248 Zenbakia 2004-03-26 / 2004-04-02

Elkarrizketa

Ander Manterola: "Los idiomas son como molinos que nos ayudan a cultivar nuestras ideas; por eso existe una mentalidad vasca"

BREA, Unai

Ander Manterola

Director del Instituto Labayru "Los idiomas son como molinos que nos ayudan a cultivar nuestras ideas; por eso existe una mentalidad vasca" Unai Brea

Traducci?n: Koro Garmendia

Jatorrizko bertsioa euskaraz Ander Manterola, uno de los fundadores del Instituto Labayru, es también, desde hace diecisiete años, director del mismo, si bien venía desempeñando las funciones correspondientes a dicho cargo desde tiempo atrás, ya que "el director, Gaspar Martinez, solía estar muy ocupado con otros asuntos". Manterola es, además, responsable de la Biblioteca Vasca y, como apasionado de la etnografía que es, miembro del grupo Etniker en Bizkaia, donde, junto con el resto de los grupos del País Vasco pertenecientes a la misma sociedad, da continuación al grandioso proyecto de investigación que emprendiera Don José Miguel de Barandiaran. Cabe señalar que el grupo Etniker y el Instituto Labayru trabajan en estrecha colaboración. Nos citamos con Ander Manterola en su despacho del seminario de Derio, donde tuvimos el gusto de compartir cerca de una hora sobre temas de gran interés. Recientemente han celebrado el 25 aniversario del Instituto Labayru... Lo celebramos hace dos años. El Instituto se fundó como tal hace veintisiete años. De todos modos, veníamos desarrollando las actividades de Labayru desde aproximadamente el año 1970. Al cabo de siete años decidimos formar una entidad que nos diera cobertura legal y nos permitiera actuar con personalidad jurídica. Por tanto, para ser exactos, el 25 aniversario lo celebramos hace dos años, aunque veníamos trabajando desde unos años antes. ¿Bajo qué finalidad fundaron el Instituto Labayru? Bajo la finalidad de conocer, estudiar y ensalzar el carácter vasco. Pero sin entrar en el ámbito político. Tenemos una deuda con el País Vasco, porque si nos hemos formado ha sido gracias a él, y ahora nos toca devolverle el favor y concederle su carácter. El objetivo principal venía a ser ése, pero la finalidad bajo la cual el Instituto Labayru emprendió su labor fue la de mejorar el nivel del euskera de Bizkaia; es decir, euskaldunizar a la sociedad y caminar hacia el euskera batua. No se trataba de transformar nuestro euskera de un día para otro, sino de dirigir nuestros pasos hacia el euskera batua. Al amparo de este proyecto hemos publicado cerca de doscientos libros con el objeto de descubrir para el público a nuestros escritores, nuestro lenguaje, nuestras canciones, etc. Para ello teníamos que contar con una base, con unos recursos, y, por tal motivo, decidimos empezar a recopilar todo cuanto se había escrito hasta entonces. ¿En dialecto vizcaíno? ¡En cualquier dialecto, sin distinciones! Para poder estudiar el euskera de Bizkaia como es debido, hay que examinar todas las variantes del euskera, y viceversa. El euskera y el euskera de Bizkaia no son dos cuerpos distintos, sino que forman un solo cuerpo. Se apoyan y protegen mutuamente. Nuestra filosofía no es descendente, sino ascendente. Por eso hemos formado una biblioteca vasca que alberga no sólo los escritos en euskera, sino también los de castellano, sobre temas muy diversos: cultura, geografía, historia, onomástica, toponimia, Derecho, etc. Así, hemos llegado a formar una biblioteca de gran calidad. La nuestra es una de las cuatro o cinco bibliotecas del País Vasco que bien pueden considerarse extraordinarias. Los comienzos siempre suelen ser duros. El caso de Labayru no sería una excepción... Pero debo señalar que recibimos una inestimable ayuda, sobre todo por parte de los particulares, que, entre otras cosas, contribuyeron significativamente a la formación de la biblioteca. El Instituto Labayru se fundó en un contexto muy marcado y bajo unas circunstancias políticas realmente duras, aunque rodeado de un fervor popular volcado en reivindicar el País Vasco y la cultura vasca. Eran los tiempos del grupo Ez Dok Amairu... El País Vasco existía desde antes; nosotros no inventamos nada. En la época en que fundamos el Instituto Labayru surgieron muchos movimientos, entre ellos el de ETA, pero también grupos culturales, como por ejemplo el que acaba de citar, Ez Dok Amairu, con quienes, dicho sea de paso, desde el primer momento tuvimos una relación maravillosa; vinieron muchísimas veces a cantar en nuestros cursos. Era la propia sociedad la que reclamaba ese tipo de ambiente. Y ahí es donde nació el movimiento en pro de las ikastolas. Por otro lado, también en el campo de la plástica aparecieron nuevos nombres en la pintura, en la escultura, etc. Así nació el Instituto Labayru, en ese ambiente. Con el paso del tiempo, muchas de las iniciativas que brotaron en aquella época han ido desapareciendo. No es vuestro caso... Y esperamos seguir existiendo, salvo que alguna catástrofe nos lo impida. ¿Cuál es su secreto? No sé si hay algún secreto. De haberlo, consistirá en trabajar, y en abrir nuevas puertas a las generaciones futuras. En el Instituto Labayru ya vamos por la tercera generación. En los cursos contamos con estudiantes de la segunda generación, que comenzó en la década de los 80, y tenemos asimismo estudiantes de 22-23 años que acaban de finalizar los estudios universitarios y que forman parte de la tercera generación. Además, observamos que con el paso del tiempo el alcance de los trabajos y las perspectivas se vuelven mucho más amplias, y, por consiguiente, ahora realizamos más funciones, y más concretas, que cuando empezamos. Al principio nuestra labor consistía en apoyar y fomentar el euskera, pero ahora abarcamos más campos, como por el ejemplo el de la literatura. Centran su atención especialmente en Bizkaia, y en el dialecto vizcaíno. Centramos nuestra atención en el euskera de Bizkaia, que así es como lo llamamos, no dialecto vizcaíno. Se podría llegar a pensar que el dialecto vizcaíno es otro idioma, ¿no? Cualquiera que sea la forma en que lo denominen, el euskera de Bizkaia no está atravesando por sus mejores momentos. Incluso dentro de las variedades del euskera, se diría que el de Bizkaia se encuentra en un segundo plano, retraído... Así es como la sociedad está actuando con respecto a su uso, ¿no le parece? De todos modos, para serle sincero, creo que la situación del euskera de Bizkaia, Gipuzkoa y Laburdi es muy similar, no me parece que haya muchas diferencias. Si me preguntaran sobre su extinción, contestaría que aunque el euskera de Bizkaia y el de Gipuzkoa se encuentran en circunstancias muy similares, el euskera de Bizkaia desaparecerá antes que el de Gipuzkoa. En cualquier caso, creo que el euskera está ganando cada vez más prestigio en la sociedad -quizás, donde menos lo está ganando es precisamente entre los euskaldunes-, y, además, su empleo se ha extendido a niveles muy elevados. Antes nadie podía ni tan siquiera imaginar que al cabo de unos años se llegarían a impartir clases de biología en euskera, o que una obra escrita en euskera pudiera alzarse con un premio nacional, como fue el caso de Obabakoak. Estos acontecimientos, en su momento, no suelen tener ninguna relevancia, pero a largo plazo adquieren un significado muy especial. Eso es lo bueno que tienen. De sus palabras deduzco que tienen, además, algún aspecto negativo... Lo malo es que los euskaldunes hablan en castellano. Los idiomas tienen su propia conciencia, y están para que los empleemos. Y, para fomentar su uso, es necesario ofrecer algunas facilidades, porque cuanto más fácil resulta emplear un idioma, más práctico se vuelve. ¿Qué pasa hoy en día con el euskera? Pues que en cuanto surge la más mínima dificultad, la gente pasa al castellano. Durante los tres primeros minutos empleará el euskera, pero no tardará en pasarse al castellano. ¿Quiere decir que estamos perjudicando al euskera? En cierto modo sí. En todo idioma hay dos códigos, el fonético y el escrito, pero el idioma no es ese segundo código, ese código es la representación del idioma. El idioma es lo que estamos hablando, el código fonético. Mucha gente se jacta de saber euskera, pero se arma un lío a la hora de hablarlo. ¡¡¡Eso no es saber euskera!!! ¡¡¡Conocer un idioma hasta un nivel de lectura no es conocer un idioma!!! Los idiomas se aprenden con el oído, no con la vista. La gente está muy equivocada. Antes se solían distinguir el habla y el lenguaje: el habla se refería al sonido, a las voces. Yo puedo decir "buenos días" de muchas maneras y con distintos significados, pero el lenguaje escrito no puede recoger esas diferencias. El idioma es un código, un conjunto de normas. Y, evidentemente, el habla encierra una riqueza mucho mayor que el lenguaje. A medida que se va avanzando, todo se va desarrollando. A medida que una persona emplea un idioma, va desarrollando su mente. Los idiomas son como molinos que nos ayudan a cultivar nuestras ideas; por eso existe una mentalidad vasca. Pero si dejáramos de emplear el euskera, esa mentalidad terminaría por desaparecer. La gran mayoría de sus trabajos trata sobre la etnografía. ¿Es quizás su gran pasión? Sí, algo así. La mayor parte de mis trabajos gira en torno a la etnografía. ¿Por qué razón? Porque he presenciado un importante fenómeno desde muy cerca. Hoy en día los cambios se producen a gran velocidad. Evidentemente, siempre ha habido cambios, pero no a este ritmo. En las familias actuales, el abuelo ha trabajado como pastor, el hijo trabaja en una fábrica, y el nieto cursa un master en Londres. O bien, la abuela ha sido ama de casa, la hija profesora, y la nieta trabaja como médico. Los cambios se han producido a una velocidad tan vertiginosa que tenemos que hacer una labor etnográfica doble: por una parte, tenemos que estudiar la etnografía antigua, pero también hay que prestarle atención a la etnografía de los cambios y analizar cómo se han ido produciendo. Don José Miguel Barandiaran solía decir que la etnografía no es sólo arqueología, que es algo vivo. Y Etniker lo corrobora. Sí. Ahora mismo estamos preparando el atlas etnográfico. ¿De qué se ocupa exactamente la etnografía? De todos los aspectos de la vida, pero por separado, porque si no sería un caos: la casa, los elementos domésticos, los muebles, la familia, la alimentación, la vestimenta, la medicina, los juegos, la ganadería, la agricultura, la pesca, las relaciones entre los pueblos, los cuentos, los mitos, los dichos populares, los ritos... No se estudia directamente el euskera, pero sí todo cuanto le rodea y que se desarrolla en euskera. ¿Y cómo se estudia todo eso? Pues consultando a la gente de los pueblos, porque esa información no se encuentra en los libros. Como ve, también en este aspecto trabajamos de abajo hacia arriba, no de arriba a abajo. Por eso contamos con cerca de setenta investigadores en todo el País Vasco. Pero ojo, no se trata de un proyecto del Instituto Labayru. Es uno de los pocos proyectos que se extiende a todo el País Vasco y en el cual el Instituto Labayru no es más que una parte integrante que se ha hecho cargo de la dirección. Trabajamos tema por tema; durante dos años nos dedicamos a estudiar el pastoreo; luego, durante otros dos años, a la agricultura; luego, durante un año, a la casa, etc. Recopilamos toda la información aquí, en Labayru, y procedemos a ordenarla. A partir de lo que han estudiado, ¿diría usted que existe una raza vasca? Lo de la raza es otro asunto. Eso habría que preguntárselo a un biólogo... ¿Una etnia quizás? Una etnia seguro que sí. ¿Cuál es la diferencia entre una etnia y una raza? La raza viene definida por la morfología y por el aspecto del cuerpo, y la etnia por las costumbres. Por consiguiente, existe una etnia vasca, porque durante muchísimo tiempo hemos compartido concepciones muy similares y un mismo idioma; hemos tenido un vínculo muy fuerte. Si alguien pone estas constataciones en duda, supongo que será porque tiene prejuicios políticos, porque lo cierto es que no cabe la más mínima duda en torno a la existencia de una etnia. Claro que esto no significa que nuestra etnia haya sido siempre pura. Ha mencionado los cambios que se están produciendo, y que parecen conducir nuestro mundo hacia la homogeneización de los usos y costumbres. En tal sentido, ¿cree usted que los rasgos distintivos de la etnia vasca se están desdibujando? Yo creo que no. Homogeneizar no significa desdibujar. Es evidente que estamos sumidos en un proceso de unificación, pero ¿qué me dice del paisaje? ¿Será igual en todo el mundo? ¿Sabía que el paisaje es fuente de cultura? ¿Y qué me dice de la historia? ¿También se va a uniformizar? ¿Y los idiomas? ¿Se van a fusionar, se va a emplear un solo idioma, una especie de lingua franca, como se pretendía en la Edad Media? Sin olvidarnos de las nuevas tecnologías, que también están ahí, aunque pueden emplearse para fines muy distintos: bien para potenciar un país, o bien para hundirlo... El modo de vida de los países, sin embargo, se asemeja cada vez más. Por de pronto, la gente tiende a vivir en las ciudades, y la vida urbana es prácticamente igual en cualquier parte del mundo. Sí, estoy totalmente de acuerdo. Las ciudades están adquiriendo un gran protagonismo y atraen a mucha gente. Es cierto que la vida urbana apenas presenta diferencias de un país a otro. Un finlandés y un vasco tienen muy poco que ver, pero seguro que las vidas de un ciudadano de Helsinki y otro de Bilbao se parecen bastante, aunque no creo que lleguen a ser exactamente iguales. Sí que observo que el modo de vida, en todo el mundo, se va pareciendo cada vez más, pero no creo que vayamos a perder nada en el camino. Por poner un ejemplo, en Helsinki no celebran los carnavales, pero aquí sí. Y también tenemos un Museo Vasco. Seguimos conservando nuestras tradiciones. Yo no tengo un concepto etnicista puro. Además, si estudia nuestro país con detenimiento, observará que siempre ha conocido cambios. En la época de los romanos, el latín proporcionó muchísimos términos al euskera. En la Edad Media, ¿acaso no construimos castillos como los de Castilla o Aragón? ¿Y qué hay del modelo de construcción naval que copiamos a los normandos? El País Vasco no ha sido siempre igual, pero sigue siendo el mismo. Tampoco el Instituto Labayru sería igual, aunque seguiría siendo el mismo. ¿Cómo ha ido evolucionando durante sus años de vida? Permítame decirle que, transcurrido un tiempo, la gente tiende a mitificar los comienzos, los primeros años. Nuestros proyectos están ahora mucho más definidos que antes; es la propia dinámica la que se encarga de concretarlos. Por ejemplo, antes la biblioteca se encargaba exclusivamente de conseguir libros para ir formando la biblioteca, pero ahora no sólo los adquirimos, sino que, además, los clasificamos, los mecanizamos, los difundimos, nos mantenemos en contacto con otras bibliotecas, con el Gobierno Vasco, etc. Es ahí donde se aprecia la evolución. Además, hemos abierto las puertas a las nuevas tecnologías. En cuanto al euskera, diría otro tanto: el número de personas en vías de alfabetización ha disminuido, pero las tasas de euskaldunización son mayores. ¿Qué depara el futuro al Instituto Labayru? ¿Qué proyectos tienen entre manos? En primer lugar, terminar aquello que empezamos (risas). Muchas veces, la gente nos pregunta: “¿por qué no hacemos esto y lo otro?”. ¡Pues porque no podemos! En estos momentos hay trabajando en el Instituto Labayru cerca de setenta y cinco personas, la mayoría de ellas en el ámbito de la enseñanza, impartiendo clases de euskera, tanto en instituciones como en empresas. Y, además, queremos investigar la historia, pero no desde una óptica meramente académica, sino desde el punto de vista de la etnografía, a partir del modo de vida y de los usos y costumbres. Es decir, la historia de la vida privada... Exactamente. Para terminar, ¿diría usted que su relación con la Iglesia ha tenido alguna repercusión, positiva o negativa, en el Instituto Labayru? Negativa sí, sobre todo al principio, porque la gente pensaba que esto era una especie de no sé qué. Yo soy sacerdote, y, al igual que yo, también otras personas que trabajan en el Instituto, pero no todas. No se trata de un Instituto reservado a los sacerdotes. Es una iniciativa impulsada por la Iglesia, pero abierta a todo el mundo. De todos modos, al principio hubo algunos recelos a la hora de captar socios. Es posible que todavía los haya, pero ahora gozamos de un prestigio por todo el trabajo que hemos ido desarrollando. Además, tenemos que agradecerle a la Iglesia el hecho de habernos prestado sus dependencias sin pedir nada a cambio. Ander Manterola Aldekoa, Zeanuri, 1935

Ander Manterola nació en Zeanuri, y allí es donde vive (“mejor dicho, donde duermo”), aunque su agitada vida lo ha llevado a viajar de un lado para otro. Ciertamente, no resulta nada fácil resumir la trayectoria de este hombre en unas pocas líneas. Estudió Humanidades en el pequeño seminario de Artea, muy cerca de Zeanuri, y posteriormente Filosofía y Teología en el seminario de Vitoria/Gasteiz. Se ordenó sacerdote a la edad de 23 años, y fue destinado a la parroquia situada en la calle Cortes de Bilbao. Tras un intento fallido de estudiar Filosofía en la Universidad de Comillas en Santander (“no me llevaba muy bien con la gente de allí”), lo destinaron a Zamudio, en cuyo pequeño seminario comenzó a impartir clases de Ciencias y Latín. En aquella misma época lideró el movimiento católico vasco de Bizkaia, Herri Gaztedi. Poco más tarde tuvo que ir a Durango a cumplir sus tareas sacerdotales, pero una serie de problemas lo llevaron hasta la Universidad de Lovaina en Bélgica, donde cursó los estudios de Teología. Al cabo de unos años tuvo que regresar al País Vasco, al seminario principal de Derio, donde sigue trabajando. Durante cinco años estuvo al cargo de los teólogos, y participó activamente en la creación de los Cursos de Verano, de la Biblioteca Vasca, en la segunda fase de Eusko Ikaskuntza/Sociedad de Estudios Vascos y, finalmente, también en la fundación del Instituto Labayru. En la actualidad, reparte su tiempo entre las tareas del Instituto y el sacerdocio en su localidad natal. “En Zeanuri suelo visitar muchos caseríos, y esas estancias me resultan de gran utilidad para profundizar en la etnografía”. La mayoría de los trabajos que ha editado versan precisamente sobre ese ámbito. En cualquier caso, asegura que su misión principal consiste en dirigir. Menu ELKARRIZKETA Inicio > EM 248 > Elkarrizketa -->

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