705 Zenbakia 2016-02-03 / 2016-03-02

KOSMOpolita

Pedro Valentín Cortazar y Ángel Ugarriza socios del Banco de Salta

LOPEPÉ IRIART, Pedro Antonio

Hidalguía del vasco

Aquí llegaron, aquí arraigaron y aquí dejaron su sello. La importancia de los vascos en Salta fue más cualitativa que cuantitativa.

Según el jesuita Manuel de Larramendi, todo guipuzcoano, y por extensión todo vasco, “ha sido siempre noble, siempre lo es y siempre lo será”. El concepto de hidalguía no implicaba que no podía ejercer el comercio.Ningún oficio es vil para el vasco

Se abrió paso la idea según la cual “ningún oficio es vil para el vasco”, afirma Julio Caro Baroja.

La mayor parte de los vascos y navarros que llegaron a Salta se enlazaron aquí “con el estamento tradicional lugareño, los españoles americanos, o sea la nobleza local”. El núcleo de familias fundadoras de finales del siglo XVI y comienzos del XVII, se fue entrelazando con los nuevos inmigrantes. “Es difícil encontrar en el estamento tradicional salteño familias que no desciendan del tronco fundacional salteño, argentino o americano”.Alianzas familiares vía casamientos

La puerta de acceso al estamento principal “lo daba el casamiento o alianza familiar con mujeres del grupo social fundacional”. Muchas de ellas eran únicas herederas de enormes extensiones de tierras recibidas por sus padres como mercedes reales.El negocio azucarero

Sin duda la ausencia del ferrocarril (había llegado a Tucumán en 1876 y recién llega a Jujuy en 1891) y de mayores capitales fueron factores limitativos , aunque no tanto como para dejar de avizorar que el negocio azucarero era lucrativo. Con este propósito en 1882 se constituyó la razón social “Ugarriza, Uriburu y Compañía” en San Isidro con un capital de 273.000 pesos bolivianos. En esa misma fecha esta compañía con un capital de 200.000 pesos bolivianos se asoció al propietario del Ingenio “La Esperanza” de San Pedro, Provincia de Jujuy, Miguel Francisco Aráoz, bajo la denominación de “Aráoz, Uriburu y Compañía”.

La crisis económica de 1890 representó una dura etapa para la provincia y también para el Ingenio “San Isidro”. En 1891 se retiró de la compañía Pedro V. Cortazar.Nacimiento del “Banco de Salta”

Miguel S. Ortiz fue gobernador de Salta entre 1881-1883 (gobierno nacional de Julio Argentino Roca). Durante su gestión se autorizó el establecimiento del Banco Provincial de Salta

Así nació en 1882 el banco comercial con el nombre de “Banco de Salta”, como una institución privada cuyos socios fundadores fueron: Pío Uriburu, Angel Ugarriza, Pedro Fernández Cornejo y Pedro Valentín Cortazar. Con un fondo social de 200.000 pesos bolivianos más un empréstito de 100.000 pesos fuertes contraídos en Buenos Aires, de acuerdo al poder otorgado por las personas citadas al Dr. Andrés Ugarriza el 2 de marzo de 1882. El Banco evolucionó a institución mixta y en en 1891 se convirtió en entidad oficial con un capital de 3.000.000 de pesos.

El antecedente: fue la institución que giraba bajo la denominación “Banco Pedro F. Cornejo y Compañía”.

En 1887, con la sanción de la Ley 2.216 de Bancos Nacionales Garantidos, se dispuso que los bancos provinciales y privados pudieran emitir billetes garantizados con fondos públicos nacionales. Cada entidad bancaria debió depositar previamente el valor en oro de los Fondos Públicos que respaldaron estas emisiones, controladas por una oficina inspectora. Se realizaron emisiones de billetes del Banco Nacional, Banco de la provincia de Buenos Aires, Salta, Tucumán y Mendoza entre otros. Con la creación de la Caja de Conversión se unificaron estas emisiones. Ingenio “San Isidro”, 1938. Contrato social

En el Registro de Contratos y Escrituras Públicas del Escribano Mariano Hurtado de Mendoza con fecha: 1 de marzo de 1882 figura la fundación del Banco Comercial denominado “Banco de Salta” cuyos socios eran: Pedro F. Cornejo por sí y en representación del Banco Pedro F. Cornejo y Cía., Pedro V. Cortázar, Pío Uriburu y Angel Ugarriza (artículo 1).

Las operaciones del Banco eran: 1) préstamo a intereses; 2) descuento de pagarés, letras y otros papeles de comercio; 3) compra y venta de letras de cambio; 4) Giros de letras de cambio; 5) compra y venta de metales preciosos; 6) préstamos con consignación de mercaderías; 7) cuentas corrientes; 8) depósitos a plazo fijo; 9) cambio de monedas extranjeras; 10) cualquier otra operación bancaria además de las enunciadas, siendo el Gerente autorizado parea ejecutarla por los socios (artículo 2).

El fondo social es de 200.000 pesos bolivianos moneda corriente o su equivalente en moneda nacional al cambio del día de la fecha (artículo 3).

El aporte de los socios es de 50.000 pesos cada uno (artículo 4).

El fondo social y el aporte de cada uno de los socios puede ser aumentado o disminuido siempre que las operaciones del Banco lo requieran (artículo 5).

El aumento o disminución del capital social y el aporte de los socios requiere la unanimidad de los mismos (artículo 6).

El 10% del aporte de los socios se efectuará el 10 de marzo de 1882 (artículo 7).

Las ganancias y las pérdidas se distribuirán en proporción de los capitales (artículo 8).

Las utilidades serán distribuidas periódicamente en forma de dividendos (artículo 9).

No se podrán dar utilidades en los dos primeros años. Las utilidades obtenidas en esos dos años serán retenidas por el Banco para aumentar el capital social (artículo 10).

Desde el tercer año se dará a los socios dividendos tantas veces como las utilidades alcancen el 15% del capital efectivo del Banco (artículo 11).

La ciudad de Salta es el domicilio de la sociedad y su razón social “Pedro F. Cornejo y Cía” (artículo 12).

La firma social sólo puede ser usada por el Gerente y para obligar a la sociedad debe serlo en los negocios del Banco detallados en el artículo segundo y de acuerdo con los estatutos (artículo 13).

El Gerente será elegido por simple mayoría de los socios, bien sea uno de ellos o bien una persona extraña a la sociedad (artículo 14).

El Gerente puede ser removido cuando la mayoría de los socios lo estime conveniente (artículo 15).

“El Banco de Salta” puede contraer empréstitos o hacer negocios con otros Bancos nacionales o extranjeros fuera de las condiciones de sus operaciones ordinarias siendo siendo autorizado al efecto por el voto unánime de los socios (artículo 16).

Los suscriptos convienen enviar un apoderado a Buenos Aires para que obligándolos de mancomun et in insolidum a ellos y además al Banco de Salta obligue a nombre y beneficio del Banco del Banco de Salta un empréstito de cien mil pesos fuertes (artículo 17).

Los socios en sus negocios particulares con el Banco se encuentran en las mismas condiciones que las personas extrañas de la sociedad (artículo 18).

El “Banco de Salta” empezará sus operaciones el 15 de marzo próximo (artículo 19).

La sociedad durará diez años prorrogables de común acuerdo de los socios (artículo 20).

Los suscriptos convienen en autorizar al Gerente de la Sociedad Pedro F. Cornejo y Compañía para que aún antes del 15 de marzo de 1882 si lo estimare conveniente constituya en Buenos Aires un apoderado en nombre de la sociedad a los efectos del artículo 17 (artículo 21).A modo de conclusión

Natalio Botana abordó a la élite salteña entre 1880 y 1916. Sobre ésta observó que el control del Estado marchaba sobre vínculos de parentesco configurados a manera de verdaderos gobiernos de familia. Aunque la élite salteña no fue su objeto específico de estudio, Botana se formuló frente a ella una serie de interrogantes: “¿Estabilidad oligárquica del sistema político salteño, un distrito de apoyo permanente que no sufrió el impacto de la intervención y que, además, acarreó recursos para el poder nacional en las figuras de dos presidentes y once ministros? ¿Por qué esas familias controlaron el gobierno? ¿Por tradición, dominio de la propiedad, especialización de la actividad política.

La actividad azucarera brindó a unas pocas familias salteñas sustento económico suficiente para incorporarse a la Argentina próspera. Es el caso de las subredes familiares identificadas aquí por los apellidos Cornejo, Cortázar, Ugarriza y Uriburu. Miembros de estas familias se incorporaron al al Congreso de la Nación y a los gabinetes presidenciales, y un integrante de la familia Uriburu alcanzó a ocupar la primera magistratura nacional. A diferencia de los empresarios rurales de la pampa bonaerense éstos grandes propietarios salteños mostraron una clara vocación por el poder político y lograron integrarse plenamente al grupo dirigente de nivel nacional.Las características ambientales de Salta y Jujuy, como así las formas de propiedad de la tierra, incidieron para que la riqueza azucarera fuera patrimonio de unos pocos. Del mismo modo, la ganadería supo proveer de una vida acomodada —para esa época y esta región— a estancieros salteños.