367 Zenbakia 2006-10-27 / 2006-11-03
Han pasado mucho años desde la última vez que alguien se recostó en mi tronco, a veces presiento que mis raíces pueden estar unidas con las raíces de otros árboles incluso fuera de este continente. Admiro en silencio lo importante que somos para la mitología de ciertas culturas y cómo nos fusionamos con algunas diosas para ayudarles a alzar vuelo en sus viajes por el cosmos y hacia sí mismas.
En una de las leyendas mas conocidas en la mitología Maya, Xtabay es una hermosa mujer de características indígenas que se aparece cerca de las Ceibas, el árbol sagrado de los Mayas. En algunas versiones es la Ceiba la que encarna a Xtabay y los hombres atrapados por ella se incorporan al árbol y aun mas, quemarlo entre los quejidos y lamentos de las victimas.
“… ¡desventurado de ti si en el camino has de encontrar a aquella que escapará como humo y a quién tú seguirás como el viento, aquella que cuando te haga su cautivo te parecerá que sale del tronco de la Ceiba y no sale sino de tu propio corazón!” (Mediz Bolio, La tierra del faisán y del venado :113).
Este sentido corpóreo arbóreo, resulta fácil de entender ya que en muchas culturas se han recogido prácticas curatórias en la que los árboles se manifiestan como grandes sanadores y para algunos, esta fe continua hasta nuestros días. Por eso, según las recopilaciones de Juan Antonio Urbeltz, la rama equivale al brazo, la copa a la cabeza, el nudo al ojo, la corteza a la piel, el tronco a la cintura, la savia al sudor y la barba a la barba.
Mari, gaueko erregiña. Pintura de Rosa Valverde, 1983. La apreciación arbórea cobra aún mayor fuerza en la que es quizás, la leyenda mas extendida y escuchada de Euskadi. La mayoría de los habitantes se refieren a ella como la Dama de Amboto y en algunos estudios antropológicos su lugar celestial es comparable al del Dios Griego Zeus. No sólo porque tiene poderes sobre el clima y otros fenómenos naturales sino también porque la diosa-madre de la mitología vasca representa un símbolo moral ya que condena la mentira, el robo, el orgullo y la jactancia, el encubrimiento, la falta de la palabra empeñada y la falta de respeto y asistencia. La Señora, como también se le llama puede tomar la forma de humo, árbol, y mujer al igual que Xtabay pero igual puede aparecer como caballo, buitre, viento o bola de fuego.
El árbol goza de ser también un símbolo sagrado porque lo encontramos en lugares que junto con las aguas y las piedras forman parte de un microcosmos. Según M. Eliade, de esta «trinidad» primordial, la piedra representa la duración, la indestructibilidad, las aguas se unen en este paisaje aportando la latencia de sus gérmenes y de su purificación y el árbol representa, en su regeneración periódica, el orden sagrado de la vida. Por este paisaje microcósmico, el árbol retomó para sí la fuerza y la capacidad de renovación periódica convirtiéndose en una madre regeneradora.
Si para los Mayas es la Ceiba, en las tradiciones del pueblo vasco consideran al Roble como uno de los árboles mas venerados. La sacralidad de los hierofanos es importantes que existe un recitado obligatorio, y que según R. M. Azcue en su libro «Euskalerriaren Yakintza» aún se puede escuchar antes de talar un árbol. «Guk botako zaitugu ta barkatu iguzu-Nosotros te derribaremos y perdónanos.»
El analista Jungiano Wladimir Serrano, comenta que en el árbol no sólo encontramos una conexión corpórea sino también un símbolo que se halla directamente relacionado con el crecimiento psíquico y espiritual del ser humano pues su imagen expresa con absoluta claridad los procesos vitales, cada una de sus partes manifiestan un especial significado: las semillas constituyen el germen de cualquier forma de vida y son en sí mismas la potencialidad absoluta, pues contienen las características del ser que se desarrollará a partir de ellas. Las raíces representan la vida en un sentido genealógico, los padres y abuelos que proporcionan la base genética del cuerpo, pero también a la misma naturaleza animal y vegetal de la que partimos evolutivamente. El tronco nos habla del desenvolvimiento de nuestra psique personal y sus anillos son las huellas de nuestras experiencias buenas y malas. Luego las ramas o el follaje dan a entender las cualidades del individuo y su capacidad para comunicarse con los demás, y finalmente las flores y los frutos, son los equivalentes a nuestros productos personales que ofrecemos generosamente a los demás, aunque muchas veces pueden ser también venenosos o ambiguos.
La ambigüedad de estos frutos lo pueden confirmar autores como Félix Báez en sus referencias teóricas en donde afirman que en el caso de Xtabay, como otras figuras míticas mesoamericanas existe una dualidad ética donde bondad y maldad se fusionan en las deidades ofreciendo una continuidad. Al contrario de las creencias cristianas en donde Dios y el mal se presenta de manera discontinua y opuesta, el pensamiento religioso mesoamericano la concibe en términos de continuidad y pluralidad.
El actuar de Xtabay es de dulce coqueteo, la voz y la mirada unidas a la acción de peinar sus cabellos es lo que parece constituir su atractivo, ella consigue un peine elaborado con los dientes de un árbol que por pertenecer a ella resulta un infalible filtro de amor.
…Llego hasta la voz dulce y doliente de una mujer, que junto al tronco ancho y robusto de una Ceiba, lucia la belleza pagana de sus desnudeces, suelta la amplia cabellera como un manto piadoso. (Sosa,Roque,op.Cit :9).
Orrazi, como es llamado en Euskara el peine, también es preciado para la Dama de Amboto y es un objeto que figura con mas frecuencias en mitos y leyendas del pueblo vasco.
El peine al igual que sus cabellos son de oro y a veces se los peina ella y otras su marido. Mientras la Dama se peina nadie puede acercarse, pero ella es tan hermosa que cuando es vista peinándose en la entrada de su cueva los hombres que pasan se enamoran de la mujer.
Además de innumerables genios que tiene a su servicio, cuentan que en su antro aparece a veces una joven cautiva. Dicen que se llama Mari (el mismo nombre con que también es conocida la Señora) y fue reducida a tal condición por diversos motivos.
Uno de ellos habla de una muchacha de un caserío de Cegama que pasaba horas enteras peinándose, con lo que enojaba mucho a su madre. Esta la maldijo una vez diciendo: «¡ojalá te lleven mil rayos!». La hija desapareció al instante y más tarde se presentó en figura de esqueleto humano a un pastor que se hallaba junto a una caverna de Aizkorri y le explicó que se encontraba cautiva a consecuencia de la maldición de su madre, esta leyenda, como muchas otras aparece en la enciclopedia Auñamendi de Bernardo Estornés Lasa.
De alguna forma, para la Dama de Amboto y Xtabay encontramos en el peine la simplificación de poder y seducción, ambos sentimientos son transferibles por medio de este objeto por lo que es preciado para las mujeres mortales en las dos mitologías.
Según el diccionario de símbolos, mitos y creencias de Corinne Morel el peine constituye un valor sagrado, un punto entre el cielo y la tierra. Sus dientes asemejan los rayos del sol que unen y centralizan la energía psíquica y espiritual y en los cabellos se concentra la fuerza del individuo. Por eso los cabellos están considerados universalmente como una reserva de energía, en el hombre es el símbolo de la virilidad y en la mujer representa la seducción y la gracia.
Me falta tiempo para celebrar tus cabellos
Uno por uno debo contarlos y alabarlos
Otros amantes quieren vivir con ciertos ojos
Yo solo quiero ser tu peluquero.
En Italia te bautizaron Medusa
Por la encrespada y alta luz de tu cabellera
Yo te llamo chascona mía y enmarañada :
Mi corazón conoce las puertas de tu pelo
Cuando tú te extravíes en tus propios cabellos
No me olvides, acuérdate que te amo
No me dejes perdido ir sin tu cabellera.
Pablo Neruda