568 Zenbakia 2011-02-25 / 2011-03-04

Gaiak

El castellano de San Sebastián: desarrollo y caracterización

CAMUS BERGARECHE, Bruno



Unas tres cuartas partes de la población actual de San Sebastián declaran en el padrón municipal tener como primera lengua el castellano. Sin embargo, hace poco más de 130 años los habitantes de la ciudad eran en su práctica totalidad hablantes nativos de euskara y el conocimiento cabal del castellano probablemente no alcanzaba siquiera a la mitad de la población. La ciudad es, por tanto, un ejemplo paradigmático de la expansión moderna del español como lengua materna en áreas de la península donde esta lengua estaba presente únicamente como lengua de cultura y convivía con esta condición con las correspondientes lenguas locales, esto es, en el caso de Guipúzcoa y el País Vasco interior, con el euskara.

Foto: CC-BY. Laurent de Walick.

El castellano de los donostiarras hispanohablantes surgido de esa expansión es una variante del castellano nativo del País Vasco, la modalidad lingüística de la mayoría de la población de ese territorio. Este castellano del País Vasco, que, como hemos dicho, es de constitución reciente, presenta en efecto diferencias debidas precisamente a sus orígenes históricos. El castellano de lo que fueron áreas y territorios situados en la frontera lingüística —por ejemplo, el de ciudades como Vitoria o Bilbao— es producto de una sustitución del vasco original que comienza en el inicio de la Edad Moderna y tiene como un elemento clave el contacto con poblaciones limítrofes castellanoparlantes. Por el contrario, el castellano del área interior vascófona actual —el de San Sebastián, por tanto—, es fruto de una castellanización posterior que se verifica desde la segunda mitad del siglo XIX. En este caso un elemento crucial es la extensión de la educación obligatoria y la alfabetización —la presión de la lengua escrita antes que los intercambios orales con los vecinos, por consiguiente—. Este proceso afectó en primer lugar a los núcleos urbanos y en ellos a las clases altas y medias-altas. Serán estos grupos sociales los que antes sustituyan como lengua familiar el euskara por el castellano y la pujante y cosmopolita burguesía donostiarra de finales del siglo XIX y principios del siglo XX los representa de modo óptimo. Koldo Michelena ya llamó la atención sobre las diferencias entre las diversas hablas castellanas del País Vasco y oponía la de Bilbao, más castiza, antigua y arraigada, a la de San Sebastián, que consideraba “descolorida” y con elementos de carácter más reciente.

Efectivamente, en el caso de San Sebastián los elementos constituyentes más notorios parecen ser, por un lado, el castellano académico y sin elementos dialectales de la instrucción escolar, que era el habitual entre las familias de la oligarquía donostiarra, y, por otro, el castellano mal aprendido y plagado de interferencias euskéricas de la clases medias y bajas. Si a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando se inicia el despalazamiento lingüístico, la distancia entre ambas variedades debía de ser grande, como lo prueban las descripciones paródicas del español de caseros y criadas para disfrute de las élites en la prensa y literatura local, hoy día la situación ha cambiado notablemente. Por una parte, el acceso al castellano normativo ha avanzado gracias a la universalización de la enseñanza y la expansión de los medios de comunicación y muy especialmente de la televisión. Los vascófonos monolingües han desaparecido y entre la población bilingüe el dominio del español es ya muy notable, tanto mayor cuanto más jóvenes los hablantes. Hoy día existe en la ciudad un continuum de diferencias sociales y estilísticas en el que los elementos de sustrato vasco son tanto menos habituales cuanto mayor es la instrucción y el nivel social. Por último, el proceso de reeuskaldunización de los últimos treinta años ha producido ya varias generaciones de donostiarras diestros en el uso tanto de castellano como de euskara normativos, lo que hace cada vez más irrelevante la distinción entre castellano aprendido por los vascófonos y castellano importado de los hispanohablantes monolingües. La de ahora es, pues, una situación probablemente más compleja que la que se daba en la primera mitad del siglo pasado.

Pero, a pesar de eso, la presencia de modo general de rasgos lingüísticos específicos hace posible una caracterización suficiente del habla de San Sebastián en el marco general del castellano del País Vasco. Son especialmente llamativos a oídos de los hispanoparlantes no vascos algunos elementos del léxico y de la sintaxis. Efectivamente, llama la atención en primer lugar la presencia de un número muy considerable de préstamos del euskara, mucho mayor que el que es usual en el castellano de las otras capitales vascas. Además de vasquismos habituales en todo el territorio, como amaiquetaco, chalo, choriburu, guisajo o zapaburu, son corrientes en el castellano de la ciudad palabras y giros de extensión más limitada como apurra, chirristra, mamiya, sasoya, siricar, dar ucha y otras. Asimismo, junto a elementos románicos típicos del castellano del País Vasco como campa, coitado, fregadera, galipot, vaina y otros, existe un pequeño grupo de palabras de este tipo con una extensión que en algún caso no va más allá de los límites guipuzcoanos, como ocurre en el caso de briñón, linternero, pescatero, quicas...

Foto: CC-BY. mimentza.

Si la presencia del euskara resulta evidente en el vocabulario, la sintaxis del castellano de San Sebastián está igualmente cuajada de particularismos sólo explicables desde la interferencia con esa lengua, como los tres que citaremos a continuación. Así, por ejemplo, los donostiarras y guipuzcoanos presentan una alta ocurrencia de la supresión del pronombre en contextos como “Cogí la compra y la guardé en la nevera”, que para ellos es normalmente “Cogí la compra y guardé en la nevera”. Y son ellos quienes presentan con mayor frecuencia usos del adverbio ya o de pues que no son del castellano general, como en: “Hoy ya ganará la Real ¿no?”, “¿Ya vendrá Juan mañana?”; o en “Pero ¿quién es ese, pues?, Juan, ¿dónde está, pues?” Y es también entre ellos donde se documentan construcciones con el auxiliar soler del tipo de “Siempre me ha solido gustar esa banda sonora”, una frase que no resulta en absoluto extraña a los oídos de los donostiarras y, sin embargo, es claramente anómala para los hablantes de otros dominios del español.

Son sólo una pequeña muestra de las características del habla castellana de San Sebastián que, sumadas a la historia de su formación y desarrollo, justifican la consideración peculiar de esta variedad de castellano del País Vasco y la atención que en este y otros trabajos más especializados le hemos dedicado.