309 Zenbakia 2005-07-15 / 2005-07-22

Gaiak

Mar lunar a simple vista

POLO, Patxi



Un viajero sideral procedente de otro mundo, muy probablemente agradecería la visión de un satélite del tamaño de la Luna desde un planeta como la Tierra.

Una de las desgracias propias de nuestra especie es la de no valorar aquello que tenemos, y la visión de un mundo compañero que una y otra vez aparece en mil paisajes y momentos de nuestra vida, no debe tratarse como una norma común, por lo menos en el ámbito de nuestro Sistema Solar.

La Luna es el quinto satélite en tamaño. El más grande, el tercero y el cuarto (Ganímedes, Calisto e Io por este orden) pertenecen a Júpiter, y el segundo (Titán) a Saturno.

Como estos dos mundos son gigantescas bolas gaseosas eternamente nubladas, si pudiera existir vida en sus inmensos océanos aplastados bajo la inconmensurable presión, y una exótica criatura alzara la mirada (o los sensores que dispusiera) sólo podría percibir un cielo permanentemente encapotado.

Ningún otro planeta tiene una relación de tamaño y masa tan estrecha como la Tierra y la Luna, a excepción de Plutón y Caronte. Mientras que hacen falta 81 masas lunares para conseguir igualar la masa de la Tierra, sólo se necesitan 7 Carontes para obtener la masa de Plutón. Sin embargo, el mismo Plutón es más pequeño que la Luna, y mantiene una órbita que le asemeja sospechosamente a los pequeños cuerpos provenientes de lejanos rincones como el cinturón de Kuiper, igual que le ocurre al mismo Caronte o al satélite de Neptuno, Tritón, que por cierto, también le aventaja en tamaño. Por todo ello, éstos son dos sistemas planetarios dificilmente comparables.1

Una vez expuesta nuestra aventajada posición para disfrutar de todo un mundo cuya superficie se nos muestra sin ninguna ayuda óptica, vamos a identificar al menos uno de sus accidentes geográficos a gran escala.2

Uno de los detalles más característicos perceptibles a simple vista sobre el disco lunar es un oscuro óvalo aislado en la zona superior derecha. Se trata del Mare Crisium, o Mar de la Crisis, motivo de este pequeño artículo. A simple vista puede identificarse fácilmente el separado óvalo del Mare Crisium. Aunque parece alargado en sentido Norte-Sur, se debe a un efecto de perspectiva porque en realidad es más alargado en sentido Este-Oeste (430Km x 570 Km). Al localizarse en el extremo de la cara visible, cambia sensiblemente su aspecto con las libraciones lunares, enseñándonos mejor su interior o quedándose más de lado. Gracias a estas libraciones, u oscilaciones lunares, podemos ver un 59% de la superficie lunar. Con unos prismáticos sencillos, pueden percibirse la mayor parte de los accidentes que muestra la fotografía. Foto del autor. (Kutxaespacio y Sociedad de Ciencias Aranzadi).

Los conocidos Mares o María lunares no tienen un gramo de agua. Se trata de llanuras de basalto solidificado hace mucho tiempo, cuando la lava afloraba a la superficie por hendiduras y grietas cubriendo las grandes cuencas y depresiones. La lava lunar no es tan viscosa como la terrestre, y le bastaba una ligera inclinación de terreno para que fluyera de forma similar a un aceite denso. Por ello, los Mares lunares son lisos con relieves suaves y ondulados, y los cráteres de perfiles nítidos que hay en ellos se formaron posteriormente a la solidificación del basalto. También hay cráteres “fantasma” que son aquellos formados anteriormente a la invasión de lava, y cubiertos parcial o casi completamente por ésta.

El Mare Crisium se formó hace mucho tiempo en el Nectariano lunar, que coincide en el tiempo con el período de Hadean en nuestro planeta. En esta remota época se sitúa el diluvio universal que formó los océanos terrestres una vez que la tierra se enfrió por la disminución de bombardeos masivos.3

En los inicios del Sistema Solar los planetas se formaban por la colisión de infinitud de pequeños cuerpos que se amontonaban por la gravedad (proceso que sigue estudiándose hoy en día), lo que ocasionaba “protoplanetas” fundidos por la energía de los impactos. La Tierra se construía con cuerpos de hasta el tamaño de La Luna y aún mayores. Una vez que la frecuencia de los impactos remitió, fué cuestión de tiempo que el vapor de agua se precipitara sobre una Tierra cuyo paisaje nada tenía que ver con el actual. La opinión más aceptada es que las torrenciales lluvias se perpetuaron durante muchas decenas de millones de años cubriendo la casi totalidad de un planeta aun sin materiales sedimentarios ni continentes.

Conociendo la composición de antiguos cuerpos del primigenio Sistema Solar como son los cometas (particularmente los no periódicos que aparecen por primera vez en escena a causa de alguna interacción gravitatoria en la Nube de Oort), nadie pone en duda la acumulación de agua que debieron aportar a la Tierra en formación. La inferior masa de La Luna no debió bastar para mantener una atmósfera ni tampoco agua.4

Cuando la lava lunar se extendía cubriendo la cuenca del Mare Crisium y formaba la planicie de basalto que distinguimos a simple vista, el único océano terreste crecía inundándolo todo. Aun faltaba medio eón (quinientos millones de años) para que la primeras formas de vida se crearan de combinaciones de cadenas moleculares, probablemente en las fumarolas volcánicas en las profundidades de dicho océano, y casi dos eones (dos mil millones de años) para que algunas células aprendieran a fabricar azucares del dióxido de carbono y del agua con ayuda de la energía solar, es decir, la fotosíntesis. Y con ésta, la creación de Oxígeno que se disolvía en los mares. Fué un proceso lento pero a escala planetaria en el que finalmente la propia atmósfera asimiló el gas que ascendía de las aguas. Es entonces cuando la atmósfera original sufrió una inacabable contaminación de Oxígeno, lo cual causó serios problemas a los organismos anaeróbicos (que fueron en definitiva las pioneras formas de vida terrestre), pero abrió el camino a organismos que comenzaron a utilizar el letal Oxígeno para transformar los nutrientes en energía. (Ahora sabemos que el Oxígeno no es de ninguna manera fundamental para la creación de la vida, pero en nuestro planeta, plantas y animales aprendieron a vivir con este elemento, e incluso terminaron dependiendo de él). Y así fueron transcurriendo los milenios, los miles de milenios hasta que aparecieron los primeros vestigios de vida animal hace unos 550 millones de años dando paso al período Cámbrico, e iniciando la era Paleozoica.

Cuando intentemos localizar el oscuro óvalo del Mare Crisium, pensemos cuantas cosas han transcurrido desde su formación, y lo diferente que era nuestro planeta en aquel remoto tiempo.

Y para los que finalmente se animen a echar un vistazo con los prismáticos (MUY RECOMENDABLE), aquí tenéis algunos accidentes de facilísima identificación. En azul, los Mares vecinos al Crisium. En el Mar de la Tranquilidad alunizaron la primera y la última de las misiones tripuladas Apollo, destacadas en rojo. Aunque menos conocida, la Apollo 17 fué la más exitosa de todas estas misiones, recorriendo 35 Kilómetros con un vehículo 4x4 y recogiendo 120 Kg de muestras que resultó ser la más variada conseguida, quizás gracias a que fué la primera misión en la que viajó un geólogo civil. También se destacan las zonas de alunizaje de las sondas Luna o Lunik soviéticas. La Luna 24 regresó a la Tierra en Agosto del año 76 con muestras lunares obtenidas a 2 mt de profundidad y recuperó las de la fallida Luna 23 que se averió en el alunizaje. La Luna 15 se estrelló en Julio de 1969 mientras el Apollo 11 volvía a casa, en un intento de traer muestras lunares antes que los americanos. Esperó cortésmente en órbita a que los astronautas regresaran para evitar cualquier interferencia de señales que pudiera poner en peligro la vida de éstos, tras una petición formal de la NASA.

Foto del autor. (Kutxaespacio y Sociedad de Ciencias Aranzadi).

Animo también a localizar con los binoculares un cráter mucho más reciente que el Mare Crisium. Se trata de Proclus, señalado en la fotografía en color verde claro. Se formó en el Coperniano, o última era lunar. Resulta fácil comprobar que los cráteres con los sistemas radiales más brillantes son del Coperniano, que se extiende desde hace 1100 millones de años hasta la actualidad. Es el caso del monumental Copernico, el mágico Aristarco (el cráter más blanco de La Luna), o el jovencísimo Tycho de apenas 65 millones de años, coincidente con el final del Cretacico Superior y extinción de los dinosaurios, pterosaurios y numerosas familias marinas.

Proclus no es grande. Tiene un diámetro de 29 Km, y una profundidad de 2500 mt. Sin embargo, destaca su brillo sobre las zonas vecinas. Aunque es visible en gran parte de la lunación, quizás el cuarto o quinto día tras el novilunio, o dos o tres después de su fase llena, sea lo más recomendable para observarlo. Pero en cualquier caso, se ve sin problemas en todo el creciente.

Para acabar, dos curiosidades relativas al Mare Crisium:

La primera es que en su parte occidental, dominada por los promontorios Olivium y Lavinium (visibles con telescopios), bajo ciertas condiciones de iluminación se “ve” un puente natural de 19 Km de longitud que provocó no pocas especulaciones sobre una civilización selenita en los años 50.

La segunda es que en este Mar situó Arthur c.Clarke la baliza de una civilización extraterrestre, en espera de alguna especie terrestre que consiguiera el desarrollo tecnológico necesario para salvar la distancia hasta La Luna. Se trata de un cuento corto titulado “El Centinela”, y fué la idea base para su posterior y famosa conocida “2001: Una odisea espacial”, llevada al cine por Stanley Kubrick. (En esta ocasión, situará la baliza en el interior del crater Tycho). Solo queda que penséis lo poco que me he extendido describiendo lugares de interés cercanos al Mare Crisium, cuando llevéis un rato contemplando la región con prismáticos. 1 La comunidad científica es reacia a considerar como planeta a un cuerpo menor que Plutón, como en el caso de los recientemente descubiertos Sedna y Quaoar, y el propio Plutón queda a veces en entredicho. Tampoco eleva a categoría de planeta el simple hecho de tener un satélite, ya que por ejemplo, el asteroide Ida, con 56 Km de largo (no tiene forma esférica) posee el suyo propio llamado Dáctilo, de apenas un kilómetro y medio de diámetro. 2 Ni que decir tiene, que mirar la Luna con esos viejos prismáticos abandonados en algun polvoriento rincón, nos descubrirá un paisaje de macizos montañosos y llanuras basálticas salpicadas por infinitud de cráteres. Sin duda, merece la pena echar un vistazo con ellos, sobre todo si conseguimos un mapa que detalle accidentes y nombres, y más aún si conseguimos adaptarlos a un buen trípode para que la estabilidad de la imagen no dependa de nuestro pulso, con lo que podremos conseguir apreciar mucho más fácilmente los detalles más pequeños. En este mismo artículo comentaremos algun accidente vecino al Mare Crisium, fácil de identificar con binoculares. 3 El lector habrá adivinado que el diluvio que tratamos, en nada se relaciona con el mencionado en la Biblia, mucho más conocido aunque de dimensiones comparablemente insignificantes. 4 La nube de Oort es una nube esférica que rodea al Sistema Solar a la distancia aproximada de un año-luz (9,6 billones de Km), o si se prefiere, a casi un cuarto de la distancia que nos separa del sistema estelar más próximo, en la constelación del Centauro. Se estima que en la nube de Oort puede haber cerca del billón de cometas. Cualquier interacción gravitatoria con estrellas vecinas, puede desequilibrar sus órbitas y hacerlos caer al Sistema Solar interior donde se ubican los planetas, entre ellos La Tierra.