756 Zenbakia 2020-12-17 / 2021-01-20

Gaiak

Políticas para poner la vida en el centro

PAZOS MORÁN, María

Siempre que las mujeres llegamos a una disciplina nos damos cuenta de que está mediatizada por la visión del mundo de quienes la desarrollan, que hasta ahora son hombres. Así, por ejemplo, Betty Friedan desafía las "verdades" del sicoanálisis cuando comprende que Freud tenía una idea de las mujeres como inferiores… y esa idea la aplicaba tanto a sus relaciones personales como a la curiosa elaboración teórica de que todas las que pretendían salirse de los mandatos de género (y hacer cosas reservadas a los hombres) estaban aquejadas de "envidia del pene" (no del poder, ni de la libertad, etc., sino precisamente del pene, ¿no es para reír por no llorar?)

Así podríamos citar a muchos otros padres de las ciencias, desde Aristóteles que, además de afirmar que las mujeres no tenemos alma, cosa al fin y al cabo difícil de contrastar con la realidad, afirmaba igual de rotundamente que las mujeres tenemos un número de piezas dentales inferior a los hombres, sin haberse molestado en contar las de sus parientes cercanas y las suyas mismas para comparar, como señaló jocosamente Bertrand Russell. O Rousseau, que consideraba a los hombres como protagonistas naturales únicos del contrato social entre ciudadanos, mientras que a las mujeres las consideraba destinadas por la naturaleza a criar ciudadanos y a estar al margen de la ciudadanía.

El primer descubrimiento de la economía feminista fue que en la economía oficial no se hablaba de los cuidados. Existía el empleo y el ocio, y los individuos se caracterizaban por elegir una determinada combinación de ambos ingredientes para ocupar su tiempo. Se ilustraba este fenómeno dibujando unas curiosas curvas que llamaban - y siguen llamando- "curvas de indiferencia". Así, deslizaban el lápiz a lo largo de esas curvas proclamando: "más ocio, menos trabajo; más trabajo, menos ocio". Chistoso nombre el de "curvas de indiferencia", porque esas curvas son un emblema de la olímpica indiferencia de todos aquellos sesudos doctores ante el cuidado en el hogar. Eso, en tanto que no era trabajo asalariado ni ocio (que fuera trabajo ya estaba estratosféricamente lejos de sus posibilidades imaginativas), no existía en sus modelos; pero daba igual porque a ellos no les atañía, en realidad era cosa de mujeres.

En una primera fase, las mujeres dijimos: ¡Atención, señores, el cuidado existe! Y poco a poco nos fuimos dando cuenta de las implicaciones de esta observación aparentemente inocente. Porque, por un lado, esa ignorancia del cuidado por parte de los señores (excepto cuando legislaban para que siguieran haciéndolo las mujeres, ahí sí se acordaban) significa también falta de derechos humanos básicos de las mujeres que los realizan.

Además, medio siglo después de que las mujeres saliéramos de estampida de la mística de la feminidad que nos mantenía en el papel de amas de casa y nos incorporáramos masivamente al empleo asalariado, comprobamos que hemos accedido a los puestos más precarios, prescindibles e intercambiables,  a pesar de que nuestra formación académica ya es superior a la de los hombres.

Finalmente, creo que hemos llegado a atar cabos: los hombres no se van a "enterar" de lo que son los cuidados, la vida, mientras no los realicen. Por otro lado, las mujeres no vamos a estar en igualdad en el empleo mientras los hombres no se encarguen de los cuidados tanto como las mujeres; los empresarios bien saben que no podemos tocar las campanas estando en la procesión y actúan en consecuencia, no promocionando a las mujeres por el mayor riesgo de ausentarse.

La economía debe enfocarse hacia la vida, hacia el bienestar social, hacia el cuidado de las personas, de los animales y del planeta.

Finalmente, los hombres no se van a incorporar a los cuidados mientras estos se realicen en las condiciones precarias y esclavistas en las que las mujeres los realizan actualmente. Por ejemplo, los hombres seguirán siendo una minoría por debajo del 5% entre las cuidadoras familiares 24 horas, así como entre quienes se toman excedencias no pagadas o mal pagadas, reducciones de jornada por cuidados y demás "facilidades" que les condenen a la pérdida de salario o de oportunidades profesionales. Es muy comprensible; el problema no es que los hombres no acepten esas condiciones sino que las mujeres se vean obligadas a aceptarlas.

Hemos atado cabos también porque hemos descubierto las catastróficas consecuencias del sistema patriarcal/capitalista cuya marca económica es la división sexual del trabajo, según la cual las mujeres nos ocupamos de los cuidados y los hombres, alejados de ellos y por tanto de la vida misma, dirigen el mundo, consecuentemente con muy mala fortuna para el mundo en general.

El emblema de la economía feminista es: ¡pongamos la vida en el centro! Esto significa que la economía debe enfocarse hacia la vida, hacia el bienestar social, hacia el cuidado de las personas, de los animales y del planeta. ¿Y cómo van a hacer esto quienes desde que nacen aprenden a no ser sensibles, a despreciar las actividades "de niñas" y a creerse superiores por no realizarlas, a no ocuparse de sus hijos/as, a no cuidar? ¿Cómo van a saber lo que es la vida, no digamos ya ponerla en el centro?

La conclusión es clara: nos encontramos ante el gran reto histórico de eliminar la división sexual del trabajo. Afortunadamente esto es fácil y beneficia a toda la sociedad. Se trata de conceder los derechos humanos a quienes aún no los tienen, como son muchos colectivos femeninos y relacionados con las tareas de cuidados, así como de atender las necesidades ahora desatendidas, como son las de personas en situación de dependencia y las criaturas. Se trata también de asegurar los derechos de las personas trabajadoras a compatibilizar un empleo a tiempo completo de calidad con las tareas de cuidado, para que tanto hombres como mujeres puedan hacerlo en igualdad.

Los elementos clave de este programa están basados en tres condiciones, que dan lugar a sus consecuentes reivindicaciones, como se muestra en la tabla siguiente[1]:

Condiciones para un sistema de empleo/cuidados igualitario

Algunas reivindicaciones clave

1) Que los hombres cuiden igual que las mujeres

- Permisos iguales, intransferibles y pagados al 100% en caso de nacimiento o adopción, eliminando las trampas del RD 6/2019 que impiden su uso corresponsable[2]

- Eliminación de todos los permisos que no estén pagados al 100% y con reserva del puesto de trabajo (excedencias y permisos mal pagados, que se toman las mujeres y no los hombres)

2) Sistema de servicios públicos suficientes y de calidad para la educación infantil y la atención a la dependencia

- Universalización del derecho a la atención suficiente y de calidad por parte de los servicios públicos en caso de dependencia

- Derecho a la educación infantil pública y gratuita desde los 0 años

3) Empleo estable, con horarios racionales y con plenos derechos para todas las personas

- Jornada máxima a tiempo completo de 35 horas semanales en 5 días con cómputo semanal

- Eliminación de los incentivos al empleo a tiempo parcial con reducción de salario (tanto en forma de "derechos" a reducción de jornada por cuidado como de incentivos a las empresas para la contratación a tiempo parcial)

El gobierno que adopte este programa demostrará que tiene voluntad política de poner la vida en el centro por el bienestar de toda la sociedad.


[1] Estas reivindicaciones están desarrolladas en el "Manifiesto Por El Cuarto Pilar Del Estado Del Bienestar En España", que puede leerse y firmarse (individualmente o como colectivo) en www.cuartopilar.es

[2] En www.igualeseintransferibles.org puede verse explicación detallada de estas trampas y firmarse como cualquier tipo de colectivo la petición de la Plataforma Por Permisos Iguales e Intransferibles de Nacimiento y Adopción (PPIINA) para que se reforme el RD antes del 1 de enero de 2021.


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