Atahualpa Yupanqui El alma vasca de Atahualpa Yupanqui * Josemari Velez de Mendizabal A mi buen amigo Gonzalo Auza En cierta ocasión pidieron a Atahualpa Yupanqui dar un recital en el afamado Teatro Colon de Buenos Aires, pero el artista respondió con una negativa, argumentando que no podía actuar en el mismo lugar en que había escuchado un concierto del gran guitarrista Andrés Segovia. Me ha venido esa anécdota a la cabeza, al recordar "cómo" me encontré con Yupanqui. Era el año 1968 y tenía una guitarra recién comprada. Creyendo que podría serme útil en el intento de aprendizaje, adquirí un disco "single" de Atahualpa, con dos canciones: "El Poeta" y "Los ejes de mi carreta". Por encima de todo, me impactó la habilidad del artista al utilizar el instrumento. Y en mi ignorancia, me atreví a pensar que sería capaz de hacer lo que Atahualpa hacía. Atahualpa Yupanqui en su juventud. Foto: Archivo General de la Nación (Argentina). Treinta y cuatro años más tarde, sigo sin ser hábil con la guitarra, pero al contrario, mi fascinación por Atahualpa Yupanqui es cada vez mayor, sin duda. Con una diferencia: aquel primer reconocimiento por el artista que era, ha quedado totalmente superado por la sensibilidad poética que en todo momento demuestra el argentino. Y creo que he salido ganando con el cambio. Alguien decía que Atahualpa Yupanqui siempre sería un hombre anónimo, no reconocido, aunque esté incluido en todas las antologías de literatura. Puede ser. Diría que es un don que concuerda bien con el carácter del argentino, ya que nunca hizo esfuerzo por subir a los olimpos que no le gustaban. En su excelencia era un hombre del todo humilde. No me arrimo así nomás a los jardines floridos. Sin querer vivo alvertido pa'no pisar el palito. Hay pájaros que solitos se entrampan por presumidos. Atahualpa no nació Yupanqui, sino Héctor Roberto Chavero Aranburu . Lo trajo al mundo la vasca Higinia Aranburu en la localidad de Campo Cruz, partido de Pergamino, provincia de BuenosAires el último día de Enero de 1908. Atahualpa explicó su procedencia en el libro autobiográfico "El canto del viento". Según el artista, por sus venas corrían trescientos años de historia americana, en una mezcla interesante de indios, criollos y vascos. Y siempre se sintió muy orgulloso de su origen. Eso lo llevo en la sangre desde mi tatarabuelo. Gente de pata en el suelo fueron mis antepasaos; Criollos de cuatro provincias y con indios misturaos. Atahualpa Yupanqui durante una interpretación en Radio El Mundo (Buenos Aires). Foto: Archivo General de la Nación (Argentina). El padre, peón y trabajador del ferrocarril, hizo crecer en el niño Héctor Roberto un sentimiento de cercanía por la sociedad campesina. Con nueve años dio sus primeras lecciones de guitarra con el profesor Bautista Almirón, en Tafi provincia de Tucuman. Y con el traslado forzoso y continuo de la familia, aquel joven fue conociendo el folclore de distintos lugares de la geografía argentina. Tuvo oportunidad, así mismo, de leer las obras de poetas, como Neruda o García Lorca. Con trece años comenzó a utilizar el nombre Atahualpa en vez de Héctor Roberto, en homenaje al último rey del imperio inca, y veinte años después cambió el apellido Chavero por el de Yupanqui, queriendo recordar así la dinastía que mandaba en la época más sobresaliente del imperio inca. Llegó a Buenos Aires por primera vez con su guitarra y canciones del folclore argentino, con dieciocho años. Un año más tarde compuso la exitosa canción "Caminito del indio", y ya en adelante unió su vida a la poesia, lo que le llevó a que de vez en cuando tuviera que valerse de algún otro tipo de trabajo para conseguir su sustento diario. Así, trabajó como mulero, cargador de carbón, oficial de escribanía y periodista, recorriendo de arriba a abajo muchas regiones argentinas, en busca de versos y canciones populares. Atahualpa Yupanqui durante la cuarta celebración del Día Mundial del Folklore, en el Teatro Presidente Alvear de Buenos Aires.Foto: Archivo General de la Nación (Argentina). Su padre falleció cuando él tenía veinte años, y Atahualpa tuvo que abandonar los estudios, y por ende su intención de ser médico. Decidió que a partir de aquel momento sería cantante. Y comenzó entonces la rica trayectoria del hombre que se convertiría en la mayor referencia del folclore argentino. El epicentro de su actividad era Tucuman, e irradió su arte desde aquel lugar, mientras se adentraba en el folclore de Peru y Bolivia. Hizo sus primeras grabaciones en 1936. También son de aquella época sus primeros escarceos como escritor. Identificado con la política de izquierda, se afilió al Partido Comunista en 1947. Aquella decisión sumó a las dificultades que tenía hasta entonces, las que le vinieron de parte de las autoridades argentinas. Sin embargo, Atahualpa se tenía por la voz del antiguo viento de la sabiduría india. Y cantaba en los escenarios las alegrías y tristezas de la Pampa. El gobierno del general Juan Domingo Perón arremetió fuertemente contra Atahualpa, y llegaron a torturarle: "desde entonces tengo el dedo índice de la mano derecha roto; me pusieron una máquina de escribir en la mano y los torturadores se sentaron encima. Me querían invalidar la mano buena, para que no tocara la guitarra. Pero no se dieron cuenta que mi mano hábil era la izquierda" . Casa de Atahualpa Yupanqui (Cerro Colorado, Provincia de Córdoba, Argentina) en la actualidad, convertida en museo. Foto: Gonzalo J. Auza. En 1948 marchó a Francia, confiando en encontrar más facilidades para su arte. Tuvo la oportunidad de conocer la intelectualidad francesa, y a raíz de aquello, la música de Atahualpa Yupanqui comenzó a escucharse en Europa, y también en el estado español, aunque sufrió la censura de Franco que no le dejó actuar en el territorio. Vivió casi veinte años en París, pero de vez en cuando encontraba un hueco para volver a Argentina, sobre todo cuando la situación política le era favorable (por ejemplo, la caída de Perón).Se casó con la franco canadiense Paule Antoinette "Nenette" Pepin Fitzpatrick, y la pareja fue un nudo importante de creación artística. Vista interior de la casa de Atahualpa Yupanqui en Cerro Colorado. Foto: Gonzalo J. Auza. Establecieron su residencia en el pueblo Cerro Colorado de la provincia de Córdoba y el matrimonio pasó allí unos dulces años, como nos lo dicen en el siguiente verso de la hermosa canción "Chacarera de las piedras": Aquí canta un caminante que mucho ha caminado y ahora vive tranquilo en el Cerro Colorado. Cuando ensillo mi caballo me largo por las arenas y en la mitad del camino ya me he olvidado de las penas. Instrumentos pertenecientes a Atahualpa Yupanqui. En primer plano un txistu. Foto: Gonzalo J. Auza. La letra del verso la firmó "Paula Pepin", es decir, el nombre artístico que ocultaba a la mujer de Atahualpa. La música la compuso Yupanqui. Otras veces, la mujer utilizaba el pseudónimo "Pablo del Cerro" para publicar los poemas cantados por su marido. El por qué de la identidad anónima, según algunos, radicaba en la inflexibilidad folclórica argentina, y el matrimonio pensaba que el pueblo tardaría en perdonar a Yupanqui la colaboración que mantenía con una extranjera. En la década de los sesenta Atahualpa escribió y grabó su trabajo antológico "El payador perseguido". Esa obra ha sido considerada como el Martín Fierro del siglo veinte y ofreció al artista una nueva dimensión. El poema, que dividió en cuatro partes, demuestra perfectamente como era el espíritu de Atahualpa. La tranquila lectura de las estrofas nos transporta: Y aunque me quiten la vida o engrillen mi libertad, ¡Y aunque chamusquen quizá mi guitarra en los fogones, han de vivir mis canciones en l'alma de los demás! ¡No me nuembren, que es pecao y no comenten mis trinos! Yo me voy con mi destino pal lao donde el sol se pierde. ¡Tal vez alguno se acuerde que aquí cantó un argentino! Se tenía por un verdadero argentino, como lo he comentado anteriormente. Pero sabía que sualma estaba cincelada en los crisoles de varias culturas populares. Hay que entender así el poema dedicado a su madre. Por lo que dicen quienes la conocían, Higinia Aranburu era una mujer recta, y enseñó a Hector Roberto que quien paga las deudas se enriquece. En el siguiente poema de Atahualpa Yupanqui nos topamos con el reconocimiento del hijo a la madre. Lo tituló "Madre vasca" y lo cantó en muchos escenarios del mundo. Qué nombre tendrán las piedras que le vieron caminar a mi madre cuando niña o pastorcilla quizás. El árbol a cuya sombra descansó ¿dónde estará? ¡Qué bueno si lo encontrara para rezar o llorar! He de llegar algún día en tierra vasca a cantar ¡Ay madre! Desde muy lejos en mis coplas volverás. Tu sangre dentro de mis venas como un árbol crecerá, Y el viento, que es generoso su árbol me enseñará. Qué bueno si lo encontrara para rezar o llorar. Atahualpa vino a Euskal Herria más de una vez para que pudiéramos gozar con su obra. Y siempre floreció esa composición lírica. en los labios del hijo de la mujer emigrante vasca. Los Tartagos: Vista del río Los Tartagos y el Cerro Colorado, frente a la casa de Atahualpa Yupanqui. Foto: Gonzalo J. Auza. Durante los años cincuenta se dan sus primeras confrontaciones con el comunismo y deja de militar en el Partido, seguramente cansado de la burocratización que adivinó en él. Atahualpa Yupanqui era un ser que amaba volar libre, muy comprometido con el pueblo y los ciudadanos, pero sin ninguna servidumbre. Y diez años más tarde, acompañado del éxito en los círculos culturales europeos, Atahualpa se convirtió en uno de los mayores exponentes del folclore mundial. Fue el símbolo vivo de la juventud de aquella época. Como la cancion de Woody Guthrie "This land is your land", la de Pete Seeger "We shall overcome", o el "Blowing in the wind" de Bob Dylan, muchas de las canciones del repertorio de Atahualpa eran símbolos de libertad. Además de las ya mencionadas, entre las trescientas canciones que compuso y grabó, en estosmomentos recuerdo "Zamba del grillo", "Preguntitas sobre Dios", "Guitarra dímelo tú", "Luna tucumana", "Sin caballo y en Montiel" o "Milonga del peón del campo", habiendo cantado en las plácidas noches de verano de nuestra juventud estrofas como: Yo nunca tuve tropilla siempre montado en l'ajeno, tuve un zahino que de fino ni pisaba la gravilla. Qué puede ofrecer un pion que no sea su pobreza, a veces me entra tristeza y otras veces rebelión. En más de alguna ocasión quisiera hacerme perdiz, para ver de ser feliz en algún pago lejano, pero a la verdad paisano me gusta el aire de aquí. Como he dicho, la producción literaria de Atahualpa se enriquece con sus libros. He citado el autobiográfico "El canto del viento" (1965), donde recapitula recuerdos de su infancia y juventud. Es un texto fundamental para comprender la mente de Atahualpa. En la presentación del libro estuvo Jorge Luis Borges, y el escritor argentino se cuestionó: "Un libro muy bonito, sí señor, el que ha escrito Atahualpa. ¿Cómo no se me ocurrió a mí escribir algo así?", siendo la contestación de Yupanqui: "¿Sabe por qué? Porque usted es un erudito, un sabio, pero no un ciudadano; para ser ciudadano, hay que llevar el pueblo en el corazón" Otras publicaciones de Atahualpa son: "Piedra sola" (1940), "Cerro Bayo" (1946), "Aires indios" (1947), "Guitarra" (1960), "Del algarrobo al ombú" (1968), "El payador perseguido" (1972), "Confesiones de un payador" (1984), "La palabra sagrada" (1989) y "La Capataza" (1992). Roble: Debajo de este roble está enterrado Atahualpa Yupanqui, en su casa de Cerro Colorado. Foto: Gonzalo J. Auza. Yupanqui recibió cantidad de reconocimientos por su obra. Por ejemplo, en 1984 la Fundación Konex de Argentina le concedió el Premio al Mérito y un año después el Premio de la Brillantez por ser "el artista más importante de la música popular". En 1986 el gobierno francés le nombró Caballero de las Artes y Letras de Francia; en la Universidad argentina de Córdoba le hicieron Doctor HonorisCausa, y en 1991 le otrogaron el galardón de Ciudadano Ilustre de Buenos Aires. La muerte de la esposa de Atahualpa, Nenette, el 14 de Noviembre de 1990, significó un gran golpe en la vida del artista argentino universal. En Diciembre de 1991 ofreció su último concierto en Argentina, exactamente en Buenos Aires, y el 23 de Mayo de 1992 se nos fue para siempre Yupanqui, en la ciudad francesa de Nimes, después de que el día anterior se sintiera indispuesto, momentos antes de ofrecer un concierto. Siguiendo sus deseos, sus cenizas se enterraron bajo un roble que el mismo Atahualpa plantó en Cerro Colorado. En nuestra juventud tuvimos muy presente la música de Atahualpa Yupanqui, y creo que hoy en día sus canciones siguen vivas, muy actuales. Como dice él mismo, "el atrio de la canción es un bosque infinito y está lleno de melodías milenarias". Y la guitarra para Yupanqui, era como un templo, válido para sus rezos, y la música una de las pocas herramientas que puede salvar este mundo, como nos lo repetía continuamente "quien goza en horas, días, años, años luz, generaciones a través de la belleza, ¿qué más quiere que un mundo mejor?" Para finalizar, quiero transcribir dos estrofas de "Coplas del payador perseguido", donde creo que queda palpable cómo era la personalidad de Yupanqui: Yo también, que desde chango unido al canto crecí más de un barato pedí y pa'los piones cantaba. ¡lo que a ellos les pasaba también me pasaba a mí! Cuando sentí una alegría cuando el dolor me golpió cuando una duda mordió mi corazón de paisano, desde el fondo de los llanos vino un canto y me curó... "Coplas del payador perseguido" El nieto de Higinia asegura que el apellido de su abuela era HARAN. Idem. El 11 de setiembre de 1973 otro dictador se ensañaba con otro artista: las manos del cantante Victor Jara fueron salvajemente torturadas por los esbirros de Pinochet, antes de tirotearlo y asesinarlo. Josemari Velez de Mendizabal, escritor Euskonews & Media 209. zbk (2003 / 05/ 09 16) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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