244 Zenbakia 2004-02-27 / 2004-03-05
2004/02-27/03-05 María Angélica Echavarri, escultora: “El artista necesita de rigor y libertad” Palmira Oyanguren M.
En su taller, en el lugar donde ella confiesa ser completamente feliz, María Angélica nos devela su obra fruto de doce años de trabajo. Es aquí, en medio de uno de los rincones de su hermosa casa, donde esta mujer ha entrelazado las tareas de madre, mujer y esposa con su gran pasión: la escultura.
“Mi abuelo llegó al puerto de Talcahuano en 1908 desde el caserío de los Echavarri, el que se encuentra en las cercanías de Pamplona. Vino a Chile buscando nuevos horizontes y mejoras económicas sin tener en la cabeza siquiera el volver a su tierra natal. Sólo quiso ser uno más dentro de la sociedad chilena y lograr tener un buen pasar para él, su mujer, oriunda de Oñate, y sus nueve hijos”. Los hermanos Echavarri Elorza, junto a otros vascos, fueron los creadores del “Huachipato de la madera” en el sur del país; siendo la principal iniciativa por incorporar valor agregado a dicho producto nacional. “Mi padre trabajó desde muy joven junto a su hermano mayor y gracias a su esfuerzo llegaron a tener una muy buena situación económica”.
Nacida en Temuco, localidad ubicada en la Región de la Araucanía, María Angélica llegó a la capital para comenzar sus estudios primarios acompañada de sus cinco hermanos. “Desde muy pequeña mi padre me inculcó el orgullo de ser vasca. Crecí escuchando que el vasco no necesitaba firmar… la palabra del vasco valía más que cien escrituras”.
Esta hija de una familia tradicional católica no tuvo problemas a la hora de comenzar sus estudios de arte en la Universidad Católica de Chile. “Si bien mi padre era 22 años mayor que mi madre fue él quien me motivó para seguir la carrera. Además como yo era una joven tranquila y para nada rebelde entonces no tuvieron miedo que la “niñita” se les fuera a descarriar”.
Dios los crea…
En unas inocentes clases de inglés conocería al hombre de su vida; otro vasco, para la enorme felicidad de su padre: Mikel Uriarte. “La verdad es que gracias a Mikel me terminé de enamorar del País Vasco. Sabía muy poco del tema y junto a él, a los viajes que hicimos a Euskadi, más los libros que me devoré, permitieron que me maravillara aún más de este pueblo”. Por él dejó su carrera y se dedicó a formar su nueva familia, sin embargo, siguió por su cuenta estudiando en distintos talleres dentro y fuera de Chile.
Entre pañales y biberones tomaba su pincel y comenzaba a dar sus primeros trazos exponiendo como pintora. Luego, cuando el espacio y el tiempo se lo permitieron, se entregó por completo a la escultura en donde se aprecia como hilo conductor de su obra la figura humana. “Lo más importante que existe en este mundo es el hombre, somos los reyes del mundo y la naturaleza. Partí con seres muy figurativos, pero como siempre uno va evolucionando hacia la abstracción… lo que permite conectarse más con la esencia de las cosas o las personas que con las apariencias”.
Su primera exposición como escultura se realizó gracias a su propio tesón y con su material preferido. “Me gusta el bronce porque es un material noble, eterno y además me permite modelar en greda lo que me agrada muchísimo”. Con una escultura de pequeño formato bajo el brazo se dirigió a un centro cultural para mostrar su trabajo, les gustó y la seleccionaron. “Fue muy importante para mí y creo que es uno de los hitos que guardo con más cariño de mi carrera, porque fue un paso enorme. Expuse dieciséis esculturas y obtuve una muy buena crítica”.
Si bien admira a los artistas que son capaces de hacer retratos, porque interpretan los rasgos y el aura de la persona retratada, comenta que esto claramente no es lo suyo. Es por ello que cuando le pidieron que hiciera una estatuilla de San Francisco de Asís ella quiso dar volumen a un concepto, a una idea, más que una persona en particular. “Les gustó tanto que finalmente la obra que estaba pensada para ser otorgada como premio se convirtió en una escultura de dos metros y medio en el frontis de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Pontificia Universidad Católica de Chile”.
En la actualidad María Angélica ha saltado a la palestra pública al hacerse acreedora de un homenaje en recuerdo de otro personaje de la historia, en este caso política y de nuestro país: Jaime Guzmán Errázuriz. Este ex senador de derecha, que adquirió notoriedad como líder de la oposición al gobierno del ex Presidente Salvador Allende, fue asesinado el 1 de abril de 1991 por un comando del Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR) a la salida del Campus Oriente de la Universidad Católica, donde dictaba clases de derecho. “Lo que me interesa es ser capaz de interpretar las ideas. Haría el memorial de cualquier persona, aunque está claro que uno se conecta más con unas cosas que con otras. Con todo lo que es destructivo definitivamente no me conecto”.
Esta escultura a gran escala, la que realizará junto al arquitecto, Nicolás Lipthay A., adornará en 2005 una importante plaza céntrica de la capital y será una verdadera cordillera humana de 34 metros de largo y seis de alto. El arte para Echavarri
Si bien María Angélica no es muy amiga de las definiciones, para ella el arte es una forma de apreciar el entorno del ser humano y el artista, aquel que es capaz de captar la belleza que éste encierra. “Creo que existe un cierto prejuicio en pensar que el arte es privilegio de los locos y de los pobres. Es una forma de percibir lo que nos rodea y, con su lenguaje particular, transmitirlo al otro”.
Según señala la escultura su trabajo consiste principalmente en observar. Una vez que alcanza aquella anhelada idea a la que quiere dar volumen lo demás fluye con extrema facilidad. “Creo que de diez horas de trabajo, nueve miro y una hago. Y de repente cuando pareciera que no estoy haciendo nada es cuando más productiva soy, porque estoy registrando, procesando. Es cómo saber escribir, hacer las letras no es lo complicado, lo difícil es que al momento de unirlas se escuchen bien y expresen algo interesante”. Esta fanática de Chillida comenta que si bien los artistas jóvenes en Chile tienen muchísima mayor libertad que la que ella tuvo, hoy falta oficio y formación. Educada en una escuela donde el rigor y la cultura del artista eran lo principal, Echavarri se siente bastante lejana de las nuevas generaciones. “Cuando veo a algunos artistas jóvenes percibo poca estructura y de hecho siento que éstos no van a perdurar. Quizás sea algo propio de los tiempos que vivimos donde todo es desechable. Me encanta la audacia de la juventud, pero si esa libertad se pudiera combinar con el rigor de la escuela sería fantástico. El oficio debe responder a la idea”.