494 Zenbakia 2009-07-10 / 2009-07-17

KOSMOpolita

Sanfermines: Una conjunción de historia, cultura y economía

ECHARRI, Fabio Javier



Entre el 6 y el 14 de julio de cada año se celebra en la ciudad de Pamplona, capital de la Comunidad Foral de Navarra, la fiesta en honor a San Fermín, y es considerada en la actualidad como la festividad más importante del mundo occidental. Un millón de personas, provenientes de los más inimaginables lugares del orbe, se dan cita en un evento que conjuga la historia y la religión, y que representa uno de los pilares de la economía de esta comunidad.

Como descendiente de navarros, y por los relatos de mi abuelo, estar allí era para mí una obligación. Tuve la suerte de verlos dos veces, y una de ellas correr un tramo del encierro. Una experiencia única e inolvidable. Comunidad Foral de Navarra: su historia

Los balcones se alquilan a los turistas para ver el espectáculo de las calles.

Foto:Fabio Javier Echarri.

Navarra es una Comunidad Autónoma, heredera del antiguo Reino de Navarra, que fuera incorporado por la fuerza a la corona de Castilla y Aragón. Dominaba un territorio que hoy está dividido entre dos estados: España y Francia, pero que es parte de Euskal Herria, la tierra de los vascos, donde se habla euskera como lengua oficial.

Fermín (272 – 303), fue un misionero cristiano que predicó en Navarra, y que luego nombraron obispo de Amiens. Allí mismo fue apresado y, por negarse a cesar en su prédica, decapitado a los 31 años.

Se sabe a ciencia cierta que el culto a San Fermín data de 1186. Ese año, el obispo Pedro de París, poseedor de una reliquia de la cabeza del santo, elevó el rango litúrgico de la fiesta de San Fermín. En Navarra se hizo coincidir la festividad con la feria de Pamplona, por ello desde 1591 se realiza el 7 de julio.

La tradición cuenta que los pastores bajaban de las montañas circundantes a la ciudad el día 6 de julio, llevando su ganado a la plaza para su venta. Acampaban en los suburbios, esperando la madrugada del nuevo día, avanzando por las pequeñas callejuelas, al mismo tiempo que los habitantes salían de sus casas con varas para colaborar con el arrío de los animales hasta el mercado. Esta actividad, propia de los pamploneses, fue plasmada en 1920 en una novela: ‘Fiesta’, del eximio escritor Ernest Hemingway. A partir de entonces, los sanfermines serían conocidos en todo el mundo. Los Sanfermines

Los eventos en espacios públicos son cosa cotidiana.

Foto:Fabio Javier Echarri.

Si bien incluso en la península ibérica hay detractores de la actividad taurina, esta se centra fundamentalmente en la corrida de toros. No así en el llamado Encierro de San Fermín. Desde el 7 al 14 de julio, cada mañana a las 8, entre dos y tres mil personas corren junto a los toros los 825 metros desde los corrales de las afueras de la ciudad, pasando por el puente del río Ega, hasta la plaza del centro. Quienes emprenden la corrida, generalmente lo hacen motivados por distintas razones, desde las religiosas hasta las deportivas, y se preparan y entrenan para la ocasión. De todas formas nunca faltan los que saltan la empalizada de protección y se lanzan a la carrera, poniendo en peligro sus vidas y las de los verdaderos corredores.

Este evento, que no alcanza a durar más de tres minutos, es el que da fama a toda la fiesta. Una fiesta que se desarrolla las 24 horas del día durante estos siete días, con una programación oficial que incluye actividades de todo tipo, para todos los gustos, y para todas las edades.

Todo comienza con el txupinazo, el 6 de julio a las 12, desde la Plaza del Ayuntamiento, donde el Alcalde y los Concejales dan la bienvenida a las fiestas. Siguen los festivales folklóricos en distintos puntos de la ciudad, el desfile diario de Gigantes y Cabezudos por las calles, la corrida de rejones en la plaza, los alardes de gaiteros, los festejos de las peñas, el Toro de fuego en la plaza de Santiago, las misas y procesiones en honor al santo, y el festival de fuegos artificiales todos los días a las 23. Estos son algunos de los atractivos de una ciudad que no duerme. Conjunción de turismo y cultura

En Pamplona se trabaja para los sanfermines durante todo el año. Las reservas hoteleras se agotan seis meses antes y los costos son altísimos. Los bares y restaurantes trabajan a destajo y venden en siete días más que el resto del año. Las tiendas, casas de regalos y recuerdos, y vendedores ambulantes recaudan como nunca. Los taxistas no dan abasto. El transporte público se encuentra abarrotado y se debe esperar horas para hacer un viaje en autobús.

Hasta el ciudadano común se beneficia de alguna manera, y bástenos saber que los propietarios de las viviendas por donde pasan los toros del encierro cobran 150 euros al turista para que pueda ver desde allí el pasar de los animales y corredores.

Se ven peñas de distintas ciudades del mundo: los grupos de ingleses, suecos, alemanes, sudafricanos o australianos es algo común.

Los “kilikis” son la atracción diaria de los niños.

Foto:Fabio Javier Echarri.

Sin embargo, el Instituto Príncipe de Viana –organismo oficial de cultura–, hace extensivo su accionar a toda Navarra. Participa en la organización de salidas y recorridos de observación del patrimonio cultural y monumental de la Comunidad Foral que es enorme: Castillos de Olite y Javier, Monasterios de Leire, La Oliva, Iranzu, e Irache, pueblos como Artajona y Lerin, ciudades como Lizarra, Tafalla , Sanguesa y Tudela, no son desaprovechados para quienes sólo se vieron motivados por la fiesta sanferminera.

Es envidiable la conciencia colectiva del pueblo en torno a este evento. No hay detractores que se quejen del estado en que quedará la ciudad, o del tránsito imposible durante esos días, o del trabajo inmenso que deben hacer los empleados públicos, o de las jornadas laborales de veinte horas de los hoteles y restaurantes. Todos saben que a Pamplona la conocen fundamentalmente por eso; todos saben que muchos viven de eso. De esa conjunción de religión, historia, cultura y turismo que hace que los habitantes de la ciudad le abran sus brazos al mundo.