530 Zenbakia 2010-04-30 / 2010-05-07
José Antonio Agirre Lekube fue Presidente del primer Gobierno Vasco durante la guerra civil, más precisamente desde el mes de octubre de 1936 y hasta junio del año 1937, y posteriormente, Lehendakari del Gobierno Vasco en el exilio desde el año 1942, hasta su muerte, ocurrida en París, un 20 de marzo del año 1960.
José Antonio Aguirre Lekube.
José Antonio Agirre nació en Bilbao el 6 de enero de 1906. Inició sus estudios en la primera Ikastola que se fundó en Bilbao, para continuar luego estudiando con los jesuitas de Orduña. Más tarde, se graduó en Derecho en la Universidad de Deusto.1
En el año 1921 ingresa al PNV, donde fue elegido directivo de EGI, y luego ocupó los cargos de concejal y alcalde en Getxo. Tuvo Agirre gran protagonismo en la Asamblea de Estella, que terminó con la elaboración del Estatuto vasco. Durante la guerra civil, cuando Alaba y Gipuzkoa ya estaban en manos de los franquistas, se aprueba el Estatuto vasco, lo cual posibilitó que José Antonio Agirre se convirtiera en el Presidente de la Comunidad Autónoma Vasca, y su primera tarea fue organizar un ejército vasco, para hacer frente a la guerra.2
El 7 de octubre de 1936 Agirre se presentó en Gernika y bajo el árbol de la tradición juró como Lehendakari. Podemos destacar algunos hitos importantes de este efímero gobierno, como por ejemplo, el respeto a los derechos humanos, en cuanto al trato que se otorgó a los prisioneros de guerra, ordenando la salida de 112 mujeres, que se encontraban en cárceles vascas, bajo los auspicios de la Cruz Roja, sin recibir ninguna reciprocidad de parte del bando insurgente.3
Durante su gobierno se aprobó el Escudo vasco, la Ikurriña y el Himno, los cuales, pasaron a ser símbolos oficiales. También organizó un Cuerpo de Policía Vasca, la cual, contaba con unos 750 hombres, y el sistema Judicial vasco, donde se destacan: los Tribunales Populares, la Audiencia Territorial, el Tribunal Superior de Euskadi y la Justicia Municipal. La cultura no estuvo ausente en este breve gobierno vasco. En este sentido, fue prioridad la defensa y difusión del euskera, a partir de la creación del Colegio Oficial de Profesores de Euskera, como así también, la fundación de la Universidad vasca, que comenzó a dictar los cursos de medicina, en el mes de octubre de1936.4
Como el país se encontraba bloqueado por la armada insurgente, se creará un Comité de Abastecimiento, junto a Asturias y Santander, con el fin de garantizar el ingreso de los productos que llegaban desde Bayona, Bélgica y el Reino Unido. Además, se había puesto en marcha un triángulo comercial, que involucraba a (Euskadi, Polonia y el Reino Unido). En tal sentido, Euskadi compraba carbón a Polonia, para producir hierro y acero. Estas mercaderías se vendían a Inglaterra, y con la ganancia se alimentaba al país vasco, en el cual, había miles de refugiados políticos, provenientes de los Herrialdes que se encontraban en manos del enemigo. También se creará la Marina Mercante, la Dirección de Pesca y el Departamento de Agricultura. De esta manera, se garantizaba el abastecimiento de los alimentos más indispensables para la población.5
Resulta importante destacar, el manejo de la Hacienda, para cuya administración se puso en marcha la oficina de Inspección General de Hacienda. Cabe recordar que los mayores gastos son los ocasionados por la Guerra. El aislamiento producido por la ocupación de parte del territorio por parte de los sublevados, dio como resultado que en Euskadi se imprima papel moneda, una especie de talones, o segunda moneda, con los mismos valores de los de circulación legal en el Estado. El rasgo característico de esta situación, estuvo determinado por la acuñación de moneda metálica, que tuvo que realizar el gobierno vasco, a las cuales, popularmente se las denominó “elliodoros”, por ser el nombre de pila del Consejero de Hacienda del Gobierno vasco. Las monedas llevaban en el reverso el Escudo vasco.6
La caída del “cinturón de hierro”, luego del bombardeo de Gernika, fue el principio del fin para los aguerridos gudaris vascos, y el gobierno debió marcharse hacia el exilio. Agirre se trasladó a Francia a Bélgica, y de allí a Alemania, desde donde pudo escapar por el norte de Europa y reunificar el gobierno vasco, una vez que llegó a los Estados Unidos.
José Antonio Agirre nunca pudo volver a Hegoalde, y su gobierno será, reconocido históricamente como austero y eficiente, con el valor agregado, que el promedio de vida de los miembros del primer gobierno vasco, superaba apenas los treinta años, un ejemplo a tener en cuenta por las futuras generaciones de vascos y vascas, ya sea de Euskal Herria, como en la Diáspora.7
El objetivo de este pequeño trabajo, es indagar sobre las repercusiones que la muerte del Lehendakari Agirre tuvo en la prensa porteña, pudiendo de esta manera, apreciar cual era el calado de su liderazgo y de lo vasco, en un país de acogida, como lo fue para miles de inmigrantes y exiliados del franquismo, la República Argentina. Las repercusiones en la prensa de Buenos Aires
Un 20 de marzo de 1960, falleció en París el Lehendakari José Antonio Aguirre Lekube, fue el primer presidente de los vascos, quién continuó ostentando el cargo, en un duro y penoso exilio, tanto para él, como para miles de vascos.
En argentina la presencia vasca fue siempre importante, y testimonio de ello son los casi 90 centros vascos que hoy están plantados como verdaderos robles, a lo largo y lo ancho del país. En tal sentido, Agirre visitó la Argentina, en más de una oportunidad, con el fin de tomar contacto con sus paisanos, y alentarlos a seguir luchando por los derechos de la nación vasca.
Ante el fallecimiento de José Antonio Agirre ocurrido el 20 de marzo de 1960, y con la seguridad de que entre sus lectores había muchos vascos, hijos y nietos de vascos, los periódicos más importantes de Buenos Aires, con un alcance nacional, como lo eran en ese momento, los diarios La Prensa y La Nación, seguramente dedicarán un espacio en sus páginas, para recordar a este ilustre político vasco.
José Antonio de Aguirre en su despacho de la Presidencia.
Por lo antes expuesto, la tarea, consistirá en investigar en estos periódicos de la ciudad de Buenos Aires, con el fin de apreciar como informaron a sus lectores, sobre la muerte del Lehendakari Agirre. En este sentido, el Diario La Nación de Buenos Aires titula: “Ha fallecido José Antonio Aguirre”.
Nota ilustrada, con una foto del Lehendakari Vasco, para agregar a continuación el siguiente recordatorio biografico-político:
“El bardo Iparraguirre, el juglar de la vetusta raza, cuyo origen se pierde en la noche de los tiempos, pidió al venerable roble que expandiera sus frutos por el mundo. Y los vascos, los hijos y los nietos de El Kano, proyectaron su nobleza por todos los rumbos oceánicos, dándole a su tierra forjada en el yunque pirenaico, vitalizada por los golpes de la galerna del mar embravecido, la alcurnia de la universalidad. Es difícil hallar un rincón en el orbe donde no haya un vasco, bien plantado con profunda raigambre y feraz fructificación, todos fieles al mandato inscripto en piedra en el frontis de la casona solariega: “Ni tiranos, ni esclavos”. A esos vascos habló después de 1939, cuando el epílogo adverso de la tragedia ibérica, lo obligó a dejar su tierra, José Antonio de Aguirre. Y esos vascos lo rodeaban, lo aclamaban, lo seguían, como pudimos comprobarlo aquí en la Argentina, en 1941 y en 1955, en sus conferencias y en sus actos de encendida fe en el idealismo de la estirpe, resumido en el lema que aúna al misticismo, con el ancestral amor a la justicia “juangoikoa eta lege zarra”, (Dios y las viejas leyes). ¿Qué decía ese hombre de no alta pero gallarda planta, pronunciado mentón y encendida mirada y firmes ademanes, que rubricaban la elocuencia del verbo?, hablaba de historia, de derecho de las peregrinaciones en el exilio, tras la guerra fraterna, en la que él y los suyos (legiones de vascos), decidieron permanecer junto a los poderes legítimamente constituidos. La historia de Euskalherria cobrará singular relieve en la gesta de Roncesvalles, en las luchas seculares siempre en defensa del derecho y el honor, de las viejas y eternas leyes, del derecho de las gentes, que resplandecía como una antorcha iluminadora de invencibles verdades, en la evolución del padre Vitoria. En sus palabras de fogoso orador, hecho a la polémica desde que dirigió las juventudes católicas, de Vizcaya, su provincia de su nacimiento, en 1904, había pasión de místico de sus ideales, pero no rencores Amor al árbol y a la libertad pecho y conciencia al aire, respeto mutuo, trabajo, paz bajo el manto inmenso del perdón de Dios”. Unos lo situaron en la izquierda, otros en la derecha. Combatían los del frente opuesto su posición junto a los sectores republicanos y desde algunos de estos, antes de estallar la tragedia —Waldo Frank— en “España virgen” dice que en el suelo ibérico “la paz es el conflicto estratificado”, se lo señalaba como a un representante de las fuerzas reaccionarias. El fuego quemó vidas pero no espíritus. Y José Antonio Aguirre, doctor en leyes, obtuvo el título en la Universidad Jesuita de Deusto. Industrial, y en su fábrica familiar, fue la primera en que se implantó en España el salario familiar y la pensión a la vejez. Alcalde de Getxo a los 27 años de edad, elegido presidente del Gobierno vasco, cinco años más tarde, en el año 1936 sé autodefinió así: “Si por derecha, se entiende en el orden social, la oposición a los avances legítimos, llegando incluso a la transformación del régimen presente, incluso hasta donde no vais, vosotros en el orden económico, si por eso se entiende derecha, somos de izquierda.
Hora bien, si por izquierda se entiende ir contra la familia, contra los sagrados principios de la Iglesia Católica, cuyas normas nosotros profesamos, entonces somos de derecha”. Los claros ríos de Euskalherria, zigzaguean, unas veces hacia la izquierda y otras hacia la derecha, como todos los ríos, y, al igual que sus hermanos de la hidrografía universal, nunca vuelven hacia atrás.
Como un río fue a para José Antonio Aguirre al mar de las pasiones, en la guerra ibérica, en la segunda conflagración mundial, que lo sorprendió en Bélgica y en Berlín donde vivió oculto, perseguido por el nazismo, meses de angustia sin perder la serenidad, ni la fe en sus ideales, hasta llegar a Nueva York, en riesgosa aventura que despistó a la Gestapo. Allí en Estados Unidos, dictó clases en la Universidad de Columbia. Luego liberada Francia, retornó a París a la sede del Gobierno Vasco en el exilio. En la capital de Francia iniciaba sus viajes, sus peregrinaciones por el mundo, al encuentro de los vascos universales que lo aclamaban y hoy lo lloran, porque se ha desgajado una vigorosa rama del árbol venerado, en el que los varones de la noble raza juraban fidelidad al lema “Juangoikoa eta lege zarra”, sabedores de que la tradición manda y que la virtud es una necesidad más que un deber. Los vascos universales, acongojados por la muerte de uno de los varones de Gernika, seguramente sentirán la tentación de parafrasear a Lugones en el canto a Pedro de Embeita, el poeta popular de Euskalherria, y al sustituir los nombres dirán así: “José Antonio Aguirre, el vasco ¡viva la libertad!”8
Seguidamente el periódico realiza el anuncio formal de la lamentable pérdida: París 22:
“José Antonio de Aguirre, Presidente del Gobierno vasco en el exilio, falleció hoy de una afección cardiaca, en su residencia de esta capital, el extinto contaba con 56 años”.9
Ese mismo día, el diario La Prensa, y publica una semblanza sobre los momentos más trascendentes de la vida del líder de los vascos, bajo el título: “José Antonio Aguirre Lekube falleció en París”
José Antonio Aguirre jura su cargo, como primer presidente del Gobierno Vasco, bajo el árbol de Gernika el 7 de octubre de 1936.
Y en la reseña sobre su personalidad se destaca:
“José Antonio Aguirre, presidente del gobierno vasco en el exilio falleció hoy en esta capital a causa de una angina de pecho, tenía 56 años.
Aguirre fue elegido presidente por los partidos políticos del país vasco, cuando el gobierno republicano dio a éste su autonomía, poco después de estallar la guerra civil, en 1936.
De todos los discípulos de Sabino Arana y Goiri, José Antonio Aguirre Lekube fue, sin duda alguna, el que más se destacó en su lucha por la autonomía de su patria.
Merced a sus condiciones intelectuales y a su personalidad Aguirre fue desde su juventud un hombre llamado a cargos directivos de su pueblo.
Estudió y se formó con los padres jesuitas, en la Universidad de Deusto. Militó en las juventudes católicas, donde tuvo su primera experiencia como polemizador y profundizó la doctrina social de la iglesia, poco difundida en esa época. Más tarde, se doctoró en leyes y participó ella vida clandestina del Partido Nacionalista Vasco y en Solidaridad Obrera.
Miembro de una familia adinerada, dueño de algunas empresas el joven nacionalista estudió a fondo los problemas sociales en especial los relacionados con el trabajo e introdujo cambios que hicieron su nombre más conocido en la región.
En las elecciones municipales de 1931, cuando fue abatida la monarquía, Aguirre salió electo concejal y más tarde alcalde. Un tiempo después el Partido Nacionalista Vasco, lo envió como diputado con otros cuatro compañeros a las Cortes Constituyentes.
En esa época de su vida, José Antonio Aguirre aparece ante toda España como un político brillante a pesar de su corta edad. Su sentido de la responsabilidad y del orden le distingue entre las acciones extremas de derechas e izquierdas.
Su firme oposición a medidas de ciertos sectores republicanos izquierdistas le colocaban entre los derechistas reaccionarios, estos a su vez repudian su acción cuando introduce en la cámara proyectos tachados de comunistas.
En realidad, Aguirre había sido el primero que en la península había establecido, en sus propias empresas, el salario familiar, las pensiones a la vejez, la participación en las ganancias y otras medidas semejantes.
Marcharemos hacia nuevas formas sociales, explicaría más adelante en el “Mensaje de Gernika a las Americas” publicado en los Estados Unidos, “No es posible ignorarlo ni cerrar los ojos a la realidad. No cabe sino aceptar el hecho y si es posible, como a mi juicio debe ser, incorporarse a él con decidido empeño, porque obedece a un proceso humano basado en una inconmovible justicia”.
Y el mismo mensaje al referirse al comunismo, habla de un avance en un sentido social, que implica, naturalmente un retroceso del marxismo.
Iniciada la guerra civil, los diputados vascos logran que sea promulgado el estatuto por el cual se reconoce la independencia de Euskadi, dentro del sistema federativo.
José Antonio de Aguirre y Lekube es proclamado bajo el árbol de Gernika primer presidente vasco, a los 31 años de edad.
La guerra civil hace que este dirigente joven un guerrero. Estalla cuando él está en París e inmediatamente se traslada a Bilbao y encabeza, como ministro de guerra y Comandante en Jefe del Ejército, la lucha contra el invasor.
Su acción en ese terreno también es sobresaliente. Recorre continuamente las puertas de Durango, los muros acribillados de Begoña, las trincheras de Labarregue. Todos los frentes amenazados. Impulsa la defensa y su acción se traduce en el “Cinturón de Hierro de Bilbao”, defendido por simples pelotaris y gudaris, hombres del pueblo que luchan sin ceder. A pesar de todo, la resistencia se agota frente al poder enemigo y las tropas italianas entran en la ciudad.
Aguirre y su gabinete van a Francia por el Cantábrico debido al cerco de que eran objeto y cruzando los Pirineos, establecen el gobierno en Barcelona, donde dirigen las acciones hasta que la derrota es definitiva.
Terminada la contienda viene el éxodo general. Aguirre marcha al exilio con miles de compatriotas “llenos de esperanza en la libertad que mañana nos deparará”.
Una vez en Francia, Aguirre se verá perseguido, junto a otros dirigentes, por la Gestapo, que trabaja en combinación con los servicios policiales y la falange española.
Muchos de ellos son apresados en las ciudades francesas. Companys, Presidente de Cataluña, es llevado a España y torturado. Después lo fusilan.
Aguirre hace los planes para viajar a América y le es imposible partir. El éxodo continúa. En compañía de un grupo de sacerdotes y otros compatriotas cruza la frontera a Bélgica.
Cuando llegan se encuentran con que la frontera ha sido cerrada. Sin documentos en tierra extraña, Aguirre conduce a su esposa y sus dos hijos de dos y tres añosa un refugio seguro. El se esconde en un convento de donde sale para emprender, con un diplomático americano, un viaje a donde ni la propia policía nazi pueda buscarlo: Berlín.
Tiempo después, sale y llega a Suecia, donde en compañía de su familia, se embarca para América, la tierra de la liberta.
Estuvo en Uruguay y en la Argentina, donde fue recibido en 1941, por las máximas autoridades, “en representación de un pueblo pequeño pero de alma grande que derramó generosamente su sangre porque no tenía entrañas de siervo”.
En América siguió la lucha de su causa. Escribió varias obras, entre ellas, “Entre la libertad y la revolución”, una “Historia Vasca” a pedido de la Universidad de Columbia, donde fue profesor más tarde, y “De Gernika a Nueva Yorkpasando por Berlín” , relato de una odisea en los países por donde atravesó el exilio.
Hasta el día de su muerte ejerció la Presidencia del Gobierno Vasco en el exilio.10
Entierro del lendakari José Antonio Aguirre, en San Juan de Luz. Su sucesor en el cargo, Jesús María de Leizaola, lee unas palabras ante el féretro. 22 de marzo de 1960.
Nuevamente el diario La Prensa de Buenos Aires, se hace eco en sus páginas sobre la Muerte de José Antonio de Aguirre, a partir de un cable fechado en la ciudad de París, al cual titula: Gran consternación ha causado la muerte de José Antonio Aguirre (París).
“El Presidente de la República Autónoma Vasca de la República Española, José Antonio de Aguirre, que falleció anoche en su domicilio de París, a consecuencia de una angina de pecho, reposará en tierra vasca, para lo cual, sus restos serán trasladados a la ciudad francesa de san Juan de Luz, en los bajos Pirineos.
La muerte del presidente de Aguirre causó consternación general. La oficina de Prensa de Euskadi interrumpió su servicio de información para dedicar el número de hoy de su boletín informativo, a “la memoria del vasco esclarecido” que fue primer Presidente del Gobierno Autónomo de Euzkadi.
El cadáver del Presidente será expuesto en la capilla ardiente, en la delegación de Euzkadi, en el distrito de Passy, pasado mañana, vienes a la noche y el sábado a las 11,30 se realizarán los funerales en la Iglesia parroquial de Saint Pierre du Gros Caillu.
El domicilio de la delegación del Gobierno Vasco, cerró todas las persianas e izó la bandera vasca a media asta. En las oficinas del Gobierno vasco se reciben centenares de telegramas de pésame de todo el mundo, particularmente de los vascos residentes en América latina.
El vicepresidente del Gobierno Vasco en el exilio, Richard Leizaola, recibe también innumerables llamadas telefónicas de diplomáticos, ministros, políticos y amigos del ex difunto, para expresar su condolencia.
Leizaola explicó que de Aguirre había tenido un acceso de gripe y guardaba cama desde antes de ayer lunes. En la mañana de ayer tuvo un primer ataque de angina de pecho y su esposa llamó al médico, pero el paciente se agravó y dejó desistir a las 6 de la tarde, después de haber recibido los auxilios del canónico Onaindia.
El importante diario francés, Le Monde publica hoy una larga necrología que termina así “Demócrata intransigente, católico fiel, nacionalista racionado, de Aguirre dejará a todos los que le han conocido el recuerdote un hombre lúcido y sincero, totalmente consagrado a lo vasco.11
Una última noticia referida a la muerte de Agirre es la publicada también por el diario La Prensa de Buenos Aires, que lleva por título simplemente: Francia.
En dicho despacho informativo se comenta que:
“Cruzaron la frontera 3.000 vascos para asistir a los funerales de Aguirre.
Tres mil vascos procedentes de España cruzaron la frontera por Endaya para asistir al entierro de José Antonio Aguirre en San Juan de Luz.
La comitiva fúnebre habría venido desde París por carretera. El cadáver fue velado toda la noche en casa de un amigo, Miguel de Monzón, por la familia y miembros de varias asociaciones vascas.
La misa de réquiem fue celebrada en la Iglesia San Juan Bautista, por el padre Lekube, primo carnal del difunto, cuyo elogio necrológico, fue hecho por el obispo de la diócesis.
Al entierro además de los vascos que habían llegado de España, asistieron también, numerosos vasos que viven en Francia, el alcalde de San Juan de Luz y otras personalidades.12
Funeral de José Antonio Aguirre en París. Consideraciones finales
La muerte de José Antonio Agirre, no pasó desapercibida en la prensa de Buenos Aires. En tal sentido, los tradicionales diarios La Prensa y La Nación, en los días posteriores al luctuoso hecho, reflejan en sus páginas, una especie de biografía personal y política del dirigente nacionalista vasco, resaltando tanto las cualidades personales y políticas de Agirre, como las amarguras y sinsabores sufridas, por quién luchó incansablemente por lograr consolidar los derechos soberanos de la nación vasca.
Más allá de algunas particularidades en los textos publicados por los diarios argentinos, que darían motivo para polemizar largamente, es importante rescatar, otros conceptos, que caracterizan acabadamente a la etnia vasca, como por ejemplo, cuando el periodista los denomina “vascos hijos y nietos de Elkano”, o cuando se refiere a la “universalidad del vasco”.
Otra importante definición que se desprende de los textos publicados, es cuando se hace referencia a los vascos, afirmando que estos, no son “ni tiranos ni esclavos”, como así también, al caracterizar a Agirre como: “católico, abogado, político, y un industrial convencido y adelantado para la época, a partir de la implementación de beneficios sociales con destino a sus trabajadores.
Aguirre ha visitado a sus paisanos en la diáspora, muchos de ellos exiliados, luego del triunfo franquista, y en una de sus alocuciones afirmó: “Vengo en representación de un pueblo pequeño, pero de alma grande, que derramó generosamente su sangre, porque no tenía entrañas de ciervo”.
Agirre a muerto, y afirman los estudiosos de la política contemporánea vasca, que José Antonio, fue el Lehendakari más querido y amado por su pueblo. Lo que seguramente no han muerto son sus ideas y enseñanzas. En este sentido, quiera Dios, que sus herederos políticos, continúen manteniendo encendida, la llama del destino de independencia de la nación vasca.
1 Egaña Iñaki; Diccionario Histórico Político de Euskal Herría, Editorial Txalaparta, Tafalla, Navarra, 1996, Tomo I, P 23.
2 IBIDEM, P 23
3 Arrondo César, Apuntes de Historia de Euskal Herria, Facultad de Derecho, UNLP, clase 2
4 IBIDEM
5 IBIDEM
6 IBIDEM
7 IBIDEM
8 La Nación, 23 de marzo de 1960, P2.
9 IBIDEM
10 La Prensa, 23 de marzo de 1960, P2
11 La Prensa, 24 de marzo de 1960, P2
12 La Prensa, 29 de marzo de 1960, P2