527 Zenbakia 2010-04-09 / 2010-04-16

KOSMOpolita

El exilio, un desafío a la identidad: El caso de Mauricio Flores Kaperotxipi

VITULLO, Mauro



El exilio es una experiencia devastadora, que implica la pérdida de varios de los elementos que conforman la identidad de una persona, a saber: la familia, las amistades, las redes sociales y laborales, el trabajo y los planes relacionados a él, los lugares de reunión y esparcimiento, por nombrar los más importantes. En este artículo reflexionaré acerca de los recursos de los que se valió el pintor vasco Mauricio Flores Kaperotxipi en su exilio en la ciudad de Mar del Plata (Argentina) para minimizar el quiebre que supuso el exilio en su vida.

Diario Euzko Deya de Buenos Aires, 30 de noviembre de 1954.

Afortunadamente este artista plástico oriundo de Zarautz, logró llevar a buen puerto algunos de los proyectos laborales que la guerra paralizó, reconstruir al menos en parte sus redes sociales y realizar tareas similares a las que desarrollara en el País Vasco. La continuidad que logró dar a sus actividades y proyectos, así como el reestablecimiento en parte de sus grupos sociales, fueron elementos que le permitieron a este pintor sobrellevar la ruptura que significó el exilio.

En Argentina desarrolló una importante labor como columnista de varios medios de prensa, por ejemplo La Razón de Buenos Aires o La Capital de Mar del Plata entre otros; esta actividad periodística no significó un cambio en su vida sino que se trató de la prolongación de una tarea que ya desarrollaba en su país natal, hasta el comienzo de la guerra civil trabajó para el diario “El Pueblo Vasco” de San Sebastián. Escribir artículos sobre cuestiones artísticas se transformó no sólo en un medio de vida, sino en un importante recurso que le permitió mantener su identidad a pesar de encontrarse en un país distinto, alejado de sus colegas, de sus amistades, de sus lugares de reunión habituales. Pudo en una palabra seguir desarrollando a pesar de la guerra y el exilio esta actividad que como él mismo decía le permitía descansar de la pintura.

Muchos expatriados intentaron reconstruir en el país de acogida redes sociales en reemplazo de las que se vieron obligados a abandonar; estos nuevos grupos fueron los espacios por excelencia de reafirmación identitaria. En Mar del Plata Kaperotxipi fundó junto a una serie de importantes personalidades locales la Agrupación de Artistas Vascos ARGI. Aunque se trató de un conjunto conformado por personalidades del comercio o las letras, Kapero encontró en él a varios amantes del arte de su pueblo. La principal actividad de esta Agrupación fue la organización exposiciones colectivas de pintores de origen vasco. Lamentablemente ARGI no tuvo una vida muy larga, de cualquier modo la modalidad de muestras grupales de arte vasco no murió, sino que Kapero se encargó de darle continuidad a la misma en su taller-estudio, así como en diferentes galerías de Mar del Plata, es por eso que sus contemporáneos lo bautizaron con el nombre de Embajador del Arte Vasco en Mar del Plata.

Dibujo realizado por M. F. Kaperotxipi, editado en 1947 por la editorial Ekin.

“Cuando en la guerra hay que evacuar pueblos, no se pueden llevar muchas cosas. Es decir, se puede llevar, pero se van dejan por el camino. Yo salvé algunos cuadros y los comentarios sobre arte vasco.” (Kaperotxipi M. F. (1954) Arte Vasco; Editorial Ekin; Buenos Aires; pp. 10). Estos comentarios sobre arte vasco a los que hace referencia fueron un encargo que le hizo la Enciclopedia Espasa en el año 1935, en esa ocasión le solicitaron que redactara un artículo íntegramente dedicado a pintores vascos, otro a escultores vascos y un último apartado a grabadores y caricaturistas también de origen vasco. La guerra impidió la publicación de los escritos en cuestión, pero en 1954 la editorial Ekin los publicó tal cual los había escrito a mediados de la década del 30, con el nombre de Arte Vasco. Este libro constituye otro de los planes que Kapero pudo, a pesar de la trabazón que significó la guerra, concretar una vez instalado en Mar del Plata.

Diario La Mañana de Mar de Plata, 4 de enero de 1952.

La primer muestra pictórica que realizó en Mar del Plata fue algo más que una exhibición de obras recientes, en ella incluyó una serie de obras elaboradas en 1935, es probable que hayan sido los cuadros que pudo rescatar de las constantes evacuaciones y traslados que soportó durante la Guerra Civil. Con esta exposición logró ensamblar la producción artística del exilio a la realizada antes del conflicto bélico, sería una especie de amalgama simbólica entre el Kaperotxipi de preguerra y el Kaperotxipi de posguerra, se trató en definitiva de una de las tantas estrategias que desplegó para poder hacer frente al quiebre que significó en su vida personal el exilio. Va a realizar otra exposición al año siguiente en la que exhibió veinte cuadros realizados en 1933 que hizo traer especialmente de España, de modo de afianzar aún más esa fusión de su identidad artística que habría comenzado a cimentar un año atrás. Además al observar las obras de este pintor es posible percatarse de otro aspecto que se mantiene inalterable, la temática de las mismas. Kaperotxipi va continuar en su destierro pintando los mismos motivos vascos de siempre. En sus cuadros plasmó las costumbres, las tradiciones y los paisajes del País Vasco; los mismos constituyen una especie de muestrario de la vida cotidiana de Euskal Herría.

Por último y a modo de reflexión final puedo decir que Kapero (abreviatura de su apellido con la que comúnmente se lo conoció) logró dar continuidad no sólo a una manera de pintar y a una temática costumbrista, sino también a su actividad periodística (la que además se vio incrementada) y a un importante proyecto laboral como fue el que culminó con la publicación del libro Arte Vasco. Además consiguió rodearse de un grupo de personas que como él estaban interesados en dar a conocer el Arte del País Vasco en Argentina, como fue el inmigrante navarro y hombre de letras Félix de Ayesa (uno de los cofundadores de ARGI); a lo que habría que sumar el hecho de que durante su exilio compartió correspondencia con varios pintores de origen vasco y que a través de diarios y revistas internacionales se mantuvo al tanto de todas las noticias acaecidas en el País Vascos desde su partida, tal vez para sentirse menos lejos de su casa.