252 Zenbakia 2004-04-30 / 2004-05-07

Gaiak

Mauricio Flores Kaperotxipi: .Tertulias sobre la vida cotidiana y el arte, en sus artículos.

EIZAGIRRE ALTUNA, Leticia

Mauricio Flores Kaperotxipi: ?Tertulias sobre la vida cotidiana y el arte, en sus art?culos? Leticia Eizagirre Altuna

El zarauztarra “Kapero”, en artículos escritos en 1948 y publicados en el periódico “La Razón” de Buenos Aires, en su serie ”Anécdotas”, trata debates y controversias omnipresentes 50 años después. Con esa aparente ingenuidad que caracteriza también su obra plástica y con gran sentido del humor, nos habla de la importancia del mercado del arte, de racismo, hace crítica de arte refiriéndose a las nuevas tendencias, teniendo siempre como trasfondo su leitmotiv: una vehemente defensa de los artistas no exenta de irónica y constante crítica de la incultura de la sociedad.

De la mano de este “ciudadano del mundo” paseamos, en pocas líneas, por Toledo, Madrid, Buenos Aires, Gipuzkoa, y nos adentramos en su galería de personajes de todas las épocas (Laurens, Renoir, Napoleón, Miguel Angel, Lagarde, Vollard, los Medicis), transformados en protagonistas de anécdotas de la vida cotidiana.

El atractivo de estos “articulitos”se completa con las deliciosas ilustraciones del autor, recreación de obra de los artistas en ellos aludidos. ANÉCDOTAS

Por M. FLORES KAPEROTXIPI (La Razón, Buenos Aires, 1948) ¿GORDAS O FLACAS? "Mujer reclinada" del escultor Laurens.

Mirando el apunte de la “Mujer reclinada”, del escultor Laurens, decía un hombre a un grupo de amigos: ¿Ustedes se casarían con una mujer así? ¿Con unas piernas así?. Pero está claro que el escultor no dio forma a esa obra para que alguien se casase con ella. La hizo, sin duda, buscando una emoción artística. Un pintor me decía en Toledo: “En mi matrimonio suspiro por tener una hija, y el matrimonio me da únicamente hijos. En cambio, con los colores me pongo a pintar una nenita y la pinto como quiero”. Eso es. Cuando un artista, en el lienzo o en el mármol hace una figura que al contemplador puede parecerle deforme, no es una equivocación, sino algo meditado y deseado. Además no a todos los hombres les agradan las flacas. Por ejemplo, el ideal de Gaughin eran las mujeres gordas.

“En esto del tipo ideal de mujer, suceden cosas muy raras. ¿Sabe lo que opinaba Renoir de las españolas?, me decía un andaluz, todo enojado. Claro que lo sé; pero oigámosle al mismo genial pintor francés, cuando nos habla: “¡Hacía demasiado que deseaba ver el Museo de Madrid! Pero España, ¡ qué país! En un mes no he encontrado allí una sola mujer bonita. Me hubiera marchado de España el mismo día de mi llegada, si no hubiera sido por el Museo de Madrid. ¡Ah los Velazquez!”. Sin embargo, cualquiera que haya pasado una sola vez por la calle de Alcalá de Madrid, sabe que aquello está lleno de mujeres bonitas y rebonitas, lo mismo que la calle Florida de Buenos Aires. Pero en la calle Florida le hubiese sucedido otro tanto a Renoir, si hubiese andado por ella después de estar unas horas frente a los Velázquez.

Sin duda ninguna, fue tal la impresión que le causaron los cuadros del pintor español, que ya todo lo demás le parecía apagado. Por eso, cuando después pasaba por las calles de Madrid, llevaba ante sus ojos el recuerdo de ese portento velazqueño que se llama “Las Meninas”, y, naturalmente, le impedían ver hasta el encanto de la mujer madrileña. Porque es tan fuerte el poder cautivante y el realismo de “Las Meninas”, que cuando ante él le preguntaron a un célebre escritor francés qué le parecía el cuadro, contestó mirando el lienzo: “¿Dónde está el cuadro?” LA NARIZ DE DAVID Miguel Angel.

Ustedes habrán oído, muchísimas veces, que una persona pone fin a la discusión con esta sentencia: “Sí, sí, dentro de cien años, todos calvos”. Gran verdad, desde luego, porque el tiempo termina con las mejores ondulaciones y las cabelleras más lindas. Cuando Miguel Angel esculpía las esculturas de los Médicis, no las hacía pensando en aquellos días. Porque alguien le dijo que no se parecían a los originales, y contestó: “¿Quién de aquí a mil años, se atreverá a decir que eran distintos?”. Tenía la seguridad de que las admiraríamos hoy.

Cuando un pintor pidió a Napoleón, ante su caballete, que tomase una actitud determinada para hacerle parecido, Napoleón replicó: “¿Parecido? ¿Para qué? A nadie le interesa conocer el parecido de los grandes hombres. Basta con ver su genio transparentarse en los retratos”. Bueno, pero si un marido encarga a un pintor el retrato de una señora para colocarlo en su casa y tenerla siempre presente, querrá, lógicamente, que se parezca al original como una gota de agua a otra gota de agua. Porque no hay duda de que el parecido tiene importancia, sobre todo, en esos primeros cien años en que todos quedaremos calvos.

Lo que también resulta natural es que el parecido no preocupe cuando se esculpen figuras que no han vivido con nosotros. Así y todo, mientras Miguel Angel estaba dando los últimos toques a su “David”, un influyente personaje que lo miraba, le advirtió: “La nariz es demasiado ancha”. Entonces Miguel Angel subió al andamio con un cincel, un martillo y un poquito de polvo escondido en una mano. Hizo como que trabajaba y dejó caer el polvo. Cuando bajó del andamio se acercó al personaje influyente, preguntándole: “¿Y ahora?. El personaje contestó: “Ahora está bien”. CUIDADO CON LAS LECCIONES Lagarde en el columpio.

Lagarde es un dibujante extraordinario que vive en mi provincia de Guipúzcoa.Tanta era su facilidad para dibujar que una de las cosas que le ví hacer fue dibujando en el escenario de un teatro los personajes que iba describiendo el conferenciante a su lado. Pero lo más sensacional que hacía era lo del columpio, siempre con fines benéficos. Debajo de él, en el suelo, colocaban grandes baldes de pintura, y delante un telón grande de papel blanco. Lagarde tomaba en la mano un pincel como una escoba, mientras otra persona empezaba a columpiarle. Cada vez que el columpio llegaba al papel, Lagarde hacía una o dos líneas con la escoba mojada en colores distintos. Para cuando terminaban de tocar “La danza del fuego” él pintaba la escena. Así como un motivo de Semana Santa en Sevilla, mientras la cantante emocionaba al auditorio con una sentida saeta.

Pero le traicionaba su misma rapidez. En todas las exposiciones que hacía, sus obras parecían caras, “¿Cómo valen tanto, si las hace en un periquete?”, le solían decir. Siempre se le oía lo mismo. “No reparan en la cantidad de años que he tenido que pasar dibujando para llegar a hacerlo con esta velocidad”. Podía haberle dado una buena lección el pintor de retratos más famoso que tiene hoy España, y a quien le visité en los días lejanos de la dictadura de Primo de Rivera. Pintó un estupendo retrato de un aristócrata en tres sesiones. El tercer día, el aristócrata opinó: “Está bien, pero falta mucho para que lo termine ¿verdad?”.”Así es. Estará terminado dentro de dos meses”, contestó el pintor. Desde entonces, dejó el retrato contra la pared. Cuando a los sesenta días llegó el interesado, volvió a opinar: “Ahora sí, es una maravilla”.

La anécdota tiene cierta semejanza con la de Miguel Angel. Y ambas la tienen, también en cierto modo, con el lema que se emplea en el comercio: “El cliente siempre tiene razón”. Lo pudo comprobar Vollard, el famoso vendedor de cuadros. Un señor se prendó de un cuadro que estaba amontonado entre otras muchas obras. “¿Cuánto?” “Tanto”. La compra quedó hecha.

“¡Ah! Vamos a ver –dijo Vollard, viendo que el cuadro estaba cabeza abajo-; vamos a ver cómo resulta dándole la vuelta”. Lo pusieron bien, y el comprador exclamó: “¡Hombre es curioso!. Me gusta menos así”. Y se anuló la venta. Vollard nos dice: “Una vez más me dí cuenta de que no se le deben dar lecciones al cliente”. Biografía de Mauricio Flores Kaperotxipi Mauricio Flores Kaperotxipi.

Nació en Zarautz, el 10 de mayo de 1901. Su padre era sastre. La pasión de Mauricio era el dibujo, por lo que trabajaba en la sastrería por las mañanas y dedicaba las tardes al aprendizaje del dibujo, tomando lecciones en la Juventud Antoniana de Zarautz de Lucio Urbina, al igual que la mayoría de los chicos del pueblo. Los hermanos Duquesa de Goyeneche y Conde Guaqui, vieron un dibujo de Kapero en una tienda de enmarcación de San Sebastián y se convirtieron en sus protectores, permitiéndole viajar durante ocho años por Francia, Italia, Bélgica, Holanda, y todas las ciudades de España. Con 17 años se traslada a Madrid recibiendo lecciones de dibujo y pintura en el taller de López Mezquita. En octubre de 1922, concurrió a la exposición de Artistas Noveles Guipuzcoanos, siéndole otorgado el primer premio en la especialidad de Pintura, por su tela “La vuelta de la pesca”. En 1927, inaugura nuestro pintor una exposición en los salones de la Diputación de Guipuzkoa, con un total de 70 retratos de personajes vascos. Kaperotxipi es invitado a exponer en Argentina.

En la capital argentina inauguró una exposición con 20 cuadros y temática de figuras, paisajes y escenas regionales de pronunciado sabor costumbrista. Algunas obras fueron adquiridas por el Museo Nacional de Buenos Aires y también por el Museo Nacional de Uruguay. Debido al éxito obtenido celebra exposiciones en las ciudades de Rosario de Santa Fé y en Montevideo. Regresa a Zarauz, pero vuelve a Argentina a exponer sus cuadros en 1932.

En 1933, contrae matrimonio con Benita Manterola. Expone en México, Chile, Uruguay, Cuba y en la ciudad norteamericana de Los Angeles, exposición muy comentada por la prensa del país. Hasta el año 1936 vivió en Elgueta, donde tenía instalado su estudio, allí le sorprendió la guerra civil. Después de la caída de Bilbao, salió del País Vasco como miles de refugiados. Partió para Buenos Aires, después de trabajar en el salvamento y evacuación de las obras de arte, patrimonio del gobierno de Euskadi. Llegó a Argentina en el año 1938, en 1943 se instaló en Mar del Plata, donde residió hasta 1983. Fue colaborador en el diario La Razón de Buenos Aires.

En 1947 publica su primer libro: ”Pintores vascos y no vascos”, con la Editorial Ekin de Buenos Aires. En 1950 viaja por Europa. Después de pasar unos meses en el País Vasco Francés, regresa a la Argentina donde combina su actividad pictórica con colaboraciones en diarios.En 1954 publica su segundo libro”Arte Vasco”, tambien con la editorial Ekin de Buenos Aires. En 1957 ilustra, con cuarenta dibujos, el libro “Estampas Vascas” de Costantino Esla. En 1963 publica un libro dedicado a la “Vida y Obra del pintor Pablo Uranga”, en la colección Azkue de la Editorial Auñamendi de San Sebastián. En 1974 vuelve a viajar por Europa e instalarse unos meses en Saint Jean de Luz. En 1983 pisa por primera vez, después de la guerra civil, la tierra de sus mayores. Desde el año 1984 vive y trabaja en Zarautz donde fallece en 1997. Menu GAIAK Inicio > EM 252 > Gaiak -->

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