La plaga tertuliana en el orbe radiofónico La plaga tertuliana en el orbe radiofónico José Ramón Díez Unzueta Un poderoso virus recorre los micrófonos de las radiodifusión española desde hace un lustro. Toda emisora de radio que se precie tiene en su parrilla de programación un espacio, de mayor o menor duración dedicado al noble afán de la tertulia. Tertulias por doquier. De tono rosa, de enjundia deportiva, de tronante comentario de actualidad. Los tertulianos, contertulios o como quiera llamarse a esta subespecie periodística copan minutos de radio, en un desesperado intento de ocupar un lugar en el escaparate radiofónico. Por cierto, golosamente pagados. El intercambio de ideas, la libre confrontación de opiniones, la plural perspectiva de las visiones sobre la actualidad es ,en principio, un elemento enriquecedor de la comunicación en el medio radio. La palabra sonora traslada a la radio, lo que es habitual en los círculos personales de los individuos. A través de la palabra, día a día, el ser humano se siente persona en su respectivo círculo social. Este elemental proceso básico de comunicación entre los seres humanos sufre notables distorsiones y perversiones cuando la tertulia y sus protagonistas se encierran en un estudio de radio, ante la fría presencia de los micrófonos. Define el diccionario de la RAE, el término tertulia como " conjunto de personas que se reúnen habitualmente para conversar y recrearse ". Las tertulias en la radio española han devenido en foros de ataques indiscriminados, altavoces de estrategias políticas y gallineros de gritos que ni comunican, ni divierten. En el panorama sociológico de principios de siglo, las tertulias eran círculos habituales de intelectuales, artistas y gente del saber, que en los cafés hacían de la palabra bien dicha, aguda, y crítica un instrumento primordial para la relación humana. La discusión de ideas y principios, la acerada disección de los comportamientos políticos, la irónica visión de la realidad socialen cualquiera de sus parámetros eran marcos en los que las tertulias adquirían legitimación, significación y valor cultural. Más allá de las tertulias de rebotica, con los poderes fácticos en torno a una mesa camilla el cura, el secretario y el boticario ( el poder ideológico, el burocrático y el científico ) que caracterizaban la España rural, las tertulias urbanas reunían a las mentes pensantes con un corifeo de seguidores. En definitva, eran modalidades contemporáneas del clásico esquema del ágora clásico, donde la " cosa pública " se trataba, se hablaba, se discutía a los cuatro vientos. El intercambio de opiniones, de apreciaciones, de informaciones entre los seres humanos es elemento diferenciador de los seres humanos frente al resto de la Naturaleza. Es privilegio del animal pensante y es comportamiento exclusivo del mismo. Curiosamente, su desarrollo en el medio radio se ha pervertido de tal modo, que dificilmente puede apreciarse relación de identidad entre lo que ocurre en las tertulias radiofónicas y lo que se entiende como tertulia. Fijemos en primer lugar, lo que entendemos como tertulia. Es una reunión de personas plurales que expresan libremente sus opiniones, creencias, posicionamientos mentales sobre lo divino y lo humano. Esta primera circunstancia queda subvertida cuando la tertulia se hace desde la radio. La amplitud, la dimensión del auditorio,el universo de los oyentes modifica el comportamiento de los protagonistas, los modos de interlocución, los ritmos comunicacionales. La pausa, el equilibrio, la variedad de la tertulia tradicional se convierten en teatralizaciones, hiperbolizaciones y desmesuras varias. Los contertulios de la radio se saben oídos, seguidos por miles de ciudadanos y no pueden desaprovechar el universo de oyentes para " vender " sus productos. Esta mercantilización de los modos de la tertulia quiebra la naturaleza misma del intercambio de opiniones para la conformación del juicio . Cada tertuliano quiere asentar sus principios,sin atender al legítimo y enriquecedor cambio de ideas. Se trata de vencer al otro por cualquier modo dialéctico o retórico. La pugna entre los participantes borra las características de la tertulia, convirtiendo a ésta en un campo de ruidos y distorsiones. De esta forma, se desvirtua el valor enriquecedor de este medio comunicativo y aleja a los receptores de tales inventos, quedándosecon el ruido y perdiendo las nueces. Los participantes en las tertulias radiofónicas al uso se comportan como hombres orquesta. Saben de todo, opinan y sientan cátedra sobre temas diversos y variados. Lo mismo critican la legislación sobre el genoma humano que dan opinión sobre la construcción de un canal marino entre la Isla de Madagascar y el continente africano. Este comportamiento termina siendo superficial y folklórico, con lo que el contenido de las tertulias se desvirtua y entra en el campo de los tópicos estériles y repetitivos. Ello conlleva una pérdida de nivel informativo y consecuentemente formativo. La polarización de las posturas de los tertulianos, los modos agresivos en la exposición de las posturas, las identificaciones excluyentes de los conversadores van desgantando el valor inicial de la tertulia en las radios. Los oyentes terminan percibiendo las tertulias como gallineros, salas de combate o estercoleros de opinión. Flaco favor al asentamiento de modos democráticos en una sociedad penetrada por los medios de comunicación. Urge una rectificación de los planteamientos básicos de las tertulias. Se necesita una recuperación de los principios rectores de las tertulias para reconvertirlas en instrumentos de opinión, formación y enriquecimiento de la sociedad democrática. El falso sentido del espectáculo gritón que impregna la mayoría de las tertulias en la radio de hoy tiene que ser eliminado para hacer del intercambio personal elemento de construcción de una sociedad más sana, más participativa, más humana. No se trata de domar los modos de las tertulias. Se trata de buscarla eficacia comunicativa, atrayendo a los oyentes al círculo conversacional, más allá del circo dialéctico y descalificador habitual en las tertulias radiofónicas. La legitimidad de las opiniones diversas y plurales, la habilidad retórica de los tertulianos, el bagaje cultural e informativo de los protagonistas son elementos básicos para construir una tertulia eficaz, enriquecedora y democrática. Quizá este planteamiento no atraiga masas de oyentes deseosos de devorar la comunicación basura al uso, pero tengo la seguridad de que servirá para clarificar los pensamientos, enriquecer los juicios y construir criterios más plurales, estructurados y democráticos. José Ramón Díez Unzueta, Director de Radio Vitoria
Webgune honek cookieak erabiltzen ditu, propioak zein hirugarrenenak. Hautatu nabigatzeko nahiago duzun cookie aukera. Guztiz desaktibatzea ere hauta dezakezu. Cookie batzuk blokeatu nahi badituzu, egin klik "konfigurazioa" aukeran. "Onartzen dut" botoia sakatuz gero, aipatutako cookieak eta gure cookie politika onartzen duzula adierazten ari zara. Sakatu Irakurri gehiago lotura informazio gehiago lortzeko.