682 Zenbakia 2014-02-05 / 2014-03-05
El mundo entero se encuentra plagado por fronteras, fronteras que pueden ser físicas, mentales o tan sólo límites pactados para marcar donde termina o empieza la jurisdicción de una entidad estatal sobre un espacio determinado. Es innegable que las ideologías, así como aquellas aves que migran estacionalmente, no conocen de estas divisorias, si bien pueden encontrar resistencias para su dispersión, están ahí, disponibles para quién las busque.
Ahora bien, pueden haber corpus ideológicos que se presten más fácil a la aceptación debido a postulados de carácter “universal”, pero existen otras que también logran trasvasar teniendo especificidades muy propias, como aquellas que promulgan algún carácter religioso o nacional específico. Estos casos son los más inquietantes y llamativos debido a que fuera de su lugar de origen, la aceptación, difusión y defensa de dichas ideas requieren de una adaptación, una adquisición de presupuestos que ponga en el mismo nivel a aquellos donde la ideología tiene su origen, y donde se encuentra en ese momento. Los casos en que este hecho se da no son muchos ni variados, pero pueden encontrarse sin problemas en países como Argentina, que debe su conformación social, en su mayoría, al influjo migratorio. A lo largo de todo el siglo XX, y aún hoy en día, encontramos diversas formaciones políticas que son subsidiarias directas de partidos políticos de origen europeo. Ejemplo de ello es, sin duda, el abertzalismo o nacionalismo vasco en sus diversas vertientes. El escenario político
Euzko Gaztedi. Resistencia vasca. Rosario
Las décadas del 60’ y 70’ fueron, sin duda, tiempos convulsionados políticamente a nivel internacional. Un mundo polarizado por dos potencias, guerras lejos de ser frías en puntos distantes del globo, y conflictos que en vez de encontrar solución, se exacerbaron junto a la radicalidad de los ideales. Tanto la península ibérica como Latinoamérica fueron espacios que no escaparon a esta coyuntura. En el territorio español la dictadura franquista ya transitaba su tercer década y en el cono sur se turnaban democracias y gobiernos militares mientras surgían nuevos actores armados, influenciados por ideologías de izquierda y el influjo producido por la revolución cubana.
Es en este contexto donde surgen dos organizaciones que actuarán, a su modo, como focos de resistencia anti franquista dentro del territorio español. Tanto EGI como ETA nacen del seno de la juventud del PNV (teniendo en cuenta la presencia, obviamente, del grupo Ekin) y tomarán, con el pasar de los años, vías diferentes de actuar y entender la política del momento.
Así como lo guerra civil había repercutido a nivel internacional, en la diáspora la política vasca estaba presente a través de sus instituciones desde antes del inicio del conflicto bélico. Lo que marca la especificidad de este contexto es la aparición de dos grupos en centros urbanos de Argentina (Capital Federal y Rosario) formados exclusivamente por jóvenes argentinos descendientes de vascos, uno ligado al PNV, Eusko Gaztedi Indarra (1967-circa 1974) y la delegación de ETA (1964-1975), por fuera de él.
Estas fuerzas aparecían no en solitario, sino dentro de un abanico de grupos que formal e informalmente estaban presentes en el país. Del arco político es el Partido Nacionalista quizás el que más se destacaba, con estructuras que venían funcionando desde las primeras décadas del siglo XX, aun antes que en algunos lugares de Euskadi. Sumado a este aparecían ANV, que casi sin quererlo compartía sus siglas con la extraterritorial del PNV en Buenos Aires (Acción Nacionalista Vasca), Jagis y algún que otro llegado que comulgaba con ideas cercanas al franquismo. Caminos de la investigación en curso
Antes de continuar se hace necesario una advertencia al lector respecto a los avatares de la producción historiográfica. Muchas veces, como en este caso, se entrecruzan documentos y publicaciones (folletines, cartas, panfletos, etc) con fuentes orales, sean de primera mano (obtenidas a través de entrevistas u otros recursos) o recopiladas en otras instancias. Debe tenerse en cuenta que estas no son una cosa pura, no proveen datos e información sino de un modo filtrado, por las vivencias, recuerdos y lecturas de aquel que narra una historia. Lo explicitado es algo central, pero cobra relevancia también la forma en que se expresa, lo no dicho, lo obviado o remarcado con un propósito, los errores u omisiones, etc. Se agrega a esto el hecho de que al abordar un tema de cierta sensibilidad como lo es ETA, el relato del entrevistado esté mediado por todo lo sucedido y por la impronta negativa que se tiene a nivel social, a pesar de estar refiriéndose a momentos donde la lucha era más política que violenta y el contexto difería a lo sucedido posteriormente, donde ya no existía un gobierno dictatorial y sus acciones no se justificaban como una resistencia contra ella. Sumado a lo dicho, el carácter provisorio de esta investigación en curso permitirá corregir errores y omisiones propias y ajenas.
Volvamos entonces a lo sucedido. Como decíamos anteriormente ambas agrupaciones se conformarían con jóvenes argentinos, lo que resulta bastante particular al ser ideológicamente nacionalistas vascos. Este híbrido nacional-ideológico produjo una situación singular: sin un Estado que promulgue la construcción de la nacionalidad de una manera definida, sin una burguesía que apuntale héroes nacionales o elija que momento entronizar, aparecen individuos y grupos que manifiestan una filiación nacionalista al mismo tiempo que poseen otra de origen, dando como resultado individuos que comparten las características culturales de la juventud argentina pero son, a su vez, nacionalistas vascos.
Tanto EGI como ETA nacen relacionadas con los Centros Vascos, aunque la delegación de ETA no funcionaría en él, ni serían sus miembros socios en su totalidad.
Sendas organizaciones tendrían desarrollos comunes y divergencias que pueden ser sistematizadas. Temporalmente las dos experiencias recorren los últimos años de la década del 60’ y principios de los 70’, coincidiendo con los momentos finales del franquismo, sobre todo ETA la cual desaparecerá junto al final del proceso.
Tanto EGI como ETA nacen relacionadas con los Centros Vascos, aunque la delegación de ETA no funcionaría en él, ni serían sus miembros socios en su totalidad. La relación con el PNV sería central para ambas, para EGI Rosario como faro ideológico, obvio por su filiación, y para ETA por la confrontación que establecería con sus hombres fuertes de la Capital Federal. Ambas realizarían acciones contra instituciones españolistas, siendo de mayor relevancia las propiciadas por ETA, teniendo en cuenta, sin embargo, que para ninguna de las dos sería una cuestión central, posicionando sus objetivos más en dar a conocer la problemática vasca, EGI a través de sus actividades en Centros y algunas publicaciones, y ETA mediante su edición de Zutik, notas en diarios y participación en charlas.
Ideológicamente es central en ambas la reivindicación respecto al problema nacional, a pesar de lo cual las diferencias se darían en la línea discursiva adoptada por EGI, siguiendo a la más tradicional corriente del PNV mientras que ETA toma una posición crítica respecto a cuestiones sociales, visible en sus publicaciones y políticas cercanas a posturas de izquierda muy presentes en el ideario de los 60’, las cuales llevarían a discusiones ideológicas en su seno, propiciando una ruptura similar a la sucedida en la institución madre, quedando separados los grupos cercanos al trotskismo y aquellos que mantenían al nacionalismo como carácter central.
Respecto a los vínculos con organizaciones pares se destaca la ligazón de EGI con instituciones de Venezuela, mientras ETA se relacionaría más directamente con el País Vasco, primordialmente con miembros del grupo fundador y no tanto con las delegaciones de México o Caracas.
En dos cuestiones funcionarían de manera similar: tanto EGI como ETA se conformarían con ciudadanos argentinos descendientes de vascos, y establecerían un cerco respecto a “lo vasco” como campo de acción. Si bien tenían posturas políticas, nunca actuaron ni opinaron como organización respecto a cuestiones de política interna argentina.
Podemos concluir que ambas experiencias marcarían un momento político donde la discusión traspasó las instituciones existentes y propició la aparición de estas agrupaciones formadas exclusivamente por jóvenes.