608 Zenbakia 2012-01-13 / 2012-01-20
Recientemente ha publicado un libro sobre el Hospital Civil de San Antonio Abad de San Sebastián, desaparecido hace 50 años...
La gente de más de de 70 años se acuerda, pero la gente joven no sabe ni que existió. Yo soy del 56 y ya lo conocí en ruinas, pero sí ha sido uno de los grandes hospitales de la ciudad. Va unido a la historia se las hijas de la caridad de San Sebastián, a las siervas de María, a las Mercedarias, a las monjas francesas... Este hospital era para pobres, y aunque existían habitaciones para distinguidos, lo normal en aquella época era que los adinerados se quedaran en sus casas y les cuidaran allí. También había salas para los contagiosos...
En el libro hablo de algo muy bonita que me encanta y que poca gente conoce que son las bateleras. Eran mujeres que pasaban en barca de San Sebastián a Pasajes San Juan para atender a los enfermos contagiosos que estaban en barracones. Lope de Vega dijo que tenían que ser unas mujeres fuertes, robustas. Una obra de teatro de Bretón de los Herreros de 1842, “La batelera de Pasajes”, les reconoce su labor en una época en la que el trabajo de la mujer no estaba reconocido. Es algo muy bonito.
¿El Hospital Civil de San Antonio Abad fue el primer hospital de San Sebastián?
Sí. Hubo otro de la Orden de Calatrava, el hospital de San Lázaro de 1485, luego hubo un hospital de la armada, pero no se encuentran documentos. Tenemos que recordar que la Diputación se quemó con muchísima documentación.
Hospital Civil de San Antonio Abad, 50 años de la desaparición del primer hospital de San Sebastián.
¿Hay algún motivo para que el hospital San Antonio Abad se ubicara en esa zona de la ciudad? ¿Qué hay ahora en ese solar?
Cuando se hizo el hospital aquello eran suburbios, la avenida de Navarra de San Sebastián era un camino de bueyes, pero se eligió esa ubicación porque está entre el mar y el monte y para los tuberculosos ese emplazamiento es ideal. Hoy en día está la casa de cultura de Okendo, unos jardines, un parking de coches y la Escuela Oficial de Idiomas. Después se construyó el actual hospital Donostia. Los cimientos se pusieron entre 1935 - 1938 y aunque con la guerra civil se para todo, se puede decir que todos los centros hospitalarios y las clínicas privadas, excepto la Policlínica, se hicieron con la monarquía, antes del 38.
¿Cuántos centros hospitalarios ha habido en Donostia?
Muchísimos. Algunos se han perdido, pero estaba la Clínica de Nuestra Señora de Arantzazu, la Clínica del Pilar, el Instituto Radio Quirúrgico... y había muchos dispensarios porque los médicos dedicaban dos horas a la semana de sus horas libres a pacientes pobres. Se iban organizando en dispensarios donde hacían curas y donde había enfermeras de grandes familias aristocráticas que en vez de ir a tomar el café a una terraza iban allí a ayudar. En las imágenes del libro se ve que cada médico trabajaba con 6 o 7 enfermeras, y es que la gente ayudaba mucho.
¿Cuál era la forma de financiar las clínicas?
Es algo importantísimo de lo que la gente se ha olvidado. Había una junta directiva y generalmente eran médicos, hombres, pero lo más importante es que existía una junta de damas que se encargaba de conseguir el dinero para financiar los hospitales: organizaban tómbolas, hacían croché para luego venderlo etc. En 1912 se celebró por primera vez en San Sebastián la Fiesta de la Flor, la primera cuestación que se hizo para ayudar a los tuberculosos. La tradición pasó luego a España y al resto de Europa. La fiesta solía celebrarse en abril.
Actualmente la enfermería es una profesión dominada por mujeres y en la gran mayoría de las imágenes del libro también son las mujeres las protagonistas.
Había practicantes también, pero hay que recordar que hasta que en 1953 se crea el título de Ayudante Técnico Sanitario las mujeres preferían hacer la carrera de practicante antes que la de enfermera porque cuando terminaban podían hacer domicilios y otra serie de cosas que las enfermeras no podían hacer. Además, las mujeres practicantes cobraban más que las enfermeras.
Aquí entra el problema de género. Las órdenes religiosas han existido siempre, pero todos los hermanos de San Juan de Dios, los hermanos Obregones, las órdenes militares etc. eran todo varones, pero también había órdenes religiosas de mujeres... no sé cuál era la proporción. Actualmente en Andalucía, por ejemplo, hay un 40 % de hombres y un 60 % de mujeres y aquí en el País Vasco los hombres estaremos sobre el 10 %.
Antes la carrera de enfermera era un segundo sueldo en casa, y ahora en muchos casos es el principal. A día de hoy se puede hacer el doctorado en enfermería, antes no. En esto sí se ha avanzado. Los mayores nos suelen recriminar que antes éramos más humanos y nos dedicábamos al paciente y que ahora somos más técnicos y que estamos pendientes del ordenador... pues igual es verdad.
Ha publicado 7 libros, 4 de ellos en solitario y el resto como coautor, pero también gran cantidad de artículos.
Sí, desde hace 2 o 3 años publico cada dos semanas un artículo de historia en el blog Enfermería Avanza (http://enfeps.blogspot.com/) y también varios trabajos en Euskonews. Sobre todo me interesa la historia referente a la enfermería de Gipuzkoa y San Sebastián.
“El Hospital Civil de San Antonio Abad era para pobres, y aunque existían habitaciones para distinguidos, lo normal en aquella época era que los adinerados se quedaran en sus casas y les cuidaran allí.”
Foto: Maider Sillero Alfaro.
Todos sus trabajos van ilustrados con cantidad de imágenes, algunas de su archivo personal y otras que va recopilando, pero ¿cómo recopila todas esas imágenes?
¡De mil formas! La gente me las da, o las consigo cuando fallece alguien... En total tendré alrededor de 600 u 800 fotografías. Ahora, por ejemplo, me han dejado dos álbumes de la madre del doctor Labayen, de los cuales he podido aprovechar 43 fotos de la Guerra Civil en San Sebastián. Hay imágenes del hospital de las Margaritas de San Sebastián. Éstas eran las enfermeras de los requetés, de los carlistas, que principalmente estuvieron en Tolosa y Navarra, pero también en San Sebastián. En el portal n.º 1 de la calle Ramón María Lili de esta ciudad, donde estuvo ese hospital, hoy día todavía sigue estando la Virgen de los Dolores. Ahora tengo que poner letra a todas esas imágenes, pero para mí lo importante de los libros son las imágenes.
No sólo recopila fotografías, también documentación...
Sobre todo me interesa que no se pierda la documentación. Los médicos, en ese sentido, funcionan bastante mejor que nosotros porque suelen mandar toda la documentación al Colegio de Médicos. Pero en el caso de los practicantes, matronas, enfermeras... cuando se muere el titular desaparece todo, los carnés, los títulos etc. Yo, a título personal, intento hacerme con ello antes de que desaparezca.
¿Cuándo comenzó a interesarse por la historia de la enfermería?
En 1995, cuando los críos ya eran un poco mayores, me puse a investigar. Fui al Koldo Mitxelena en la época en la que había que preguntar cómo funcionaban los ordenadores; busqué las palabras “practicante”, “matrona”, “partera”, “petriquillo” y me apareció un trabajo de Barriola y algunos artículos sueltos de José Luis Munoa. Otro de los que ha escrito ha sido José María Urkia, pero siempre más desde el punto de vista médico que desde el de enfermería. Entonces empecé a investigar. Me bajaba con un bocadillo al Koldo Mitxelena, veía los periódicos hoja por hoja. Cuando llevas 4 o 5 tardes durante 5 horas metido ahí ya sabes dónde te vas a encontrar ese tipo de información. Cuando la encontraba la transcribía porque no se podía fotocopiar. En cambio ahora es diferente. Por ejemplo, he andado detrás de las fotos de la Clínica nuestra señora de las Mercedes (avenida de Navarra de San Sebastián) y se me ocurrió poner en el buscador del Koldo MItxelena “Egaña”, que fue el que la fundó y me han aparecido todas esas fotos bajo el nombre de la Clínica Operatoria del doctor Egaña. Hablé con ellos, me escanearon las fotos y me las pasaron en un CD.
Bateleras.
Grabado de B. Hennebutte Feillet, hacia 1850.
Y la tarea de investigar la combina con su trabajo de enfermero en el Hospital Donostia.
Sí, lo de la historia es mi hobby y lo combino con mi trabajo de enfermero y con las charlas que suelo dar de vez en cuando.
Para usted la enfermería es algo más que un simple trabajo, por lo menos eso es lo que transmite...
Es mi profesión y ahora tengo otra forma de vivirla. Cuando voy a los Congresos Internacionales de Historia y llevo trabajos siempre tengo gente esperando a ver qué he escrito y eso me gusta mucho. Por ejemplo, en el 2010 se celebraron los 100 años del fallecimiento de Florence Nightingale, considerada la precursora de la enfermería moderna. De todas formas yo tengo mis dudas porque aquí teníamos a San Juan de Dios que lo peor que le pudo pasar es que le hicieran santo. Juan Ciudad estaba de soldado en Fuenterrabía, el capitán de la tropa le obligó a guardar el dinero de toda la tropa y esa noche, en el momento en que se duerme, se los quita el mismo capitán. Y lo mandan a ejecutar. En vez de ejecutarlo le permutan por la expulsión del ejército. Él va hacia Castilla andando con su hatillo y es entonces cuando decide dedicarse a los enfermos. No hemos conseguido las cartas, en el archivo histórico de Fuenterrabía constan como que existen, pero nadie las ha encontrado.
No hay muchas personas que estén investigando la historia de la enfermería, ¿verdad?
No, no. Aquí estamos el compañero Jesús Rubio Pilarte, que es enfermero, antropólogo y profesor de la UPV, y yo. He intentado hacer grupos, he hablado con varias asociaciones, pero gente que esté versada en historia, en la guerra civil, y dentro de eso en sanidad hay muy poquita. Y luego otra cosa, la enfermería aunque existen hace muchísimos años en España el título oficial se crea hasta 1915, y en el 1917 empiezan a funcionar. Nosotros aquí ya estábamos funcionando con la Cruz Roja que se crea en 1904 con los métodos de la Cruz Roja francesa. Hemos sido privilegiados en el sentido de la formación por la cercanía con Francia.
¿Cómo ha sido el desarrollo de la profesión enfermera? ¿Ha cambiado mucho?
Sí, muchísimo. En los manuales que he cogido de la Guerra Civil, tanto en el bando nacional como en el republicano, cuando ven que se empieza a gestar la gran barbaridad, los dos bandos empiezan a preparar a su gente. Luego piden ayuda a Cruz Roja, vienen enfermeras de Inglaterra y de Australia, pero lo más importante era la formación y la buscan en cualquier sitio. Ahora hay unos estudios reglados en la Universidad, con doctores en la materia, y en aquella época eran cursos de 2 o 3 meses. Y cuando ha habido “problemas” en la guerra se enseñaba lo básico: a hacer curas, pinchar, coger vías, poner sueros, hacer transfusiones de sangre y a tener mucha paciencia. Cuando he hablado con enfermeras que han pasado el horror de la guerra lo que más recuerdan es el olor a sangre, las amputaciones...
Sala de enfermos, aquí se atendían enfermos de toda la provincia.
Foto: Archivo de Manuel Solórzano.
¿Cuál es el origen de la enfermería?
Hay mucha gente que se enfada, pero ¿quién atendía a los pacientes antaño? pues las prostitutas y las borrachas. Dime a ver quién iba a limpiar culos, vómitos y todo lo desagradable del cuerpo humano... Luego se decide que estas personas tienen que funcionar de otra forma, que no pueden atender así. Con la enfermería y la medicina de la herencia lo que se hacía era atender de madres a hijas, sobre todo las parteras, las comadronas, las herboleras... A lo largo de la historia hemos tenido un montón de nombres: ministrantes, sangradores, flebotomianos...
¿En qué está trabajando en este momento?
Ahora estoy trabajando en la historia del Hospital Militar de San Sebastián. Es interesante ya que en el año 37 a este hospital vino un anestesista americano y es que el Hospital de San Sebastián era el referente de la batalla del Ebro, era el hospital de retaguardia. Traían enfermos en trenes desde Zaragoza... uno de los días llegaron a atender a 700 heridos, todos de metralla.
También he escrito sobre la historia de la jeringa, de la cofia... y ahora estoy recopilando información sobre algo muy curioso que una persona española muy importante le dio fama mundial: la bacía. Era una especie de orinal con un aro que tenía un entrante y si miras en el diccionario de María Moliner, por ejemplo, la primera referencia que te da es que servía para dar de comer a los cerdos, también los había de madera. Lo usaban los barberos para enjabonar. Y Cervantes se lo puso en la cabeza a su personaje literario, a Don Quijote de la Mancha. Ahora estoy intentando recopilar información sobre eso y sobre todo lo que han utilizado los practicantes, los sangradores, los ministrantes... para que todo eso no se pierda.
Actualmente trabaja en el Servicio de Oftalmología. Hasta hace poco ha sido además el director de la revista de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica.
Sí hasta enero de 2011 y ahora sigo en el comité editorial. Llevamos 7 números de la revista y hace poco hemos publicado el primer tratado de enfermería oftalmológica en castellano del mundo. Lo ha coordinado un compañero de Cádiz y hemos participado un médico, varios ópticos, algunos de San Sebastián, 62 enfermeros de varias clínicas y hospitales de España.
De ojos también tengo muchas cosas escritas. El año pasado presenté con otra compañera de Madrid en El Colegio de Enfermería un trabajo sobre los problemas de ojos de los pintores renacentistas como Monet, Van Gogh, Degas... A Santander llevé otra forma de ver la oftalmología con una colección de 600 sellos de correos de todo el mundo con las enfermedades que más me podían interesar... Al fin y al cabo trabajos curiosos, que se salen de lo común.
Entrada del Hospital San Antonio Abad.
Foto: Cedida. Sociedad Gimnástica de Ulía.
¿De todas las historias que ha investigado cuál es la que más curiosidad le ha despertado?
La más curiosa ha sido la del Colegio de Practicantes porque tiene muchísimo material, además había enfermeros de botica, administrantes sangradores, médicos, cirujanos sangradores... sobre todo el ir recogiendo esa cantidad de nombres. Ahora por ejemplo, tenemos una “guerra” entre los compañeros porque en muchos libros viene referenciada la carrera de ministrantes, incluso tenían un periódico, pero nadie ha visto un título oficial de ministrante. Uno de los retos es investigar si hay alguien que tenga el título de ministrante. Tengo guardados títulos de la Republica, de Alfonso XIII, de Franco... y es muy bonito ver como van cambiando. Manuel Solórzano SánchezNació en San Sebastián en la Clínica del Pilar. Su primer colegio fue “La Presentación de María” pasando a los 7 años al Colegio San Ignacio de Loyola, “Jesuitas” de San Sebastián. Inició en Oviedo la carrera de medicina hasta el segundo año, pasando después a la Escuela de A.T.S. de Nuestra Señora de Aránzazu perteneciente a la Universidad de Valladolid. Es Ayudante Técnico Sanitario, Diplomado en Enfermería y tiene asimismo, el de especialidad de Ayudante Técnico Sanitario de Empresa. Es igualmente funcionario de carrera de la Comunidad Autónoma del País Vasco.Ha trabajado en la Residencia Sanitaria de Nuestra Señora de Aranzazu, Hospital de Tórax y actualmente en el Servicio de Oftalmología del Hospital Donostia.Pertenece, por otro lado, al comité científico de la revista de la Sociedad Española de Enfermería Oftalmológica, vocal del País Vasco de la SEEOF y miembro de Eusko Ikaskuntza, de la Sociedad Vasca de Cuidados Paliativos y forma parte de la redacción de la Revista Ética de los Cuidados.También es miembro de la Red Iberoamericana de Historia de la Enfermería y miembro no numerario de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.Fuente: Hospital Civil de San Antonio Abad. 50 años de la desaparición del primer hospital de San Sebastián.