista de su ideario político. En Barcelona se identifica plenamente con las ideas del nacionalismo vasco. Sin embargo, en un primer momento, este encuentro es más de carácter cultural lingüístico que ideológico político. En la ciudad Condal se encuentra y entabla amistad con Telesforo Aranzadi, profesor de botánica y antropología, uno de los líderes culturales del renacimiento cultural vasco. Igualmente mantiene ciertas relaciones con don Ángel Apraiz, profesor de estética literaria y hombre identificado plenamente con la cultura del País Vasco. Estos prestigiosos profesores le indican el camino que le va a llevarhacia la ideología del nacionalismo vasco. Aunque no conste en sus memorias, hay que deducir que el nacionalismo catalán tuvo que ser un punto de referencia ineludible en sus planteamientos sobre asuntos de nacionalismo y de nacionalidad. A esto hay que sumar su profunda amistad con Ángel Irigay, melómano empedernido y gran vascófilo que supo contagiarle su afición por la música clásica y por la cultura de la lingüística vasca. De manera consciente se enfrenta con los problemas de la lengua vasca. El verano de 1921 dedica la gran mayoría de su tiempo al perfeccionamiento sistemático del euskera. La cultura y la lengua vascas fueron los trampolines que le lanzaron al mundo del nacionalismo vasco. El primer paso hacia el nacionalismo lo realiza a través de la lectura de las obras de Sabino Arana. Siente admiración por la inteligencia y por la capacidad de organización que ofrecía el líder vasco, pero se siente defraudado por los errores culturales y por los extremos del sabinismo. Se siente mucho más identificado con la línea del nacionalismo vasco navarro de Campion, Aranzadi, Irujo, etc., o con la línea mantenida por la Sociedad de Estudios Vascos mucho más abiertos y dialogadores que con el de los seguidores fieles e incondicionales del líder nacionalista. El espíritu crítico y empírico de Justo Garate le impide una identificación plena con las doctrinas del Partido Nacionalista Vasco. Aunque próximo emocionalmente, se aleja racionalmente de sus posturas y programas. Incluso asumió una postura activa en el Ateneo Nacionalista Vasco, pero su actividad fue un tanto circunstancial, sorprendido por los extremos y por la intolerancia de sus dirigentes. Durante estos años, Justo Garate presenta un espíritu de fuertes oscilaciones entre su identificación emocional por el nacionalismo vasco y su rechazo hacia sus abusos y contradicciones. Tandil, homenaje a Barcia Trelles. José A. Cabral, Sr. Barcia, Justo Garate, Directivos del Centro Republicano Español y Biblioteca Rivadavia.Una carrera de medicina tan atípicamente realizada debido a la pluralidad de residencias y de lugares de estudio respondía en parte a esa vocación de viajero empedernido que presentaba desde niño y a su afán siempre abierto de nuevos conocimientos. Por otro lado, esta necesidad de nuevos caminos se correspondía con su gran afición por la geografía. Tuvo ocasión de conocer gran parte de la península. Pero estas estancias no eran las típicas del turista que busca el descanso o una relación impersonal con el medio humano y con el contexto geográfico. Justo Garate procuraba dialogar con los lugareños de cada localidad y conocer en profundidad la geografía visitada para meditar sobre las relaciones que guarda el hombre con su tierra. Procuraba conocer la geografía humana para entender sus comportamientos y actitudes. Aplicaba la metodología clínica de análisis a sus viajes y a sus estancias por las diversas regiones españolas. Justo Garate presentaba una profunda preocupación por el conocimiento de las almas de los pueblos. Fueron también años importantes desde la perspectiva de la emocionalidad personal. En febrero de 1920 falleció su madre debido a un cáncer de estómago. La pérdida de la madre significó un trago muy amargo. La imagen de la madre estuvo presente en el corazón del ensayista a lo largo de toda su vida. Sentía por ella un profundo amor y una honda admiración. Frente a la ausencia de la madre, encuentra en unas fiestas vascas en la localidad de Mañaria a la que sería su esposa, su compañera y su amiga a lo largo de muchos años de existencia, hasta su muerte en 1994: Itziar Arostegui. Era el verano de 1922. Se puede decir que a la temprana edad de sus veinte años, Justo Garate ha formado su espíritu y ha consolidado sus ideales de vida: responsabilidad religiosa, amor patrio, fidelidad familiar y entrega profesional. Religión, patria, familia y profesión conforman los cuatro ejes esenciales de su vocación y de su apuesta como hombre. Estos principios de vidason razones sólidas que ha ido adquiriendo poco a poco a lo largo de sus experiencias en sus años de existencia y de aprendizaje y que le servirán en todo momento como guías sagradas de conducta y de valor. Con el título de licenciado en medicina (25 de junio de 1923), decide culminar sus estudios universitarios con la realización del doctorado, cuyos cursos realiza en Madrid. Acabados éstos, se presenta ante el Doctor Areilza y le comunica su idea de continuar sus estudios en el extranjero. La marcha al extranjero como culminación de los estudios universitarios era una costumbre muy arraigada entre la población universitaria del País Vasco. Sorprende el número de intelectuales y de científicos que dio este país a la cultura española. El estudio de las razones de este fenómeno es una de las lagunas serias que existe en nuestra historia. Uno de los muchos ejemplos fue el de Justo Garate. Éste consiguió aunar dos ayudas para realizar sus sueños de especialización y estudio. Con la beca concedida por el Hospital de Basurto más la beca otorgada por la Diputación de Guipúzcoa marcha a París en febrero de 1924. De París se traslada a Estraburgo, iniciando un amplio periplo por diversas universidades europeas. De Estraburgo va a Freiburgo y de allí vuelve a París para retornar a Bergara en septiembre de 1925. Fueron dos años intensos de estudios, experiencias diversas y viajes. Alemania y Francia van a ser países clave en la formación espiritual y cultural de Justo Garate. En París se convierte en miembro asiduo de la tertulia de Miguel de Unamuno en el Boulevard Mont Parnasse. Conoció durante ese tiempo al cineasta Buñuel y de la mano del gran artista Ucelay tomó contacto con los pintores y con la bohemia parisina. Eran los felices años veinte, tiempos de despreocupada alegría y de fuertes crisis sociales. En Alemania se identificó plenamente con el sistema educativo y cultural germánico al mismo tiempo que vivía los inicios de las fuertes tensiones sociales que desembocaríanaños más tarde en el nazismo. En octubre de 1925 se inicia el segundo viaje cultural por Europa. En esta ocasión, el lugar de destino es Berlín. Como el propio Justo Garate nos narra en sus memorias, Patxo Belausteguigoitia tenía intención de crear un Instituto de Cáncer en Bilbao. Desde un principio, Belausteguigoitia contó con Justo Garate para la creación del Instituto, especialmente por sus conocimientos de alemán. Los estudios se fueron ampliando en otras universidades alemanas como Heildeberg. Así se fue especializando en química fisiológica, anatomía patológica, etc. En Berlín, inició sus estudios sobre "Dos variantes de la reacción de Abderhalden", que sería el tema de su tesis doctoral. Defendería su tesis en Madrid en enero de 1927 . La calificación fue de sobresaliente. Con la defensa de su tesis doctoral terminaba Justo Garate sus estudios universitarios. Durante este tiempo que va desde 1925 a 1927, la situación alemana había adquirido ciertos tintes siniestros. La crisis socio económica presentaba características alarmantes. El nazismo iba adquiriendo cada vez más fuerza entre el pueblo alemán. Justo Garate seguía sintiendo verdadera admiración por la cultura alemana, pero cada vez veía con más recelo el auge que iba adquiriendo el totalitarismo político de Hitler. En España eran años en que dominaba con pleno poder el directorio de Miguel Primo de Rivera. La intelectualidad española, salvo contados ejemplos, como el de Miguel de Unamuno, exiliado en Francia, vivía sin grandes alarmas la dictadura militar. Es más, como hijos de una burguesía pudiente, se encerraban en los logros de una literatura purista, muy poco comprometida con la realidad social y política de la España del momento. Los intelectuales españoles vivían una situación personal que poco tenía que ver con la realidad social del momento. José Ortega y Gasset escribía por esas épocas obras tan significativas como La Rebelión de las masas o La deshumanización del arte. El filósofo madrileñose erigía en modelo ideológico de los nuevos grupos artísticos. En Euskalerria, el nacionalismo vasco iba adquiriendo cada vez más fuerza, especialmente entre las masas populares, la burguesía media y el clero. Esto significaba una oposición cada vez más enconada frente al nacionalismo español. A su vez, el enfrentamiento entre las denominadas derechas e izquierdas iba adquiriendo posiciones más extremas. El País Vasco se iba convirtiendo en un campo de batalla de ideologías y de posturas políticas. En este contexto de tensiones y enfrentamiento, Justo Garate vivía inmerso en el espacio del aprendizaje científico con la idea de ofrecer a su sociedad un servicio médico a la altura y en las condiciones de los otros países europeos. Eran momentos en que la ciencia médica le preocupaba más que la realidad política. De 1924 a 1927 fueron años importantes de asimilación de conocimientos médicos y de maduración humana. Con la defensa de la tesis doctoral termina propiamente el aprendizaje universitario y se lanza al mundo del conocimiento científico. Igualmente, desde el punto de vista personal, vive situaciones nacionales de gran tensión que le harían reflexionar sobre la realidad y la verdad de la política del momento. Su fuerte espíritu crítico y el sentido práctico que buscaba en todas sus actuaciones le tuvieron que descubrir tanto las posibilidades ilimitadas que ofrecía el ser humano como los riesgos funestos que producían sus irresponsables conductas. Justo Garate, con un espíritu agridulce, tenía que observar las innegables victorias y las incuestionables caídas del hombre en su tiempo histórico y en su espacio geográfico. Europa era el campo de demostración de todas estas fuerzas contrarias e incontrolables. De esta época datan propiamente sus primeros escritos. Frecuenta las páginas de las revistas más conocidas del ámbito cultural vasco y su nombre aparece como autor de importantes estudios sobre ciertos temas de medicina. Cultura vasca y cultura médica van a formardesde este momento los dos frentes de su actividad intelectual, siendo la Revista Internacional de Estudios Vascos y la Revista Clínica de Bilbao donde colabora de forma más asidua durante estos años. Matrimonio y medicina Los años pasaban con celeridad vertiginosa. Una vez acabados sus estudios universitarios, Justo Garate podía formar una familia porque con su flamante título de doctor en medicina poseía los medios necesarios para ofrecer a los suyos una vida digna y económicamente estable. Desde el año 1922, en el que conoció a Itziar Arostegui, sus relaciones con la joven habían ido fructificando en un amor recíproco y en una amistad compartida. Tandil, 1953. Mitxel, Amaya, Justo, Nere y Javier Garate. Sentada Itziar Arostegui de Garate. Itziar había nacido el 24 de enero de 1906 en la localidad guipuzcoana de Rentería. Su padre, José Arostegui, era natural de Orio, perteneciente a la conocida familia de los Arostegui. Los "Talleres Arostegui", dedicados a la reparación de barcos, situados a pocos metros de la plaza de Orio, constituían el negocio familiar. Su madre, Genara Arbide, natural de Idiazabal, pertenecía a una familia muy religiosa. Diversos miembros de la familia ejercían el ministerio sacerdotal. Como en el caso de los Garate Arriola, la familia de Itziar Arostegui se caracterizaba por su arraigada fe y por su profunda religiosidad. Itziar era la mayor de seis hermanos . Físicamente era una joven muy agraciada. Su hermosura y la delicadeza de su forma de ser eran tal que era conocida como "la virgencita de cera". Tuvo que sintonizar perfectamente con Justo Garate, porque, como él, defendía como principios de vida las razones de familia, religión, patria, etc. Supo inculcar a sus hijos sus propios ideales de fe, su amor al vasquismo, su sentido de libertad y la responsabilidad frente a la vida y frente a los demás. A lo largo de toda la vida, fue amada y admirada por todos los miembros de la familia y por todos aquéllos que tuvieron la dicha de compartirsu amistad y su compañía. Justo e Itziar se conocieron en la romería vasca que se celebraba anualmente en unas campas de Mañaria. Era el día 9 de julio de 1922. Tal como me comentó su hijo Javier, la fiesta patria de Argentina, que se celebra casualmente ese mismo día, servía de festejo familiar de dicho encuentro. Parece que fue un flechazo a primera vista. Cuando ese día se despidió de ella, confesó a sus amigos de partida: "¡Con esta chica me he de casar!" . Se casaron el septiembre de 1928 en la iglesia de Itziar . La unión de Justo e Itziar no sólo se concretó en el matrimonio, sino en el trabajo a lo largo de los muchos años de vida en común. Fue la secretaria eficaz y abnegada en las labores de investigación y publicación de las numerosas obras de su marido. Es difícil comprender la ingente obra de Justo Garate si no se tiene muy presente la labor silenciosa y sacrificada de su esposa. Por otra parte, fue esposa y madre, encargada de llevar las riendas de la familia y de inculcar en sus hijos unos ideales de vida compartidos por el matrimonio. Una anécdota preciosa, clara demostración de la avenencia entre las partes, era la costumbre de Justo de piropearla con cierta frecuencia no sólo durante los primeros años de matrimonio, sino a lo largo de toda la vida compartida, incluso después de más de sesenta años de casados. Fue un gran y duradero amor, basado en la entrega, en la admiración y en el respeto. El mismo año de su matrimonio, pero unos meses antes, Justo Garate sufre una de las pérdidas más sentidas y recordadas. En marzo de 1928 muere su padre a causa de una hemorragia cerebral. Se sentía desde niño muy próximo a su padre. En distintas ocasiones ha manifestado la gran deuda, tanto emocional como intelectual, que sentía hacia su progenitor. Su prodigiosa memoria era, según Justo Garate, una cualidad heredada de su padre. De él y con él aprendió a dialogar con la naturaleza y a preguntarse por las causas profundas de los fenómenos naturales y delas realidades humanas. Pero especialmente, recibió de sus padres todo un cúmulo de cualidades morales que le ayudaron a enfrentarse con la vida y a formarse como hombre. Entre estas virtudes, una de las más importantes, fue la capacidad de ver y valorar la vida y la historia desde la óptica de un humanismo responsable y crítico. La tristeza ante la muerte de su padre tuvo que ser honda como grandes fueron el amor que sintió por sus padres y el reconocimiento que demostró en todo momento. Los Garate establecen el domicilio y la consulta en la Alameda Urquijo nº 24 . Justo se presenta como doctor en medicina, especialista en diabetes y en secreciones internas. La consulta tuvo un buen rendimiento y la familia pudo vivir desde un principio con holgura económica. Su manera de ser fría y analítica, su capacidad de observación y de síntesis, etc., contribuyeron de manera muy especial a su éxito profesional. Como Francisco Belausteguigoitia seguía con la idea de crear en Bilbao un Instituto del Cáncer, le propuso a Justo Garate la posibilidad de marchar una vez más a Alemania a especializarse en patologías cancerígenas. Marcha durante tres meses a Munich, a la famosa clínica de Friedrich von Müller, donde estará, acompañado de su joven esposa, desde mayo hasta agosto de 1930. Es una época de efervescencia política. Alemania vive de lleno el empuje del movimiento nazi. Incluso, tiene oportunidad de asistir a un discurso de Hitler. Allí descubre la verdadera naturaleza del nacional socialismo alemán. Justo Garate, hombre crítico y objetivo, no podía entender los principios de pureza y superioridad raciales, los comportamientos violentos de los grupos hitlerianos, el fanatismo de amplios sectores de la sociedad que despreciaba el valor de la persona y del humanismo, etc. Tiene la oportunidad de vivir la barbarie y la sinrazón de las ideas fascistas. Justo Garate que en todo tiempo se presentó como un incondicional germanófilo en el campo de la cultura, en las circunstanciasactuales no podía comulgar con las ideas dominantes en Alemania. Era, a un mismo tiempo, un germanófilo abiertamente antifascista. Este espíritu inquisitivo y crítico explica igualmente sus ideas en torno al nacionalismo vasco. Sentía a Euskalerria como su patria natural pero no comulgaba con las posturas extremas del nacionalismo vasco. Sentía veneración por Sabino Arana, pero no podía aceptar muchos de sus principios e ideas por carecer de lógica y de sentido común. La reverencia ciega que los nacionalistas vascos sentían por su fundador no sintonizaba con el criticismo serio y racional que aplicaba a sus formas de ser y de pensar. Quizá esto explica que se sintiera más próximo a Acción Nacionalista Vasca que al Partido Nacionalista Vasco. Justo Garate fue uno de los promotores y miembros más activos de A. N. V. desde su mismo año de fundación en 1930. Se presenta por dicho partido como candidato a diputado por Guipúzcoa, sabiendo que era imposible que pudiera acceder a dicho nombramiento pero siendo consciente de que su postura implicaba un compromiso político claro e indiscutible. Pronto dejó A.N.V. por no poder conjugar los principios del partido con su lógica política . Sin embargo, las discrepancias políticas y los acercamientos o alejamientos partidistas nunca significaron abandono de sus ideales nacionalistas o enfriamiento de su sentimiento responsable hacia Euskadi. Desde esta tesitura se explica su colaboración directa con Agrupación al Servicio de la República y su aceptación como candidato a las elecciones por dicha agrupación. Justo Garate fue un auténtico patriota vasco muy crítico con ciertas posturas partidistas que distorsionaban la lógica política de sus ideales . Desde estos planteamientos se entiende igualmente el ideal federalista, nunca separatista, de Justo Garate. Para el ensayista vasco, la razón básica que debe dominar en el comportamiento político del hombre es la unión y no la disgregación. Concebía una Euskadi autónoma dentro delconcierto del resto de países o nacionalidades, incluso más allá de las puras fronteras españolas. Justo Garate comulgaba con un ideal europeísta, donde todos los pueblos pudieran en paz y en armonía desarrollarse plenamente tanto política como culturalmente. Era la respuesta lógica a esa forma de ser y de pensar donde los principios de humanismo y de fraternidad regían todas las bases de valor y conducta. Desde este prisma empírico y racional se explican los principios políticos del escritor vasco. Desde el punto de vista político, como hemos mencionado, Justo Garate era un nacionalista de tendencia federalista. Para Justo Garate un pueblo se define por su lengua, su historia, sus tradiciones, etc. El País Vasco ofrece unas señas de identidad inconfundibles que legitiman plenamente sus ideales de nacionalidad. Sin embargo, todos los pueblos se conforman con hombres, siendo unos iguales a otros, lo que hace que todo conjunto humano, a pesar de sus diferencias y características propias, tienda hacia la universalización. Esta aparente paradoja entre particularismo y universalismo se resuelve en la unión voluntaria de las gentes y en la comunión libre de los pueblos. El nacionalismo federalista de Justo Garate descansa en estas ideas basadas en la singularidad de los pueblos y en el ecumenismo de la humanidad. Esta lógica de raciocinio se puede aplicar igualmente a sus ideales religiosos. Justo Garate fue un hombre profundamente religioso con una fe muy arraigada y una esperanza plena en la divinidad y en el más allá. Sin embargo, su religiosidad no era mojigata ni santurrona. No aceptaba el catolicismo cerril, ritual y dogmático que dominaba en la práctica religiosa del pueblo. Justo Garate poseía una fe firme consolidada en fundamentos un tanto racionalistas. Supo superar felizmente la criba del modernismo, dando a sus contenidos religiosos una base deísta de carácter cristiano y liberal. La labor cultural del insigne escritor guipuzcoano se iba ampliando poco a poco.Aunque sus espacios de investigación y de trabajo siguieron siendo fundamentalmente los mismos, cultura vasca y ciencia médica, la nómina de colaboraciones y de revistas se expande considerablemente. A la Revista Clínica de Bilbao y a la Revista Internacional de los Estudios Vascos se suman nuevos títulos de gran importancia en la vida intelectual del país. Anuario de Eusko Folklore, Tierra Vasca, Euzkadi, Yakintza, Gure Herria, Eusko Ikaskuntzaren Deya, Euskal Esnalea, La Tarde, La Voz de Navarra, etc., son una buena referencia de las publicaciones donde de forma asidua van apareciendo los artículos de Justo Garate. Igualmente, en esta época, aparecen sus primeros libros. Algunos de estos títulos fueron y siguen siendo referencia inexcusable en la historiografía de la cultura vasca. Una muestra de lo afirmado son Guillermo Humboldt (Bilbao, 1933), Ensayos euskerianos (Bilbao, 1935), La época de Pablo Astarloa y Juan Antonio Moguel (Bilbao, 1936), etc. Justo Garate aparece como una de las figuras más importantes del mundo cultural vasco . La relación de Justo Garate con las instituciones culturales del país venía ya de tiempos pasados. En 1921 ingresa como alumno en la Real Sociedad de Estudios Vascos. En 1933 entra a formar parte de la directiva de dicha sociedad. Son momentos de estrecha e intensa colaboración. Los numerosos artículos publicados en la Revista Internacional de Estudios Vascos así lo manifiestan. Desde ese mismo año, 1933, trabaja como médico interno en el Hospital de Basurto. Relacionado con otros médicos del país empiezan a cuestionar la necesidad de crear una Universidad Vasca y, más concretamente, una Facultad de Médicina. Un grupo de médicos funda en 1936 la primera facultad de Medicina, que tenía que funcionar como embrión vivo de una auténtica universidad pública vasca . Entre este grupo, se encontraba Justo Garate. Él se haría cargo de la cátedra de Patología General. Profesionalmente, se hallaba en un gran momento tanto de actividadcomo de reconocimiento. En el País Vasco era uno de los intelectuales con mayor prestigio y fuera del país, en el ámbito de la medicina española, mantenía contactos permanentes y un cierto grado de amistad con figuras tan relevantes como los doctores Gregorio Marañón, Jiménez Díaz, etc. Las ideas padagógicas del doctor Justo Garate se pueden relacionar estrechamente con los principios educativos del institucionismo. No he leído en ningún trabajo, ni biográfico ni crítico, la posible relación del médico vasco con la Institución Libre de Enseñanza, pero las analogías en la forma de interpretar la docencia y de enfocar la enseñanza son tan grandes que es difícil explicarlas sin una posible influencia de la Institución sobre el profesor guipuzcoano. ¿Simple coincidencia de planteamientos? Puede ser. Pero parece más lógico hablar de influencias que de puras coincidencias. Una de las notas, planteadas en este trabajo en distintas partes, es la visión práctica de los estudios y el carácter operativo de los conocimientos. Se impone la práctica sobre la teoría. Este principio es claramente institucionista. La responsabilidad del profesor frente al alumnado, no sólo desde una perspectiva puramente académica sino también desde una posición moral, tanto dentro como fuera de las aulas universitarias, es igualmente institucionista. La prevalencia del diálogo frente a la clase magistral le relaciona con la normativa institucionista. La educación integral del alumnado, donde la formación de la persona como hombre social se coloca por encima de la persona como profesional o especialista, es también institucionista. Elías Amezaga ha reflejado perfectamente esta vocación pedagógica y humanista, cuando afirma que Justo Garate en su actividad profesional como profesor universitario postulaba "una relación de profesor y discípulo más allá de la clase, que no se rompa una vez obtenidos los títulos, relacionarse también entre los compañeros a través de círculos médicos" y más adelanteseñala que la verdadera preocupación de Justo Garate era "sacar un ser íntegro antes que un especialistas" . Estas breves notas de Elías Amezaga reflejan fielmente el espíritu institucionista de Justo Garate . La vida personal y profesional del médico vasco se hallaba en un momento óptimo. En esos primeros años de la década de los treinta, Justo Garate era un médico respetado y con un éxito profesional apreciable; como profesor, era querido y celebrado por sus alumnos; como intelectual, formaba parte del reducido núcleo de los sabios del momento; como persona, vivía felizmente su nuevo estado civil. Se puede decir que Justo Garate en ese tiempo era un hombre triunfador y feliz en la vida con un futuro envidiable. Sin embargo, los vientos de la historia no ofrecían síntomas tan halagueños ni esperanzadores. Europa vivía una paz armada entre potencias que presagiaban un final trágico. Cada país luchaba por imponer sus intereses sin meditar en las consecuencias que sus actos podrían acarrear en las otras naciones vecinas. Alemania quería, primero, limpiar la deshonra del aciago final de la guerra europea y, segundo, solucionar los momentos difíciles en que vivía su población. El nacional socialismo e Hitler habían asumido la responsabilidad de dar respuesta a los grandes problemas que en ese momento ofrecía la sociedad alemana. Mientras tanto, Francia e Inglaterra gozaban de su situación privilegiada sin darse cuenta de los riesgos eminentes que se les avecinaban. En España, la situación estaba encrespada en una lucha ya abierta entre derechas e izquierdas. La república era una arena donde se estaba lidiando el toro peligroso de un claro enfrentamiento político. A esto había que sumar la oposición rabiosa que se estaba dando entre los nacionalismos periféricos, especialmente vasco y catalán, y el nacionalismo español. La sociedad española había formado actitudes enfrentadas, donde era casi imposible el diálogo y la conciliación. Tanto Europa como España se encontrabanen situaciones que presagiaban un trágico desenlace. Justo Garate, hombre observador de la realidad histórica, experimentaba la desazón frente a una realidad política cada vez más viciada y peligrosa. Ésta estalla en 1936 con la llamada Guerra Civil. La suerte de España y del País Vasco salta hecha pedazos a causa de la barbarie bélica. A partir de este momento hay que hablar de una nueva historia y de una nueva experiencia personal, marcadas todas ellos por el signo de la Guerra Civil. Tiempos de guerra y de exilio En julio de 1936 estalla la Guerra Civil. Con la nueva situación, desaparece la tranquilidad en la vida de Justo Garate. Va a experimentar los vaivenes y las presiones de la nueva situación bélica. Tiene que vivir los horrores de la guerra y sufrir el absurdo de las conductas humanas. Con frecuencia tuvo que cuestionarse sobre la razón y sobre la naturaleza del ser humano, capaz de los actos más sublimes y de las actuaciones más abyectas. Desconcertado por esta vorágine de sangre y destrucción, tuvo que enfrentarse a una dramática realidad que se les imponía sin buscarla ni quererla. Aunque le hubiera gustado mantenerse ajeno a grupos y a posiciones políticas, no podía desentenderse de la cruda realidad social. Afirma Justo Garate en sus memorias: "Durante la Guerra Civil me mantuve neutral sin involucrarme en ningún asunto. Fui nombrado médico militar, y aunque después de una temporada quise renunciar no me lo permitieron. Procedía con perfecta imparcialidad en el reconocimiento de los quintos" . Por eso, de una manera u otra, fiel a sus convicciones políticas, coopera con la República y con el Gobierno Vasco como Miembro del tribunal Militar de Bilbao. Fue igualmente uno de los colaboradores más próximos e incondicionales de Jesús María de Leizaola. Actuó como consejero de justicia y de cultura del Gobierno Vasco. El fusilamiento del sacerdote José Markiegi, hermano de su cuñado Florencio Markiegi, por el "grave" delito de sintonizar y de trabajar porla cultura vasca, desborda los límites de lo que lógicamente una persona puede aguantar. Justo Garate sufre la barbarie de la guerra y la sinrazón de los comportamientos humanos. Ve cómo en nombre de Dios y de la patria se cometen los actos más repugnantes e incomprensibles. En este contexto de guerra y destrucción, no hay lugar para el sentido común. Todo es desafuero y absurdo. Por otra parte, los acontecimientos políticos europeos no presagian nada bueno. La paz armada en la que se había sustentado Europa durante las últimas décadas empieza a dar pruebas inequívocas de resquebrajamiento y van apareciendo los primeros síntomas serios de un gran deterioro social. Las ansias imperialistas de Hitler ponen a prueba el delicado orden político. España está en guerra y Europa sigue estos mismos pasos. Por todas partes, se impone la dramática realidad de una guerra cruel y devastadora. En este contexto, no hay sitio para entregas ni sentido para el heroísmo. Justo Garate decide abandonar España y dirigirse a la tierra de su infancia: Argentina. Es el retorno a las raíces del pasado pero es igualmente la marcha consciente ante tanta barbarie y ante tanto desafuero. Tiene que distanciarse del País Vasco y de su historia, por la sencilla razón de que él no es ni se siente ni político ni soldado, es un buen profesor y un prestigioso médico. Estos avales no podían funcionar ni servir en un estado militarista y bélico. Justo Garate era un nacionalista convencido de sentido federalista. Por eso, en todo momento se siente identificado con la causa del pueblo vasco y de la República. A su vez, el antiliberalismo, preconizado por los movimientos fascistas, hacía que se distanciase abiertamente de dichas posturas políticas y se identificase con la causa republicana. Por otro lado, su espíritu demócrata le obligaba a repudiar toda pretensión política que fuera contra la voluntad soberana del pueblo. Los fundamentos de humanismo, liberalismo y democracia, le hacían ser y comportarse comoun nacionalista de espíritu y como un republicano de convicción. Tiene que abandonar todo: tierra, posesiones, profesión, futuro, etc., para lanzarse a la aventura de un camino nuevo, lleno de incertidumbre pero también pleno de esperanza. Deja en el país, las posibilidades de hacer carrera política. Acepta la misión de médico militar, pero pronto percibe la imposibilidad de salvar al País Vasco de la furia del fascismo. La profunda división del ejercito republicano frente a la unidad cerrada del bando nacional, la distinta preparación militar de ambos ejércitos, el armamento tan dispar usado por los grupos combatientes, etc., le revelan que la suerte del País Vasco está ya echada desde el primer envite bélico. Convencido de la derrota, juzga que esa guerra no es parte de su historia personal. Estos sentimientos o intuiciones toman carácter de certeza tras los bombardeos de Durango, Guernica, Bilbao, etc. Asume la decisión irrevocable de la marcha a la Argentina. Decide poner a salvo, primero, a la familia. Después, como segundo paso de esta estrategia de marcha, le tocará a él la suerte de la retirada. "En septiembre de 1936, tras el primer bombardeo a Bilbao, mi familia fue a Las Arenas, junto con Florencio Markiegi y los suyos, quienes estaban hospedados en nuestra casa desde su evacuación de Deba. Al cabo de unos días, mi familia fue a Sopelana, donde yo les visitaba una vez por semana y donde nació mi hijo menor, Mitxel. Tras el bombardeo a Guernica, decidimos que mi esposa y mis hijos partieran en el primer barco disponible. Y así fue como el 5 de mayo de 1937 abandonaron el país en el trasatlántico español "Habana" . Tras múltiples penalidades y diferentes etapas, la familia Garate llega a Bruselas, donde encuentra la tranquilidad esperada, pero sufre, al mismo tiempo, la ausencia del cabeza de familia . Una vez solucionado el problema de la familia, queda pendiente su propia salida. A punto de caer Bilbao, es nombrado médico de la expedición de unos quinientosniños con destino a la Citadelle, edificio que el gobierno francés había cedido en la localidad de San Juan de Pied de Port como escuela y vivienda para los niños vascos refugiados. La salida se realizó en el puerto de Santander. Allí pasó los primeros apuros serios, cuando unos milicianos quisieron impedir su embarque aduciendo la razón de su juventud. Se pudo solucionar el entuerto, embarcando en un barco bretón, costeado por el gobierno vasco. En el pasaje se encontraba Vicente Amezaga, figura capital de la cultura del exilio vasco. En alta mar se sucedieron los problemas. El momento más crítico se dio cuando el acorazado Cervera detuvo la embarcación para inspeccionar a sus ocupantes. Las palabras del capitán debieron convencer a los oficiales nacionales, ya que les permitieron continuar su marcha. En caso contrario, es fácil imaginar la suerte tan distinta que hubieran tenido Justo Garate y Vicente Amezaga. Sin más incidencias dignas de mención llegaron a su destino, el puerto de Burdeos. Allí, gracias a las gestiones del Sr. Barriola, delegado del gobierno vasco en la ciudad francesa, se prepara un tren especial con destino a San Jean de Pied de Port. Después de mil incidentes y peligros, la comitiva con los quinientos niños y con veinte jóvenes andereños entran en La Citadelle. De San Jean de Pied de Port se dirige a la capital francesa, donde tiene la oportunidad de visitar la Exposición Internacional de París. Una etapa más y llega a Bruselas, donde le esperaba el resto de la familia. El encuentro se verificó a principios del mes de julio. Fueron días de tranquilidad y estudio. Por las mañanas iba diariamente a la Bibliteca Albertina y por las tardes daba largos paseos por los amplios bulevares y por los hermosos parques de la capital belga. La fuerte desazón interior que le podían producir las vivencias pasadas y el recuerdo de la guerra era mitigada, por lo menos exteriormente, con esta apacible y tranquila existencia. Bélgica era un lugar ideal para viviry para trabajar. Bruselas podía haber sido el nuevo lugar de residencia de la familia Garate. Pero Justo tenía plena convicción de la irreversibilidad de una segunda conflagración mundial. Por eso, desde un primer momento, veía en el continente americano el lugar definitivo en su largo y penoso peregrinar. La duda estaba en el destino a tomar. Añoraba las posibilidades laborales y de vida que le ofrecía Estados Unidos, no le disgustaba México, Argentina era su segunda patria. La realidad le disipó toda posible duda. Sus hermanos que se encontraban en Argentina le mandaron el dinero para hacer frente a los costos del viaje. "Embarcamos en Rotterdam el 13 de noviembre de 1937, en el barco de carga Alcyone. Habíamos convenido con la compañía que nos conduciría directamente hasta Montevideo. Me pareció muy peligroso hacer escala en Canarias o en algún puerto gallego y portugués. En Montevideo nos recibió mi cuñado Tomás Arostegui, quien nos acompañó a Buenos Aires. Allí llegamos el 10 de diciembre del mismo año" . A finales del año 1937, Justo Garate inicia la segunda etapa de su vida, su experiencia americana, fase existencial larga en años y plena en entregas. En Argentina, entre Tandil y Mendoza, transcurrirán casi sesenta años de trabajo con el que ganará un merecido reconocimiento tanto en América como en Europa. Allí entregó lo más granado de su vida y de su saber, pero allí recibió una fraternal acogida y se le permitió realizar una gran labor humana y profesional. Sin lugar a dudas, la vida de Justo Garate se truncó con el estallido de la Guerra Civil. ¿Qué pudo ser y qué pudo hacer en su patria de origen, si la marcha de la historia hubiera sido otra? Dar una respuesta a esta pregunta significa entrar en el resbaladizo campo de las disquisiciones y de los futuribles. Es fácil que la vida de Justo Garate no sufriera grandes alteraciones ya viviera en el País Vasco o en Argentina. Es lógico suponer que tanto en un sitio como en otro dedicaría todo su tiempo asus grandes vocaciones o entregas: familia, religión, profesión y patria. Pero también es posible que su vida hubiera podido ser muy distinta. Toda alternativa es una interrogante y la propia vida es una carrera de elecciones que está dejando al margen todas las opciones abandonadas. ¿Qué pudo ser y qué pudo hacer? Eso ya no importa ni interesa. La realidad es que su vida y su actividad profesional tuvieron que desarrollarse en otras latitudes, lejos del País Vasco, como consecuencia de la Guerra Civil y del exilio. La postura que adopta Justo Garate frente al exilio y frente a la integración a su nueva patria, Argentina, es una nota que define su personalidad y que la diferencia de la gran mayoría de los vascos del exilio. Si para casi la totalidad de expatriados de la comunidad vasca, la diáspora fue un estigma de muy difícil superación, para Justo Garate el adiós a su tierra y a sus gentes tuvo que ser una experiencia dolorosa, aunque fue igualmente una vivencia asumida sin traumas. Su integración en la nueva tierra de residencia fue desde un principio fácil y completa. Esta postura, sorprendente a primera vista, se explica con plena lógica desde el prisma del espíritu crítico dominante en la personalidad del escritor bergarés. Frente a la emocionalidad nostálgica de los exiliados que buscaban como tabla de salvación cualquier atisbo de esperanza en la vuelta al país de origen, Justo Garate juzgó fríamente la realidad histórica que se imponía y vislumbró que la suerte estaba echada y que el futuro de los vascos era el exilio. Aceptó su suerte y marcó su destino en la nueva patria, Argentina, país propicio para proseguir su tarea científica y su labor humanística sin olvidar en ningún momento el compromiso asumido con su tierra de origen. Este dato explica también la razón por la que desde un primer momento se preocupara por integrarse en el nuevo medio geográfico. Frente a sus coterráneos que suspiraban por el regreso, Justo Garate opta por la integración. Ésta erala respuesta más lógica a la situación histórica imperante en esos momentos . En busca de la segunda patria Europa se hallaba en un momento crítico, en el que los países aliados no imaginaban la posibilidad de una guerra de alcance imprevisible, mientras la Alemania nazi vivía entregada plenamente a la preparación de la misma. Poco tiempo después se iniciaría la Segunda Guerra Mundial, el acontecimiento histórico más destructor y mortal de la historia de la humanidad. Justo Garate había acertado en sus premoniciones. Europa y Bruselas habían dejado de ser lugares idóneos para un trabajo digno y para una vida tranquila como consecuencia del estado de preguerra en que estaban viviendo. Mientras tanto, España se desangraba en una cruenta guerra civil, donde los ejércitos nacionales iban poco a poco, pero de forma imparable, arrinconando y diezmando a las fuerzas republicanas. El País Vasco callaba, enmudecido cultural y lingüísticamente bajo el peso del vencedor. El renacimiento cultural vasco había desaparecido bajo la presión del nacional catolicismo. La historia de España y la historia de Europa eran la crónica de un desafuero humano, donde el poder de la fuerza militar se imponía a la lógica y al sentido común. Ante este cúmulo de circunstancias, Justo Garate estaba plenamente convencido de que su estancia en tierras argentinas era algo irreversible y duradero . Por eso, inicia los trámites legales para revalidar en dicho país su título de doctor. El día del examen fue el 18 de julio de 1938, segundo aniversario de la sublevación militar. El resultado del examen fue altamente satisfactorio. Con el aprobado, podía ejercer la profesión médica en Argentina. Su destino fue la ciudad de Tandil, ciudad relacionada con su infancia y con su familia. Allí abrió su segunda consulta e inició su trabajo como médico, alcanzando en poco tiempo, gracias a diversos casos espectaculares, un gran prestigio profesional. Un párrafo de su biografía define perfectamente su ideal detrabajo y su comportamiento como médico. Nos dice Justo Gárate: "Trabajé en el Hospital Santamarina trece años sin cobrar nada, ayudando a los obreros y a los más necesitados. En cambio, no quise colaborar en la Sociedad Española porque, a pesar de estar constituida por gentes de muchos ingresos, pagaban una cuota ínfima. Prefiero ayudar a los pobres a cambio de nada que trabajar para los ricos por muy poco" . En estas breves líneas se puede descubrir una vez más el talante profesional del médico y el espíritu altamente humanitario de la persona. Durante esos primeros años de vida en Tandil, la Segunda Guerra Mundial se encontraba en su momento más álgido. Justo Garate era germanófilo por su cultura, pero antialemán por su política. Por eso, tuvo que experimentar con gran desasosiego el rumbo inicial de la guerra, pero, más tarde, vio con satisfacción la nueva dirección que iba tomando. Rusia marcó definitivamente la suerte de la guerra y proclamó el triunfo de los aliados. Desde entonces, toda la guerra fue un recular continuo de las tropas alemanas hasta la toma de Berlín y el suicidio de Hitler. Mientras tanto, millones de muertes, cientos de ciudades destruidas, una generación desbaratada, Europa destruida y arruinada, una conciencia de crisis total, etc. Será la época de los existencialismos más rabiosos. ¿Qué se podía esperar del hombre, si éste era capaz de las acciones más ignominiosas? Se imponía el absurdo como expresión de vida. A su vez, España vivía el triunfo del franquismo y experimentaba el silencio de los vencidos bajo el peso de una victoria "providencial destinada a cambiar los destinos del mundo". La ilusión puesta por los exiliados vascos y españoles en la victoria de los aliados que esperaban como dinámica de dominó la caída de todos los fascismos iba desapareciendo con el paso del tiempo. Incluso, a principios de la década de los cincuenta, con sorpresa y con amargura comprueban cómo las potencias aliadas y la Santa Sede legitiman la políticafascista de Franco. Una vez más, la historia da la razón a Justo Garate, aunque esta razón significara el fin de las esperanzas para miles de exiliados. Mientras tanto, Argentina vivía un momento de bonanza económica y social. Se colocaba entre los diez países más ricos del mundo debido a su potencial ganadero y a sus riquezas cerealísticas. Durante los años de la guerra mundial y de la primera posguerra, Argentina se convierte en el granero alimenticio de Europa y América. Ésta es la Argentina que conoció y en la que vivió la familia Garate durante su primera etapa de asilo. Justo Garate se integra plenamente en el ambiente médico e intelectual de Argentina. Su prestigio profesional aumenta con el paso del tiempo. La medicina es su forma de vida y su gran preocupación intelectual. La responsabilidad como médico le obliga a estar al día en los avances médicos y a investigar en los temas que le inquietan o le seducen. Colabora asiduamente en revistas especializadas en la materia. Sin embargo, su actividad intelectual va más allá de los límites de su profesión. Le interesan la historia y la cultura, especialmente las de su país de origen. Buena parte de su tiempo libre lo dedica a analizar la situación histórica del mundo y a profundizar en las interrogantes que le ofrece el ámbito cultural vasco. Sus escritos se publican en los diarios y periódicos de Tandil y de Buenos Aires, más tarde en los de Mendoza y en las diversas publicaciones del exilio vasco. Cientos de artículos y notas salen de su pluma. Su firma se encuentra en publicaciones tan diversas como Eusko Deya, España Republicana, La Tribuna de Tandil, Nueva Era, Eusko Jakintza, Gernika, Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, El día médico, Príncipe de Viana, Boletín de la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, Eusko Gogoa, Munibe, Jakintza, Boletín de Estudios Germánicos de la Universidad Nacional de Cuyo, Fontes Linguae Vasconum, etc. Al mismo tiempo, durante los años de permanencia en Argentina,va aumentando su ya rica bibliografía con títulos de gran significación. En la editorial Ekin de Buenos Aires publica dos obras de gran resonancia en el ámbito de la cultura vasca: Viajeros extranjeros en Vasconia (1942) y Cultura biológica y arte de traducir (1943). Otros de sus títulos más celebrados so
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