
Gaiak
Proteger la casa común evita la autodestrucción del ser humano
Tras establecerse el día internacional de la Madre Tierra el 22 de abril por la ONU en 2009, algunos países ya han declarado los derechos de la tierra para elevarlos a un debate en la ONU e internacionalizarlos. Se han incluido protocolos en la Constitución de países como Ecuador, Bolivia, Ciudad de México, con la idea clave de que el bienestar de las personas depende de la salud de la naturaleza, frente al modelo consumista.
El Secretario General de la ONU, António Guterres, el pasado 22 de abril dijo: "La Madre Tierra está instando claramente a un llamado a la acción. Recordemos más que nunca en este Día Internacional de la Madre Tierra que necesitamos un cambio hacia una economía más sostenible que funcione tanto para las personas como para el planeta". Y ante la propuesta de concesión del Premio Nobel de la Paz al Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA), se lamentaba el Secretario General: “en un mundo de abundancia, es inconcebible que cientos de millones de personas se acuesten cada noche con hambre” y acrecentada por “el abismo de la hambruna debido a la pandemia de COVID-19”.
Ante la próxima cumbre del clima que tendrá lugar en Glasgow en noviembre de este año, más de trescientos líderes religiosos del mundo entero, reunidos en un encuentro multiconfesional, en conexión con la encíclica Fratelli Tutti del papa Francisco, han pedido a políticos y financieros custodiar la naturaleza al abordar la crisis climática. Y también como broche final de la celebración del 5º aniversario de Laudato Si sobre el cuidado del planeta. Una fraternidad humana solo se entiende en el contexto de una armonía planetaria que protege el suelo común proporcionando tierra, techo y trabajo a todo ser humano.
Este marco nos sirve para reflexionar sobre el tema que nos ocupa: ante los desafíos del medio ambiente, debemos actuar con la responsabilidad de seres humanos que no dominan, ni se sienten poseedores de la tierra y de sus riquezas, sino como usuarios que cuidan y buscan activamente dejar el planeta en las mejores condiciones a nuestros sucesores de la raza humana. La tierra es un sistema en que todo está interconectado y, por tanto, somos responsables de su mal uso y destrucción.
Como ciudadana de a pie me planteo y comparto una serie de preguntas a las que cada uno pueda dar respuestas que sean performativas, de modo que se concreten en comportamientos diarios de cuidado del medio ambiente y contribuyan a la educación de las nuevas generaciones a través de la familia y la escuela: ¿Qué tipo de mundo queremos dejar a quienes nos sucedan? ¿Para qué pasamos por este mundo?, ¿para qué vinimos a esta vida?, ¿para qué nos necesita esta tierra? Preguntas que deben estar en el corazón de cada uno, para que las respuestas a la preocupación ecológica puedan ser realistas, efectivas y prácticas.
Por ello vemos que hay una íntima conexión entre el sentido de la vida y el cuidado del planeta. Si solo pensamos en criterios del hoy, de un carpe diem mal entendido, con mentalidad consumista e individualista, sin sentido de pertenencia, nos convertimos en depredadores del medio ambiente, para extraerle todas las riquezas por medio de multinacionales que se mueven por turbios negocios y pactan con gobiernos corruptos, que explotan la madre tierra hasta dejarla exhausta, en beneficio de unos pocos. Arrasan selvas, se apropian del agua, del suelo, sin importarles los seres humanos que allí malviven y a los que se les roba sus recursos. Sobran ejemplos como el oscuro negocio de la extracción del coltán en El Congo. Sugerimos a este respecto ver el documental “El Congo” emitido en el programa “En tierra de nadie” de Antena 3 el 13 de enero de 2015. En él se muestra de modo clarividente el impacto social y medioambiental de las tecnologías móviles que consumimos, sin pensar de dónde vienen los productos. Quizá convendría indicar en una etiqueta su origen en coste humano, como las de los alimentos que nos indican qué comemos. Esto nos haría más conscientes de su uso y no cambiaríamos con tanta frecuencia de instrumentos electrónicos.
En la cumbre sobre el cambio climático, celebrada desde el 2 al 13 de diciembre de 2019 en Madrid, se pactó un acuerdo débil que no logró sacar adelante el punto principal: el de desarrollar los futuros mercados de carbono para la compraventa de emisiones de CO2. Los países que más contaminan no se muestran urgidos a acelerar la acción climática, por intereses económicos. Se ha demostrado una vez más que los mecanismos de mercado no son capaces de defender la protección ambiental. El imperio del capital puede más que el de la salud. No seamos ingenuos: son muchos los que proclaman discursos retóricos que quedan en cortinas de humo por la insaciable arrogancia de sus grandes potencias, intereses espurios de multinacionales como los negocios de armas y narcotráfico con que obtienen pingües beneficios y, por ello, no les compensa ceder ni rebajar sus emisiones de gases en cumbres de medioambiente, en que debería primar la solidaridad mundial y pensar en los países pobres que siempre pagan los excesos de los países explotadores.
El asesinato el 7 de septiembre de 2019 de la guatemalteca Diana Isabel Hernández Juárez, de 35 años, maestra y activista de derechos humanos, que había dirigido varios proyectos como el huerto familiar, viveros municipales y proyectos de reforestación en más de 32 comunidades rurales, pone de manifiesto la inseguridad de agentes que trabajan por hacer un bien a sus comunidades, exponiendo su vida por conseguir un mejor nivel de vida más acorde con su tierra y con su comunidad, respetando el medio ambiente. O el más reciente, el 27 de abril de este año, de dos periodistas, el navarro David Beriain y el vasco Roberto Fraile en Burkina Faso por preparar un reportaje audiovisual sobre la caza furtiva de animales protegidos y su tráfico en el mercado negro para la productora 93 metros de Beriain. El triple asesinato junto con el guardabosques irlandés Rory Young, ha conmocionado al mundo por su valentía en la defensa de la vida silvestre que es la fuente de vida y de trabajo de los seres humanos que allí habitan.
También la visualización de los videos realizados entre YannArthus-Bertrand y su equipo de Hope Production, en su trayectoria cinematográfica y fotográfica, ayuda a concienciarnos del cuidado del planeta y de los océanos.
Por todo ello pedimos a nuestros gobernantes, científicos, economistas y demás implicados en el cuidado del medio ambiente, que se protejan aquellos bienes comunes globales como son los mares y océanos, la Amazonía -el pulmón verde de Latinoamérica- con protocolos que eviten la explotación capitalista de los recursos naturales, fomentando la búsqueda de una ecología integral, en que poblaciones indígenas y medio ambiente sean respetados y promovidos en su dignidad. Que se permita el acceso a los servicios, a los recursos educativos, sanitarios y tecnológicos de modo que todos puedan expresar y realizar su proyecto de vida y desarrollarse plenamente como personas. Y como ciudadanos responsables, todos podemos cambiar nuestros hábitos en pequeños gestos como reciclar, evitar el uso de plástico, reducir el consumo innecesario de agua, no contaminar el aire usando más los medios de transporte o la bicicleta, etc. De lo contrario, el individualismo egoísta nos lleva a sentir una orfandad que acaba por degradar a los otros, a la tierra y terminamos por degradarnos a nosotros mismos, porque perdemos el sentido de pertenencia.
A modo de conclusión apostamos por la esperanza de que, en los próximos Foros Internacionales, una vez superada la pandemia que ha asolado y empobrecido nuestro planeta en más de un doloroso y trágico año para la humanidad, se siga avanzando en este respeto a nuestra casa común. Nada mejor que proclamarlo con una voz de poeta “Mi pequeño testamento” de Miguel D´Ors y del compositor griego Vangelis “El universo es música”, cuya lectura y audición sugerimos como conclusión esperanzada de un mundo mejor.
Anexos:
Os dejo el río Almofrey, dormido entre zarzas con mirlos,
las hayas de Zuriza, el azul guaraní de las orquídeas,
los rinocerontes, que son como carros de combate,
los flamencos como claves de sol de la corriente,
las avispas, esos tigres condensados,
las fresas vagabundas, los farallones de Maine, el Annapurna,
las cataratas del Niágara con su pose de rubia platino,
los edelweiss prohibidos de Ordesa, las hormigas minuciosas,
la Vía Láctea y los ruyseñores conplidos.
Os dejo las autopistas
que exhalan el verano en la hora despoblada de la siesta,
el Cántico espiritual, los goles de Pelé,
la catedral de Chartres y los trigos ojivales,
los aleluya de oro de los Uffizi,
el Taj Mahal temblando en un estanque,
los autobuses que se bambolean en Sao Paulo y en Mombasa
con racimos de negros y animales felices.
Todo para vosotros, hijos míos.
Suerte de haber tenido un padre rico.
Del libro de Miguel D´Ors Curso superior de ignorancia
Música de Vangelis