305 Zenbakia 2005-06-17 / 2005-06-24

Gaiak

La fecundidad de las generaciones de mujeres en la CAV a lo largo del siglo XX

LUXAN, Marta



¿Qué está pasando en la Comunidad Autónoma Vasca? ¿Por qué han sido tan extremos los cambios acaecidos en los procesos reproductivos? ¿Qué nos depara el futuro? La evolución de la constitución familiar en las últimas décadas ha originado éstas y otras preguntas, a la vez que ha propiciado el desarrollo de los estudios demográficos en Euskadi. Tabla 1. Descendencia media alcanzada por las generaciones de mujeres a diversas edades. Comunidad Autónoma de Euskadi, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

En este estudio se ha apostado por la reconstrucción de indicadores longitudinales de fecundidad y la presentación de indicadores cuando menos atípicos, tratando de superar así el peso que las situaciones coyunturales y las tendencias medias suelen jugar en la explicación del comportamiento demográfico. Tabla 2. Descendencia media alcanzada por las generaciones de mujeres alguna vez casadas a diversas edades. Comunidad Autónoma de Euskadi, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

Además, se parte de la idea de que existe una visión demográfica popular, es decir, que la gente tiene una idea, que incluye una perspectiva histórica, de lo que ha sido y es el comportamiento demográfico, y de los cambios que se han producido. Ésta es una visión preñada de tópicos y estereotipos y muy marcada, en el caso que nos ocupa, por lo que podríamos denominar la normalización del estado de excepción, o lo que es lo mismo, por asociar la normalidad a la manera de hacer de unas generaciones que se comportaron, por lo que a la formación familiar se refiere, de un modo francamente excepcional. Tabla 3. Proporción de mujeres sin hijos a edades exactas, según generación. Comunidad Autónoma de Euskadi, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

Foto: Phitar ¿Cuáles son las características de la fecundidad de las mujeres nacidas entre 1911 y 1975? Esa visión demográfica popular a la que nos referíamos las evoca como muy fecundas y madres jóvenes. ¿Realmente fue así o se trata de un espejismo? En cuanto a las generaciones nacidas después de 1975, ¿es su comportamiento reproductivo, en términos de indicadores, tan marcadamente diferente al de sus predecesoras o, pese que a las razones sean completamente distintas, los resultados no difieren en demasía? Nuestra hipótesis de trabajo es que, si bien existen diferencias y hemos asistido a una reducción de la fecundidad, las mujeres de este siglo no han sido tan fecundas ni madres a edades tan tempranas como nos las presenta el imaginario social. Por otro lado, y subrayando que las motivaciones sí son otras, la fecundidad de las nacidas después de 1975 tiene características comunes con la de aquéllas que no participaron en el Baby-Boom. Y es que es precisamente la centralidad otorgada al fenómeno del Baby-Boom, apoyado en la sobrerepresentación de las familias numerosas a lo largo del tiempo, la que provoca ese espejismo, ese entender por norma aquello que ha sido excepcional. Tabla 4. Proporción de mujeres alguna vez casadas sin hijos a edades exactas, según generación. Comunidad Autónoma de Euskadi, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

Así, las mujeres nacidas entre 1911 y 1925 presentan altas proporciones de infecundidad, cuestión directamente relacionada con la incidencia de la soltería en estas generaciones. Se trata de mujeres que tenían entre 16 y 20 años cuando estalló la guerra civil y cuyas trayectorias de formación familiar se vieron muy afectadas por el conflicto. Tabla 5. Edad media al primer y al último nacimiento, según generación. Comunidad Autónoma de Euskadi, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

Estamos ante un grupo de generaciones de mujeres que se casaron y tuvieron su primer hijo a una edad relativamente elevada, alrededor de los 27 años y medio, y para las que transcurrieron aproximadamente 2 años entre ambos eventos. En cuanto al número medio de descendientes a los 50 años, se situaría en 2,6 por mujer. Ya hemos señalado los efectos de la guerra civil: por un lado se postergan los procesos de formación familiar y, por otro, desaparecen buena parte de los posibles consortes, lo que tiene claros efectos en la soltería femenina. Por último, señalar que se trata de generaciones cuya fecundidad no se concentró en determinados momentos de la vida, destacando los aumentos relativos de la misma a edades "avanzadas". Tabla 6. Duración de la constitución de la descendencia (en años), y del intervalo protogenésico y los intervalos genésicos (en meses), según generación de la madre. CAE, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

Foto: Andrea http://www.upnaway.com/~kahle Si las generaciones 1921-25 y 1926-30 son consideradas como generaciones de transición por lo que a la nupcialidad se refiere, en el caso de la fecundidad la transición la han protagonizado las generaciones de 1926-30 y 1931-35. Pero ¿cuáles son los aspectos que nos llevan a tildarlas de transicionales? Uno de los motivos sería la evolución del porcentaje de mujeres sin hijos. Este porcentaje, que a los 20 y los 25 años es similar al de las generaciones anteriores, es claramente inferior a partir de los 30 años. Es decir, que estas generaciones empiezan a protagonizar los dos fenómenos a los que Julio Pérez atribuye la explicación del espejismo temporal del crecimiento de la descendencia final: la reducción de la soltería definitiva y de la infecundidad matrimonial.

En efecto, aumenta la proporción de mujeres que son madres, pero disminuye el número medio de descendientes. Por otro lado, destaca tanto un cierto rejuvenecimiento de la edad a la maternidad como la tendencia a la concentración de los eventos, tendencias éstas que se acentuarán en el caso de las mujeres nacidas entre 1936 y 1950.

Así, las generaciones nacidas entre 1936 y 1950 destacan por ser las mujeres con el menor porcentaje de infecundidad a partir de los 30 años. Además, las nacidas en 1936-40 son las mujeres con mayor descendencia a partir de los 35 años, coincidiendo a los 50 años con las de la generación 1921-25, con 2,7 hijos por mujer. La descendencia media alcanzada por las dos siguientes generaciones responde al siguiente patrón: se incrementa la importancia en las edades más jóvenes, disminuyendo en las mayores. Gráfico 1. Distribución de la edad a la primomaternidad, según las generaciones y para el total de mujeres. CAE, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

Estamos ante un conjunto de generaciones que se casaron bastante jóvenes y tuvieron su primera criatura alrededor de un año y medio después, es decir, al poco tiempo de contraer matrimonio. Son, por tanto, generaciones caracterizadas por lo relativamente temprano de su calendario fecundo, así como por la concentración temporal del mismo, características que propiciaron el famoso Baby-Boom. Foto: Xy Adessa

En cuanto a las mujeres nacidas entre 1951 y 1960, su juventud transcurrió entre la transición y el asentamiento de la democracia, fueron protagonistas de eso que ha venido a llamarse revolución sexual y que se traduce en las mayores descendencias acumuladas a los 20 años. Pero también han sido las protagonistas de un aumento considerable del intervalo protogenésico, es decir, que ha aumentado el tiempo transcurrido entre la formación de la unión (la boda, en este caso) y el nacimiento de la primera criatura. Gráfico 2. Distribución de la edad al último nacimiento, según las generaciones y para el total de mujeres. CAE, 1997 Fuente: Luxán, Marta (2000).

¿Cómo pueden conjugarse ambos comportamientos? Una vez más habremos de insistir en que no se trata de grupos homogéneos y, en este caso, pareciera que algunas se hubiesen decantado por una fecundidad temprana, mientras otras permanecían sin descendencia hasta edades avanzadas, estuviesen o no estuviesen casadas. Cabe afirmar que la generación 1951-55 es a la fecundidad lo que la generación 1956-60 era a la nupcialidad, una generación a caballo entre el calendario cada vez más temprano y concentrado de las anteriores y el más tardío y disperso de las posteriores. En este sentido, podríamos afirmar que aquella coyuntura desfavorable (crisis económica, aumento del precio de la vivienda etc.) que no había afectado a la generación 1951-55 por lo que a la constitución de la pareja se refiere, sí habría tenido cierta influencia en la constitución de la descendencia. En el caso de la generación 1956-60 las consecuencias se habrían dejado sentir en ambos procesos. Foto: Clara (clarita1000@virgilio.it) En cuanto a las generaciones posteriores, presentan las menores descendencias acumuladas a edades tempranas y un aumento importante de la proporción de mujeres sin descendencia; es decir, que cada vez se posterga más la fecundidad. No obstante, todavía es demasiado pronto para emitir un veredicto sobre unas generaciones con buena parte de su vida fecunda por delante, si bien cabe esperar que las edades medias sean las más altas del conjunto de generaciones aquí estudiadas y que haya una concentración de la distribución de la misma a partir de los 30 años.