199 Zenbakia 2003-02-14 / 2003-02-21

KOSMOpolita

Archivos vascos en Argentina

AUZA, Gonzalo

Archivos vascos en Argentina Gonzalo Auza Las inundaciones son frecuentes en el Delta del Paraná. Allí donde ese curso de agua empieza a convertirse en el Río de la Plata abundan las islas rodeadas de canales y riachuelos. Algunas son estables, con construcciones elevadas sobre el nivel de las aguas y resistentes a las subidas que se producen con las sudestadas. Sin embargo, otras son más inseguras, igual que las viviendas que se construyen en ellas. De esta última clase debe haber sido la casa que tenía Pedro Echeverría en el Tigre. Ese hombre había sido administrador de La Baskonia, la principal revista de la comunidad vasca en la Argentina, que se editó desde 1893. Luego de la muerte de José Uriarte -último dueño de la empresa editora- en 1932 Echeverría quedó a cargo de la publicación, que continuó hasta 1943. Con posterioridad a esa fecha y después de jubilarse, ese vasco de Tolosa se fue a vivir a Tigre y con él se llevó el archivo de La Baskonia: correspondencia, fotografías, etc (sólo donó una parte del material -de carácter bibliográfico- al Centro Navarro de Buenos Aires). Lo conservaba en un baúl antiguo y sólido. Pero vino el agua. Y con el agua se fue el baúl. Y con el baúl, el archivo completo. Ese pequeño patrimonio tuvo una oportunidad de ser salvado cuando en una ocasión se discutió en el Instituto Americano de Estudios Vascos la posibilidad de comprarlo; pero ganó la moción por la negativa. Quizá, el destino hubiera sido otro. En síntesis, de esa historia sólo quedó un meticuloso diario de la vida en la isla, que Echeverria llevaba con detalle; y que hace años conservaba Julio Goyen Aguado. Destino trágico La mala fortuna del que sería uno de los archivos más importantes para la memoria histórica de los vascos en este país no rompe con un esquema habitual en Argentina: la perdida del patrimonio por negligencia, por picardía o por azar. No hace falta indagar demasiado para descubrir que los casos se repiten continuamente; y la colectividad vasca no es ajena a la norma. Los papeles, pertenencias y condecoraciones personales del P. Iñaki de Azpiazu -por nombrar como ejemplo sólo a uno de los personajes más destacados de la diáspora- parecen haberse esfumado. Y con ellos, seguramente, una parte fundamental de su actuación pública. Al morir el Aita Iñaki -como lo llamaban- en 1988, todas sus pertenencias quedaron en una casa que alquilaba en Donostia a una señora de nombre Antonia, que falleció casi inmediatamente después que él. Los sobrinos del sacerdote no quisieron ocuparse del tema. Y ese fue el final abierta de otra historia ¿trágica? para los archivos vascos. En Argentina las personas que estuvieron cerca del Padre Azpiazu no saben qué ocurrió. Sólo se conservan sus libros sobre temas vascos, que fueron donados recientemente por el Secretariado de Ayuda Cristiana a las Cárceles (una institución que él creó) a la Fundación Juan de Garay. Es esperable que se descubra que alguien en Euskadi tuvo oportunidad de rescatar de la pérdida esos bienes. A fuerza de enumerar calamidades se puede mencionar que la Federación de Entidades Vascas de la Argentina (FEVA) no conserva un archivo histórico. Sólo hay existencias clasificadas desde aproximadamente 1990 en adelante. Lo poco que existe de las décadas anteriores está en cajas sin catalogar. Se conservan los libros de actas (incompletos). No hay material fotográfico, ni sonoro, ni fílmico (salvo algunas Semanas Vascas) después de 47 años de vida. Es el mismo caso del Centro Vasco Laurak Bat de Buenos Aires, el más antiguo del mundo. Su archivo institucional sólo consta de los libros de actas de la Comisión Directiva (la serie está incompleta) y las Memorias y Balances anuales. No hay fotografías de la actuación privada y pública desde 1877. Sólo existen unas pocas imágenes publicadas en un libro con la historia del centro que se editó en 1992; pero nadie sabe dónde están los originales de esas tomas. Tampoco hay material visual o sonoro de ninguna clase. Estas inexistencias parecen sugestivas. Algunos insinúan que lo que no se encuentra en Buenos Aires quizá pueda encontrarse en algún lugar de Euskadi. Tapa del primer número del Boletín del Instituto Americano de Estudios Vascos. El Centro tuvo un boletín, hubo un periódico llamado Laurak Bat (editado entre 1878 y 1891) y una revista con el mismo nombre. Pero en la Biblioteca del centro sólo se conserva la colección completa del periódico. Del resto sólo hay números sueltos. En Rosario tiene su sede otro de los centros históricos, el centro Zazpirak Bat. La situación es parecida. No posee material sonoro ni visual; posee fotografías de diversos períodos, pero desorganizadas. El archivo sólo consta de actas y cartas enviadas y recibidas. En el caso del Centro Vasco Francés la situación es como en la generalidad de los casos: no hay archivo fotográfico ni sonoro; y no hay prácticamente documentación. Se conservan las actas en el centro y su presidente, Michel Iriart, custodia en su casa las solicitudes de ingreso tramitadas durante los 107 años de vida institucional (una reliquia). Para no dejar de cumplir con la norma, el Centro Navarro de Buenos Aires [2] tiene un archivo mínimo a medio catalogar, pues una parte de lo papeles se tiraron hace años. Tampoco hay fotografías ni materiales de otra clase. Lo que se conserva son las actas. Una perla blanca. El centro vasco de Bahía Blanca, otra de las instituciones más antiguas, presenta una situación atípica: está llevando adelante un proceso de clasificación y escaneo de su archivo. El proyecto está a cargo de la bibliotecaria de la institución con la asistencia de personal del Museo Histórico de Bahía Blanca; e implica la catalogación de las existencias en cuanto a materiales gráficos, fotografía y video. Publicaciones periódicas Las principales etapas de la historia de la colectividad quedaron registrada en las publicaciones periódicas. La mayor parte de las fotografías sobre la vida institucional del Laurak Bat, por ejemplo, ilustraron La Baskonia o Euzko Deya, pero se perdieron para siempre los originales. Los diarios y revistas tomaron el pulso de la vida colectiva. Sin embargo, acceder a ese material no es fácil. Casi no hay colecciones completas de cada una de las publicaciones editadas en el país. Quizá sólo se hallen en bibliotecas privadas, muy resguardadas. En los centros vascos prácticamente no existen. La Biblioteca Nacional -la principal de Argentina- no posee todos los números de La Baskonia (aunque debería conservar las colecciones completas de todas las publicaciones que circularon en el país). La del Laurak Bat de Buenos Aires, ciudad donde se realizaba la revista, sólo posee ejemplares hasta 1937. La revista Irrintzi, que se publicaba en Bahía Blanca, tampoco se encuentra completa en la biblioteca del centro vasco de esa ciudad, que no posee ninguna otra colección de las históricas publicaciones. En esa institución actualmente están intentando completar la serie de Irrintzi mediante la búsqueda de los ejemplares faltantes entre los miembros de la colectividad. Una señal positiva. En el centro de Rosario, donde se hacía Zazpirak Bat, sólo hay números sueltos de esa colección. En cambio sí poseen todos los ejemplares de Euzko Deya. Tarjeta del Restaurant El Basco de Buenos Aires - Archivo de la Fundación Vasco Argentina Juan de Garay. Una excepción es la colección del periódico Tierra Vasca, editada entre 1956 y 1975: el Laurak Bat la tiene microfilmada. En Euskadi el panorama no es muy diferente en cuanto a existencias. La Fundación Sancho El Sabio [3] , por ejemplo, posee existencias parciales de varias revistas y diarios. Aunque el estado de conservación y cuidado de los ejemplares es óptimo, esa circunstancia no alcanza para realizar estudios completos de esas obras ni para seguir la evolución de la vida institucional vasca en la Argentina. Riquezas no explotadas La Fundación Vasco Argentina Juan de Garay [4] , una de las instituciones más modernas (fue creada en 1983), posee un archivo muy rico establecido a partir de la investigación realizada en los últimos años para la elaboración del libro "Los Vascos en la Argentina". Ese fondo posee información genealógica, junto a documentos, fotos, anecdotarios, etc. de todas las familias historiadas en el libro (alrededor de 2000). Es un valioso patrimonio, pero lamentablemente no está debidamente clasificado ni dispuesto de modo que se facilite la consulta pública o se prevea su crecimiento futuro. La información contenida en el libro mencionado es, también, un enorme archivo de datos genealógicos en crecimiento (actualmente se está preparando la tercera edición, ampliada y corregida) que tiene un límite claro: la imposibilidad de ampliar la obra en el futuro cercano por razones de espacio. El volumen crece en todas direcciones, con nuevos aportes de información histórica de cada familia (existen alrededor de 8000 familias no historiadas aún y seguramente habrá otras que ni siquiera se han nombrado) y con las nuevas generaciones. Por lo tanto, el futuro de esa obra implica su conversión en una enorme base de datos genealógica digital. La fundación ha elaborado junto a Eusko Ikaskuntza - Sociedad de Estudios Vascos un proyecto pionero para asegurar el crecimiento futuro de este proyecto: el desarrollo de una base de datos genealógica (que sería una enorme red de relaciones de personas) asociada a una aplicación para carga, corrección, consulta y publicación de información, dispuesta en Internet. Lamentablemente, todavía no se han encontrado vías de financiamiento para este proyecto que, según los datos conocidos, sería único en el mundo. María Elena Etcheverry, viuda de Andrés de Irujo, conserva varios de los archivos no explotados. Entre ellos, el del Instituto Americano de Estudios Vascos, que consta de las actas de la institución y la colección completa del Boletín que editaba (que es lo verdaderamente valioso). Esa serie no está digitalizada en Argentina, pero la Fundación Sancho El Sabio está disponiendo en Internet el vaciado analítico que realizó sobre todos los números. Las bibliotecas de los principales centros vascos y de la Fundación Juan de Garay contienen una colección muy valiosa de obras, pero los catálogos no están disponibles en Internet, ni todas se administran según las normas más modernas. La fundación mencionada está preparando actualmente la informatización y disposición on line de su biblioteca de alrededor de 3.000 volúmenes. Un pedido de auxilio Etcheverry está a cargo, también, de la Editorial Vasca Ekin y como tal conserva el archivo de esa institución, inseparable de los papeles personales de su marido. Ese fondo documental, muy importante para la historia vasca del siglo XX, es un caso particular que pide auxilio urgente: debido a una mudanza que se tuvo que hacer de urgencia desde unos depósitos prestados, Ekin tuvo que trasladar su stock editorial y su archivo a los subsuelos inundables del edificio del Centro Vasco Laurak Bat, donde tiene su sede. Actualmente el archivo de la editorial son carpetas en estado de deterioro ubicadas sin orden entremedio de las cajas de libros; y al lado de cañerías de agua en un ambiente sumamente húmedo y que periódicamente se inunda. Ekin no cuenta con los recursos suficientes para resolver esta situación de deterioro. Lo cierto es que una parte de esos papeles fueron microfilmados por investigadores de la Universidad del País Vasco. Los responsables de ese proyecto accedieron a la totalidad de la documentación (sin clasificar) y copiaron lo que creyeron apropiado. Sin embargo todavía no informaron con detalle a Elena Etcheverry qué información recabaron y, por lo tanto, tampoco tienen autorización para hacerla pública. Archivos estatales En los archivos públicos de Argentina, tanto los nacionales, como provinciales y municipales, existe un riqueza documental y fotográfica no explotada. El enorme número de inmigrantes, la multiplicidad de instituciones creadas por vascos, la destacada actuación pública de numerosos miembros de esta colectividad -entre otros elementos- dan la pauta de que debe existir un patrimonio muy valioso que espera ser descubierto. Un ejemplo de existencias ocultas es la fotografía que acompaña esta nota, conservada digitalmente con gran calidad en el Archivo Histórico de Olavarría, una ciudad mediana de la provincia de Buenos Aires. Fotografía del Centro Pelotaris de Olavarría - ¿1906? - Colección Cirigliano, Archivo Histórico de Olavarría, Argentina. Esta foto es parte de un grupo de alrededor de 400 copias realizadas en esa institución, que corresponden a una porción de un corpus mucho mayor de imágenes tomadas a comienzos de siglo por varios fotógrafos (entre ellos, algunos vascos) y que conformaban la Colección Cirigliano. Ese conjunto de placas fotográficas en vidrio fue comprado por el gobierno italiano. ¿Habría entre esas placas más fotografías vinculadas a la colectividad vasca que se han perdido hasta que alguna gestión con las autoridades de ese país logre recuperarlas? La riqueza documental que debería existir sobre los vascos en Argentina no está reflejada en los pocos archivos existentes. Esto es así tanto en cuanto a inmigración, a historia de las instituciones, publicaciones o cualquier otro aspecto que se tenga en cuenta. Además, lo poco que queda no está clasificado o está en riesgo de desaparición. Ciertamente, la situación no es muy favorable. Resulta necesario crear mecanismos tendientes a documentar las existencias en todo el ámbito institucional, público y privado, de modo de proteger el patrimonio que aún se puede conservar. Lo perdido, perdido está. Pero es importante que no haya una nueva sudestada que se lleve lo que queda, como el baúl de La Baskonia.