261 Zenbakia 2004-07-02 / 2004-07-09

KOSMOpolita

Señas vascas en la ciudad de Buenos Aires

AUZA, Gonzalo

Señas vascas en la ciudad de Buenos Aires Gonzalo Javier Auza

Muchas veces hemos indicado que los vascos son de la casa en Argentina. Por eso, lo vasco y lo argentino se confunden en lo cotidiano en este país. A lo largo y a lo ancho de los casi cuatro millones de km cuadrados de esta nación las señas vascas aparecen aquí y allá en el territorio, en la arquitectura, en los apellidos, en las marcas comerciales, en la vestimenta, en los usos del habla, en las noticias y en tantas otras ocasiones. “Afiche de una marcha convocada a mediados de 2003 en Buenos Aires: Algunos grupos marginales, radicalizados y antidemocráticos utilizan a los vascos para hacerse notar. Fotografía: Gonzalo Auza”.

Buenos Aires es la capital de esta nación sudamericana y una de las principales ciudades del mundo; y, teniendo en cuenta el número de vascos arribados a estas tierras por su puerto y que se han establecidos en la colectividad más grande de la diáspora, bien podría considerarse la capital del octavo herrialde.

La “Reina del Plata”, como se la llama, es una urbe en la que habitan (duermen) alrededor de tres millones de personas, pero se encuentra inserta en un entramado urbano donde residen y circulan once millones de seres: el perímetro oficial de la ciudad y el Gran Buenos Aires, un conglomerado de localidades y barrios linderos. Es una cabeza desproporcionadamente grande para un país de 35 millones de habitantes y, por supuesto, tiene una de las densidades más elevadas de todo el territorio nacional, que posee enormes áreas geográficas casi vírgenes y despobladas. “Lo vasco se encuentra en cualquier esquina de Buenos Aires. Fotografía: Gonzalo Auza”.

El Gran Buenos Aires es la principal zona urbana de la provincia del mismo nombre, inserta en lo que durante un tiempo se denominó Nueva Vizcaya. Entre las localidades se ese área se cuentan Berazategui, Esteban Echeverria y Avellaneda, de nombre vasco. Además, hay un número grande de barrios y estaciones ferroviarias que llevan también topónimos de ese origen: Guernica, Ezpeleta, Burzaco, Ezeiza, Zelaya, Acassuso, Haedo, Teniente Perugorria, Anchorena... y la lista no es exhaustiva.

En la propia ciudad capital el estudio de la toponimia de origen vasco ha sido realizado por Cristina Juliarena y su investigación ha establecido el enorme caudal de nombres con esa raíz que cualquier visitante puede reconocer a cada paso. Ya ha sido publicada la anécdota del Lehendakari Ardanza que, acerca de esta urbe, señaló: “Andando por la ciudad no sé si estoy en Buenos Aires o en Bilbao: empiezo a ver los nombres de las calles y son todos vascos” “En la principal guía turística que se entrega en los hoteles internacionales aparecen los restaurants del Centro Vasco Laurak Bat y del Centro Vasco Francés”.

Más allá de la anécdota, el dato objetivo indica que sobre 2100 denominaciones (con nomenclatura oficializada hasta 1990) hay 417 que con certeza tienen nombre vasco y otras 86 que están en duda y en posteriores indagaciones podrían ratificarse o excluirse. El total de 417 topónimos da cuenta de un 20 por ciento de calles y plazas con nombre de ese origen en la ciudad. Si se ratificaran los que están en duda y el total alcanzara la cifra de 503, eso significaría un 24 por ciento de las denominaciones de Buenos Aires, aunque el total seguramente debe estar en una cifra cercana al 20 por ciento.

El listado de denominaciones que con certeza tienen origen vasco en la ciudad de Buenos Aires recorre un eje que va desde Acassuso hasta Zuviría, pasando por Baigorri, Cortejarena, Duarte, Echenagucía, Figueroa Alcorta, Gamboa, Helguera, Ibarrola, Jauretche, Larralde, Mugica, Nazar, Olascoaga, Pinedo, Sarratea, Urtubey, Vergara e Yrurtia, por nombrar algunos de ellos.

Además de las calles y plazas, lo vasco puede encontrarse en la arquitectura urbana y en las esculturas de artistas de apellido vasco que adornan los espacios verdes.

El actual Palacio de la Cancillería fue la casa de la familia Anchorena y es uno de los edificios más espléndidos de la antigua Buenos Aires. Esta residencia es sólo uno de los tantos edificios de familias vascas de antiguo arraigo en esta ciudad que tienen un reconocimiento especial dentro del conglomerado urbano. “Detalle de la obra “Canto al Trabajo” de Rogelio Yrurtia, emplazada en la Avenida Paseo Colón, frente a la facultad de Ingeniería”.

Esta capital cuenta con un patrimonio muy importante de obras escultóricas que adornan paseos, plazas y parques. Algunas de ellas de importancia han sido realizadas por artistas de apellido vasco. “Canto al trabajo” (1922) de Rogelio Yrurtia es una de las piezas escultóricas más grandes e importantes de la ciudad. Adorna la avenida Paseo Colón frente a la Facultad de Ingeniería, en el Bario de San Telmo. Este mismo autor realizó el Mausoleo de Bernardino Rivadavia (1932) ubicado en Plaza Once y el monumento a Manuel Dorrego (1926). El Arbol, de cinco metros de altura y diez toneladas de peso, realizado por Néstor Basterretxea es otra de las importantes esculturas, que representa un homenaje de vasco y vascoargentinos a la nación que los cobijara. Fue emplazada privilegiadamente en la Plaza Thays en el Barrio de Recoleta con ocasión de la Semana Nacional Vasca de 1997 y con la presencia del Lehendakari Ardanza. “Es muy común en la ciudad de Buenos Aires encontrar autos que llevan pegada la bandera vasca. Fotografía: Gonzalo Auza”.

Las denominaciones inscriptas en el territorio son una de las señas más claras de la influencia vasca en estas tierras, aunque no son la única. En Buenos Aires es posible encontrar cotidianamente muchísimos comercios, empresas y productos –originarios de esta ciudad o del resto del país- con nombre proveniente o que referencia a Euskal Herria: Vasconia, La Vascongada, Los Vascos, El Vasquito, La Navarra, Vasco Viejo, Goyenechea, Etchart, Sarachaga son sólo unos pocos de esos nombres.

Quien visita esta ciudad comienza a palpar estos signos desde el momento de su llegada por avión al aeropuerto internacional de Ezeiza. Circulando por la ciudad o comprando en los comercios puede reconocer numerosos nombres. “Un autor anónimo dejó pintada una leyenda en una pared de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires. Otro la tapó parcialmente. (2003). Fotografía: Gonzalo Auza”.

También a través de las guías de la ciudad que se entregan en los hoteles internacionales podrá encontrar recomendaciones para comer en el Restaurant del Centro Vasco Laurak Bat o en el Centro Vasco Francés. La gastronomía vasca, por otra parte, no es dominio exclusivo de los restaurants de categoría dedicados a ella. En el Bar Mercante, un típico lugar donde almuerzan los oficinistas, en el centro de la ciudad, sirven “Besugo a la vasca”. Este es uno de los tantos espacios de la ciudad donde se comen platos de relativa autenticidad, pero que recuerdan el paso de los vascos por esta tierra.

Un elemento muy particular que aquí y allá recuerda a Euskal Herria es la ikurriña. Es notable la cantidad de autos que circulan por la ciudad y llevan en su parabrisas posterior, en los vidrios laterales o junto a la patente la bandera vasca. Curiosamente muchos de estos autos no pertenecen a socios de los centros vascos. De este modo algunos porteños afirman su identidad de origen, aunque no llegan aún a plantearse un compromiso de mayor peso dentro de la colectividad vasca organizada. “Publicidad del Restaurant del Centro Vasco Laurak Bat en la principal guía turística de Buenos Aires”.

Un visitante hipotético continuará reconociendo los signos de la herencia vasca en este país al leer cualquier diario o escuchar las noticias y reconocer apellidos, lugares e instituciones que llevan la marca euskaldun, una presencia constante en el acontecer diario de Argentina; como en el caso del último ex presidente Eduardo Duhalde.

Además, el conflicto vasco aparece de modo permanente en los principales diarios del país, de un modo en que no lo hacen las noticias de otros colectivos del estado español o francés. Sin embargo, los corresponsales de los diarios Clarín y La Nación, Juan Carlos Algañaraz y Silvia Pisani, provocan alergia dentro del colectivo vascoargentino por su lectura parcial -y hasta apasionada- de los hechos en Euskal Herria; y tienen una responsabilidad de peso en el estado general de desinformación de los argentinos y falta de pluralidad a la hora de tratar la realidad vasca.

Un poco más escondidos pueden presentarse otros signos que recuerdan el conflicto político: marchas, conferencias, carteles y leyendas en la universidad y otros en distintos ámbitos de movilización social. Esta presencia es motivada a veces por una mayor actividad pública de algunos centros vascos y de unos pocos dirigentes; pero también por obra de personas aisladas no necesariamente insertas en el marco institucional vascoargentino; o por sectores minoritarios del espectro político local que no mantienen relación con la colectividad.

Esta serie de coordenadas no agotan de ninguna manera la enumeración de los muchos rastros de la presencia vasca en esta ciudad, sino que presentan una lista acotada de ejemplos que permiten reconocer el peso del colectivo en esta capital sudamericana. Bibliografía

Juliarena, Cristina, "Toponimia Vasca en la ciudad de Buenos Aires. Un pasado latente", Los Vascos en la Argentina. Familias y Protagonismo, Buenos Aires, Fundación Vasco Argentina Juan de Garay, 2000, pp. 168-174.

Juliarena, Cristina, "Toponimia vasca en la Ciudad de Buenos Aires. Un pasado latente", Contribuciones Científicas. Congreso Nacional de Geografía - 59° Semana de Geografía GAEA, Buenos Aires, Sociedad Argentina de Estudios Geográficos, 1998, pp. 269-272.

Piñeiro, Alberto Gabriel; Scalco, Elza; González, Lidia, Barrios, Calles y Plazas de la Ciudad de Buenos Aires: origen y razón de sus nombres, Buenos Aires, Instituto Histórico de la Ciudad de Buenos Aires, 1997.



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