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El camino de los valores éticos

José María Setién Alberro Teólogo y Jurista

Me interesa el campo del conocimiento y estudio de los valores éticos. También el de su aplicación al mundo de los comportamientos, ya que la Ética, por su misma naturaleza, ha de estar referida a la praxis.

Del mundo en el que vivimos se afirma que arrastra consigo un profundo vacío ético y con él una grave crisis de humanidad. La crisis económica que padecemos se dice que es, en sus raíces más profundas, el resultado de la falta de valores éticos. Pero no es ese el único campo en el que la crisis se deja sentir. Afecta, por el contrario, a la totalidad de la convivencia socio-política, con la pérdida consiguiente de la consistencia del ser humano, que acaba por hacer de la vida humana algo “trivial”, carente de valor.

Con la mirada puesta en el 2020, la humanidad ha de plantearse la necesidad de superar la debilidad proveniente de una liberación “adolescente”, entendida como eliminación de toda dependencia o responsabilidad ética, respecto de uno mismo y de los demás. Las personas han de descubrir en sí mismas y en la solidaridad, los valores éticos que las liberan del vacío existencial producido por los egoísmos individualistas o de grupo. Afirmada su libertad como exigencia radical inherente a su realización, la persona libre ha de asumir desde su libertad, la afirmación del valor de los demás, que dé consistencia al valor personal propio de uno mismo.

Desde esta perspectiva del valor inalienable de la persona humana, la reflexión ética ha de acompañar al caminar de los científicos, a fin de que su progreso adquiera una plena dimensión humana. Más allá de los “éxitos” alcanzados por la eficacia de la técnica y de la investigación. La fidelidad a los valores éticos ha de posibilitar la realización unitaria de la “totalidad” del ser humano, frente a la fuerza disgregadora de las “especialidades” guiadas por la eficacia y la utilidad de lo “particular”. Ante planteamientos de esta naturaleza, la idea de una Universidad entendida como la auténtica universitas studiorum, puede ofrecer pistas más realistas a la humanización del progreso, de lo que pudieran sugerir añoranzas idealistas de tiempos ya pasados.

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