153 Zenbakia 2002-02-01 / 2002-02-08

Gaiak

La valoración de la vegetación en la ordenación y gestión del medio natural

CADIÑANOS AGUIRRE, José Antonio MEAZA RODRÍGUEZ, Guillermo

La valoración de la vegetación en la ordenación y gestión del medio natural La valoración de la vegetación en la ordenación y gestión del medio natural Guillermo Meaza Rodríguez, José Antonio Cadiñanos Aguirre La vegetación, sin duda uno de los componentes esenciales del medio natural, constituye un excelente marcador ambiental, indicador de afecciones naturales o antrópicas que actúan sobre la estructura y dinámica del sistema natural. Actúa, pues, como fiable identificador de procesos, cambios, perturbaciones e impactos que alteran los paisajes y espacios geográficos en sí mismos, en su aprovechamiento humano o, incluso, en su ordenación y organización territorial. De ahí que en la ordenación y gestión del medio natural resulte imprescindible abordar una valoración rigurosa, coherente y práctica de la misma con fines, principalmente, conservacionistas. Desde esta perspectiva, tal evaluación constituye una herramienta fundamental para el conocimiento y la toma de decisiones respecto a la vegetación considerada como patrimonio natural y cultural (Cadiñanos y Meaza, 1998). La metodología valorativa que, al efecto, hemos diseñado y venimos aplicando (Meaza y Cadiñanos, 2000) descansa en dos conceptos diferenciados que constituyen, al tiempo, eslabones estrechamente ligados del sistema operativo: A. El interés de conservación, que se calibra en función de criterios de orden natural y cultural. En la selección de los mismos se ha tenido en cuenta no solamente su efectividad diagnóstica, sino también su aplicabilidad real en las escalas de trabajo más habituales. De ahí que se hayan desestimado criterios que, pese a su demostrado interés y eficacia valorativa, requieren gran nivel de detalle. Los de orden natural se fundamentan en parámetros fitocenóticos, territoriales y mesológicos que informan de los atributos intrínsecos de la flora y de la vegetación, de sus pautas corológicas y de su relación con el resto de los elementos del ecogeosistema. Los criterios fitocenóticosestiman caracteres intrínsecos de la flora y vegetación tales como la diversidad, representatividad, madurez y regenerabilidad espontánea. Los criterios territoriales son bifactoriales se aplican tanto a nivel de especie como de agrupación y consideran los atributos de rareza, endemismo, relictismo y carácter finícola de la flora y vegetación. A subrayar el hecho de que la práctica totalidad de los expertos les atribuye eficacia diagnóstica suficiente como para determinar, por sí solos, el nivel de protección requerido por un determinado taxon o agrupación vegetal. Los criterios mesológicos evalúan la contribución de la cubierta vegetal a la protección, equilibrio y estabilidad de la zoocenosis, el hábitat y el geo biotopo en el que radica. En su virtud, se proponen cinco parámetros, correspondientes a las funciones geomorfológica, climática, hidrológica, edáfica y faunística, todos ellos estrecha y complejamente relacionados. Por su parte, los criterios de carácter cultural tratan de cuantificar el valor etnobotánico, percepcional y didáctico de la vegetación. Han sido obviados o infrautilizados en la mayor parte de las propuestas valorativas debido, básicamente, al reduccionismo naturalístico de quienes opinan que lo cultural merece, como mucho, consideración facultativa y subsidiaria, y a unas dificultades de objetivación sin duda más serias que las que plantean los parámetros de carácter natural. Sin embargo, una propuesta de evaluación que se pretenda cabal no puede hacer caso omiso de dichos valores culturales, máxime cuando concitan una atención cada día mayor en la sensibilidad y políticas conservacionistas. El valor etnobotánico afecta a los aspectos etnoculturales (históricos, arqueológicos, religiosos, mitológicos, simbólicos, recreativos, medicinales, etc.) de las plantas y de la vegetación que, en su caso, pueden contribuir a hacerlas acreedoras de conservación. Cabría destacar, entre todos ellos, los de tipo más directamente etnográfico o ligados a "modosde vida" ancestrales, agroganaderas o preindustriales, configuradoras de paisajes vegetales peculiares. El valor percepcional atañe la relación perceptiva (escénica, estética, incluso vivencial) del hombre (como colectivo concreto, no abstracto) respecto a la vegetación. A pesar de su consustancial subjetividad, debe ser digno de consideración puesto que, día a día, crece la demanda de que se tenga en cuenta el sentir mayoritario de la población en cuestiones que, como la protección de la naturaleza, repercuten sobre el propio ciudadano. El valor didáctico trata de aquilatar el interés pedagógico de la vegetación en sus aspectos naturales y culturales y en la educación y concienciación ambiental de la población. Es preciso subrayar, finalmente, que el interés de conservación de una determinada agrupación vegetal que, lógicamente, es elevado cuando lo es también el sumatorio de las puntuaciones adjudicadas a los diversos elementos valorativos, puede serlo, igualmente, si un grupo de criterios, criterio o, incluso, subcriterio aislado obtiene alta puntuación. B. La prioridad de conservación, que constituye un concepto solidario del anterior en la definición y jeraquización de espacios protegidos, pero que está enfocado, específicamente, hacia la calibración de la perentoriedad de las actuaciones conservacionistas. La amenaza se convierte en el parámetro fundamental para evaluarla, puesto que su influencia sobre ciertas cualidades, como la madurez, rareza, función mesológica o valor etnobotánico, es esencial, sobre todo desde un punto de vista dinámico, diacrónico: no hay más que ver hasta qué punto se ha elaborado alrededor de este concepto, en sus diversas interpretaciones, un extenso y variado aparato metodológico, no resultando extraño que vocablos como "amenaza", "riesgo" o "peligro" sean de uso constante cuando se habla de protección de tal o cual elemento natural o cultural. El grado de amenaza que pesa sobre las unidades de vegetación concernidas en el procesoevaluativo se calibra en función de tres parámetros básicos: presión demográfica, accesibilidad transitabilidad y amenaza alternativa. El coeficiente de presión demográfica introduce la variable demográfica humana en el sistema valorativo. En su virtud, se priman o penalizan situaciones de alta o baja densidad de población, con mayor o menor peligro, respectivamente, de alteración de la vegetación. Ahora bien, es conveniente no limitarse a considerar exclusivamente la presión demográfica permanente la computada usualmente con fines estadísticos , sino también la temporal e, incluso, la ocasional. El coeficiente de accesibilidad/transitabilidad es un parámetro de atención inexcusable a la hora de establecer el nivel de amenaza al que se encuentra expuesta la vegetación, puesto que la presencia e impronta del hombre (y del ganado) está condicionada por la topografía del terreno, por la densidad, tamaño, estado de conservación y grado de penetración de la red viaria y por la estructura más o menos abierta del complejo vegetal; en su caso, también por las limitaciones impuestas por los propietarios, usufructuarios, gestores o administradores del terreno o por normativa legal dictada por la Administración (figuras de protección vigentes y efectivas, no sólo sobre el papel). Finalmente, el coeficiente de amenaza alternativa incluye otro tipo de riesgos que, eventualmente, puedan afectar a la unidad de vegetación objeto de evaluación de manera grave, real y coetánea al ejercicio valorativo o a muy corto plazo . Atañe a la presencia de elementos o actividades degradantes tales como catástrofes naturales o provocadas (inundaciones, fuegos...), daños palpables por lluvia ácida, vertidos tóxicos o contaminantes, eutrofización, plagas u otras causas de mortalidad excesiva, invasión o desplazamiento de la vegetación original por plantas xenófitas agresivas, desaparición de la vegetación a corto plazo por talas masivas, acondicionamiento para infraestructuras, construcciones, tendidoseléctricos, depósitos, dragados, actividades extractivas, etc. Esquemáticamente, nuestro método valorativo se refleja en el organigrama adjunto. BIBLIOGRAFÍA CITADA Cadiñanos, J.A. y Meaza, G. (1998): Bases para una biogeografía aplicada: criterios y sistemas de valoración de la vegetación. Ediciones Geoforma, Logroño. Meaza, G. y Cadiñanos, J.A. (2000): Valoración de la vegetación. En Meaza, G. (Ed.): Metodología y práctica de la Biogeografía. Ediciones del Serbal, Barcelona. Guillermo Meaza Rodríguez, José Antonio Cadiñanos Aguirre, Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología. Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea Fotografías: y www.nekanet.net Euskonews & Media 153.zbk (2002/2/1 8) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria