Que, a Bilbao, a lo largo de los años cincuenta del pasado siglo XX, se le denominara como el pequeño Pittsburgh, existió en todo ello un denodado interés, con motivo, fundamentalmente, de los pactos militares y económicos suscritos en 1953, entre el dictador español, Francisco Franco, y el presidente de los Estados Unidos, Dwight D. Eisenhower. Porqué Pittsburgh significó para los dirigentes franquistas mucho más que un símbolo económico o urbano, y es que se referían al corazón industrial de los Estados Unidos, también denominada como la gran urbe fabril americana, en donde, en vez de ser los clásicos rascacielos sus hitos arquitectónicos, lo eran sus humeantes chimeneas.
Asimismo, Pittsburgh, llegó a ser tachada por los medios de comunicación bilbaínos no sólo de ser la ciudad del acero, sino que también de ser la ciudad de los millonarios, suscitadora de todo un imaginario sustentado en una fantástica riqueza. Todo ello, como no, hizo mella en aquella España de la dictadura, pobre y retrasada. Porque frente a todo lo que llegaba de los Estados Unidos, que estaba imbuido de una supuesta modernidad, estuvo la idea de los dirigentes franquistas, quienes aprovechándose de la reproductibilidad de ciertos símbolos americanos pretendían otra imagen más benévola para el Régimen.
El 20 de Febrero de 1954, la prensa bilbaína, daba la noticia de la llegada a Bilbao de James Clement Dunn, embajador de los Estados Unidos, junto a Edward Willians, jefe de la misión de asuntos económicos y Horace Smith, director adjunto de la misión. Dunn, sostuvo en una entrevista que estaba fascinado de estar en el pequeño Pittsburgh o el Pittsburgh español, en el corazón de esta gran región industrial. Habló en su alocución del enorme prestigio que tenía Bilbao en los Estados Unidos, como ciudad industrial, y que incluso, en los puertos estadounidenses eran muy conocidos por su calidad constructiva los barcos construidos en la villa. Dunn, visitó acto seguido la fábrica Echevarría y se reunió con los banqueros e industriales bilbaínos, además de con el delegado de la Cámara de Comercio Americana, Alejandro Zubizarreta, con el fin de estrechar y fomentar relaciones económicas.
Botadura de barco en la ría de Bilbao. Archivo Historico del BBVA.
Desde la prensa, Santiago Nadal, redactor de La Vanguardia Española y autor del libro “Los Estados Unidos vistos de cerca” escribió un artículo en el mes de Septiembre de 1959, titulado “Pittsburgo, una colosal Bilbao”. En él describió las muchas analogías urbanas entre ambas ciudades. Cómo es que Pittsburgh se encuentra entre el Allegheny y el Monongahela, y que, al unirse, forman el río Ohio. El paisaje de Pittsburgh, lo tachó Nadal, de ser muy vizcaíno, con sus pequeñas colinas, cubiertas de árboles, -eran hayas en su mayor parte-, con muchos helechos, con horizontes muy cortos, y los grupos de edificaciones con sus fachadas ennegrecidas, para afirmar, acto seguido, que aquello parecía las cercanías de Bilbao. Pittsburgh está ubicada en un estrecho valle, entre montañas verdes por las que trepan las viviendas. En el centro, en el cruce de los tres ríos, retrató el Golden Triangle, su colosal centro urbano, con unos rascacielos imponentes, los más viejos, ennegrecidos por el humo, los nuevos, en cambio, resplandecientes, como el de la banca Mellon, o el de la United Steel Corporation. Siguió describiendo aquellos rascacielos que rompían la armonía de las verdes y suaves colinas, que parecían levantarse más altas que las montañas que les rodean. Aseguró que daban una sombría sensación de potencia, para terminar, sosteniendo Nadal, que Pittsburgh era una Bilbao gigantesca.
Las descripciones de quienes viajaban a esa urbe, destacaban, dentro de aquel potente paisaje industrial, sus cientos de hornos y chimeneas, con una nube permanente de humo rojo y negro entre las verdes colinas y los húmedos vallecitos, con las, centenares de modernas y flamantes casas, diseminadas entre los altísimos árboles. Pittsburgh, con aquella poderosa estética de sus grandes fundiciones de acero, que ofrecían un efecto purpúreo al salir los grandes bloques de los altos hornos junto a sus rojizas llamaradas, con aquel rojo resplandor en el cielo, que iluminaban todas las nubes. Aquellas descripciones en el fondo no parecían sino estar retratando los aledaños de los Altos Hornos de Vizcaya.
En Mayo de 1960, en una misiva a la Cámara de Comercio Americana en Bilbao, había llegado una propuesta, tanto del alcalde de Pittsburgh, -que pertenecía al partido demócrata y era de confesión católica-, Joseph M. Barr (1959-1969), como del cónsul americano en Bilbao, Abraham Hopman. El entonces alcalde de Bilbao, Lorenzo Hurtado de Saracho, la recibió con mucho interés. La idea era la de crear un comité en cada una de las ciudades bajo la presidencia de sus respectivos alcaldes. Inmediatamente vendrían los intercambios, las visitas, las exposiciones, las publicaciones y los reportajes en los periódicos de ambas localidades, además del cruce de obsequios, y a la larga, las beneficiosas derivaciones culturales y económicas que darían lugar a empresas comunes.
Itinerario del viaje de técnicos que pasaron por Pittsburgh. Memoria proyectos de vivienda y urbanización en Estados Unidos, Consejo Nacional Productividad Industrial.
Desde el ayuntamiento de Bilbao se les envió una colección de folletos turístico, mapas de Bizkaia, el libro “Breve historia de la ría y noble villa de Bilbao” de Manuel Basas, además de abundante material informativo facilitado por la Cámara de Comercio, Industria y Navegación de Bilbao y la Junta de Obras del Puerto de Bilbao. La prensa, llegó a señalar, que ambas urbes querían ser ciudades hermanas, y que, la fraternidad entre ambos grandes centros siderúrgicos, creían que podían rendir magníficos resultados.
En Mayo de 1961, en un acto celebrado en el consulado americano en Bilbao, el alcalde Lorenzo Hurtado de Saracho, hizo entrega de la llave de la villa al nuevo cónsul americano, John Certosimo, quien enviaría la llave al alcalde de Pittsburgh. Una llave en hierro forjado que llevaba inscrito el nombre de la villa y una dedicatoria del alcalde. Dentro del mismo acto le dio así mismo al cónsul el título a Pittsburgh de ciudad hermanada. El alcalde sostuvo que a pesar de ser ambas grandes ciudades, Bilbao, no obstante, era más modesta, pero ambas estaban a la cabeza de la gran industria siderometalúrgica. Expresaron desde el ayuntamiento de Bilbao la necesidad de un intercambio de jóvenes ingenieros para que llevasen a cabo viajes de estudios, conociesen la lengua, la cultura y las costumbres de cada ciudad, con el fin de que viesen la forma de ver el mundo a través, tanto del acercamiento como del conocimiento. Acabó sosteniendo el alcalde, que Pittsburgh, desde ese momento, sería su ciudad hermana y junto a la llave envió más regalos.
Pittsburgh era la ciudad industrial por excelencia, la sede de fábricas gigantescas, de fundiciones y de altos hornos, así al menos se refería a ella el embajador español, Mariano de Iturralde, quien sostuvo al referirse a esa ciudad que se unía en ella la gran industria con una gran belleza. No obstante, el embajador, llegó a sostener algo a destacar y es que Bilbao quería parecerse aún más a Pittsburgh, si le ayudaban a ello.
Las fundiciones de AHV. Archivo Histórico del BBVA.
El alcalde de Pittsburgh, Joseph Barr, recibió la llave de mano del embajador español. Barr, sostuvo que Bilbao, al ser más antiguo que Pittsburgh, podían aprender mucho de su historia, de su cultura y de sus tradiciones. A lo que añadió que le gustaría abrazar a Bilbao como ciudad hermana, a la que no pocas veces se le ha venido denominando como el Pittsburgh español e instó a los habitantes de ambas ciudades al intercambio de ideas y visitas en beneficio mutuo, lo que consolidaría la amistad entre Europa y EEUU.
Barr, sostuvo, que la llave recibida y las fotos de Bilbao, ocuparían un lugar destacado en el ayuntamiento, para que cualquiera que entrase en el despacho del alcalde, fuese lo primero que viese y que al verlos comprendiese que los habitantes de Pittsburgh se sentían profundamente orgullosos de llamar a Bilbao su ciudad hermana.
En Junio de 1962, la prensa se hacía eco de la noticia de que Emilio Ybarra, teniente alcalde de la villa y el alcalde de Pittsburgh mantuvieron una conversación telefónica a través del satélite Telstar. El alcalde de Pittsburgh alabó en dicha conversación la laboriosidad de Bilbao y deseó que la hermandad de ambas ciudades se refrendase por más caminos.
En Diciembre de 1963, como consecuencia de esa cooperación e ines empresariales entre los Estados Unidos y Bilbao, Altos Hornos de Vizcaya y la todopoderosa United State Steel, llegaron a un acuerdo de colaboración, acuerdo que se ampliaría en Noviembre de 1965.
Otro paisaje industrial de la ría del Nervión. Archivo Histórico del BBVA.
Dentro de las V Jornadas de Estudio hispano norteamericanas, hubo bilbaínos, como el archivero Manuel Basas, Adolfo Echevarría, jefe de prensa de la embajada española en Washington, el catedrático Fernando de la Puente además del crítico musical y compositor, Sabino Ruiz Jalón, quienes llegaron a proponer, como parte de ese hermanamiento, el darle el nombre de Pittsburgh a una calle de Bilbao.
En 1964 llegó a Bilbao la Orquesta Sinfónica de Pittsburgh, y un año después, el ayuntamiento aceptó la propuesta de la Asociación Cultural Hispano Norteamericana en orden a la creación de un comité para fomentar las relaciones y los vínculos empresariales entre Bilbao y Pittsburgh, así como designar al teniente de alcalde Emilio Ybarra y a Domínguez para que formaran parte de ese comité. Javier Ybarra presidiría el comité y propuso un intercambio de embajadas artísticas y culturales e invitar al alcalde Barr a visitar Bilbao, en Agosto, en fiestas. También sugirieron que jóvenes economistas e ingenieros bilbaínos viajaran a Pittsburgh a visitar las empresas locales US Steel y Westinghouse.
Por otra parte, la prensa recogía la noticia de que, tanto, Fernando Gondra, Director General de Vasconia y consejero del Banco de Bilbao, como, Pedro Ampuero, Consejero de Vasconia y del Banco de Bilbao, visitaron, mediados los años sesenta, varias empresas de aceros especiales en Ohio y en Pittsburgh. La sociedad bilbaína, Echevarría S.A., fue la primera empresa que inició la obtención de aceros especiales, para ello concertó acuerdos de asesoramientos con Crucible Steel de Pittsburgh, experta en la fabricación de aceros finos.
Paisaje industrial de la ría en Erandio Barakaldo Sestao Lamiako hacia el Abra. Archivo Histórico del BBVA.
Finalmente, el alcalde de Bilbao, Javier Ybarra, en Febrero de 1966, nombró un comité bajo su presidencia para consolidar la hermandad Bilbao-Pittsburgh. Una ciudad, Pittsburgh, de la que se podía aprender mucho, -según Javier Ybarra-, ya que había sido condenada a la asfixia durante décadas por los tiros abiertos de las numerosas chimeneas de sus fábricas de ahí su sobrenombre de “Smoke City”, hasta que fue resuelto este problema con purificadores, en los que las empresas y el ayuntamiento emplearon para ello millones de dólares.
La hermandad Bilbao-Pittsburgh fue certificada por el consejero cultural de la embajada de España en Washington, Antonio Espinosa, y Adolfo Echevarría, jefe de prensa de la embajada. Hubo grandes personajes de Pittsburgh que se entusiasmaron por el plan de intercambiar misiones artísticas y culturales, así, desde Bilbao, podrían mandar a sus estudiantes, ingenieros y economistas, a cambio, ellos enviarían al Nervión a prestigiosos hombres de ciencia que podrían ofrecerles interesantes conferencias. Angier Biddle Duke, embajador de los Estados Unidos en España, mientras estuvo en la Feria Internacional de Pittsburgh, en Septiembre de 1966, pronunció un discurso, en el que no sólo aludió a la hermandad de Bilbao y Pittsburgh sino que también presentó a la villa de Bilbao en esa feria, como una ciudad, por la que los americanos sentían un profundo interés.
Bilbao, en aquella pretendida americanización, recuerden cómo influyó tanto la intensa labor cultural de la Casa Americana (1949-1961) desde la Calle Buenos Aires, como las cuantiosas ines económicas de los americanos en el Gran Bilbao, o, como no, los viajes, no solo de ingenieros y economistas, sino que también de arquitectos, constructores, empresarios, políticos e intelectuales bilbaínos a los EE.UU. en los años cincuenta. Y es que aquel hermanamiento con Pittsburgh, no fue sino un paso más en una misma dirección[1].
[1]Para más información sobre la pretendida americanización de Bilbao, consultar: BILBAO LARRONDO, Luis, “El debate en torno a la influencia de la arquitectura estadounidense en España: los arquitectos Luis Vázquez de Castro, Valentín Picatoste y las memorias de los técnicos españoles en los EE.UU.” en el V Congreso Internacional de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Navarra “La arquitectura norteamericana, motor y espejo de la arquitectura española en el arranque de la modernidad (1940-1965)”. Pamplona: T6 Ediciones, 2006.
BILBAO LARRONDO, Luis “El pensamiento norteamericano en Bilbao 1948-1969. Una vía hacia la modernidad española”. En: Arbor nº 781 (2016) doi: http://dx.doi.org/10.3989/arbor.2016.781n5009.
BILBAO LARRONDO, Luis, “Reflexiones en torno a la ciudad-ficción” en Jornadas Congresuales Internacionales Ciudad Ficción, espacios, arquitecturas y estéticas urbanas del Cinema Paisaje. Fundación Bilbaoarte, Bilbao, 5-6 Octubre 2017.
Pendiente de publicar con el departamento de escultura, de la facultad de Bellas Artes de la UPV-EHU, el departamento de Antropología de la UNAX y la Fundación Bilbaoarte, en formato de libro, el artículo “Bilbao, de la ciudad-ficción a la ciudad de ficción”.