590 Zenbakia 2011-09-02 / 2011-09-09
Martín José de Munibe León Garavito, natural de Huamanga, y pariente del conde de Peñaflorida, se convirtió en el primer marqués de Valdelirios merced, fundamentalmente, a los servicios de su padre, Lope Antonio de Munibe, quien consiguió reunir una importante fortuna que, tras emplearla en el servicio real, a través de donativos, acabó en heredad de su hijo, el referido Martín José, quien muy probablemente la empleó como mérito principal de cara a la obtención del título.
En lo que respecta a Lope Antonio de Munibe, nacido en Marquina en el año 1630, se licenció en ambos derechos en la Universidad de Salamanca, antes de ser nombrado oidor de la Audiencia de Lima. Al tiempo, ejerció como visitador general del gobierno de Chile, gobernador de Huancavelica hasta 1677 y, por último, desempeñó la Presidencia de la Audiencia de Quito. Fallecido en 1690, según la visita de Mateo de Mata Ponce de León1, Lope Antonio, además de a sus actividades oficiales, se dedicó al comercio, el obraje y el préstamo —a su muerte se le debían en concepto de préstamos al menos 105.000 pesos—, actividades que le reportaron grandes beneficios económicos. Asimismo, su enlace con Leonor María León Garavito —hija de Andrés León Garavito, oidor de la Audiencia de Charcas y caballero de Santiago— reforzó aún más su condición de acaudalado, ya que su esposa llevó al matrimonio una dote por valor 76.080 pesos, de los cuales 51.000 fueron pagados al contado. Tras su muerte, Lope Antonio de Munibe dejó una fortuna de más de 230.000 pesos, junto a otros bienes, que fueron destinados a sufragar el mantenimiento de sus hijos menores de edad, que fueron enviados a Lima con un tío materno, Francisco León Garavito, racionero de la catedral.
Antes de fallecer, Lope Antonio, alegando sus servicios, y en un afán de incrementar el prestigio social de la familia, intentó alcanzar dos mercedes de hábito para sus hijos, lo que se tradujo en repetidas instancias al Consejo de Indias. Finalmente, sólo se le otorgó una, por decreto de 13 de mayo de 1686, para el hijo que escogiese, en este caso, José de Munibe León Garavito, quien se cruzó caballero de Calatrava en 17112. No obstante, la promoción social de los Munibe León Garavito no concluyó aquí, pues otro de sus hijos, Martín José de Munibe, logró elevar a la familia hasta lo más alto del estamento nobiliario tras conseguir un título de Castilla.
El primer intento de obtención de esta merced tuvo que ser previo a 1695, pues ese año remitió un memorial de solicitud, que fue consultado por la Cámara de Indias, en el que hacía presente que su anterior petición había sido denegada por considerarse que los servicios de sus ascendientes estaban suficientemente remunerados, y que si se le premiaba a él con el título de Castilla, el resto de sus hermanos se verían perjudicados. En su nueva pretensión —la de 1695—, Martín José volvió a presentar los servicios de sus antepasados; los su abuelo paterno, Martín de Munibe, capitán de una compañía en la guerra de Francia; su tío, Pedro de Munibe, consejero de Castilla; su bisabuelo, Martín de Axpe, caballero de Santiago y consejero de Guerra; su abuelo materno, Andrés León Garavito, que había servido más de 40 años en diversas plazas de Indias; y principalmente los de su padre, Lope Antonio, quien según el memorial, había aumentado la Real Hacienda “en más de un millón de plata”. Añadía Martín José a su petición que se le debía conceder el título para reestablecer el honor de su padre tras la visita y residencia que se le había seguido por el desempeño del puesto de presidente de la Audiencia Quito, ya que a pesar de que se le había absuelto “y dio por libre, declarando que si viviera era digno de que VM lo ocupare en mayores empleos; y aunque esta resolución puede dar consuelo a los de su familia, no satisface enteramente el descrédito de un ministro […] quedando en la confusión de la credulidad el concepto de la reputación3”. Apelaba además a sus seis hermanos huérfanos y a su falta de medios por estar totalmente consumida la dote de su madre. Esta pretensión estuvo reforzada por una carta del virrey del Perú, el conde de la Monclova, que representaba el buen crédito con que había servido Lope Antonio de Munibe en todos sus puestos e instaba a que se recompensasen todos sus servicios en su hijo. A pesar de todo, la merced fue nuevamente denegada, por lo que hubo que esperar unos años para la definitiva obtención del título.
Mientras tanto, en 1697, Martín José de Munibe invirtió parte de su capital, 5.000 pesos, en la obtención del corregimiento de la provincia de Canes y Canches (Lima), cargo que no llegó a desempeñar por ser una futura anulada tras el decreto de reforma de 17014. En su lugar se le dio, en 1705, el corregimiento de Santiago de Miraflores y Saña, en Perú5.
Foto: CC BY - tableatny.
De este modo, cuando Martín José volvió a solicitar un título de Castilla, en 1703, contaba ya con experiencia venal, y había podido comprobar cómo los servicios pecuniarios podían procurar de forma rápida y segura cargos y honores. Por ello, es probable que, para la obtención del título nobiliario, volviera a emplear el “poder del dinero”, máxime teniendo en cuenta que un servicio monetario sería bien recibido por la Corona que por entonces necesitaba caudales para la guerra. La solicitud del pretendiente, que no incluyó más mérito o servicio que los ya señalados fue consultada por el Consejo de Indias, y de forma posterior por la Cámara de Castilla, quien solicitó que se llevaran a cabo las diligencias correspondientes para determinar si en Martín José recaían las circunstancias necesarias. Tras consulta de la Cámara de Castilla de 18 de julio de 1703, se le concedió el título nobiliario alegando que en él incurría “lustre, antigua calidad y nobleza”, y que disponía de suficiente caudal como para mantener el título con decencia, pues el mayorazgo de su madre le rentaba 4.000 pesos anuales y poseía los patronatos de dos capillas, la de la Soledad y San Antón en la iglesia catedral de Quito.
Desde luego, en esta merced hubo de mediar algún servicio más, a pesar de que la documentación no da cuenta de ello, pues en caso contrario no se entiende que en esta ocasión se le concediera el título cuando unos años antes, presentando los mismos servicios, se le había denegado. Quizás la clave esté en unas líneas emitidas por la propia Cámara, donde representaba al monarca que: “al tiempo que tanto se necesita de medios, levas y otros servicios, cuando se hallasen calificadas todas las circunstancias, no fuera impropio se ayudasen a algunos6”, lo que nos sugiere que es muy posible que Martín José se viera recompensado con el título tras “ayudar” económicamente, de forma directa o indirecta, en las urgencias de la guerra. Asimismo, no faltó quien afirmarse que Martín José se había hecho marqués “a costa de fraudes y manejos de la Real Hacienda7”, como aseguraba en 1713 Juan Fermín Montero de Espinosa, veedor general del ejército de las provincias de Chile8.
El despacho de esta merced fue expedido al cabo de los años, incluso una vez muerto Martín José, fallecido en 1708. El encargado de sacar el correspondiente título de nombramiento fue su hermano, Francisco de Munibe León Garavito, en quien recayó este honor tras renunciarlo en él, en septiembre de 1710, un hermano mayor, Andrés de Munibe León Garavito, quien ejercía como presbítero en la Ciudad de los Reyes. El título nobiliario fue finalmente expedido el 22 de diciembre de 1715, incluyendo los referidos méritos de su padre, Lope Antonio de Munibe, y sus antepasados9.
1 AGI, Quito, 34B, n. 7 (sin foliar). La vista concluyó en 1695, y resultó absuelto de los cargos que se le habían imputado. Entre los cargos se le acusaba de “interponer su autoridad en la provisión de curatos, de recibir cohecho (él y su mujer), de contraer deudas con vecinos, mantener parcialidades en la Audiencia y fuera de ella y de despreocuparse de sus obligaciones como presidente del tribunal”, en HERZOG, T., La administración como un fenómeno social: La justicia penal en la ciudad de Quito (1650-1750), Centro de estudios constitucionales, Madrid, 1995, p. 107.
2 AHN, Órdenes Militares, Caballeros de Calatrava, Exp. 1746; también en AHN, Órdenes Militares, Caballeros de Calatrava, Expedientillo 11.841.
3 AGI, Quito, 34B, N. 7.
4 SANZ TAPIA, Á., ¿Corrupción o necesidad? La venta de cargos de gobierno americanos bajo Carlos II (1674-1700), CSIC, Madrid, 2009, p. 443.
5 Martín José de Munibe no fue el único de los hermanos Munibe que recurrió a la venalidad para hacerse con determinados cargos, pues en 1711, el mencionado José de Munibe, además de convertirse en caballero de Calatrava, adquirió por 300.000 reales el puesto de consejero de Indias e intentó hacerse con el puesto de Regente de la Audiencia de Lima por 240.000 reales más, pretensión que no llegó finalmente a prosperar. Por su parte, un hijo de Francisco de Munibe —quien heredó el título de marqués de Valdelirios y sacó sus despachos—, Gabriel de Munibe Tello, también invirtió años más tarde en la compra de puestos de gobierno en América, ya que se hizo en 1732 con el corregimiento de Guanta, en Perú, por 45.000 reales, y dos años más tarde con el de Cañete, por 2.300 pesos de a diez reales de plata. En 1750 fue nombrado consejero de Indias, el mismo puesto que unos años antes había desempeñado su tío. En ANDÚJAR CASTILLO, F., Necesidad y venalidad: España e Indias (1704-1711), Centro de estudios constitucionales, Madrid, 2008, pp. 188-189.
6 AHN, Consejos, Leg. 4472.
7 AHN, Estado, Leg. 2317.
8 AGS, Dirección General del Tesoro, Inv. 2, Leg. 5.
9 AHN, Consejos, Leg. 8976, Exp. 253/2.