544 Zenbakia 2010-09-03 / 2010-09-10
A 80 años del golpe militar del 6 de septiembre de 1930
“Yo recuerdo que el presidente Yrigoyen fue el primer presidente argentino que defendió al pueblo, el primero que enfrentó a las fuerzas extranjeras y nacionales de la oligarquía. Y lo he visto caer ignominiosamente por la calumnia y los rumores. Yo, en esa época, era un joven y estaba contra Yrigoyen, porque hasta mí habían llegado los rumores, porque no había nadie que los desmienta y dijera la verdad”.
Juan Domingo Perón, 29 de abril de 1953. 1. La familia Uriburu
Joseph de Uriburu y Basterrechea, nacido en San Miguel de Mendata, Bizkaia, Euskadi, en 1766, llegó al Virreinato del Río de la Plata y se instaló en la ciudad de Salta. Ocupó cargos públicos tales como Contador de las Reales Cajas de Oruro, Ministro de la Real Hacienda en la Intendencia de Salta, y amasó una gran fortuna dedicándose a la explotación agrícola y ganadera. Adhirió a la causa revolucionaria y contribuyó con dinero al ejército patriota. Esto le valió que la Junta de Gobierno de Buenos Aires lo nombrara ‘patriota en grado heroico y eminente’. Se casó con Manuela Hoyos y Aguirre y tuvieron 6 hijos. Uno de ellos fue Dámaso Uriburu y Hoyos —1795/1857—, senador nacional y ministro de Bolivia, casado con Teresa de Póveda e Isasmendi, fue padre de José Uriburu Póveda —1822/1897—. Éste fue gobernador de Salta, nombrado luego de participar de una revolución en la que se depuso a su tío Juan Nepomuceno Uriburu Hoyos. Se casó con su prima Serafina Uriburu Arenales, y fueron padres de José Félix Uriburu Uriburu —1868/1932—, el líder del movimiento fascista que derrocó al presidente constitucional Hipólito Yrigoyen, quien en 1916 fuera el primero en ser elegido por el voto universal, secreto y obligatorio.
El presidente Hipólito Yrigoyen.
Foto: www.yrigoyen.gov.ar 2. José Félix Uriburu Uriburu
Quién sería protagonista de una época nefasta en la historia argentina, egresó como alférez en el Colegio Militar de la Nación en 1888. Dos años más tarde, curiosamente, participaría de la Revolución del Parque, organizada por la Unión Cívica —que daría origen a la Unión Cívica Radical—, en la cual se planteaban los ideales que Yrigoyen haría efectivos durante su presidencia y contra los cuales se alzaría Uriburu, dando cuenta de su incoherencia ideológica. Para corroborar esto, en la Revolución yrigoyenista de 1905 tomó partido por el ‘orden legal’, comandando el Regimiento 8º de Caballería, que reprimiría no solo a los revolucionarios, sino también a obreros y militantes socialistas.
Pero lo que nosotros vemos como incoherencia ideológica, para Uriburu tuvo su premio: lo nombraron Director de la Escuela Superior de Guerra, agregado militar en Alemania e Inglaterra, Inspector General del Ejército. En medio de su carrera castrense, otra curiosidad nos depara el futuro golpista: fue Diputado Nacional por Salta. 3. Las causas del golpe
Hipólito Yrigoyen asumió su segunda presidencia a los 76 años de edad, y aunque su caudal electoral había aumentado desde las precedentes elecciones en las que triunfara el radicalismo, ya no tenía la vitalidad física y mental de otras épocas. Aun así, era el líder más importante dentro de su partido y a nivel nacional. En esta nueva oportunidad que le otorgó el pueblo argentino, debió enfrentar problemas distintos a los de su primera presidencia —1916/24—. Entre ellos, las tendencias internas del radicalismo, manifestadas entre los llamados ‘personalistas’ o ‘yrigoyenistas’, y los ‘antipersonalistas’ o ‘alvearistas’; la política petrolera; la intromisión del ejército en la vida política nacional; y la crisis económica mundial de 1929.
Desde hacía unos años, en Europa habían nacido nuevas ideologías, a las cuales no fueron ajenas las fuerzas armadas y adhirieron amplios sectores de las mismas. El nacional-socialismo se hizo carne en los cuadros militares, y basaba su crítica al sistema democrático y liberalismo político. A la cabeza de éstos estaba el general José Félix Uriburu, quien expresó los objetivos de su movimiento: ‘hacer una revolución verdadera que cambie muchos aspectos de nuestro régimen institucional, modifique la constitución y evite se repita el imperio de la demagogia que hoy nos desquicia. Haré un levantamiento trascendental y constructivo con prescindencia de los partidos’. 4. Las acciones
Algunos medios periodísticos nacionales de la época realizaron una intensa campaña para desacreditar y debilitar al presidente, como ocurrió con el diario Crítica. A esto debió sumarse el hecho que desde mediados de agosto, la salud de Yrigoyen se resintió y debió quedarse en su domicilio. Los acontecimientos se precipitaron.
Aprovechando las circunstancias del momento, el 6 de septiembre de 1930, el general Uriburu encabezó una marcha desde el Colegio Militar de la Nación hasta la Casa de Gobierno, logrando el apoyo de distintos regimientos. El historiador Félix Luna, expresaría sobre la intencionalidad de estos grupos levantiscos: ‘Querían liquidar al gobierno, liquidar al radicalismo, liquidar la Constitución. Ninguna concesión parcial los conformaría. La decisión estaba ya tomada. Y la ingenuidad o la deslealtad de algunos colaboradores de Yrigoyen les facilitaba estupendamente el camino’.
Los insurrectos llegaron a Casa de Gobierno, obligaron al vicepresidente Martínez a redactar su renuncia, y comunicaron a la Corte Suprema su instalación. Ésta consideró como ‘revolución triunfante’ al golpe y reconoció al gobierno como ‘de facto’. Sería un terrible precedente para la historia argentina.
Uriburu saludando.
Foto: www.encuentro.gov.ar
5. Terrorismo de estado
Los golpistas no consideraron el delicado estado de salud del presidente: Yrigoyen fue arrestado y luego de pasar varios días en un buque de la Armada, lo trasladaron a la isla Martín García. No fue respetada su voluntad de exiliarse en Montevideo o quedarse en su casa de la calle Brasil.
La actitud de los vencedores no tenía precedentes en la etapa constitucional argentina: saquearon e incendiaron casas particulares, Comités del radicalismo, confiterías céntricas de Buenos Aires, y diarios como ‘La Época’ y ‘La Calle’. Implantarían el terrorismo de estado para mantener el control, que serviría de modelo a otros que los continuarían: Ramírez, Lonardi, Rojas, Onganía, Lanusse, Videla, Massera, Viola, Galtieri, etc.
El autoritarismo era la norma: encarcelaron a camaristas federales y jueces sin el cuestionamiento de la Corte Suprema, intervinieron la Universidad de Buenos Aires, se reprimió a las organizaciones obreras y se apresó y ejecutó a dirigentes. Militantes radicales fueron detenidos y expatriados o deportados al presidio de Ushuaia. El gobierno de Uriburu fue el primero en la Argentina constitucional en aplicar la tortura: la cuña, la silla, el balde, la picana... Procedimientos que para otros gobiernos se tornarían habituales. Una figura emblemática de la época fue el jefe de la Policía Federal, Leopoldo ‘Polo’ Lugones, quien introdujo la picana eléctrica como método para obtener información.
Estos aventureros fascistas comandados por Uriburu, que intentaron formar un estado corporativista, fracasaron por una oposición interna encabezada por el general Justo, quien triunfaría en las elecciones de 1932 implantando la conocida ‘Década infame’ en Argentina.
Curiosamente, en el libro ‘Los vascos en la Argentina. Familias y protagonismo’, podemos leer: ‘El Teniente General Uriburu fue un prestigioso oficial superior del Ejército Argentino por sus cualidades profesionales y virtudes caballerescas. Fue proverbial su honradez, carácter sencillo y señorío’. Seguramente para quien escribiera esas líneas, las ‘cualidades profesionales, virtudes caballerescas, honradez, carácter sencillo y señoría’, no se contraponen a la subversión del mandato del pueblo, a la humillación que sufriera un presidente enfermo, a la persecución política e ideológica, y, sobre todo, al encarcelamiento, tortura y asesinato.
Como dijera el escritor Lugones, padre del torturador, aquél 6 de septiembre había llegado ‘La hora de la espada’. Esa espada, pagada por el pueblo para que actuara en su defensa, había usurpado el orden constitucional y violado su vocación democrática. Esa espada fue esgrimida por José Félix Uriburu Uriburu, el golpista.
Bibliografía:
1. Fundación Vasco Argentina Juan de Garay. ‘Los Vascos en la Argentina. Familias y protagonismos’. Bs.As. Lara Producciones, 2000.
2. Floria, Carlos A. y García Belsunce, Cesar. Historia de los Argentinos. Buenos Aires. Editorial Kapeluz. 2 T. 1975.
3. Luna, Félix. ‘Yrigoyen’. Hispamérica. Buenos Aires. 1954.
4. Instituto Nacional Yrigoyeniano.
5. www.hipolitoyrigoyen.com.ar
6. www.encuentro.gov.ar
7. losandes.com.ar
8. Yaben, Jacinto. ‘Biografías argentinas y sudamericanas’. T. IV. Bs. As, Metrópolis, 1939.