372 Zenbakia 2006-12-01 / 2006-12-08

KOSMOpolita

Oda sobre el pasaje de las reliquias de Francisco Xavier, el santo Apóstol de las indias

ROSAS VON RITTERSTEIN, Raul Guillermo



En este año particular, cuando se conmemora el aniversario del santo navarro, es decir vasco, nos ha parecido interesante releer, con los ojos señalados por tantos acontecimientos vividos, una Oda de André Marcou1, poeta católico y amigo de los vascos, fechada en Issy el 10 de Octubre del año de 1922. La poesía, que lleva una dedicatoria nada menos que al padre Pierre Lhande2 fue editada en el número 11 -noviembre-, del segundo año de vida de la hoy emblemática revista “Gure Herria”, primera época, el mensuario de Iparralde que veía la luz en Baiona y tantos excelentes artículos produjera en sus tiempos.

La composición se llama: “Oda sobre el pasaje de las reliquias de Francisco Xavier, el Santo vasco y Apóstol de las Indias” y está integrada por tres estrofas que retratan en el estilo peculiar del autor las impresiones que le dejara el pasaje de las reliquias del Santo por las tierras pirenaicas3. Aquí la presentamos en una traducción libre, siempre deficiente considerando cuánto puede perder al cambiar de idioma el modernismo densamente simbolista del original. Es interesante notar que Paul Claudel también escribiría una Oda no muy difundida acerca de San Francisco Xavier.

Cuando el Verbo hubo librado la tierra / al amor del espíritu de Dios, / vió éste una Flor solitaria / con doce pétalos ígneos. // De la gran Flor triunfal, / el polen llevado por el viento / la reprodujo innumerable: / y por medio de un fecundo dolor / los Doce dejaron al mundo / la primavera de la Iglesia en el corazón.

Así, colmados de amor para los otros, / brotaron del regazo de la tierra los sacerdotes. / ¿Cuáles de entre ellos son llamados apóstoles, / además de Pablo, marcado por el Cristo? // Esos Doce son el puñado / que esparció el Señor / sobre el horizonte universal / para multiplicarse ellos mismos / y permanecer entre aquellos que Él ama / por la Luz y por la Sal.

Pasaron los siglos: el mundo / se revelaba cada vez mayor / delante de la Caridad profunda / que se recrecía al ir integrándolo. // Vino entonces un hombre de la Navarra, / una tierra que jamás ha sido mezquina / en gentes apasionadas del Puro Amor: / porque se requería un apóstol / es que las Indias vieron esa aurora / la misma que hoy se levanta sobre el Lapurdi.

Pero han pasado ya cuatrocientos años... / ¿No es la gloria más que un lento olvido? / No. Las multitudes se conmueven / y son ya un torrente fuera de su lecho.

La muchedumbre que no es más que un alma única, / porque aquí viven los muertos, / cae de hinojos y grita entonces / delante de esos restos que aclama:

“Esa mano allí, que se deshace / y que nosotros circundamos de alabanzas / es aquella de la cual corrió el Agua fresca / sobre las frentes infieles:

Y sus cicatrices, que son prueba / de que ella se consumió bajo un caudal celeste, / son aquellas que bañó el río / cuya fuente se halla en el corazón de Dios.

Esa mano que se ve bajo el cristal, / con sus huesos apenas percibidos, / fue el Calvario cotidiano / en donde se crucificó Jesús.

Esa mano que dejó la pluma / para hacer la señal de la cruz, / hace soñar con el santo yunque / de la mano de Cristo sobre el madero.

Esa mano que fue el ímpetu / de un Mandamiento necesario / fue antes una pequeña mano vasca / cerca de un seno que manaba leche.

Es la mano de un hijo de mujer, / la mano muerta que hoy nos admira, / pero es la mano movida por un alma / donde supo instalarse entero Dios.

No es más que la mano de un hombre / por el país guipuzcoano, / esta mano que nos viene de Roma / sobre la multitud, por entre el mar.

Es la mano, ya que el Señor de los Doce / le hizo su decimotercer obrero4, / la mano, -dice su Madre con celo-, del Apóstol Francisco Xavier.”

Y esa Madre allí, que declara / y reconoce a sus hijos en sus huesos / es la indefectible patria / que se prolonga en sus héroes.

Esta tierra no es ya más España, / ella no es ya más la Francia, cuando, / por un instante, acompaña / con gesto elocuente a esa mano.

Ella se nombra en su idioma / donado por el Cielo mismo, / y tendiendo esta mano exangüe / dice: “Yo soy euskaldun” .

Ella no es ya más una patria / con reyes y estandartes; / es la gran madre dispuesta, / que desea recuperar sus vástagos.

Todo lo que vibra de juventud en el universo / a través de los aires renovados, / saludará la voluntad libre / que conserva su propio pasado.

Todo aquello que, a pesar de la hora lúgubre, / conoce la herencia de la sangre, / amará el país salvífico / que no abdica en nada su presente.

Todo aquello que desea que nada se extinga / de eso que no debe terminar, / quiere ser parte de esta raza / que salvará su porvenir. El padre Anselmo de Legarda publicó por 1955 en el Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, dos interesantes artículos acerca de la presencia literaria de San Francisco Xavier en diversas obras ya clásicas, bajo el título: “Reflejos literarios de S. Francisco Javier.”5 La misma “Gure Herria” que diera cabida a los versos de Marcou daría a luz dos años más adelante6 un texto firmado por Emmanuel Souberbielle, “Le miracle de Saint François-Xavier”, en el que se describe de manera poética ese recorrido de las reliquias por ambas vertientes del Pirineo hasta Ustaritz. 1 Destacado autor de la corriente simbolista de la literatura francesa, de la vertiente católica que agrupó en diversas épocas a personalidades como La Tour du Pin, Renard, Le Quintrec..., e instituciones como la revista “Points et contrepoints”, la “Action française” maurrasiana, “Cahiers des poètes catholiques”, etc. Publicó artículos sobre temas vascos en el “Courrier de Bayonne”, en “Gure Herria”, etc. De su obra poética y literaria se destacan: “Le Livre de la morte.” y “Sonnettines” (1.927), “La Cathédrale de soi-même” (.1931), “Le Déhanché” (1.938), “Le Noël des noëls” (1.963), “Inconnu des nations” (1.964), “Florilège d’ intimités cosmiques” (1.968), “Coeur du mot: intimités cosmiques” (1.974), etc. 2 Pierre Lhande, de apellido Besagaitz adoptó el pseudónimo de su abuelo. Fue ordenado sacerdote jesuita en 1910. Escritor prolífico en euskera y francés, su obra más conocida es el "Dictionnaire Basque-Francais publicado en 1926. En 1918 participó en el I. Congreso de Eusko Ikaskuntza y en 1919 fue nombrado académico de Euskaltzaindia. También fue profesor de euskera y literatura vasca en la universidad de Toulouse. 3 Con el motivo de cumplirse los 300 años de la canonización de Iñaki de Loiola y Francisco Xavier -12/III/1.622-, autorizó Roma la procesión de sus reliquias por las tierras vascas en septiembre de 1.922. Ese largo recorrido significó un hecho relevante del momento y por sí sólo merecería un estudio. Existe un libro editado en Madrid en 1.924 del padre Constancio Eguía Ruiz S.J.: “Reliquias de San Ignacio de Loyola y San Francisco Javier. Su recorirdo triunfal por España”, que describe muy bien los sucesos de gran parte del recorrido triunfal de las reliquias. 4 Este verso de Marcou parece un eco tardío de Lope de Vega, quien en “La juventud de San Isidro” dice, hablando de Francisco Xavier: “...Javier, Francisco nuevo, / abrasado de amor, serafín santo, / sagrado apóstol donde nace Febo, / a quien el otro mundo debe tanto: / con él son trece, y a decir me atrevo / que no tendrá por él menos espanto / el reino de Luzbel, pues de una suerte / fue señor de la vida y de la muerte”. 5 BIAEV, año VI, Vol. VI, 21-22, Buenos Aires, enero-marzo y abril-junio, 1.955, pp. 19-27 y 87-92 respectivamente. 6 “Gure Herria”, IVº año, nº 6, Baiona, junio de 1.924, pp. 333-338.