586 Zenbakia 2011-07-08 / 2011-07-15

Gaiak

Angel Sukia kardinalaren hiru olerki berri

VELEZ DE MENDIZABAL AZKARRAGA, Josemari

Manuel Juambeltz, (1839-1892), presbítero, carlista, integrista (I/II)

En varios testimonios de “Karlisten eta liberalen gerra-kontaerak” se recoge que en estas partidas guipuzcoanas, tras conocerse “lo de Amorebieta”, los Jefes se escabulleron enseguida, se marcharon a Francia, pero los muchachos se quedaron, entregando las armas en Zumarraga.

Según se recoge en el Boletín Eclesiástico del Obispado de Vitoria de fecha 5 de Octubre de 1872, el día 18 de Septiembre de 1872, D. Manuel Juambeltz es cesado como Coadjutor de Asteasu.

En diciembre de 1872 se produce el tercer levantamiento y el cura Santa Cruz regresa de Francia a Guipuzcoa, la guerra se generaliza en Guipuzcoa, Navarra, Vizcaya..., y las partidas, salvo la del cura Santa Cruz, se integran en batallones.

En el informe de Francisco Apalategui que se guarda en la biblioteca del centro Koldo Michelena de San Sebastian sobre la organización carlista de Guipuzcoa en el período 1873-1876, con un breve historial de sus batallones, donde se describe la organización, los mandos, capitanes, etc. en ningún lugar se cita al cura Juambeltz, por lo que podemos suponer que fue uno de los que “se marchó a Francia”, y de allí, siguiendo la estela de muchos vascos que emigraron por causas de origen económico o político, Manuel Juambeltz emigró al Uruguay.

La tradición familiar de los Juambeltz en Uruguay recuerda que el Manuel vivía en las Misiones y emigró primero para Rivera y luego para Durazno con toda la población, cuando las mismas se entregaron al Brasil. Dicha migración parece que fue bastante terrible, con la pérdida de muchas vidas y de todo —o casi todo— el ganado perteneciente a las Misiones. También recuerda que Manuel tenía un gran arcón con valiosos libros y donde guardaba su propio recetario de plantas medicinales e incluso que quedó un revolver o pistola con su nombre grabado en ella, objetos que se han perdido a lo largo de los años.

Las primeras referencias escritas de Manuel que encontramos en Uruguay, se refieren a su activismo integrista católico. El sociólogo, periodista y político José Pedro VARELA (1845-1879), fue el impulsor de la reforma escolar uruguaya, que finalmente establecería la enseñanza escolar laica, gratuita y obligatoria que se enfrentaría a la hasta entonces educación monopolizada por la Iglesia Católica. Para la implantación de su reforma, Varela creó la Sociedad de Amigos de la Educación Popular.

En la Villa de San Pedro de Durazno, en el departamento del mismo nombre en el interior de Uruguay, el 11 de enero de 1874, Francisco A. Berra, fundamental propulsor de la reforma había creado una filial de esta Sociedad constituida un lustro antes en Montevideo, y el cura Manuel Juambeltz, en un principio se mostró simpatizante de la Sociedad de Amigos y la integró, manifestando con tolerancia ejemplar, valga el testimonio del periódico “La Democracia”, que “si para escuelas me pidiera un protestante, a un protestante le daría”. Pronto cambió de parecer retirándose de la corporación y borrándose de la lista de socios. La llamada Ley Varela que consagrara la Educación Común el 24 de Agosto de 1877 había establecido una Inspección Departamental para el Durazno, designándose como Inspector a Jaime Ferrer y Barceló. El ambiente de polémica apasionada y discordia en torno a la educación común, fue polarizado por el Inspector Ferrer y el cura Manuel Juambeltz. (Pedro Montero López “José Pedro Varela en Durazno”).

El apasionamiento en la polémica debió ser importante ya que el anterior autor se refiere a él “Siendo el Cura, al parecer, un temperamental pastor de almas, cuya intolerancia se demostrara, además, en 1882 cuando fuera puesto en sus cabales por D. Fructuoso Alburquerque desde la Junta Económico Administrativa, al pretender dicho sacerdote discriminar la tierra del cementerio en dos categorías, una para los católicos y otra para los profanos o herejes, erigiéndose él en dispensador de los privilegios de inhumación en el “Campo sagrado”.

En los nº 19-21 de la Revista Prisma, se recoge también “en enero de 1874 comenzó a agitarse el ambiente local. Uno de los líderes del conflicto fue el sacerdote Manuel Juambeltz también español, quien al principio adhirió con fuerte entusiasmo al nuevo centro escolar”.

El historiador Licenciado Oscar Padrón Favre recoge en su libro “Españoles en Durazno”, refiriéndose a la reforma escolar que “El más decidido adversario que encontró en la Villa, precisamente, fue también un español, el sacerdote Juambeltz, quien lideró el sector que rechazaba la aplicación de algunas de las novedades que traía la Reforma”. Refiriéndose a él, resume su actividad de la siguiente manera: “Permaneció durante una década al frente de la iglesia duraznense, entre los años 1875 a 1885. Sin duda un momento también muy especial y de fuerte combate ideológico. Combate que, como hemos expresado, tuvo en Durazno particular intensidad dada la fuerza que las corrientes liberales, racionalista y librepensadora tuvieron en la misma, lideradas por prominentes figuras de la inmigración italiana y española.

En ese período la Iglesia vio desmoronarse su posición de liderazgo que ejercía sobre la sociedad oriental, como así también muchos privilegios o atribuciones que pasaban a ser asumidas, ahora, por el Estado.

La puesta en práctica de la Reforma Escolar, a partir de 1877, fue uno de los hechos y frente a ella, como vimos, el Padre Juambeltz descargó fuertemente sus baterías, desde la prensa y desde el púlpito. La Ley de registro Civil obligatorio y otras vinculadas a aspectos concomitantes, provocaron igual actitud por parte del citado sacerdote, posición que le ganó una constante y por momentos despiadada, crítica de los sectores anticlericales de la Villa ventilada, con preferencia, a través de la prensa”.

Mientras tanto, en Euskal Herria continuaba la tragedia, con las consecuencias conocidas.

“Tras cuatro años de luchas, marchas y contramarchas, sitios, batallas, cultivos arrasados y miles de muertos, el 27 de febrero de 1876, el Pretendiente Carlos VII cruzaba la frontera para cerrar definitivamente un largo capítulo de la historia: la defensa del catolicismo, de la tradición política, de la monarquía legítima, no era ya una alternativa válida frente al triunfante capitalismo liberal.

Sumados los rigores de la pasada contienda a la obligatoriedad de acudir al servicio militar y a la promesa del Pretendiente de volver a presentar batalla, dio como resultado que los derrotados tuvieran una poderosa razón para buscar en otras tierras un pacífico y promisorio futuro que creían imposible de hallar en sus provincias natales.

Los vascos se quejaban amargamente sobre el servicio militar que era utilizado por el gobierno español como represalia contra los derrotados en la reciente guerra: “Los quintos que sacan de estas provincias tienen especial cuidado, los que verifican el reparto de hombres, de enviarlos a los regimientos que se encuentran de guarnición en Castilla ó Andalucía; es decir los alejan lo más posible del suelo patrio”.

Alentados a la vez por las desmesuradas promesas de los agentes de inmigración que contra lo que cabría suponer luego de más de medio siglo recorriendo las montañas vascongadas aún no habían agotado sus argumentos, los vascos se lanzaron en masa a cruzar una vez más el océano Atlántico.

Esta se transformó entonces en una época de cosecha para los gobiernos sudamericanos, que veían así coronados sus esfuerzos para atraer a nuevos inmigrantes que apuntalaran con su trabajo, sus maltrechas economías locales.

Verdaderas empresas de tráfico de emigrantes hacían fortunas aprovechando esta magnífica coyuntura. Mientras tanto en el País Vasco, se seguían alzando indignadas voces de protesta hacia este vil comercio.

Entonces, por primera vez desde América se alza una voz a favor de los sufridos emigrantes. A fines del año 1876, en Montevideo, un grupo de vascos deciden unir sus esfuerzos para socorrer a los inmigrantes que —ellos creían— llegarían en masa en el transcurso de los próximos años. Se crea una nueva institución que, asentada en Montevideo fue la primera de su género en el mundo: la Sociedad Protectora de la Inmigración Vascongada Laurac Bat”, cuyo principal objeto será dar protección á los inmigrantes de las provincias de Navarra, Guipuzcoa, Vizcaya y Álava que espontáneamente vengan, proporcionándoles colocación en todo el territorio del país.

Sin duda no fue casualidad la fundación de esta institución en el año 1876 celebrada a los escasos cuatro meses de que el propio Pretendiente Don Carlos estuviera en esta ciudad.

Fue recibido en esta ciudad por un grupo de sus antiguos correligionarios y, a su expreso pedido, José María Carrera fue su acompañante en las recorridas que le llevaron en primer lugar a la capilla del Santísimo Sacramento, porque según manifestó el propio Don Carlos, su primer cuidado al arribar de un viaje era rezar dando gracias al cielo.

¿Es entonces descabellado suponer que Carrera, principal impulsor y sostenedor de la Sociedad Protectora de la Inmigración Vascongada, obedeció al influjo del Pretendiente para dar posteriormente los primeros pasos que llevaron a la fundación del “Laurac Bat”?

¿No es lógico suponer la comprensible preocupación de Don Carlos por el destino al que se estaban enfrentando tantos de sus fieles seguidores quienes, como él, debieron emprender un apresurado exilio?

A través de la historia escrita de esta institución se desprende claramente un sentimiento de simpatía hacia los ideales carlistas, aunque en las numerosas ediciones de su órgano de difusión, jamás nombrarán ni harán alusión alguna a la personalidad del Pretendiente.

Los iniciadores de esta sociedad, visualizaron claramente que el éxito de su empeño pasaba en gran medida por la cadena de contactos que lograran establecer en todo el territorio nacional. Esta intención quedó plasmada en el capítulo IX de sus Estatutos, donde el artículo 32 expresa claramente: “Se nombrarán uno ó mas agentes en cada pueblo de los Departamentos de campaña y representarán á la Junta Directiva en todos los asuntos concernientes á la Sociedad” agregando en el siguiente artículo:” Los Agentes serán los encargados de recibir los pedidos de los inmigrantes en sus respectivos pueblos ó Departamentos y comunicados á la Gerencia para ser atendidos.”

(Irigoyen Artetxe, Alberto: Laurak Bat de Montevideo, 1876-1898, primera euskal etxea del mundo, Vitoria, 1999.)

Pues bien, en el listado de corresponsales de la Sociedad en el interior del país, el cura Manuel Juambeltz consta como Agente o encargado de la localidad de Durazno. De esta manera no olvidaba su misión sacerdotal de ayuda a los necesitados y su compromiso con sus correligionarios.

La actividad eclesiástica de Manuel en Durazno continúa registrada en los diarios de la época y así conocemos que el día 7 de octubre de 1877, en su calidad de Cura Administrador, integra el grupo de sacerdotes que acompaña al Obispo de Uruguay, Monseñor Jacinto Vera, en su visita pastoral al nuevo pueblo de Sarandí del Yi donde es inaugurada solemnemente la nueva iglesia dedicada a San Antonio de Padua, y que constituye la Iglesia Vice Parroquia de la Iglesia parroquial de Durazno.f

En el año 1879 inaugura la nueva capilla en el lugar de Farruco, perdido en medio de las grandes extensiones de campo y sin poblado alguno a su alrededor, distante trece leguas de Sarandí del Yí. En este lugar Manuel ha tomado contacto con la familia de Arturo Jauge, propietarios de los inmensos terrenos donde se ubicaba la primera Capilla, de origen francés y relacionado con los legitimistas franceses (cuyo padre Amédée tuvo vínculos con carlismo español).

La relación entre Manuel y la familia Jauge dio sus frutos ya que el hermano pequeño de Manuel, Ramón Juambeltz, contrajo matrimonio con Magdalena Jauge Thibaron el día 1 de febrero de 1886. Este matrimonio Juambeltz-Jauge fue el origen de la amplia presencia actual de los Juambeltz en Uruguay. La transmisión oral familiar coincide en que Manuel le había escrito a su hermano Ramón para que viniera a casarse con una señorita de esta familia Jauge.

La llegada de Ramón a Uruguay no está fechada pero su nombre fue incluido en la lista de la Sociedad Española de Socorros Mutuos de la ciudad de Durazno, detalle que nos permita aproximar la fecha de su llegada a Uruguay.

“Esta Sociedad fue la primera institución de esas características que tuvo la colectividad española duraznense. No pudiéndose aún establecer la fecha exacta de su fundación, estimamos que debió realizarse entre 1878 o 1879. Estaba integrada por un alto porcentaje de inmigrantes vascos, presumiblemente carlistas, y tuvo un carácter acentuadamente conservador. Sintomático es que entre sus integrantes no figuren los españoles de más decidida posición liberal y republicana. Otro claro indicador de su ideología predominante es que una de las figuras principales de la misma lo era el Cura Párroco de la Iglesia de San pedro, el vasco Manuel Juambeltz, de activa militancia antiliberal”.

“Españoles en Durazno” de Oscar Padrón Favre.

Entre los integrantes de esa Sociedad figuran Manuel Juambeltz y Ramón Juambeltz.

Para hacer una pequeña referencia de Ramón Juambeltz, perfectamente estudiado por nuestra querida prima Mª Teresa Aguilar Villarreal, podemos remitirnos a la publicación del diario EUZKADI que fuera editado el 18 de diciembre de 1935 por el Partido Nacionalista Vasco, artículo titulado “Los Vascos en Uruguay”.

Ramón Juambeltz Larrañaga.

Como hemos visto, el historiador D. Oscar PADRÓN FAVRE en su libro Españoles en Durazno” registra que Manuel Juambeltz permaneció durante una década, entre los años 1875 a 1885 al frente de la Iglesia San Pedro de Durazno. El regreso de Manuel a su tierra natal se debió producir en fechas de finales de 1885, ya que en unas notas que constan en el Archivo Histórico Diocesano de Vitoria se recoge que Manuel Juambeltz el año 1885 estaba destinado en Zumarraga y “que había pasado 13 años en Montevideo.” Esta referencia a los 13 años pasados en el Uruguay, corroboraría la tesis de que Manuel se exiliaría el año 1872, tras el “Convenio de Amorebieta”.

El día 17 de mayo de 1886 Manuel Juambeltz, coadjutor y vecino de Zumárraga, testó ante el Notario de Villarreal (Urretxu).

Villareal 17 de Mayo de 1886

Testamento de Dn Manuel Juambeltz, coadjutor y vecino de Zumarraga.

En la villa de Villareal a diez y siete de Mayo de mil ochocientos ochenta y seis, ante mí José Antonio de Segura, Notario con vecindad y residencia en la de Oñate, ambas en el Distrito de Vergara del Ilustre Colegio de Pamplona y de los testigos, que al final se nombrarán, comparece D. Manuel de Juambeltz e Iriondo, Presbítero Coadjutor natural de Mendaro de la villa de Elgoibar y vecino de la de Zumarraga, de edad de cuarenta y seis años, asegurando ser hijo legítimo de los finados D. Miguel Ascensio y Dña. María Cruz que también fueron vecinos de dicho Mendaro, habiendo fallecido el padre en la expresada villa de Zumarraga, provisto de cédula personal de undécima clase que con fecha nueve de Febrero próximo pasado le fue expedida en la Ciudad de Orduña de Vizcaya por el alcalde D. Luis Aranco con el número trescientos sesenta y cinco, que se halla en ejercicio de los derechos civiles con capacidad legal a mi juicio de formalizar esta escritura de testamento nuncupativo ( 1 ) con relación a memoria, y consignando que cree y confiesa el alto e inefable misterio de la Santísima Trinidad y los demás misterios y Sacramentos que enseña la Santa Iglesia Católica, Apostólica Romana, a cuyo gremio pertenece de todo corazón y protestando vivir y morir en esta fé con los auxilios de la Divina Gracia, lo otorga y ordena en la forma siguiente.

Primero

Declara que dejará una memoria testamentaria escrita y firmada o solamente firmada por él de su puño y letra de fecha de este día o posterior o sin fecha alguna, que contendrá mandas, funerales, misas, sufragios, legados, declaraciones, encargos, nombramientos de albaceas y demás disposiciones de sus bienes, derechos y acciones que tenga por conveniente y también las variaciones, adiciones, revocaciones y cualesquiera otras disposiciones que le ocurran y que vaya poniéndolas a continuación de dicha memoria y quiere y ordena que se tenga por parte integral de este testamento y por su última y deliberada voluntad, siempre que empiece o encabece con estas palabras “ Jesús, María y José” las cuales servirán de sel y manda que a su muerte se protocolice donde y como sea mas conforme y arreglado a derecho, añadiendo que su voluntad es que las adiciones, variaciones, revocaciones y disposiciones que vaya haciendo en la memoria valgan también estando hechas y firmadas por una persona de su confianza en el caso de que el relatante testador no pudiese firmar por imposibilidad.

Segundo

Nombra e instituye en el remanente que quedare de sus bienes, cumplidas las disposiciones contenidas en la citada memoria y adiciones, a sus cuatro hermanos Dña. Brígida, Dña, Josefa Catalina, Dña. Manuela y Dn. Ramón Isidoro de Juambeltz e Iriondo (2) casados, la primera en Asteasu, la segunda en Gujuli de Álava, la tercera en Alegría de Guipúzcoa y el cuarto en la República Oriental del Uruguay, y en el caso de fallecimiento de algunos de ellos entrarán sus hijos legítimos en su representación._____________________

Así el testador Dn. Manuel lo dice, otorga y firma con los presentes testigos que son Dn. José María Ason, Don José Andrés Astaburuaga, Don Gerónimo Navarro y Don Timoteo Ocariz, casados y vecinos de esta villa de Villareal, que aseguran no tener excepción alguna. ________

Yo el notario leí esta escritura integra en un acto a la parte y dichos testigos a su elección, permitiéndoles que la lean, después de haber advertido al uno y a los otros que tienen el derecho de hacerlo por sí, del que no usaron, ratificándose el otorgante y en fé de su conocimiento, profesión y vecindad, de que se halla en sano y cabal juicio y del contenido de este instrumento, signo, firmo y rubrico. Firmas de

Manuel Juambeltz

José Mª Ason

José Andrés Astaburuaga

Jerónimo Navarro

Timoteo Ocariz

José Antonio de Segura

(1) esto es, testamento abierto, se piden testigos que juntamente oigan la voluntad del testador, además del escribano o notario)

(2) (Dña Manuela y Dn Ramón Isidoro no son Juambeltz Iriondo, son Juambeltz Larrañaga, hijos de otra madre distinta a la del testador y sus dos primeras hermanas)

La siguiente referencia sobre Manuel Juambeltz la localizamos en el libro “Los integristas Guipuzcoanos 1888-1898” de María Obieta Vilallonga, donde consta, en su calidad de coadjutor de Fuenterrabía, en el listado de los simpatizantes guipuzcoanos del partido integrista. “El año 1888, el movimiento integrista (1888-1923) se estructurará como partido político independiente y autónomo a raíz de una escisión de la comunión carlista liderada por Carlos VII, en torno a la figura de Ramón Nocedal. Los integristas se alejan de D. Carlos, de quien consideran que se ha liberalizado, y el bando de Nocedal, integristas católicos se integran en el Partido Católico Nacional.

El integrismo se apoya fundamentalmente en la burguesía media y alta, y cuenta con la eficaz ayuda de una parte del clero.”

Manuel, que como hemos visto tomó para sí el liderazgo de la lucha contra las ideas liberales y la reforma escolar laica de la ciudad de Durazno, donde impartía su magisterio sacerdotal, no se limita a ser un afiliado más en el partido integrista, toma parte activa en el mismo.

Así, en La libertad de San Sebastian, diario republicano radical, en su edición del martes 10 de febrero de 1891, recogemos lo siguiente:

“Todos nuestros lectores, conocen, de seguro, a D. Manuel Juambeltz, presbítero, excarlista, nocedalino y vecino Fuenterrabía. El Sr. Juambeltz, a pesar de que el Apóstol dejó escrito aquello de: No os relacionéis con liberales y con ellos ni sentarse a la mesa., suele echar sus tresillitos con liberales maldecidos, de esos que son peores que asesinos, ladrones, adúlteros, etc. etc. y alguna vez habrá dado codillo, y eso que no es fácil, a nuestro particular amigo D. Félix Laborda, firme columna de la coalición liberal en la ciudad fronteriza.

El Sr. Juambeltz, después de dejar arreglados los asuntos políticos en Fuenterrabía, se presentó dos días antes de la elección en Villareal.

Como Zumárraga está tan cerca, el Señor Juambeltz visitó a D. Justo Artiz, con quien se entendió fácilmente, a lo que parece.

Y ocurrió que los inquilinos de D. Juan Aguirrebengoa, vocal del Comité Provincial de la coalición liberal, y tal, los cuales inquilinos van siempre con el Sr. Artiz, se presentaron a votar con candidaturas del Sr. Nocedal.

Y esto, ¿qué prueba? Nada: Como dijo el Sr. Goitia, sus jefes y queridos amigos opinaban que la lucha debía verificarse entre la coalición y sus enemigos todos, sin pactos ni componendas con sus enemigos.

A las gentes les basta saber lo que opina la coalición liberal, y no les importa averiguar lo que hace, porque lo prohíbe la disciplina.

Continuamos con las aventuras de Don Manuel Juambeltz, presbítero, integrista y tresillista con los de la coalición liberal.

Llegado que fue el día 1º, a las ocho de su mañana, se presentó el presbítero integro, es decir, de una pieza, a la puerta del colegio electoral, juntamente con el Vicario de Villareal.

Qué hacían allí, podrá decirlo otro presbítero, D. Lucas Tellechea, con quien y con sus dos colegas se armó una muy regular bronca a la puerta citada, para la mayor edificación de los católicos y su unión más intima.

A ella habrá contribuido también otro presbítero, el párroco de Aguinaga, barrio cuyos caseríos pertenecen a la Sra. Arcelus, viuda de Navarro, y cuyos colonos siempre estuvieron entregados a la merced del Sr. Artiz.

Los cuales colonos, con el cura párroco a la cabeza, fueron el día 1º a Azcoitia y votaron la candidatura del Sr. Nocedal.

A favor de éste votó también en Villareal el único empleado de la compañía de Durango a Zumaya allí domiciliado, y que, como sus compañeros, fue puesto a disposición del Sr. Artiz.

La visita que a éste señor coalicionista liberal hizo el presbítero integrista D. Manuel Juambeltz, obró maravillas.

Tan grandes, que ya no sabemos si el integrismo ha entrado en la coalición liberal o los siervos de ésta se han hecho integristas.

Después de todo, ello es fácil; porque entre unos y otros no media el canto de una peseta vieja.”

Irónico artículo del diario republicano, que muestra a las claras el importante activismo integrista de Manuel Juambeltz en las Elecciones Generales de 1 de Febrero de 1891.

En fechas posteriores, este diario hace referencia al mismo incidente, ediciones del 26 de Febrero de 1891 y también en la edición del sábado 28 de Febrero de 1891, recogemos: “Es indudable que si el presbítero D. Manuel Juambeltz se entendió con la coalición liberal, y recabó de ésta para el Sr. Nocedal los votos de un coalicionista, que forma parte del Comité Provincial, el apoyo prestado por la coalición al integrismo fue de carácter general. Y es indudable que practicando la coalición y el integrismo la teoría del do ut des, algo le daría éste a aquélla. Cuanto y en dónde, no es fácil precisarlo; pero los hechos han revelado lo bastante para convencer a todo el mundo de que hemos sostenido y sostenemos la verdad”.

Pero las actividades de Manuel Juambeltz estaban llegando a su fin. La edición del sábado 20 de Febrero de 1892, el diario integrista El Fuerista que se publicaba “con censura eclesiástica” y bajo el lema “¡Cristo vence! ¡Cristo reina! ¡Cristo impera!, recoge “Con profundo sentimiento participamos a nuestros lectores, que nuestro respetable y queridísimo amigo D. Manuel Juanbeltz se halla en estado gravísimo hasta tal punto que se han perdido todas las esperanzas de salvación. No necesitamos dirigir excitación de ningún género a nuestros amigos porque se trata de persona que goza de generales y vivas simpatías en el país y a quienes su mismo cariño más que nuestros ruegos ha de inspirarles cuanto en semejante trance ha de ser de provecho espiritual para el enfermo. Dios misericordioso, le conceda la salud si es para bien de su alma y sino le depare la sosegada y tranquila muerte que sea preludio de eterna salvación”.

Las rogativas llegaban tarde porque el 19 de Febrero de 1892, a las dos de la mañana, en la Calle Mayor nº 26, de muerte natural por Congestión Aplopética, fallece D. Manuel Juambeltz en Fuenterrabía. Cuando fallece, era Presbítero Coadjutor de su Parroquia de Santa María.

La edición del día siguiente, recoge: “A las tres de la madrugada de ayer falleció en Fuenterrabía, después de recibir los Santos Sacramentos, Don Manuel Juambeltz, coadjutor de aquella parroquia. Así pues, los tristes presagios, que acerca del desenlace de su enfermedad nos comunicaba anteayer un amigo nuestro se han cumplido desgraciadamente.

Hemos perdido en él a un amigo cariñosísimo que estuvo siempre a nuestro lado, para alentarnos en la lucha por los derechos de Dios y de su Santa Iglesia.

Hombre de elevadas miras, campeón decidido de la causa católica y de un carácter y energía poco comunes en nuestros tiempos, el Sr. Juambeltz estuvo siempre dispuesto a los mayores sacrificios, se mantuvo firme y resuelto en el lugar que él en conciencia creía deber ocupar y pasó por trances apuradísimos en que pudo salvarse gracias a su arrojo y serenidad.

Larga lista de méritos contraídos por el finado pudiéramos relatar, méritos que ante Dios habrán tenido un valor que no supiéramos apreciar los hombres.

Por su nativa bondad y su carácter franco y expansivo gozaba de grandes simpatías y tenía numerosísimos amigos para quienes será penosísima la noticia de su muerte.

Dios nuestro Señor haya acogido misericordioso su alma, por la que suplica una oración a sus amigos El Fuerista, que no olvidará fácilmente al finado”.

Y hasta aquí, esta historia abierta de un hombre del siglo XIX, sacerdote católico, guerrero carlista, integrista batallador, que sin pensarlo, después de más de cien años, ha servido para la fraternal unión de vascos y uruguayos, que salvando la distancia del tiempo y el espacio, no son descendientes de vascos, son vascos.

Bibliografía

- Padrón Favre, Oscar. “Españoles en Durazno” Montevideo 1993

- Rodríguez de Coro, Francisco. “Revolución liberal y IIª Guerra Carlista (1868-1876). San Sebastian-Donostia. 1986.

- Aranburu Ugartemendia, Pello Joxe e Intza Igartua, Luis Mari. “La construcción del Ferrocarril del Norte, Evaluación y consecuencias en Guipúzcoa”, Tomo II, Otzaurte-Igartza. 2006-2008

- Zavala, Antonio. “Karlisten bigarren gerrateko bertsoak”. 1997

- Apalategui Igarzabal, Francisco. “Karlisten eta liberalen gerra-kontaerak”

- Apalategui Igarzabal, Francisco. “Organización carlista de Guipuzcoa en el período 1873-1876”, Biblioteca Koldo Mitxelena de Donostia-San Sebastian.

- Irigoyen Artetxe, Alberto: Laurak Bat de Montevideo, 1876-1898, primera euskal etxea del mundo, Vitoria, 1999.

- Obieta Vilallonga, María. “Los integristas Guipuzcoanos 1888-1898”

FUENTES Y ARCHIVOS

Archivo Histórico Diocesano de San Sebastian.

Archivo Diocesano de Pamplona.

Archivo Municipal de Asteasu.

Archivo Municpal de Tolosa.

Archivo Histórico de Protocolos de Gipuzkoa en Oñati.

OTROS

Ma. Teresa Aguilar Villarreal. “Jauge-Juambeltz, Historia de vascos y franceses”

Montero Lopez, Pedro. Artículo “Jose Pedro Varela en Durazno”

Padrón Favre, Oscar. Artículo publicado de la Universidad Católica Dámaso Antonio Larrañaga del Uruguay. Revista PRISMA de Durazno.

Revista “La propaganda rural”, nº 771. Montevideo 1934.

Diario “Euzkadi”, 18 Diciembre 1935.

Tapia, Joseba. Disco “Eta tira eta tunba”, 2010.

www.zumalakarregimuseoa.net

http://liburutegidigitala.donostiakultura.com/liburutegiak/

http://www.bse.com.uy/almanaque/Almanaque%201973/contenido.html