546 Zenbakia 2010-09-17 / 2010-09-24

Elkarrizketa

José María de Orbe Klingenberg. Cineasta: Un cineasta con inquietudes tiene mucho camino por hacer. El arte es inagotable

SALABERRIA, Urkiri

Cientos de kilómetros nos separan, pero en tan solo un instante hemos podido acceder a su universo. Un universo en el que perderse una noche de verano para cazar con la mirada una hermosa luna creciente y miles de estrellas fugaces. Tras una dilatada y premiada carrera en el mundo de la publicidad, José María de Orbe, nominado a la Concha de Oro por su segundo largometraje “Aita”, habla con nosotros de su faceta creciente, la de director de cine.

Foto: Eddie Saeta.

En su anterior película, La línea recta, la protagonista nos expresaba únicamente el presente. Si le parece, comencemos así esta entrevista, por el presente. ¿Cómo ha recibido la nominación a la Concha de oro?

Todo reconocimiento a tu trabajo es de agradecer, pero yo no hago películas para conseguir premios. Los premios son más propios de actividades deportivas que culturales.

¿Por qué hace usted películas?

Siento la necesidad de hacerlas y pongo todo mi empeño en ello.

Ha comentado que los premios son propios de actividades deportivas. ¿No cree que “en el deporte, como en la vida, lo importante es participar”?

Esas palabras del barón de Coubertain, resultan hoy día muy sarcásticas. Para mí lo importante es intentar hacer aquello para lo que uno cree que está capacitado.

Una pregunta obligada. ¿Marca la publicidad un new lifestyle o los nuevos estilos de vida son la fuente de inspiración de la publicidad?

La publicidad salvo honrosísimas excepciones, no inventa nada. Se apunta a modas emergentes o consolidadas. Por principio, a los anunciantes no les gusta arriesgar. El capital es siempre conservador. Solo arriesga aquel que no tiene nada que perder o el vocacional, el que está convencido de que lo que hace es inevitable. Los anunciantes no son vocacionales. Invierten en publicidad por necesidad.

Teniendo un soporte y unas técnicas similares, ¿qué diferencia los lenguajes cinematográfico y comercial?

Son dos lenguajes diferentes que sirven a fines distintos. Un spot trata de vender un producto, una película puede ser un espectáculo para entretener o puede tener otras ambiciones más elevadas.

¿Qué otras ambiciones, por ejemplo?

La función del arte es buscar el buscar la esencia oculta de las cosas, extrañar, romper los hábitos del espectador, cuestionar las certezas, etc. Un cineasta con inquietudes tiene mucho camino por hacer. El arte es inagotable.

¿Hay películas que puedan clasificarse como un anuncio largo y anuncios que pueden ser películas cortas?

Hay películas comerciales que son más descaradas que un anuncio y hay anuncios que tienen más ambición creativa que muchas películas.

¿Son los cortometrajes espacios de transición entre una película y un anuncio?

No. Las películas experimentales que realizo tienen un fin en sí mismas. Tienen un lenguaje propio, diferenciado de otros formatos.

Foto: Eddie Saeta.

¿Para quién el cine? ¿Una vía de expresión del director o un espejo en el que poder reflejar las emociones el espectador?

El cine es para quien lo ame. Una vez que una película se estrena, pertenece al espectador. Antes, al director.

Dice que la película “pertenece a”. Pienso en que cuando vemos los anuncios de las películas nos aparecen mensajes como “una película de...” ¿De quién es la película?

El cine es un trabajo piramidal en equipo. Todos trabajan para las ideas del director. No puede ser de otra forma. Por eso adquiere tanta relevancia la figura del director y por eso mismo, los directores debemos de actuar con humildad, pues nuestras películas son posibles gracias a la generosidad de gente que acepta poner su talento al servicio de las ideas de otro.

Oteiza definió el arte como “un tema con una estructura”. ¿Es el cine capaz de estructurar cualquier tema? O dicho de otro modo, ¿es el cine un arte?

Una película se podría definir como “estructura y detalles”.El cine es un arte, lo que no quiere decir que todas las películas sean arte. Hay demasiado cine de relleno producido por una industria a la que el arte le trae sin cuidado y consecuentemente, huye de los artistas como de la peste.

¿A qué se refiere?

Me refiero obviamente a Hollywood, pero también a otras industrias menores que tratan de emular a Hollywood, como la industria española.

Pero, ¿no se destaca el cine europeo por una búsqueda de lenguajes íntimos y quizá poco comerciales?

La existencia de un cine más intimista y menos comercial no es un patrimonio europeo. Se hace cine de autor en EEUU, en Asia, en Sudamérica, etc. El problema es que ese cine no llega a las pantallas españolas. Aquí solo llega cine norteamericano comercial y cine europeo, y de éste último, algunas películas son mas autorales. De ahí que se suela decir que el cine europeo es más personal. Recomiendo ver a autores norteamericanos como Jonas Mekas, James Benning, Thom Andersen, u orientales como How Hsiao Hsien, Apitchapong Wherasekatul, Naomi Kawase, etc., y verá que el cine europeo está en muchos casos muy lejos en términos de originalidad, compromiso, talento y audacia de estos autores.

¿Quizá los términos industria y cine son incompatibles?

No necesariamente. El problema es que la industria se apropia de todos los canales de difusión cinematográficos y de esta forma trata de imponer un lenguaje hegemónico, impersonal y atrasado. El público no tiene acceso a una cantidad importante de obras fundamentales que se están produciendo en España y en el mundo. Esto supone una merma muy importante a la libertad del ciudadano. Esta situación me parece muy contradictoria con las políticas cinematográficas estatales, que subvencionan el cine por ser un producto cultural. ¿De que sirve financiarlo si no pueden garantizar su visibilidad? No estoy seguro de que los organismos oficiales no hayan sucumbido a otros intereses.

Se oye hablar del cine independiente, del comercial, del experimental... ¿alguna sugerencia para clasificar el cine?

Para mí hay dos tipos de cine: Uno, en el que el director “se sirve del cine” y otro en el que el director “sirve al cine”.

Y usted, obviamente, catalogaría sus películas en este segundo grupo... Hablemos de la película con la que opta a la Concha de Oro. ¿Es Aita cine vasco, catalán, español, europeo? ¿O simplemente, Aita es cine de Orbe?

Aita es cine vasco, catalán y español. Sobre todo es cine vasco, no sólo porque está rodada en el País Vasco, sino porque busca cierta esencia de lo vasco. Además, está hablada en castellano y euskara.

Y ¿cómo surge la idea de rodar esta película?

Suelo decir que es por devolverle algo de vida a la casa torre de Murguía, pero en el fondo es por volver a mi niñez, por recuperar la mirada de mi infancia.

Fotograma de la película Aita.

Los protagonistas que aparecen se ubican en el límite de la ficción y la realidad, es decir, no sabemos dónde se encuentra el límite entre personaje y persona. ¿Podríamos decir que la realidad supera a la ficción? Pero por otra parte, ¿no hacen falta alta dosis de ficción para que una película pueda parecer una realidad?

Cierto. La realidad por sí misma no representa nada en una película. Hace falta llegar a cierta abstracción para trascender de la realidad. La abstracción da al cineasta la posibilidad de salir del naturalismo que ha encerrado al cine.

Este trabajo preliminar ¿es un modo más directo de buscar la esencia que nos comentaba? ¿Ha encontrado algún indicio de la esencia de lo vasco?

La función de una película es hacer viajar al espectador, no arrojar respuestas o certezas. Yo no encuentro respuestas al rodar una película, si acaso, descubro nuevas preguntas. La esencia de lo vasco es algo inasible, un montón de preguntas que comienzan en un tiempo indefinido y que precisamente por llevar tanto tiempo sin encontrar una respuesta, lo hacen tan misterioso. Tratar de acotar qué es lo vasco es limitarlo y por lo tanto, matarlo. Lo vasco flota en el tiempo y se transmite de generación en generación con un halo mítico. Dejémoslo ahí para que pueda perdurar en generaciones futuras.

¿Hacen falta “subtítulos” para esta obra?

Hay subtítulos para facilitar la comprensión de ciertos diálogos a los que no son euskaldunes. Pero Aita se puede apreciar sin ninguna clase de subtítulos. Es una obra más visual que hablada. Me importan más los sonidos, las texturas o la forma de moverse de los personajes. Los obtusos no apreciarán Aita por muchos subtítulos que se quieran poner.

¿Cuándo o cómo dio por concluida la película? O dicho de otro modo, ¿las películas se concluyen o se interrumpen?

Las películas se detienen en tiempo determinado para que puedan conquistar otros tiempos. Una vez dado ese paso, es mejor dejarlas ahí. El tiempo ya se ocupa de colocarlas en el lugar que merecen.

Hablemos de su infancia; ¿Qué perfumes, qué sabores, qué sensaciones guarda? Sus padres, hermanos y hermanas... ¿cómo pasaban las tardes de invierno? ¿qué recuerdos de las vacaciones de verano?

Mis inviernos trascurrían en Donosti y mis veranos en Astigarraga. De los veranos guardo un intenso olor a campo, a hierba seca. También guardo la sonoridad del euskera, tan cerrada y misteriosa. El euskera de la gente del pueblo me sonaba a algo ancestral, no como el de ahora, que me suena mas “globalizado”. Recuerdo a un hombre que trabajaba para mi abuelo, se llamaba Iñacio Soldadua y no hablaba nada de castellano. Era una especia de John Wayne de Astigarraga, un tipo fuerte, muy arcaico y con gran dignidad. Me hubiera gustado filmarle.

¿Quizá por eso se decide a rodar en la casa de Murgía, en Astigarraga? ¿Ha podido reconstruir en una nueva dimensión algo de aquel espacio-tiempo?

Nietzsche dijo que “solamente aquel que construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado”. Rodar en Murguía es para mí construir un futuro, no mirar al pasado. Aunque éste esté presente en la película, se trata de una presencia mítica, casi diría que poética. Es consecuencia del viaje interior de la casa como personaje, no un intento de volver a un tiempo pasado. Yo me pregunto ¿son los espacios intemporales? No. Los espacios también son temporales. Eso se ve muy claro en Aita.

¿Por qué decide dedicarse al cine?

Yo creo que decido dedicarme al cine porque quiero tener una vida alejada de los convencionalismos burgueses.

¿A qué convencionalismos se refiere? (¿quizá aquellos que venden en los spots?)

Me refiero a los convencionalismos más conservadores como la seguridad, el consumismo, el culto a las apariencias, etc.

Los spots venden tópicos burgueses de una forma interesada, directa, y sin trampa, pues todo el mundo sabe que las intenciones de un spot son vender un producto. Yo temo más a los mensajes que nos venden desde otras pantallas, públicas o privadas, pequeñas o grandes con la apariencia de informativos, de discursos aparentemente desinteresados o de espectáculos para entretener. Esos son los peligrosos. Le voy a mencionar una cita de la poetisa Ana María Moix, que creo que viene al caso: “Somos torpes. Vivimos en una sociedad que nos manipula constantemente y que deteriora nuestra manera de ser espontánea, la única que se corresponde con nuestro verdadero modo de ver las cosas. Entre lo que somos y lo que nos vemos obligados a ser y lo que creemos que somos, dista demasiado”.

Junto al productor de “Aita”, Luis Miñarro.

Foto: Eddie Saeta.

Ciudadanía, nacionalidad, identidad, arraigo, cultura. ¿Cómo definiría en su búsqueda lo vasco? ¿lengua? ¿historia? ¿modos de hacer?...

Ya he dicho que “lo vasco” es algo inasible. Ahora bien, “lo vasco”, en lo fundamental, que es para mi lo humanista, es una cultura, una lengua y una cosmovisión, una forma de estar en el mundo, en occidente. Antiguamente, lo vasco implicaba inconformismo, seguramente por temor a perder la identidad, dignidad, orgullo, etc. Actualmente, “lo vasco” está sometido a unas tensiones políticas que son producto de unas circunstancias que pertenecen al pasado. Lo importante, que es preservar la lengua en un contexto globalizador muy desfavorable, ya está conseguido. Lo demás, creo que pertenece al mundo inmaterial, y por lo tanto, muy difícil de definir.

Se refiere a la salvaguarda del euskara...

Es fundamental entender que la lengua es patrimonio cultural de un pueblo y no de los políticos. Yo he rodado en castellano y euskera porque he querido reflejar una situación, a mi modo de ver, normal. Hay que desacralizar las cosas, evitar enfrentamientos interesados y vivir el presente con absoluta normalidad.

¿Cree que la lengua estructura el modo en que nos relacionamos con el mundo?

Absolutamente. La lengua es una seña de identidad y a la vez un vehículo socializador. En un mundo globalizado es muy importante preservar las identidades y en una sociedad bilingüe como la nuestra, es fundamental mantener la función socializadora de las lenguas. Las lenguas están para unir, no para separar.

¿Qué le mueve, qué hace que cada día al despertarse quiera abrir los ojos y levantarse?

Hago aquello para lo que creo que valgo y de la mejor manera posible.

¿Cuál es su recomendación para los jóvenes que quieran dedicarse al cine?

Que vean mucho cine, que comiencen a rodar con su cámara de video cuánto antes, que no se dejen arrastrar por las corrientes comerciales de moda y sobre todo, que sean fieles a sí mismos.

¿Cuál es su deseo para el futuro?

Que haya paz en el mundo y que se acaben los maltratos a los niños. Ya ve que soy un poco utópico.

Por cierto, ¿llamaba usted Aita a su padre?

No. Mi padre llamaba Aitatxo a mi abuelo y yo a su vez le llamaba Aitona. Mi padre murió cuando yo tenía ocho años. Ese verano yo tenía que subir a un caserío a comenzar a aprender euskera. Por desgracia, la muerte de mi padre trastocó los planes. José María de Orbe Klingenberg (Donostia, 1958) Guionista y director, nace en San Sebastián en 1958. Comienza su actividad cinematográfica colaborando en varios rodajes y realizando cortometrajes en S-8 y 16mm. En 1982 coproduce el largometraje Héctor, dirigido por Carlos Pérez-Ferre y con el actor Ovidi Montllor como protagonista, que es seleccionado en el festival de Berlín (Berlinale 82) y que obtiene varios premios internacionales. En 1984 obtiene una beca Full Bright para estudiar cine en el American Film Institute (AFI) de Los Angeles, Ca., convirtiéndose en el primer español que ingresa en dicha escuela en la especialidad de Dirección. En 1986 regresa a España y comienza a realizar spots publicitarios obteniendo varios premios internacionales en Cannes, Nueva York, San Sebastián, FIAP, etc., y alternando esta actividad con la escritura de guiones y el proyecto documental De Chillida a Hokusai, creación de una obra. En el año 2000 conoce a Jaime Rosales, con quien coincide en sus planteamientos sobre el cine y deciden crear, junto con María José Diez Álvarez, la productora de cine FRESDEVAL FILMS, con la intención de producir sus propios proyectos cinematográficos, basados en criterios renovados del cine independiente. Y así, en el año 2006, José María de Orbe dirige su primer largometraje de ficción, La línea recta, escrito en colaboración con el crítico y guionista Daniel Vázquez Villamediana.