El patrimonio arquitectónico de Bergara: las casas de villa El patrimonio arquitectónico de Bergara: las casas de villa Jesús Ángel Gil Massa Bergara es una villa que destaca por su patrimonio arquitectónico; generalmente se valora adecuadamente la monumentalidad de sus iglesias parroquiales o de los numerosos palacios que la enriquecen, pero no suficientemente las casas de villa que no sólo constituyen la mayor parte de la superficie edificada, sino que dan carácter a sus calles. Desde que la villa fue poblada a partir de su fundación en 1268 la actividad constructiva más continuada correspondió al ámbito doméstico; madera, piedra, ladrillo, argamasa y otros materiales fueron empleados antes de la llegada del hormigón armado, el gresite y otros revestimientos para construir y reconstruir casas que evolucionaron al ritmo de la historia y se hicieron eco de los estilos artísticos dominantes, combinando unidad y variedad, repetición de modelos y sutiles variaciones hasta encontrar un tipo que, a pesar del transcurso del tiempo, sigue vivo. Recorrer las calles de Bergara nos acerca a todo ello. La villa conserva edificios de origen medieval, ejemplares renacentistas y buenas muestras de la edilicia doméstica de los siglos del barroco; y para Bergara se diseñó, ya al filo de 1800, uno de los primeros proyectos de vivienda moderna. Desde un principio se definió el esquema básico de la casa de villa. Encorsetada en los límites de la primitiva lotización, se definió como una casa de fachada estrecha que se desarrollaba en profundidad. La distribución interior varió poco con el paso de los siglos. Desde un principio la casa se adaptó a la función que debía cumplir; era lugar de trabajo y vivienda y debía atender a ambas necesidades: así en la planta baja se encontraban el zaguán y la tienda o taller a los que se accedía desde el zaguán y podía haber otras dependencias como almacén o caballerizas; la primera planta se dedicaba a vivienda y se dividía en dos grandes estancias,con sus correspondientes alcobas, en una de ellas se situaría la cocina; el desván bajo cubierta serviría como almacén y en él se podrían criar conejos u otros animales domésticos, accidentalmente podría situarse también algún dormitorio. Si las casas alcanzaban mayor altura se seguía el mismo esquema de distribución. Las escaleras, atendiendo a un principio de aprovechamiento de espacios, se situaban pegadas a uno de los muros medianiles y se desarrollaban en un sólo tiro; solamente en el caso de edificios de buena altura giraban al llegar a la fachada trasera. El espacio habitable se completaba con la presencia de corredores volados en la parte trasera, a partir del siglo XVI se situaban en ellos las letrinas. Dado que los límites de los solares pervivieron y aún perviven subrayados por los muros medianiles, el tipo de parcela se mantuvo determinando la distribución interior. Además el modelo resultaba útil, cómodo podríamos decir, pues se adaptaba a lo que se pedía de una casa, y mientras no comenzaron a cambiar las estructuras socio económicas que habían dado lugar a los primitivos lotes y consecuentemente al tipo de casa no comenzó a cambiar la distribución de las mismas. Durante la Baja Edad Media la construcción doméstica se realizaba fundamentalmente en madera; y no sólo la estructura interior de las casas, sino incluso los muros de cierre y los medianiles. El crecimiento demográfico motivó que las casas se extendieran sobre la huerta o patio posterior y que crecieran en altura; a menudo invadieron el espacio público por medio de saledizos, cada uno ligeramente más volado que el anterior, sobre la vía pública. En 1505 se redactaron unas ordenanzas contra el fuego en las que, además de la construcción de un muro cortafuegos, se planteaba la necesidad de que las casas fueran más bajas, a no ser que se construyeran en piedra. Pocos años después se redactaron unas ordenanzas de construcción, imponiendo que las nuevas construcciones se realizaran plenamente enmateriales ignífugos: piedra, ladrillo, argamasa etc., pues las casas de madera suponían un grave peligro de incendio. Esto no quiere decir que con anterioridad no existieran obras de cal y canto. Las propias ordenanzas lo confirman y todavía podemos encontrar en las calles de Bergara restos de aquellas construcciones. En Masterreka y Zubieta se conservan varios muros medianiles en piedra, con gruesos espolones salientes, testigos de los antiguos voladizos, en Goenkalea 2 se conserva un acceso en arco conopial y en la casa número 32 de Bidekurutzeta se encuentran una serie de mensulas pétreas figuradas de carácter tardomedieval; muy cerca se encuentra la casa Etxeluzea (en la confluencia de las calles San Pedro y Bidekurutzeta), cuya raigambre medieval se evidencia en el grosor de sus muros y en la serie de canes que en su día soportaron corredores volados. Junto a estos vestigios Bergara conserva dos ejemplos sobresalientes. La casa de Zubieta 38 presenta una fachada íntegramente realizada en sillarejo que puede fecharse en el siglo XV. La distribución de huecos obedece a intervenciones posteriores, pero aún se puede valorar su prestancia y su origen medieval. La portada es el elemento más significativo, aparece ladeada, de acuerdo al modelo de casa gótico y se realiza en arco apuntado de fuertes dovelas. La casa conserva además dos hileras de canes que sirvieron para sujetar corredores de madera y una tímida cornisa de remate. El otro edificio se encuentra en Goenkalea una calle en la que el tiempo parece detenido señalado con el número 3. Sus balconadas de madera hacen que la casa pueda encuadrarse fácilmente en el ámbito de la arquitectura popular, pero en la planta baja se muestra su pasado esplendor. El paramento hasta el primer piso es muy alto, realizado en buena sillería, y remata en una serie de fortísimos canes de perfil gótico que mantienen una cornisa pétrea tallada en una serie de tres cuartos de bocel, el voladizo que soportaba ha desaparecido y enla actualidad sirve como repisa de balcón. La transposición de los tornapuntas de madera a canes de piedra es frecuente en la Italia del siglo XV, pero excepcional en nuestra zona, donde sólo se empleó en obras de calidad en las que se pretendió unir solidez y elegancia, como ocurre en este caso. A partir de la promulgación de las ordenanzas de edificación la construcción en piedra se convirtió en una actividad continuada en la villa; ahora bien, el sentido de la economía propio del Antiguo Régimen llevó a que en numerosas ocasiones las intervenciones fueran parciales, es decir, que muchos elementos de las casas anteriores fueran sustituidos sin derribar el edificio, así sobre la estructura anterior se construyeron fachadas, muros medianiles, etc., a veces en distintas etapas hasta que la casa estuviera totalmente enfundada en piedra. Durante los dos primeros tercios del siglo XVI, y por lo que respecta a las fachadas nuevamente construidas, el rasgo más significativo es la utilización del arco de medio punto en las portadas, que destacan en fachadas construidas en un solo plano, sin los saledizos anteriores. En ocasiones el arco presenta, como seña distintiva, una pequeña moldura excavada en nacela en la arista exterior del intradós y las jambas, detalle que también aparece en obras de arquitectura palacial, como el palacio de Ozaeta o la casa torre de Arrese. Muy frecuentemente la obra de cantería ocupaba solamente la primera altura, empleándose materiales menos costosos para las superiores. Un tipo de casa que debió ser frecuente presentaba un entresuelo sobre el zaguán, de modo que la fachada presentaba dos ventanas una sobre otra, tal como nos ilustra un apunte realizado por el maestro cantero Pedro de Altuna en 1544 para la construcción de casas en Bidekurutzeta. Bergara conserva algunos ejemplos de este tipo de casas que podemos fechar a mediados del siglo XVI. En San Pedro 20 se halla un buen ejemplo de arquitectura doméstica del renacimiento; a pesar de lasmodificaciones sufridas podemos admirar el hermoso arco de medio punto de la portada e intuir la existencia de dos ventanas, una sobre otra que recuerdan el esquema diseñado por Pedro de Altuna. En Arruriaga 10 se halla otro ejemplar destacado de casa de villa del siglo XVI; el arco de medio punto de la portada no presenta decoración, al lado dos ventanas sobrepuestas de distinto tamaño, una para iluminar el zaguán y otra el entresuelo. La casa de Barrenkalea 3 presenta dos vanos, de acuerdo con la lotización gótica, uno de los cuales se presenta en arco de medio punto con la arista excavada en nacela. Casa renacentista en Artekalea 15. Destaca la casa de Artekalea 15, un ejemplar excepcional de arquitectura doméstica cuya calidad supera el ámbito comarcal o regional y que podemos considerar una de las muestras más importantes del patrimonio arquitectónico bergarés. No presenta novedad en cuanto a su organización; se adapta a un solar estrecho y como otras de su época se abre a la calle por dos vanos, una portada arqueada y una ventana adintelada, pero supera a todas por la especial riqueza decorativa que ostenta. El arco de la portada se enmarca en dobles pilastras toscanas que alcanzan hasta la línea de impostas; a partir de allí se sucede un segundo orden, jónico, que llega hasta el entablamento y que forma con la cornisa que corona el conjunto una especie de alfiz. Las grandes dovelas son cajeadas y se decoran con abstracciones de lejana raíz vegetal. La ventana se enmarca por finísimas columnillas con capitel jónico y se corona por un medallón con la representación de un querubín entre elementos vegetales rampantes. No es frecuente encontrar ejemplares de casa de villa de tal calidad y valor artístico. Nos encontramos ante un caso que se sale de lo habitual y que no admite comparación con otras obras coetáneas del entorno; sus fuentes de inspiración se deben buscar en el exterior, en algunos de los grandes centros de creación de la península, quizá en Burgos. Lautilización de un lenguaje culto tan refinado nos habla de un verdadero arquitecto, posiblemente alguno de los que en esos momentos (1540 1550) trabajaban en las obras de la iglesia parroquial de San Pedro, y de un promotor culto que manifestaba en una empresa arquitectónica ciertamente modesta si la comparamos con los palacios que por las mismas fechas se edificaban en la villa su buen gusto. El último tercio del siglo XVI y los primeros años del siguiente no han dejado en la villa edificaciones relevantes en este terreno. La actividad constructiva siguió siendo importante, pero en obras parciales. El rasgo más característico es el abandono del arco de medio punto, posiblemente debido tanto a razones económicas como a la extensión del nuevo gusto escurialense, y el que en las fachadas se generalice la utilización de una cornisa clasicista rematando la planta baja. Durante el siglo XVII se crea lo que no dudamos en calificar como casa de villa "típica" de Bergara en el sentido que crea un "tipo" que se repite como modelo en tiempos posteriores. El fenómeno no es privativo de Bergara, y, por extensión, podemos decir que en el siglo XVII se crea el tipo de casa urbana que en la actualidad caracteriza las villas vascas. Se trata de casas de tres plantas y desván, que en ocasiones se manifiesta en la fachada a modo de ático. La fachada se construye en sillería, a veces de muy cuidada talla, siguiendo un rígido esquema de líneas verticales y horizontales entre las que se busca el equilibrio. La fachada, siguiendo los dictados de la arquitectura postescurialense, se despoja de todo lo accesorio, de modo que los elementos decorativos se resumen en simples fajas de placa lisa que separan los pisos o enmarcan los vanos, a veces rematando en orejetas. En ocasiones se mantiene sobre la primera planta un remate en cornisa que actúa como soporte de un balcón corrido a la altura del primer piso, los superiores presentan ventanas rasgadas con antepechos de madera o forja. En origenestas fachadas se remataban por aleros tallados. Del mismo modo que la distribución interior permaneció durante siglos, este diseño de fachada, propio del barroco desornamentado mostró una gran pervivencia. Su severidad y su tendencia a la uniformidad se adaptaba a la perfección al ideal de discreción de la burguesía, por lo que fue digamos adoptado, por todos los grupos sociales y, con una mayor o menor riqueza de materiales, con una mejor o peor ejecución técnica, repetido hasta convertirse en el modelo casa popular urbana. Se conservan varios ejemplares en buenas condiciones distribuidos por toda la geografía de la villa. Varios de ellos se encuentran perfectamente documentados y muestran el triunfo de este tipo en los años centrales del siglo XVII, época en la que se produce una verdadera fiebre constructiva. La casa de Masterreka 17, edificada entre 1641 y 1649, es una obra en la que intervino el maestro cantero Juan de Miranda. Se aprecian diferencias entre la primera planta, cuyos vanos se enmarcan en molduras excavadas, y la segunda, ya con placas lisas, lo que muestra que la obra no se llevó a cabo según un proyecto preestablecido. Conserva un magnífico alero tallado. Encontramos otro buen ejemplo de casa barroca del mediados del siglo en Artekalea 10. Fue edificada a partir de 1648 por Pedro de Olaechea, uno de los más importantes constructores de casas de la villa, siguiendo un plan unitario. Presenta tres plantas con dos órdenes de vanos íntegramente realizados en sillería con una unidad de estilo total. En Bidekurutzeta 26 y 28 se encuentran dos edificios construidos por el mismo maestro cantero entre 1655 y 1660. Se edificaron en piedra sillar con platabandas ritmando los muros y fajas de placa lisa recercando los vanos. Ambas presentan cornisas de remate de las plantas bajas y hermosos balcones corridos en el primer piso. En altura se desarrollan en planta baja, dos pisos y ático, de modo que emparejaran con la casa vecina, lo que muestra el interésurbanístico de estas construcciones. Pero Bergara aún conserva otros ejemplos señeros. La casa de Bidekurutzeta 36, llamada de Olaeta, es uno de los más interesantes, casi una réplica de los ya vistos de la misma calle. En San Pedro 5 hay otro buen ejemplar, algo más sencillo de ejecución. Lo mismo ocurre con las casas de Barrenkalea 11 y 25, esta última ampliada en el siglo XVIII siguiendo el mismo esquema. Otros edificios que siguen el modelo, más o menos popularizado, se reparten por toda la villa; entre ellos podemos destacar los de Arruriaga 11, Masterreka 18 y 22, Bidekurutzeta 42 y muchas otras. El cambio fundamental y el nacimiento de la moderna arquitectura doméstica llegó de la mano de Alejo de Miranda, un arquitecto que se se hizo eco de las tendencias ilustradas en cuanto a salubridad y comodidad de las casas. En 1797 realizó un proyecto para la reforma de la casa llamada de Ozaeta en Bidekurutzeta (actualmente nº 24) que, aunque no llegó a realizarse en su momento, tuvo gran trascendencia en las casas de villa, pues muchas adoptaron en sus reformas algunas de las novedades planteadas. En esencia Alejo de Miranda tendió a una regularización de fachadas y de espacios interiores, eliminando ángulos agudos en las habitaciones, y, sobre todo, procedió a una redistribución de los mismos fragmentándolos en salas, dormitorios, gabinetes, etc. A la vez eliminó la escalera de un solo tiro adosada al medianil y la sustituyó por una escalera de dos tramos en el centro del edificio, donde planteó la necesidad de un patio interior que diera luz y ventilación a las distintas estancias, eliminando de este modo las oscuras alcobas de épocas anteriores. A partir de 1800 y hasta épocas recientes, la arquitectura doméstica se rigió por dos principios: el esquema de fachada creado a mediados del siglo XVII, con su sencillez de líneas, su equilibrio entre vanos y macizos, su regularidad en la composición, a veces modificado por la presencia de elementos decorativos aplicados,y la racionalidad de la distribución interior derivada del proyecto de Alejo de Miranda. Euskonews & Media 121.zbk (2001 / 5 / 4 11) Eusko Ikaskuntzaren Web Orria
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