211 Zenbakia 2003-05-23 / 2003-05-30

KOSMOpolita

Iñaki de Azpiazu: un pastor de almas y de cuerpos

AUZA, Gonzalo

Iñaki de Azpiazu: un pastor de almas y de cuerpos Iñaki de Azpiazu: un pastor de almas y de cuerpos Gonzalo Javier Auza ¿Qué mejor cuna para un sacerdote que Azpeitia, cerca del lugar de nacimiento de San Ignacio, uno de los santos con mayor transcendencia histórica? Allí nació un 1° de febrero de 1910 Iñaki de Azpiazu. Y, como no podía ser menos, a los 11 años ingresó al Colegio de los Padres Jesuitas, en Durango. Sin embargo, cuando descubrió su vocación sacerdotal se decidió por el clero diocesano; y, así, se formó en los seminarios de Elexabeitia y Gasteiz, donde se ordenó a los 23 años. Una vocación frente a un continente desvariado Corría 1933. Iñaki era un sacerdote joven y alegre. Una sonrisa caracterizaba su rostro de modo constante. En ese momento seguramente no podía imaginar que poco tiempo después su vida y su vocación cambiarían de manera abrupta, frente a la desgracia de la injusticia, la persecución, la cárcel, el destierro y las guerras. Además, como si todo eso no fuera poco, el dolor grande del desamparo de parte de los pastores de su Iglesia. Sin embargo, quizá estos acontecimientos tortuosos provocaron que se desplegara la multifacética personalidad de este hombre de acción, expuesta en su vida pública y privada, en su ejercicio sacerdotal y en su compromiso social, en su intensa vida gastada hasta el último sorbo en pro de sus ideales. Siguiendo la Doctrina Social de la Iglesia se inclinó por un humanismo cristiano que dispuso su compromiso con lo social. Con esa orientación estudió Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Lille, donde se graduó; y a su regreso en 1934 a Euskadi comenzó a colaborar con Solidaridad de Trabajadores Vascos en Salinas de Añana, Araba. Como muchos sacerdotes vascos que habían leído a conciencia el magisterio católico se comprometió de lleno con la promoción del hombre en un marco de libertad. Ese fue su "error" para un continente que entendió la consigna después de varios millones de muertos. Iñaki de AzpiazuA fuerza de convicción Iñaki de Azpiazu fue del grupo de los sacerdotes vascos que no entendieron que su gran acierto era para el mundo su gran equivocación. Convencidos de que trabajaban por el hombre integral, como en la misma época planteaba Jaques Maritain, siguieron su compromiso hasta el final. Y el final llegó. En Azpeitia, donde Azpiazu estaba desde 1935. El 19 de septiembre de 1936 al mediodía el Comité de Guerra Gubernamental publicó un bando en el que se anunciaba la inminente entrada de las tropas sublevadas y se invitaba a la evacuación a cuantos pudieran temer represalias. "Al saberse tal noticia el pueblo tomó un aspecto desolador" señala Azpiazu en su relato titulado 'Siete meses y siete días en la España de Franco' . Cientos de personas, en cuyos rostros se reflejaba el terror, recorrieron calles y plazas, presas de terrible angustia". Pero él se quedó, pues creía que nada debía temer. Al día siguiente un amigo le hizo ver su error, tal como él lo contó: "Esa misma mañana (domingo 20 de septiembre), hacia las diez y media, hizo su entrada en el pueblo el primer auto blindado de los rebeldes ... Momentos más tarde llegó el grueso del ejército ... Avanzaban triunfantes, precedidos de sus jefes de mirada altanera y de sus capellanes, pistola al cinto ... vi entre ellos a un amigo mío, seminarista. Me acerqué a él y le pregunté: ¿Qué tal son esta gente?. ¿Cómo? me respondió ¿Pero tú te has quedado aquí? . ¿Y por qué no? ¿Es que un demócrata cristiano que sigue las doctrinas sociales de la Iglesia no puede vivir con estos?. Ya lo verás, ya lo verás... La retaguardia de estas gentes es un cementerio me replicó. Desde ese instante estábamos en la nueva era de la España de Franco, Una, Grande y Libre". Al día siguiente un sacerdote uno de sus "más queridos amigos, ferviente españolista, integrista de vieja data" le avisó que lo iban a detener pues figuraba en una lista de sacerdotes guipuzcoanos como "detenido fusilable". El terror empezó ainundar su "incurable optimismo" como él mismo señalaba. Sobre todo por las informaciones de fusilamientos sin juicio que se repetían por doquier. El 24 a las ocho de la noche dos requetés y un guardia civil llegaron a su casa para detenerlo. La odisea europea No había acusación formal. Se le reprochaba haber trabajado a favor de Solidaridad de Trabajadores Vascos; y el alcalde opinaba que hablaba demasiado de los obreros y en euskera, a pesar de ser "un hombre excelente". Iñaki de Azpiazu Dios no habrá querido que esa fuera su hora, pues se le liberó condicionalmente y se le detuvo en su domicilio, con el fin de desterrarlo posteriormente a Andalucía, algo que no llegó a ocurrir. A partir de entonces comenzó un periplo que lo llevaría por todo Euskal Herria, evadiendo a sus perseguidores (con su característico sentido del humor contaba su escape diciendo: "todavía me están esperando los dos requetés en la puerta de casa") y sin la asistencia de la jerarquía eclesiástica, hasta que llegó el destierro en territorio bajo jurisdicción francesa. Era el 26 de abril de 1937, el día que Gernika era bombardeada. Fuera del estado español su compromiso social no declinó. Durante los años de la Segunda Guerra colaboró con el Comité Católico de Ayuda a los Refugiados, asistió espiritualmente a los milicianos concentrados en los "camps d'accueil", a los niños exiliados; ayudó a muchas víctimas de la Gestapo (entre ellas a Roger Sermont, un joven violinista judío al que escondió durante un derrotero por varias locaciones... Sermont llegó a integrar la Orquesta Sinfónica de Boston y en un viaje a la Argentina se reencontró con el hombre que le salvó la vida varias veces); y fue capellán del Batallón Gernika, que peleó en la liberación de Burdeos. Su actuación le valió que el gobierno francés le otorgara La Gran Cruz de Guerra. Cuando los aliados acercaron posiciones con Franco con la decepción a cuestas y luego de un año de oración en un monasterio tomó un barco hacia la Argentina"con el propósito de prestar atención espiritual a la numerosa colonia vasca de aquella nación", según sus palabras. La mitad argentina El padre Azpiazu llegó a Buenos Aires el 14 de marzo de 1947. En la Argentina vivió más de la mitad de su vida. Allí realizó una labor si no del peligro de la realizada en Europa, del mismo orden de importancia por su consecuencias; y de un vigor enorme. Fue destinado inicialmente a la parroquia del Sagrado Corazón de Jesús, en Barracas que había sido antiguamente un barrio de inmigrantes vascos ; y desde esos primeros tiempos empezó a ganarse el corazón y la simpatía de todos, dentro y fuera de la Iglesia local y de la colectividad vasca. Once años después de su llegada a la Argentina el 8 de abril de1958 se realizó un "Acto Académico en su homenaje con motivo de sus Bodas de Plata Sacerdotales" en el Centro Vasco Francés. Las adhesiones recibidas fueron una muestra del afecto conquistado: más de 300 entre instituciones y personas. Es que la figura de Azpiazu trascendió en Argentina tanto a la colectividad vasca como a la propia Iglesia. Fue una personalidad desbordante en múltiples facetas. En el ámbito civil fue amigo de destacadísimos dirigentes políticos, como Alfredo Palacios y Nicolás Repetto (socialistas) o Crisólogo Larralde (radical), Además, fue confesor y amigo personal del General Pedro Eugenio Aramburu, líder de la revolución que derrocó a Juan Domingo Perón. Azpiazu había sido crítico del régimen peronista sobre todo a raíz del enfrentamiento con la Iglesia y la quema de templos y estuvo cerca de los sectores opositores. En otra faceta particular de su actuación, la periodística, actuó como corresponsal del diario porteño El Correo de la Tarde en Israel, durante el juicio a Adolf Eichmann; y en el Concilio Vaticano II. En tanto, dentro de la colectividad vasca, fue el creador de la misa mensual de los vascos, que se sigue celebrando hasta el día de hoy; visitó casi todos las euskal etxeas de Argentina; desarrollóuna intensa actividad en las instituciones de Buenos Aires; dirigió y colaboró con varias publicaciones periódicas; y fue el sacerdote de la colectividad, querido por todos. En el ámbito eclesial fue colaborador del arzobispo de Buenos Aires, asesor del Secretariado Económico y Social de la Acción Católica Argentina, estuvo vinculado a los grupos que fundaron el Partido Demócrata Cristiano, fue amigo personal de Mons. Miguel De Andrea gran figura del catolicismo social argentino fue censor de la Curia Eclesiástica y Asesor Nacional de las Obras Especiales Vicentinas. Escritorio que utilizara Iñaki de Azpiazu en la sede del Secretariado de Ayuda Cristiana a las Cárceles. Una obra perdurable Sin embargo, la obra que tuvo mayor trascendencia y por la que propios y extraños recuerdan con seguridad y respeto a Azpiazu fue su apostolado en las cárceles. En Argentina hizo carne una vocación que despertó en una celda de Azpeitia. ¿Quién mejor para asistir a los presos que un sacerdote que había sufrido la prisión? Frente del Secretariado de Ayuda Cristiana a las Cárceles, Combate de los Pozos 347, Buenos Aires. Todo comenzó con su designación como capellán de una de las cárceles de Buenos Aires y siguió con el nombramiento en el cargo de Capellán de Institutos Penales de la Nación, cargo desde el que organizó la asistencia espiritual en todo el país. Su experiencia en esa posición lo llevó a la fundación de la Casa del Liberado con la intención de reinsertar a los ex convictos en la sociedad y del , que continúa su accionar hasta la actualidad. Azpiazu daba testimonio con su vida toda: iba personalmente a buscar a los presos a las cárceles el día de su liberación a la medianoche la hora habitual de puesta en libertad para acogerlos en la Casa del Liberado y brindarle asistencia económica, jurídica y de contención espiritual. Del mismo modo fue un constante luchador en contra de la pena de muerte. Cuando no pudo detener una ejecución acompañó a los condenados hastael lugar de ejecución. La herencia de Azpiazu Sus ideas y convicciones quedaron en los testimonios personales y en varios escritos: "Siete meses y siete días en la España de Franco", "El caso de los católicos vascos", "El caso del clero vasco", "Mensajes" (recopilación de artículos periodísticos), "Exámens de Conscience pour le futurs pretes", "Ideario de conciencia vasco". El padre Azpiazu pasó más de la mitad de su vida en Argentina. Y se afincó. Intentó volver a Euskadi, pero las circunstancias políticas en España, o sus sentimientos, le impidieron en cada oportunidad alejarse de Buenos Aires. Aunque, obviamente, mantenía un contacto permanente con Euskal Herria y con los dirigentes en el exilio. Y estuvo allí por circunstancias del azar en momentos particulares, como cuando le tocó acompañar el cadáver del Lehendakari Aguirre desde París hasta Donibane Lohitzun. Retoño del Roble de Gernika en el patio del Secretariado de Ayuda Cristiana a las Cárceles. Al "Aita Iñaki" como se lo llamaba en Argentina le tocó una vida agitada y asumió lo que le tocó en gracia, ordenándolo a las dos causas que quiso servir: "el honor de Dios y la libertad del hombre", como expresó al cumplir sus bodas de plata sacerdotales. Cinco años antes de morir el diario La Prensa, de Buenos Aires, le realizó una entrevista en la que sintetizó su vida de compromiso: "Veo ya la otra orilla. Pero me siento feliz de haber dedicado mi vida al sacerdocio y a los problemas sociales. Me ayudó a dar un sentido humano y cristiano a mi existencia. Me ha tocado vivir una vida dinámica; he pasado una guerra civil, un exilio, una guerra mundial, siempre en plena agitación. Y Aquí me ha tocado intervenir intensamente en la vida religiosa e histórica del país, en contacto directo y personal con las figuras más destacadas de la Iglesia argentina y de la vida política y social". Su muerte se produjo después de una relativamente rápida enfermedad. Se fue el 29 de marzo de 1988. Pero está en Buenos Aires, enlas sonrisas que surgen en los rostros cuando se pronuncia su nombre frente a quienes lo conocieron personalmente. Está en el recuerdo de vascos y no vascos que apreciaron en Azpiazu un pastor de almas y de cuerpos, que entregó la mitad de su vida por los argentinos. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS: . Anónimo, Acto académico en homenaje al R.P.Iñaki de Azpiazu al cumplir sus bodas de plata sacerdotales, Centro Vasco Francés, Buenos Aires, 1958. . Anónimo, "Iñaki de Azpiazu. Su fallecimiento ", Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, N° 153 (abril/junio 1988), Instituto Americano de Estudios Vascos, pág.91 93. (originalmente publicado en La Prensa, 30 3 1988) . Allica, Martín, "El P.Iñaki de Azpiazu de frente y de perfil dos veces argentino", Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, N° 154 (julio/septiembre 1988), Instituto Americano de Estudios Vascos, pág.140. (originalmente publicado en La Nueva Provincia, 30 3 1988) . Astigarraga, Andoni de, Abertzales en la Argentina, Ediciones Alderdi, Bilbao, 1986. . AAVV, Acto conmemorativo del sacerdote vasco Iñaki de Azpiazu 1910 1988. Centro Vasco Laurak Bat de Buenos Aires 8 de abril de 1988, Separata, en Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos, N° 157 (abril/junio de 1989). . Azpiazu, Iñaki de, Los vascos somos víctimas de un genocidio. Conferencia pronunciada por el R.P.Iñaki de Azpiazu en el salón de actos del centro vasco Laurak Bat, de Buenos Aires, el día 6 de diciembre de 1958, con motivo de la celebración del Día Universal del Euskera, Ediciones Argi ta Garbi, 1958. . Azpiazu, Iñaki de, "Secretariado de Ayuda Cristiana a las Cárceles", Revista Esquiú, sin fecha (circa 1978). . Azpiazu, Iñaki de, 7 meses y 7 días en la España de Franco. El caso de los católicos vascos, Ediciones Gudari, Caracas, 1964. Gonzalo J. Auza, http://J Auza Euskonews & Media 211. zbk (2003 / 05 / 23 30) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria