661 Zenbakia 2013-03-13 / 2013-03-27
Aunque la innovación tecnológica es considerada como núcleo central de los procesos de desarrollo económico en la literatura dominante, se abren nuevos marcos que permiten integrar dimensiones y objetivos diferentes. Marcos que han dado pie al desarrollo de la aproximación de la innovación social entre otras.
De acuerdo a Moulaert y Nussbaumer (2008), la compresión de la realidad social y espacial es indispensable a la hora de considerar y promover procesos de desarrollo económico. La situación de crisis actual ha dejado en evidencia la limitación e insostenibilidad de la lógica de mercado para el desarrollo (Krugman, 2009; Stiglitz, 2010). La falta de cohesión y equidad social representa uno de los mayores retos de nuestra sociedad (Fitoussy, 2004). Y los Modelos de Desarrollo Territorial (conceptos como los territorios que aprenden1, los sistemas de innovación2 o modos de innovación3), aunque permitan considerar elementos “intangibles” para facilitar un desarrollo territorial más inclusivo, caen en instrumentalizar dichos elementos y limitarlos a la ontología económica de mercado. Todo ello muestra la necesidad de desarrollar una aproximación alternativa de desarrollo que la innovación social puede ofrecer. Dicha aproximación (basada en el trabajo de autores como Moulaert, Nussbaumer, Sekia, MacCalumm, Martinelli, González, etc.), aunque no es sustitutiva de la actividad gubernamental, propone una perspectiva que permite abordar los retos territoriales desde una visión de comunidad (ontology for community development).
Además, en el ámbito del desarrollo territorial y en los procesos para este fin, una nueva lógica de intervención pública permite replantear viejos modelos por otros innovadores que facilitan la integración de la sociedad civil y la cooperación público-privada (Moulaert y Nussbaumer, 2005; Estensoro y Zurbano, 2010). De ahí la necesidad de romper con las formas de intervención tradicionales para avanzar hacia procesos de innovación que se enmarquen en un nuevo modelo de gobernanza. La innovación social se define en este contexto, como la satisfacción de las necesidades del territorio a través de relaciones de gobernanza innovadoras y por tanto, sitúa la innovación en las formas de colaboración como punto central de los procesos de desarrollo y se vincula, en ese sentido, con la tradición evolucionista del desarrollo local.
En el ámbito del desarrollo territorial y en los procesos para este fin, una nueva lógica de intervención pública permite replantear viejos modelos por otros innovadores.
Foto: CC BY - Radio Saigón
Los procesos de interacción entre agentes como los facilitados por las redes locales promovidas desde las Agencias de Desarrollo Local de la CAPV (Azaro Fundazioa en Lea Artibai, Lehiberri en Tolosaldea, Ezagutza Gunea en Azpeitia-Azkoitia o Lankidetza Sarea en Goierri, entre otros), responden a un marco de nuevas condiciones institucionales para promover la innovación tecnológica y organizacional en las empresas locales. Son procesos en red auto-gestionados que facilitan la participación de los actores locales (como son los gobiernos locales, empresas, asociaciones empresariales, organizaciones de transferencia tecnológica, centros de enseñanza, agentes sociales, etc.) en procesos de aprendizaje y la generación de estrategias locales compartidas para el desarrollo económico local. Es por ello que dichos procesos en red, más allá de facilitar procesos de innovación empresarial, permiten desarrollar nuevos modos de gobernanza a nivel local. Ello demuestra su gran potencial para facilitar cambios y un desarrollo económico más inclusivo y sostenible a través de la gestación de nuevas relaciones sociales y de poder, base de los procesos de innovación social.
El análisis en profundidad de estas redes permite ver cuáles son los elementos claves que caracterizan a los procesos en red que permiten generar modos de gobernanza innovadores para la innovación social. Entre estos elementos destacan el potencial de colaboración (la colaboración entendida como proceso que permite la acción colectiva para responder a necesidades comunes) y la capacidad para generar procesos de liderazgo compartido (Karlsen y Larrea, 2012) en esas redes. Por otro lado, la capacidad institucional local (la densidad de instituciones para el desarrollo y el nivel de colaboración entre ellas) y la consideración de la perspectiva multinivel (en cuanto a cómo se articulan los diferentes niveles territoriales) también influencian la gestación y el desarrollo de los modos de gobernanza local innovadores. En base a esta definición de factores, es posible concluir cuáles de estas redes locales se pueden considerar más innovadoras desde la perspectiva de la innovación social. Entre ellas destacan Azaro Fundazioa en Lea Artibai, Ezagutza Gunea en Azpeitia-Azkoitia y el Polo de Competitividad de Durangaldea por haber desarrollado condiciones que permitan avanzar más rápidamente en los elementos descritos anteriormente. Por tanto, estas tres redes están facilitando la generación de territorios socialmente innovadores.
Todo esto abre un nuevo ámbito de reflexión en torno al rol de los agentes políticos y el papel de estas redes como redes políticas (Benz y Fürst, 2002), ya que permiten la definición de políticas en materia de desarrollo local de forma participativa. También posibilita que nos detengamos en el valor del ámbito local como nivel territorial donde es posible desarrollar procesos de colaboración basados en un conocimiento adherido al territorio. Conocimiento en el cual se concitan al máximo las ventajas derivadas de la proximidad territorial en los aspectos relacionales, optimizando de esta manera las ventajas relacionales de la economía local y las potencialidades del capital social (Estensoro y Zurbano, 2010). Asimismo, invita a reconsiderar el papel de las agencias, ya como entes dinamizadores más que como instrumentos pasivos para el desarrollo. Igualmente, el análisis de dicho rol dinamizador permite mostrar el papel condicionante de los/as técnicos/as de agencias que gestionan estas redes en el día a día. El conocimiento de estos gestores influencia el proceso en red, y por tanto, pueden condicionar el proceso de aprendizaje y el modelo de desarrollo promovido a través de la red. Esto plantea nuevas preguntas para la discusión, ¿nos hemos parado a pensar cuáles deben de ser la capacidades de los equipos que componen estas agencias? ¿Qué formación deben de tener? ¿Disponemos de una oferta formativa adecuada? ¿Suficiente?
Al fin y al cabo, la evolución de estas redes locales desde la perspectiva de la innovación social va a depender de un proceso de aprendizaje y de la combinación del conocimiento y capacidades idóneas. El conocimiento de los participantes de dichas redes debe de apoyar dicho objetivo. A este respecto, ¿cómo pueden aportar los investigadores sociales a estos procesos de aprendizaje? ¿cómo pueden facilitar la generación de procesos de innovación social para el desarrollo territorial? Dicha contribución depende del nivel de implicación (engagement) de los investigadores en dichos procesos y se maximiza con la activación de procesos de investigación-acción. Esto invita a reflexionar entre las diferencias entre el investigador como observador pasivo y el investigador comprometido (engaged researcher; Levin y Ravn, 2007). La posibilidad de que los investigadores sociales se impliquen en procesos en red como los descritos anteriormente, permite concluir que a través de procesos de investigación acción, los investigadores sociales pasan a ser facilitadores de procesos de aprendizaje. Procesos de aprendizaje que, tal y como apunta la aproximación de la innovación social (Moulaert y Nussbaumer, 2008), pueden permitir que los participantes desarrollen capacidades para hacer frente a sus necesidades y problemas de manera autogestionada y que facilitan por tanto empoderar a los actores locales para el desarrollo territorial. Esto significa que más allá de ser facilitador de procesos de aprendizaje, un investigador comprometido puede facilitar procesos de innovación social para el desarrollo territorial.
El análisis en profundidad de estas redes permite ver cuáles son los elementos claves que caracterizan a los procesos en red que permiten generar modos de gobernanza innovadores para la innovación social.
Foto: CC BY - gonalvmar
La investigación-acción permite por tanto acelerar la contribución de los investigadores sociales en los procesos de cambio y facilita en entendimiento de los mismos (Lewin, 1943; Greenwood y Levin, 2007). Del mismo modo, requiere combinar la mejor práctica científica con el compromiso de apoyar procesos de transformación en la sociedad que tengan como fin abordar los retos y problemas de los actores locales. Obviamente, todo esto obliga a reconsiderar la práctica científica y su criterio de validez.Bibliografía
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1 Lundvall, 1992; 1995; Morgan, 1997; Lundvall y Johnson, 1994
2 Freeman, 1987; Cooke, 1992; Maskel y Malmberg, 1999; Doloreux, 2002; Asheim y Gertler, 2005; Tödtling y Trippl, 2005
3 Jensen et al., 2007