177 Zenbakia 2002-07-26 / 2002-09-06

Gaiak

La travesía del Pirineo navarro

EZEIZABARRENA SAENZ, Xabier NUÑEZ, Alfonso

La travesía del Pirineo navarro La travesía del Pirineo navarro Xabier Ezeizabarrena & Alfonso Núñez Esta apasionante travesía puede culminarse con comodidad en ocho o nueve jornadas partiendo desde Hondarribi o Zuriza en cualquiera de ambos sentidos a través de la ruta GR 11. El sendero discurre alternando las medias laderas que circundan los valles, con algunas cumbres accesibles y zonas boscosas de gran interés. En verano, es fácil pernoctar al abrigo de las estrellas o de un pequeño fuego; durante el resto del año habrá que buscar cobijo en uno de los caseríos o bordas que pueblan este itinerario histórico y singular. Nuestro sendero nos lleva y nos trae de Este a Oeste del Pirineo navarro, desde la muga con Aragón o el Bearn hasta Hondarribia junto al ancho mar, sólo bajo un lento caminar. Tenemos amigas y amigos que viajan igual y algunos nos saludan al pasar. Otros caminan detrás y buscan con sus ojos en las crestas y collados huir de nuestras miserias, de nuestros desastres y demás. El resto nos espera valle abajo, atrapados pero contentos con el rugir de su palpitar. Y vamos desde Zuriza hasta Isaba, y casi sólo con nuestra inercia ya estamos en el Roncal. Luego seguimos despacio, para en los puentes frente al Eska contemplar el rugido de sus aguas ante los rápidos que van a arreciar. Caminamos en silencio y despacio, pero avanzamos sin cesar mientras contemplamos el horizonte de los valles navarros y sus gentes, a los pastores y a otros viajeros que en los riscos se deleitan al andar. Atrás quedaron algunas ampollas, la peña Ezkaurre y los míticos almadieros del Roncal. Desde Isaba hasta Otsagabia si andamos fuertes también podemos a pie llegar; sea por el bosque de alerces o por los pastos tras la ermita de Idoia cruzar, para luego seguir hasta el viejo pueblo, pues el hambre se siente llegar. De regreso al sendero nuestros pies nos guían hasta Muskilda, un lugar singular, allí están los recuerdos de las fiestas de Septiembre, la música, los amigos y elorgullo de Salazar; nos detenemos a observarlo todo desde Abodi con sus verdes pastos, sus rebaños y el gran Orhi al Norte de nuestro palpitar. Como estos montes frente a la nada, nuestro viaje sólo consume libertad, es silencioso como el mar y nos habla de leyendas y de mitos que en Irati nos contarán. Al pasar junto a Irabia sólo un par de subidas hay que salvar, antes de abrir nuestras vidas hacia el nuevo Norte del viento en el viejo fortín de Urkulu, surcado por quebrantahuesos, tormentas, y luz hoy poniente que con suerte nuestro camino mostrará hacia el mar. Luego nos dejamos llevar por la brisa hacia el Oeste y, casi sin fatiga notar, ya estamos junto a Roncesvalles, salvadas las errekas y aquellos bosques milenarios que Carlomagno no pudo superar. Queda de paso Orbaitzeta y su fábrica de armas, lecho bélico de carlistadas y fusiles forjados junto a las frías aguas. De Orreaga en la muga con Valcarlos y Burguete hasta Baztán, dos días más hemos de caminar, y a nuestro paso, paralelos, pero en los cielos abiertos, las cabriolas de las estrellas fugaces se pueden muy bien divisar, desde cualquier collado bien orientado y casi sin necesidad de tu marcha parar. Qué deciros de Elizondo, junto al río; o de Erratzu y sus "agotes", Amaiur o Arizkun más allá; y de los bosques baztandarras, sus caseríos tras de las mugas y de sus quesos y demás. Baztán linda con Iparralde y con la magia de la más pura vida rural. En este valle hay bosques vírgenes, laderas inexpugnables y verdes ácidos difíciles de declinar. Los caseríos se adornan con rojas piedras sacadas de las laderas de estas tierras, custodiadas por buitres en los altos de Gorramendi y, en primavera, las casas se adornan de colores y luz que contrastan con el verdor general. Estas tierras guardan leyendas y batallas del viejo reino navarro y de sus luchas con el Norte y con el Sur. También vivieron aquí algunos ancestros de San Francisco de Xabier, antes de viajar al Castillo junto a la muga aragonesa. Desde Arizkunhasta Erratzu sólo hay unas cuantas zancadas, prados, bosques y casi un mar de libertad. En Erratzu ya no hay "Agotes", pero su historia forma parte del valle y de la misma herencia rural. Desde algunos caseríos de esta ruta junto a la frontera con Iparralde, emularemos a los viejos contrabandistas y mugalaris, para viajar a pie hasta "el otro lado" y evitar las ya inexistentes aduanas comunitarias. En Aldudes, los caseríos también son blancos y rojos, casi como los rostros de sus gentes tras el almuerzo dominical. No hay que despreciar algún vino de Irulegi y si hay "jambon" de Baiona, bienvenido será. "On egin dizuela". En Baztán hay otros lugares casi tan encantados como sus gentes. Desde la aldea de Gorostapolo, junto a Erratzu, parte una estrecha pero sencilla senda que serpentea entre bosques centenarios. Al fondo, donde el bosque se cierra, las aguas brotan salvajes desde una surgencia rocosa. Aquí nace el Bidasoa o Baztán; ese río fronterizo para los vascos del continente y de la península que cambia de nombre, pero no de magia a la altura de la villa de Mugaire. En fin, que de Baztan hasta Bera nuestra dicha hemos de encontrar. Que los valles navarros tienen vidas paralelas, como sus gentes y los viajeros y el euskera que en sus gentes escucharás. Esta tierra que ha ido cambiando sin renunciar a su "verdad", sin perder el respeto a casi nada y sin llenar de llagas el espacio que la geografía nos concedió tiempo atrás. Y en ella buscamos las cosas nuevas, pero también hacemos muchos días lo que hacían nuestros aitas, que soñaban con nuevos espacios y horizontes a disfrutar; y senderos y bosques y verdes laderas y botas de monte con las que viajar libres, lentos, limpios y ávidos de amistad y paz. Y leemos en el horizonte nuestra llegada hasta el mar, bien sea desde Iparralde o desde el monte de San Marcial. La llegada para nosotros tampoco es nueva, pero importa el camino real. Pues unir los dos límites del Pirineo navarro en una larga semana de montes, cielosy libertad es de veras un pequeño viaje para no olvidar. Y así sentiremos nuestros pulmones y mentes trabajando hasta Hondarribi alcanzar, para luego gozar en los mapas de nuestra pequeña aventura nada más regresar. Y de vuelta a nuestras vidas sedentarias con las mentes repletas de nuevas ideas bañadas por el viento al caminar, mientras el aire se nos depura solo y las arterias se suavizan de los miedos y rutinas, que con el recuerdo se nos van. Más tarde vendrán nuestros hijos, visitantes y las gentes de más allá, y todos sin duda algún día buscarán su senda al caminar. Si todo va bien y hay suerte, incluso podremos seguir yendo a pie junto al Pirineo, hasta el gran Auñamendi culminar, para gritar a todos desde los altos cantando nuestra gran libertad. Nosotros los "mugalaris" siempre os podemos guiar. Laister arte. Xabier Ezeizabarrena & Alfonso Núñez, Mugalaris E mail: http:// Euskonews & Media 177.zbk (2002 / 7 26 / 9 6) Euskomedia: Euskal Kultur Informazio Zerbitzua Eusko Ikaskuntzaren Web Orria