530 Zenbakia 2010-04-30 / 2010-05-07

Gaiak

El palacio señorial gótico en la Navarra señorial

ASIRON, Joseba



El pasado 11 de diciembre fue presentada en la Universidad de Navarra la tesis doctoral titulada “El palacio señorial gótico en la Navarra señorial, palacios de cabo de armería y torres de linaje”. realizada por el historiador del arte Joseba Asiron Saez (Pamplona, 1962), bajo la dirección de la doctora Fernández-Ladreda.

El trabajo aborda un tema de castellología, como es el estudio de los palacios y las torres de linaje, y aunque tiene un carácter eminentemente tipológico, parte del análisis del contexto histórico de la Navarra de los siglos XIV y XV. Así, en el estudio se constata que, hacia el final de la Edad Media, un conflicto dinástico sin precedentes puso en jaque a la monarquía y a las instituciones del estado navarro. La muerte de la reina Blanca, hija del gran Carlos III el Noble, y las complicadas disposiciones de su testamento, abrieron una brecha entre le príncipe heredero Carlos de Viana y su padre Juan, viudo de doña Blanca, que a la sazón era un príncipe castellano.

Declarada la guerra entre el padre y el hijo, todo el cuerpo nobiliario se alineó con uno u otro pretendiente, reavivándose la vieja lucha de banderizos que latía, de manera más o menos soterrada, desde hacía generaciones. Los beaumonteses, acaudillados por los linajes Beaumont y Lusa, se pusieron de parte del Príncipe, mientras que sus irreconciliables enemigos, liderados por clanes como los Agramont, los Peralta o los Navarra, apoyaban a Juan II. Los beaumonteses eran más numerosos, y estaban asistidos por la legalidad navarra, mientras que los agramonteses, menores en número, contaban con experimentados y duros soldados, curtidos en la guerra contra Castilla.

Palacio de Artieda.

La mayor parte de estos banderizos o “ahaide nagusiak” radicaban en los denominados “palacios de cabo de armería”, categoría jurídica específicamente navarra, cuya antigüedad es difícil de concretar, pero que estaba ya bien consolidada para los siglos XII-XII. Los apellidos y los escudos de armas de estos primitivos linajes figuraron desde antiguo en un Libro de Armería, conservado hasta hoy, donde pueden encontrarse linajes tan significativos como los de Lasaga, Uriz, Aibar, Ezpeleta, Garro, Ursúa, Urtubia, Góngora, Mauleón, Azpilcueta, Arazuri, Jaureguízar o Zabaleta. Junto a ellos, además, aparecen los palacios de los territorios históricamente vinculados al antiguo reino Navarra, aunque hoy se encuentren fuera de sus fronteras administrativas. Tan sólo el territorio guipuzcoano cuenta con una treintena de palacios en el armorial navarro, figurando apellidos históricos como Oñaz, Emparán, Amézqueta, Zarauz, Lazcano, Berástegui etc.

En otro orden de cosas, la pertenencia a este cuerpo de palacios suponía una serie de privilegios de toda índole, tanto políticos (derecho de asistencia a las cortes), como sociales (preeminencia en actos públicos), económicos (control de ferrerías y molinos), militares (derecho de caudillaje en caso de movilización) y hasta religiosos (lugar destacado en iglesias y en sepulturas). Estas torres y sus linajes poseedores fueron los protagonistas de las guerras civiles del siglo XV, que dividieron al reino, lo debilitaron y empobrecieron, y que en definitiva propiciaron la invasión y conquista española a partir de 1512.

Palacio de Liberri.

A pesar de que muchas de estas torres señoriales fueron destruidas en el periodo de la conquista española, especialmente aquellas vinculadas al bando agramontés, defensor de la independencia del reino, y de que otras fueron reedificadas en época posterior, en estilo renacentista o barroco, aún hoy en día sobreviven un buen número de torres y palacios medievales, unas veces en estado ruinoso y otras someramente transformadas en caseríos o casas de labranza. En el estudio, a lo largo de 1155 páginas, se ha abordado el estudio de 85 de estos edificios, más otro buen número de conjuntos aislados y/o fragmentarios. Para ello se han obtenido más de 7000 fotografías, así como varios centenares de planos, bocetos y apuntes del natural.

De todo este trabajo se desprende que la nobleza navarra, ante la dura coyuntura de las guerras civiles y la fase más dura del ciclo banderizo, configuró un tipo de residencia señorial marcado por la utilización masiva de la piedra y la madera, en edificios que combinaban elementos civiles (cuerpos residenciales, cuadras, graneros), con otros elementos de marcado carácter defensivo, realizados a imitación de los modelos de la gran castellología (torres, fosos, saeteras y cañoneras, buhardas, cornisas de matacanes, puentes levadizos, rastrillos, poternas, adarves almenados etc.).

Palacio de Mendillorri.

De este modo, los palacios señoriales del gótico navarro pueden presentarse bajo la forma de torres aisladas de planta más o menos aislada (Yárnoz, Donamaría, Bergara y Urtsua de Arizkun, Mendinueta, Olcoz), o de planta más marcadamente rectangular (Etxauri, Elío, Otazu, Munárriz, Arteta). En ocasiones, además, estas torres exentas presentan restos evidentes de haber tenido un cerco o muralla perimetral (Jauregizar de Irurita, Uriz). Otra línea constructiva tendió a adosar a estas torres primigenias cuerpos bajos residenciales que favorecían las condiciones de vida (Ayanz, Artozqui, Liberri, Larrángoz), aunque se tendió a la configuración de edificios de planta cuadrangular, con un patio central y defendidos por una torre (San Vicente, Erdozáin, Orbaiz), dos torres (Artieda, Zunzarren, Mendillorri, Góngora), o incluso cuatro torres, alcanzando así la cima compositiva del grupo (Latsaga, Arazuri).

Hoy en día, tras un periodo de marasmo y abandono que ha durado décadas e incluso siglos, muchos de estos edificios se encuentran en estado ruinoso y al borde del colapso. En los últimos años, no obstante, y tal vez coincidiendo con la corporeización de una nueva sensibilidad hasta el patrimonio, algunas de estas antiguas torres han sido restauradas o van a serlo próximamente, como podemos constatar en Ayanz, Equísoain, Uriz, Góngora, Olcoz y otros lugares. También desde este punto de vista, la realización de un trabajo que reúna y sistematice la información referida a este tipo de palacios nos parece del todo oportuna, y así debió de verlo el tribunal, presidido por Isidro Bango Torviso, que decidió conceder a esta tesis doctoral la máxima calificación.