353 Zenbakia 2006-06-23 / 2006-06-30
AUNIA KULTURA ELKARTEA trabaja por la investigación, conocimiento y divulgación de la etnografía y la antropología, la arqueología y la historia, la toponimia y sus etimologías, así como el medio natural que nos rodea, teniendo al ser humano como eje central de ese conocimiento.
Se cumplen ya tres años y medio desde que este objetivo, vertebrador del proyecto inicial, tomara cuerpo y se materializara en una publicación en la que dar cabida a los diferentes artículos que iban llegando a nuestra redacción. AUNIA comenzaba su andadura a finales del año 2002 con aquel nº 1, deslumbrante en su envoltura, aunque un tanto vacilante en sus contenidos. Era imprescindible comenzar, dar el primer paso, y presentar el producto en público. Aquella ardua labor de declaración de intenciones, paseada un tanto atropelladamente por todos los ayuntamientos del Alto Nervión, cumplió su objetivo, a pesar de la minoritaria acogida obtenida en todos los casos. Por aquel tiempo, el trabajo mediático se sumaba al de programación, y ambos al de redacción, y a éste los de financiación y adecuación de locales. Sin embargo, como neófitos que éramos, desconocíamos aún el vértigo que nos propiciaría el ritmo de la propia revista, un tempo cadencioso y veloz a la vez, medido por el paso inexorable de las estaciones, cada tres meses, como la caída de la lluvia o la nieve, de la hoja o la fruta madura, o como la llegada del sol del estío, el viento del sur y el frío húmedo del norte. Se sucedían así los números publicados, y con ellos los temas, los colaboradores, los pequeños problemas y los éxitos, acostumbrados ya al persistente ritmo trimestral que nosotros mismos nos habíamos impuesto desde el inicio.
Son muchas las personas, entidades privadas, asociaciones e instituciones públicas, a pesar del poco tiempo transcurrido aún, que se han ido sumando al proyecto AUNIA de una u otra manera, bien mediante suscripción a la revista o adquiriéndola de manera continuada en los lugares de venta, bien insertando publicidad para ayudar en su financiación, bien colaborando de manera activa en la redacción de artículos, y hasta desarrollando investigaciones que verán la luz por vez primera en nuestras páginas. A todas ellas nuestro agradecimiento infinito. Pero, nos hemos ido dando cuenta de que muchas de estas personas y entidades que no estaban desde el inicio desconocen un tanto nuestros objetivos como asociación y los principios que los regulan, ante lo cual, hemos creído conveniente volver la mirada atrás un momento para darlos a conocer o, en su defecto, recordarlos de nuevo y reafirmar así nuestro compromiso ineludible con la cultura. Es la razón de ser de este escrito que ahora tienes en tus manos.
Hagamos un poco de historia. El nombre de AUNIA proviene de la inscripción de una estela aparecida en el municipio de Laudio y atribuida a época romana, posiblemente al período altoimperial, datado en los siglos II-III de nuestra era. Según la interpretación realizada de la epigrafía, una mujer llamada Aunia –escrito AVNIA en caracteres latinos– habría mandado poner este sencillo monumento de piedra en memoria de su hija fallecida. Es éste, pues, el primer nombre de persona documentado en su totalidad en la comarca del Alto Nervión, perteneciente a una indígena, una madre afligida por la pérdida de la hija amada. Nos pareció un hecho conmovedor en el que, además, se unían historia y lengua escrita, con la cita de un precioso y sugerente nombre que invocaba a aquella mujer perdida en el abismo de los siglos, el mismo sobre el que deseábamos arrojar luz con nuestro proyecto.
AUNIA alumbra nuestro camino desde entonces, como una madre que hubiera recuperado su condición después de tanto tiempo, y de hecho, ese lado femenino apenas imperceptible, es quien mima y cuida cada una de las actividades que venimos desarrollando, bien en forma de letra impresa o mediante cursos (Arqueología Práctica, Plantas Medicinales,...), encuentros, programas culturales (Galindez, 50 años de ausencia) y ciclos de conferencias (Jornadas Históricas de Ayala).
AUNIA no es, pues, una empresa mercantil, un proyecto para ganar dinero o una forma de sacar la vida adelante. Quienes dirigimos AUNIA –Félix Mugurutza y Juanjo Hidalgo– estamos comprometidos con la militancia cultural, con el trabajo no remunerado de quien pretende sacar adelante una idea que, de otra manera, nunca llegaría a buen puerto. AUNIA carece de rentabilidad para cualquier empresa editorial, ya que la tipología de los artículos y la forma en que se tratan los temas dentro de la revista requieren un público lector que no es demasiado abundante en nuestra sociedad actual y, por lo tanto, no proporcionarían los beneficios necesarios para su mantenimiento. Lo cual, no quiere decir que no deba atenderse como se merece, con todo el lujo, la elegancia y la rigurosidad de que podamos hacer gala.
En nuestro caso, todo lo que nos rodea es profesional y hay que pagarlo –diseño y maquetación, fotomecánica e imprenta–, por lo que los recursos obtenidos a cambio de la inserción publicitaria nos permiten afrontar tales gastos, muy elevados dada la alta calidad de la revista. Afortunadamente, no tenemos que repartir sueldos en nuestra redacción y ningún colaborador cobra lo que debiera cobrar a cambio de su trabajo, a pesar de ser considerados algunos de ellos como verdaderos números uno en el ámbito profesional que desarrollan su labor. Sin lugar a dudas, ha sido éste nuestro mayor logro, el haber sabido contagiar nuestro entusiasmo a personas claves, muy ocupadas ya en sus respectivas vidas, y que, sin embargo, nos han ofrecido un apoyo impagable con los recursos de que disponemos, facilitándonos artículos, dibujos, fotografías, materiales y contactos nuevos, además de una amistad sincera que valoramos por encima de todo.
AUNIA nació en una comarca a caballo entre la Cuadrilla de Ayala y los valles vizcaínos del Alto Nervión, con el fin de abordar una tarea pendiente que tiene que ver con el patrimonio cultural y natural de la zona, con su historia y sus gentes. Éramos conscientes de que para muchos aspectos del pasado llegábamos demasiado tarde, sobre todo en el ámbito de la comunicación oral, en el que la muerte ineludible de nuestros mayores comporta algo más que el dolor de la pérdida humana, puesto que con cada uno de ellos se van porciones de la memoria colectiva. Sin la realización de entrevistas mediante cuestionarios bien elaborados, muchos conocimientos de actividades pasadas, de tradiciones, de leyendas, de topónimos y vocablos se entierran para siempre con la persona fallecida. Cientos de estos hombres y mujeres, verdaderos “códices humanos”, se nos han ido ya y otros se nos están yendo cada día sin que hagamos demasiado para rescatar parte de su memoria.
Creemos, sinceramente, que hay mucho por hacer, mucho por investigar y mucho por contar. En casi todos los pueblos hay algún grupo o personas individuales trabajando por la cultura con diferente grado de compromiso y de formación. Pero, en general, el excesivo celo hacia sus propios logros y el recelo hacia los del vecino han evitado las comunicaciones y la divulgación de muchos de los conocimientos adquiridos.
El proyecto AUNIA surgió como un soporte donde publicar parte de ese cúmulo cultural, la memoria colectiva de un pueblo, desconocida por las nuevas y no tan nuevas generaciones de ese mismo pueblo. Un soporte en el que divulgar muchas de las investigaciones científicas que nunca llegaban a la gente de a pie; una publicación, en suma, donde escribir sobre los grandes temas, pero también sobre los pequeños y los muy cercanos, aquellos que no tenían cabida fácil en las ediciones de gran tirada.
El resultado de aquel proyecto es casi una realidad, materializado en la publicación trimestral que todos conocemos. Hemos demostrado que las cosas cercanas interesan a la gente, que la historia y la arqueología se leen con agrado, que la etnografía apasiona y que una publicación de calidad, como la nuestra, es viable social y económicamente. También hemos trasladado el centro de gravedad de la revista, desde el Alto Nervión, que acaparaba la mayor parte del articulario en los primeros números, hacia un territorio mucho más extenso como es Euskal Herria, a costa, eso sí, de un incremento importante en el número de páginas (de 100 a más de 140), así como del número de ejemplares (4000 por tirada) y de su distribución (amplia en todos los territorios de la Comunidad de Euskadi, así como en puntos de Navarra (con el siguiente número se acometerá la distribución de todo su territorio), La Rioja, Burgos y Cantabria. No nos olvidamos, como vemos, de estos territorios vecinos, cuya presencia en nuestra revista irá tomando cuerpo entre vez y cuando, sin ningún tipo de complejos. En este aspecto debemos recordar lo mucho que en materia de etnografía y otras pueden aportar las regiones cantábricas o castellanas, y las del valle del Ebro o del arco pirenaico, repletas de temas más que sugerentes.
La revista trimestral y las ocasionales publicaciones de libros exigen toda nuestra atención, pero también tenemos en mente algunas actuaciones sobre el patrimonio (futuro Parque Arqueológico-Cultural de Santa María del Yermo en Laudio), excavaciones arqueológicas (castillo medieval de Untzueta), organización de cursos y conferencias...; pero, para todo ello, desgraciadamente, no tenemos todo el tiempo del mundo. Debemos ser prácticos y no pretender volar sin alas. Necesitamos que la gente siga implicándose con AUNIA, que continúe apoyándola. Seguimos precisando colaboradores, gente que fotografíe, que dibuje, que investigue, que realice entrevistas, que escriba. En suma, militantes de la cultura. A este respecto cabría recordar las palabras de Atxaga referidas a la lengua vasca y que nosotros, una vez adecuadas al aspecto cultural, hacemos extensibles a la recuperación de nuestro patrimonio:
“Oso-oso justuan ibiltzen gara bizitzan. Lan bat gehiago hartzea ia ezinezkoa da. Etorkizunean horrek ez dauka irtenbiderik. Lan estrak nekatu egiten du. Eta lan estra bat bada kultura, kultura erabiltzea, kultura hori pikutara joango da”. (‘Andamos muy justos en nuestras vidas. Casi nos es imposible asumir un trabajo más, y en el futuro esto no tendrá cambio. El trabajo extra, por lo tanto, cansa, y si contar con nuestra cultura supone un trabajo extra para nosotros, entonces, nuestra cultura desaparecerá’). Más información en: www.aunia.org