661 Zenbakia 2013-03-13 / 2013-03-27

Artaretoa

Sara Otaño: Pintura



Es imposible dictar normas sobre lo que es y debe ser la pintura. Es armonía, experiencia, color, emoción, intuición, equilibrio, etc. Cada pintura utiliza alguna y/o todas estas herramientas.

Describir lo que pinto es difícil ya que solo expreso lo que siento en cada pincelada, son momentos únicos.

En mi trayectoria de pintora he tenido ocasión de vivir el mundo del arte. He de confesar que hay una gran ignorancia a la hora de valorar a un pintor y su obra. Un gran amigo, pintor reconocido, me decía “Sara, vende caro, pues el que paga mucho cuida mejor lo que compra y además, presume no tanto de lo que posee sino de lo que ha pagado”. Por lo tanto diré que la belleza y calidad de un cuadro no depende de lo que se paga.

La pintura como la música entran por nuestros sentidos, aprendemos a ver con nuestra propia capacidad de observar y sentir.

Pintar es llegar a nuestro inconsciente, librándonos de nuestro consciente. Es meditación consentida.

Pintar es buscar la parte más primitiva de ser humano, es nuestro “ser” sin información manipulada ni dirigida.

www.saraotano.com “Sara Otaño y el color de la primavera de hogaño”

Cada vez hay más información a nuestro alcance: biografías, noticias, vídeos al alcance nuestro gracias a las virtudes de lo digital. Empero, cada vez nos aislamos más; cada vez paseamos menos, cada vez se dan menos opciones de conocer a alguien que ha aparecido como por ensalmo en nuestras vidas... Citando el libro que estoy leyendo de Rafael Argullol (La atracción del abismo. Un itinerario por el paisaje romántico): “En algunos casos , la ‘ventana romántica’, prohibiendo la visión del exterior, indica tan sólo la vertiente claustrofóbica y autoexiliada de la vida humana”.

Y es por ese mismo motivo que los colores de los cuadros de Sara llegan con luz propia a nuestras retinas, los paisajes en los que ella se inspira, ubicados en lugares por los que nos gustaría pasear mientras ella pinta, encontrarnos una pintora que ama su oficio, y lo hace por gusto, sin la presión de la necesidad, sencillamente por amor al arte.

Y por amor al arte, salgamos de nuevo a los campos, hagamos ver que los amamos más que la información que nos proporciona un aparato que hay veces que supone un fin en si mismo más que un medio para comunicarse.

Bien, ahora esto suena a retrógrado, pero salgamos a pasear un poquito más cada vez, y que como con la pintura de Sara Otaño reaparezca el color de la primavera de hogaño.

Ramuntcho Robles Quevedo