394 Zenbakia 2007-05-11 / 2007-05-18

Gaiak

Mi euskara y la pedagogía

UGARTETXEA ARRIETA, Arantxa

UGARTETXEA ARRIETA, Arantxa



En mi última estancia en Santiago de Chile, me han ocurrido cosas singulares... Cuando ando por este país, me sitúo en espacios de diferentes sensibilidades de manera amplia, aunque también limitada, procurando siempre no perder el norte, cosa que nunca me ocurre porque mis redes afectivas y profesionales vienen de muchos años atrás y hasta peinan canas.

Estando instalada en el Centro Clarita de Larminat de la comuna de La Granja, compartiendo experiencias que se están haciendo habituales, pensé que iba a visitar la Delegación Vasca para saludar a los de la tierra y sentirme más cerca de casa. Llamé a la delegación y me saludaron muy amablemente, quedando con cita marcada en día y hora para que pudieran recibirme. Acudí con un profesor del centro muy amigo, a la avenida Apoquindo nº 3669 y concretamente a la oficina 802 de este edificio. Fuimos recibidos con agrado y curiosidad por Jon Erdozia (donostiarra) en su función de delegado, que nos presentó a la secretaria Irantzu, hablando un euskara ambos que me pareció precioso en aquel contexto chileno. Así contado parece un hecho corriente, pero no lo es, porque la geografía de nuestro idioma presenta relieves diferentes al contextualizarse al pié de la cordillera. ¡Cómo lo explicaría yo!

Bueno pues… me tocó explicarlo en la Universidad de Chile y también en la Universidad Católica. Resulta que... el curso sobre euskara y cultura vasca, ya había comenzado y por cuestiones burocráticas de la concesión del visado, no había llegado la profesora, y me pidieron con mucha amabilidad si podría esa semana suplirla. ¡Con mucho gusto! Irantzu y yo nos juntamos dos días antes para preparar la clase. Nada fue difícil, nos entendimos rápidamente. Pero la realidad la sentí cuando llegué a la universidad, como ocurre siempre.

Tenía delante de mi unas cincuenta personas, alumnos y alumnas, queriendo saber sobre nuestra lengua y nuestra cultura. Desde la intuición procuré aproximarme a la geografía de mi euskara, intentando hacer una lectura dentro del contexto en el que me encontraba, a partir de las historias que viven enraizadas en esta mi lengua. No les conocía, y tampoco eran todos y todas Chilenos. Un grupo hermoso y plural culturalmente. Con curiosidad, con ganas de saber… Así pues me lancé por esa geografía personal que el euskara va marcando en mí, sobre todo en tierras de América del Sur. Porque mi paisaje geográfico vasco está integrado de otros panoramas culturales, que marcan sensibilidades peculiares y coloridos tropicales.

El euskara ¿por qué y para qué? Lo que a simple vista pueda parecer, para algunos y algunas, incomprensible en estas circunstancias aparece con más nitidez. Y es que el ser humano tiene sed de conocimientos y en nuestras manos está el saber presentar el tesoro que guardamos de manera responsable y bella. Mientras los poderosos jefes del mundo, discuten sobre si seguirán existiendo lenguas como la nuestra e incluso mas minoritarias, nosotros y nosotras ya andamos por el mundo desde la sensibilidad y la convicción de otro mapa geográfico, porque la realidad es que mientras nosotros y nosotras hablemos en esta lengua milenaria, seremos parte del conocimiento humano, ese eslabón no perdido de la civilización. Esto lo entiende cualquiera y saberlo revestir de emoción y sabiduría, es la delicada tarea que le corresponde a la pedagogía. Nuestra geografía vasca está repleta de diferentes esculturas culturales que pueblan el colorido mapa vasco que nos conforma.

Yo no sé exactamente qué ocurrió en aquella tarde en la universidad de Chile, pero desde el paisaje de los rostros y las expresivas miradas, algo constructivo y enriquecedor nos embargó a todos y todas. Se me acercaron a preguntar, a abrazar, a agradecer..., una vez más sentí la fuerza seductora que se esconde en el misterio de mi propia lengua. En la Universidad Católica ocurrió algo parecido, en esta ocasión entre treinta alumnos y alumnas más o menos. En este grupo aparecían más apellidos vascos, pero aunque desconocían su propia historia, ¡allí estaban!

Ocurrió también y al hilo de la pedagogía de Paulo Freire que, el Ministerio de Educación, desde su sector de alfabetización, es decir desde el programa “Chile Califica”, quería organizar un encuentro-jornada en torno a este pedagogo brasileño y para ello contaban con el Centro Clarita, a sabiendas de mi estancia en la ciudad. Y así ocurrió porque el centro respondió a la petición y también hubo una respuesta generosa por parte del profesorado y alumnado de este sector. Realmente fue un encuentro lleno de motivación, en donde rescatamos lo mejor de la pedagogía freireana.

Pero no fue esto lo único, los responsables de “Chile Califica” nos invitaron a una cena a los ocho representantes del Centro Clarita, en la que compartimos, al margen de las burocracias que a todos y todas tanto nos acosan, una tertulia en la que los valores humanos a rescatar dentro de la educación chilena fueron el centro de aquella mesa. La necesidad de retomar sensibilidades pedagógicas a partir de los propios autores y pedagogos Sur Americanos, rescatando de la memoria histórica los auténticos valores de estas tierras, nos ocupó parte de la cena. Ahí tenemos a. José Martí, Simón Rodríguez (maestro de Simón Bolivar), Gabriela Mistral, Humberto Maturana, Jodorowsky, Paulo Freire... Son hijos e hijas de estas tierras, y sus sabidurías, auténticamente universales. Afloró durante toda la cena un deseo humano común, ese que nosotros y nosotras en la Comuna en la que vivimos en esta ciudad, estamos obligados y obligadas a vivenciar. ¿Por qué ahondar en estas pedagogías? Pues porque mientras no surquemos estos rastros de la propia tierra estaremos empequeñeciendo considerablemente el propio conocimiento en este mundo globalizado y por supuesto negando la vivencia de sensibilidades educativas que hablan la misma lengua en ese espacio tan común llamado “educador-educando”.

Nuestro euskara y la propia carga que conlleva, proporcionándonos una forma de proyectarnos y estar siendo, tenemos que ir encarnándola en esas tierras generosas en las que nos acogen, para que las puedan retomar desde su especial e insustituible sensibilidad cultural.

(...) Ninguna nación se afirma fuera de esa loca pasión por el conocimiento, sin que se aventure, llena de emoción, en la reinvención constante de si misma, sin que se arriesgue de forma creativa.

Ninguna sociedad se afirma sin priorizar su cultura, su ciencia, su tecnología, su enseñanza. (...)

(FREIRE, Paulo. Profesora Sim Tía Não cartas a quem ousa ensinar. São Paulo. Editora Olho d’Água, 1997. p. 53.)