766 Zenbakia 2021-11-23 / 2021-12-23

KOSMOpolita

La comunidad vasca de San Francisco: Los orígenes (1849-1949) (I/II)

SAN SEBASTIÁN, Koldo

El 24 de enero de 1848, James W. Marshall, un carpintero que construía una serrería para John Sutter en Coloma, California, encontró una pepita de oro en el rio Americano. Tal hallazgo dio lugar a lo que el historiador Thedore H. Hittel describió como “el mayor movimiento de gentes desde el tiempo de las cruzadas”[1]. Fue el llamado el gold rush (la avalancha de oro, traducida al castellano como fiebre del oro). En agosto de aquel año, un bergantín chileno llegó a Valparaíso con noticias del descubrimiento y de la locura desatada por el mismo que se extendieron por Sudamérica y, casi de inmediato, comenzaron a salir gentes con deseo hacerse ricos lo antes posible. La fiebre alcanzó Europa: comenzó entonces una emigración impresionante. La ciudad se convirtió en la referencia de aquel movimiento y, de alguna forma, en la capital de California.

Según Hittel, “los franceses son sin duda demasiados: casi una quinta parte de la ciudad de San Francisco a finales de 1851. Además, forman un grupo aparte, poco dispuesto a aprender inglés y al que los americanos, en plan de burla, llaman los ‘keskidiz’”[2].

Según el San Francisco Chronicle, en 1885, residían en California unos 1.250 vascos -una década más tarde, rondaban los 5.000 a decir del San Francisco Call- concentrados en su mayoría en San Francisco (y alrededores) y en Los Ángeles. En aquellos días, había un grupo de vascos que ya destacaban en la sociedad californiana. En San Francisco, lo hacían el músico Santiago Arrillaga, los hermanos Altube, Juan Miguel Aguirre y sus tres hijos Ramón, Martín y Pedro, José Aurrecoechea, J. Goldaracena, los hermanos Mendia, Jean Garat, T. Eizaga, M. Arburua o M.J. Astiz. En Los Ángeles y alrededores, en aquellos días, destacaban Domingo Amestoy, Gaston Oxarart, Domingo Bastanchury, Ulpiano Yndart o José María Andonegui. [3]

Según Amaury Mars, entre 1848 y 1849 la población vasca de San Francisco unos 30 individuos que, en su mayoría, trabajaban en las minas.[4] Decroos, basándose en los City Directories de los años 1860-1900, fija en 134 en número de vascos que, en su mayoría, son trabajadores manuales.[5]  Es cierto, en los Directorios solo aparece una parte. El terremoto tuvo incidencia en la población vasca de la ciudad que no comenzó a recuperarse hasta la década de los 1920. En este periodo, aumenta de forma sustancial el número de marinos mercantes.

La ciudad fue durante años la sede de los Consulados General de Francia y España, del Hospital Francés (que tenía extraterritorialidad: es decir, los niños nacidos allí eran como si lo hubiesen hecho en territorio francés). A esto se unen las dos parroquias: Notre Dame des Victoires y Nuestra Señora de Guadalupe a las que estaban vinculados los vascos de ambas vertientes pirenaicas. Asimismo, San Francisco era sede de diferentes sociedades franceses (Ligue Henry IV, Cercle Français, Société Française de Bienfansance Mutuelle, Les Anciens Combatants de la Grande Guerre) y españolas (Spanish Mutual Benevolent Society, Casa de España, Acción Demócrata Española, Sociedades Hispanas Confederadas). Esto hacía que los vascos de California y de otros estados cercanos tuviesen que viajar a San Francisco para realizar sus gestiones.[6]

Maria Lavayen.

Los primeros

A finales de 1893, se reunieron en el hotel de Ángel Aramburu un grupo de vascos para homenajear a los compatriotas que había llegado a la ciudad en los días de la “fiebre del oro”. Eran los supervivientes de quienes habían embarcado en Montevideo en el buque francés Bon Pére que arribó a San Francisco el 26 de septiembre de 1849. En el banquete estuvieron presentes Juan Miguel Aguirre y su esposa María Lavayen, Jean Latsaga, Juan Garat, Juan Dickou o Florencio Eizaga. Además, asistieron Gracian Salaberry, Bautista Sehabiague, Angel Aramburu, Iriberry, Antonio Carricaburu, Pedro Arozteguy, Juan Arce, Lorenzo Lazcano, Ramón Aguirre, Magdalena Aramburu (que preparó la cena), Josefa Yparraguirre y María Yparraguirre (California´ko Eskual Herria, 1893-X-7/2).

En el momento del homenaje, los llegados en el Bon Pére rondaban los ochenta años. La excepción la constituía Florencio Eizaga que había llegado a California con 19 años. En aquel viaje, y en el homenaje, se juntaron vascos de ambas vertientes de los Pirineos, señalando una tendencia casi endogámica en el arranque y desarrollo de la comunidad vasca de California. ¿Qué sabemos de los pasajeros del Bon Père? De Jean Latsaga, que había nacido en 1810. En 1860, era ganadero en Emory, condado de Stanislaus. Falleció en Colma San Mateo el 7 de diciembre de 1895.

Jean Baptiste Garat.

Para 1870, Jean Baptiste “Juan” Garat, nacido en 1816, se dedicó a la ganadería. Para 1852, ya tenía su propia marca (Brand), YP[7].  En 1870, era un próspero ranchero del valle de San Joaquín que contaba con residencia propia en San Francisco (US Federal Census, 1870). Según señalan Douglass y Bilbao, “en el verano de 1871 la familia Garat atravesó la Alta Sierra por Bridgeport con mil cabezas de ganado y se internó en Nevada. (…) Aproximadamente tres años después de haber abandonado California los Garat compraban terrenos en Tuscarora, bifurcación del río Owyhee en el condado del Elko y así empezó en que llegaría a conocerse   como el rancho YP”[8].

Florencio Eizaga, nacido en Bilbao el 24 de febrero de 1830, sí trató de probar suerte como buscador de oro. No tuvo éxito y se instaló en San Francisco, En 1869, tenía una carta en la oficina de correos de la ciudad. Durante más de treinta años, estuvo empleado como portero (janitor). En 1897 tenía su domicilio en el 239 de Kearny Street.

Juan Miguel Aguirre.

Aguirre, el patriarca

Cuando falleció Juan Miguel Aguirre la prensa de San Francisco destacó de su biografía que fue el primero que comercializó agua en la ciudad, el primero que construyó un frontón y “el patriarca y agente de los vascos” (San Francisco Call, 2, Sept, 1897)[9]

Aguirre había nacido en Etxalar, Nafarroa, el 20 de febrero de 1813. Durante la Primera Guerra Carlista, sirvió a las órdenes del general Zumalacarregui. En 1845, emigró a Montevideo. Allí trabajó en la industria de los cueros y el sebo. También se casó en Uruguay con María Lavayen (nacida en Areso, Nafarroa, en 1816) y, con ella, viajó a Estados Unidos.

Aguirre no se dedicó a buscar oro, comenzando un pequeño negocio de venta ambulante de agua (el primero de la ciudad). Utilizaba una mula con dos grandes bidones.  Aquello le reportaba entre 20 y 30 dólares diarios. Poco después, vendió el negocio a otro vasco, Miguel Jauregui, que comenzó a utilizar carros para el transporte del líquido.

Construyó el primer frontón de la ciudad de San Francisco, localizado en lo que luego se convirtió en Post Street, entre Kearny y la avenida Grant. Ahí se jugaron grandes partidos (y mucho dinero). (San Francisco Call, 2, Sept, 1897). En 1866, estableció el primer hotel vasco de San Francisco en el 1312 Powell Street.

Pedro Altube.

Los Altube

Según la tradición el primer vasco llegado en busca de oro fue Pedro Altube “Palo Alto”, a quien se ha bautizado como “el padre de los vascos del Oeste”. Había nacido en Oñate, Gipuzkoa, en abril de 1825 y, como tantos otros paisanos, emigró a la Argentina al igual que dos de sus hermanos.  Al llegar las primeras noticias del gold rush, cruzó los Andes y embarcó en Valparaíso rumbo a San Francisco. En 1850, llamó a su hermano Bernardo que se encontraba en Argentina para que se reuniese con él en California, llegando éste en 1851, y los Altube establecieron una lechería y una carnicería en San Mateo en sociedad con Jean-Baptiste Arrambide y Bernard Ohaco que habían viajado desde Argentina con Bernardo. En realidad, aquel trabajo era el mismo que realizaban en los tambos de Buenos Aires. El de lechero (tambero) fue uno de los oficios tradicionales de los vascos en Argentina y Uruguay.

Más tarde, en 1860, Pedro se asoció con dos vascos, Antonio Harispuru y Bernardo Ypar en un negocio ganadero de mayor escala. En 1873, se instaló en Nevada, donde fundó el Spanish Ranch. A finales de 1880, la prensa se hacía eco de la venta de miles de cabezas de ganado engordado a Miller & Lux. El rebaño procedía de Independence Valley, condado de Elko, donde Pedro Altube tenía sus pastos. Fue llevado a Iron Point, en Humboldt, y, desde allí, en ferrocarril a la bahía de San Francisco (Reno Evening Gazette, 1880-11-27).

En septiembre de 1902, el congresista Pence, de Colorado, y Mr. Bell, representante de la Cuhady Packing Co. se presentaron en el Spanish Ranch para negociar con los hermanos Altube la compra de todas sus propiedades en el estado de Nevada. Asimismo, querían hacerse con los ranchos de los hermanos Garat (Daily Nevada State Journal. 1902-09-04).

Pedro casó con Marie Ihitzague, en San Francisco, en 1853, y tuvieron siete hijas. Aunque no pudo leer ni escribir en inglés, contrató a un profesor para leerle libros de temas de historia, literatura y ciencia. Marcha de Nevada y construye una mansión en San Francisco para la jubilación. Aquel año, la mayor parte de sus empleados ya eran vascos: vizcaínos, altonavarros y bajonavarros. Falleció a los 80 años en San Francisco, donde se había retirado, el 8 de agosto de 1905.

Al liquidar el negocio, Bernardo abandonó Nevada y regresó a California. El hijo, Jules J. Altube, nacido el 29-6-1886, vivió con su padre en California y cuidó los asuntos e intereses de su padre. Se casó en 1896 con su prima Amelia, hija de Pedro. No se tiene noticia de que Bernardo volviera a Euskal Herria tras emigrar a la Argentina, aunque escribiera a menudo y mandara fotografías a su familia exiliada en Baiona durante la II Guerra Carlista. En San Francisco construyeron la casa familiar Altube, que ocupó la mitad de una manzana entera. Bernardo falleció en Berkeley (California) en 1916. Cuando se disolvió el Spanish Ranch en 1907, éste incluía 20.000 vacas, otras 20.000 ovejas, 2.000 caballos, y 162.000 hectáreas de tierras (400.000 acres). Tuvo seis hijos con su esposa Marie Recarte, natural de Iparralde, cinco de los cuales fallecieron: Gracieuse 1860, Emilie 1861, gemelos Lucretia y Joaquín 1868, Jules (¿), y Felix[10]

Los vizcaínos

Douglass y Bilbao cuentan que, “entre los ‘veteranos’ de Boise se decía que el primer vasco en llegar al Oeste americano en 1849 fue un nativo de Ea (Bizkaia), capitán de la marina mercante chilena, casado con una chilena y que en su barco trajo a otros dos vascos, uno de nombre Sendo y otro Natxitu, llamado así por ser nativo de Natxitua, pueblecito vizcaíno no lejos de Ea. Según otro relato de Boise, los dos primeros vascos, Pedro Altube y Segundo Ugarriza (conocido como “Sendo”), llegaron a San Francisco en 1850. Trabajaban como marinos en un barco ballenero”[11]. No parece que este fuese el caso de Altube. Eran muchos los marinos originarios de la costa de Bizkaia enrolados en todo tipo de buques que navegaban por el Océano Pacífico. Conocemos los nombres de algunos de aquellos marinos que decidieron desembarcar para probar suerte como mineros o dedicarse a otros menesteres. Este es el caso de Francisco Aurrecoechea[12] que se convirtió en ganadero en Livermore y fue uno de los organizadores (y juez) de unos de los primeros rodeos de la historia en este lugar. En 1918, Livermore se convirtió en la sede de uno de los rodeos más más famosos de Oeste. Durante años el manager del mismo fue el sobrino de Francisco, José Ramón Aurrecoechea Learreta. Hermano de Francisco y padre de José Ramón era José. Había llegado desde Cuba en 1858 y, en 1890, era propietario del rancho Las Rositas en Livermore. Se casó en primeras nupcias con Caroline Garat. Con esta tuvo un hijo, Luis (Louis O. Dunn). Al enviudar contrajo matrimonio en Alameda con otra vasca, Marcelina Learreta. Con ella tuvo a José Ramón.

Los que destacaron

Arrillaga.

Santiago Arrillaga Ansola nació en la Villa de Tolosa, Gipuzkoa, el 25 de julio de 1847. Estaba emparentado con los Elósegui, fabricantes de boinas. Los primeros estudios musicales los realizó con el organista de la parroquia, Cándido Aguayo, y con Antonio Buenechea, director de la Academia Municipal de Música. Al darse cuenta de sus dotes naturales para la música, sus padres lo enviaron al Conservatorio Superior de Música de Madrid. Allí tuvo como profesor de contrapunto al compositor navarro Hilarión Eslava, con quien mantuvo una excelente relación. También fueron sus profesores el tolosarra Manuel Mendizabal (piano) y Rafael Hernando (armonía). Terminados sus estudios en Madrid, en 1867, se trasladó a París para seguir su formación en el Conservatorio, recibiendo clases particulares de los profesores Marmontel y Bazin (que seguían la tradición de Chopin).  Cuando finalizó sus estudios, se dedicó a viajar por Sudamérica y el Caribe dando conciertos y conociendo los gustos musicales de los diferentes lugares que visitaba. Vivió durante casi cinco años en Costa Rica, pero el clima estaba afectando a su salud, así que, en 1875, se trasladó a San Francisco. Llamó la atención su calidad (estaba considerado como un virtuoso) y fue contratado para acompañar en su gira por Estados Unidos a la cantante lírica Carlota Patti, hermana de la soprano Adelina Patti.

Clementina y Santiago.

En Estados Unidos conoció a una joven californiana de origen francés, Clementina Savin, con quien se casó y tuvo seis hijos: Vicente (1880), Elena (1881), Frank (1883), Leo (1886), Graciela (1888) y Cecilia (1898). Se estableció en San Francisco y, finalmente, en Oakland. En San Francisco, fue durante cuarenta años organista de la iglesia católica francesa, Notre Dame des Victoires, y de la española, Nuestra Señora de Guadalupe. Asimismo, fundó una escuela de música que llevaba su nombre: Arrillaga Musical College (Oakland Tribune, 1915-01-28). La escuela estuvo considerada como la “más prominente de la ciudad”[13].

Mantuvo siempre una estrecha relación con los vascos de San Francisco. Tocó el órgano en numerosas celebraciones (sobre todo, bodas) de miembros de la comunidad y el piano en algún banquete (California’ko Eskual Herria). Fue, además, amigo personal del hotelero Juan Francisco Aguirre (que debía tener buena voz) y del ganadero Bernardo Altube. Posteriormente, fue su hijo Vicente quien frecuentaba el Hotel Vasco, invitado por su dueño, J. F. Yparraguirre, que también era un buen cantante[14]. Falleció en Oakland, Alameda, el 27 de enero 1915.

Orel Goldaracena.

Orel Goldaracena fue uno de vascos más destacados de la ciudad de San Francisco en la transición de los siglos XIX al XX. Era hijo de Miguel Goldaracena y de Polonia Echeverria, de la villa navarra de Urdazubi-Urdax. Sus padres habían llegado desde Uruguay en los días del gold-rush. Miguel abrió una “pulperia” (tienda) que vendía a los mineros en Camp Murphy, en el condado de Calaveras.[15] Allí nacieron sus dos hijos: Orel Martín y Silveria. Esta última se casó con Pierre “Peter” Garat, hija de otro de los pioneros vascos de California, Jean Garat. Miguel abrió luego un hotel en Los Ángeles (141 Alameda Street) y alquiló un rancho en Simí, en el condado de Ventura, donde tenía un rebaño de unas 6000 ovejas. Para 1880, residía en San Francisco (Broadway St) con su mujer y dos hijos. En el censo figura como “capitalista” (US Federal Census, 1880).

Miguel tuvo especial interés en que su hijo Orel recibiese una buena educación. Estudió en una escuela pública de Los Ángeles y, luego, estuvo el Colegio de los franciscanos de Santa Bárbara. Luego, su padre le envío a Pamplona a estudiar preparando asignaturas de Derecho y Contabilidad con profesores particulares.[16] A su regreso, comenzó a trabajar como contable en San Francisco Simultaneó el trabajo con sus estudios en la State University y, en 1892, fue admitido para ejercer como abogado ante la Corte Suprema de California (San Francisco Call, Nov, 6, 1892). A finales de la década de los 1890, estaba reconocido como uno de los letrados más prestigiosos de la ciudad. Por su condición de vascoparlante (así se anunciaba en la prensa) y sus relaciones familiares muchos se sus clientes eran paisanos. Conocemos los nombres de algunos de ellos: Aguirre, Garat, Alferitz ,… A partir de 1899 comenzó a actuar como cónsul de España y, desde 1902, como vicecónsul honorario. A partir de 1908, fue cónsul de Uruguay.

 

[1] Cit. En Michel Le Bris, La fiebre del oro, Madrid (1989): Aguilar, p. 14.

[2] William A. Douglass, Opus cit, p. 44.

[3] “An Ancient race. The Basques of France and Spain. A San Francisco Colony”, San Francisco Chronicle, 20-IV-1885.

[4] Amaury Mars (1898), Les Pyrénées et la Californie, San Francisco: Press of H. Carle, p. 158.

[5] Jean Francis Decross (1980), The Long Journey. Social Integration and Ethnicity maintenance among urban Basques in the San Francisco Bay Region, Reno-Nevada: Basques Studies Program, p. 27.

[6] Ibidem, p. 23 y ss.

[7] Shawn Hall, Old heart of Nevada, Reno (1998): University of Nevada Press, p. 81,

[8] Douglass y Bilbao, Opus cit, p. 323.

[9] Amaury Mars, Opus Cit., p. 163.

[10] Carol W. Hovey, “Pedro and and Bernardo Altube, Basque Brothers of California and Nevada”, en Richard W. Etulain & Jeronima Echeverria, Portraits of Basques in the New World, Reno (1999): University of Nevada Press, p. 57-59.

[11] William A. Douglass y Jon Bilbao, Opus cit, p. 259.

[12] Podría tratarse de Manuel Francisco Aurrecoechea Urquiza nacido en Bermeo el 30 de enero de 1817.

[13] Leta E. Miller, Music and Politics in San Francisco: From the 1906 Quake to the Second World War, Berkeley (2012): University of California Press. P.111.

[14] Jeronima Echeverria, Home away from home, Reno-Nevada (1999): University of Nevada Press, pp.90-91

[15] Amaury Mars, Opus Cit, p. 163.

[16] Franklin Harper (ed) (1913), Who is Who on the Pacific Coast, Los Ángeles: Harper Publishing Co, pp.221-222.


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