471 Zenbakia 2009-01-30 / 2009-02-06

Elkarrizketa

Jesús Lizaso. Escultor: Hay que saber no tirar la toalla con la creación, seguir adelante y no dejarlo aunque pases por épocas malas

GÓMEZ DE LA PEÑA, Iker

El taller de Lizaso está, literalmente, tomado por decenas de sus obras. El estudio está en Basauri, el mismo municipio que saluda, o despide, a sus vecinos con una de las esculturas de Lizaso, ubicada en la rotonda de entrada al pueblo. El autor confiesa encontrarse ante un año apasionante. En 2009 le esperan exposiciones por Europa y “taller, mucho taller”.

¿En qué momento se da uno cuenta de que quiere ser escultor?

Mire, es fácil de resumir: para ser un artista tienes que tener una buena pedrada en la cabeza, eso lo primero. Luego, quizás la disciplina de la escultura es una disciplina en la que puede haber algo más de responsabilidad que en otras, porque es una actividad algo más técnica. Hay que mover volúmenes, pesos, hay un taller, es un oficio... Al final se convierte en algo más moderado. Todos los artistas tenemos la pedrada en la cabeza, pero en la escultura también tenemos que tener la cabeza en su sitio.

Luego, sin darte cuenta, ya eres un escultor. Partes de un oficio, en ese oficio conoces materiales... Y ahí vas buceando, poco a poco, para sacar la creatividad que tienes dentro. En realidad, siempre has necesitado esa libertad de expresar y, como necesidad de expresar y como una forma importante de tu vida, caes en ello. También hay que saber no tirar la toalla con la creación, seguir siempre adelante y no dejarlo, aunque pases épocas malas.

¿Recuerda por cuál de sus obras le dieron su primer sueldo?

No lo recuerdo. Recuerdo mis primeras piezas, pero no la primera que vendí, porque parto de la cerámica, un oficio que valoro y añoro mucho. Era una forma cercana a un material y fácil para poder empezar a expresarte. He desarrollado muchas piezas en cerámica, hace muchos años. Luego sigues con la necesidad de expresar, y si te conformas con un sólo material, se te queda pequeño el mundo. Así que, otra vez sin darte cuenta, te dices: necesito buscar otras cosas. Si tuviera que emplear ese material, lo haría, pero me lancé a conocer, a indagar, a hacer cosas que no había hecho nunca... La verdad es que siempre he hecho lo que me ha dado la gana; a veces ha sido conveniente, y a veces inconveniente.

¿Cómo nació el taller en el que nos encontramos?

Pues la verdad es que el taller se fue haciendo poco a poco. Quizás el taller es ese primer papel que tienes a los cuatro años, cuando, con ese papel, haces una figura que no sabes ni lo que es. El taller hay que ir haciéndolo. Por ejemplo, si vas a trabajar en cerámica te compras un horno, cuando vas a trabajar con piedra necesitas unos discos de diamante... Y así, poco a poco, vas haciendo el taller. Puedes acudir también a las nuevas tecnologías, acudir a la industria... Son tres componentes importantes; la artesanía, las tecnologías y tu cabeza. Aun así, las nuevas tecnologías todavía son muy caras. Si te encargan un producto de envergadura podrías ofrecerlas, pero son caras.

¿Trabaja mucho por encargo?

La palabra ‘encargo’ puede confundir mucho al lector, porque puede pensar que me están imponiendo algo, y eso no es así, es mentira. Indudablemente vendemos encargos, pero un encargo no es sinónimo de una imposición.

Otra de las maneras de dar a conocer los trabajos son las exposiciones...

Sí, en ellas exhibes tus últimos avances, tus últimas obras... también las puedes observar más tranquilamente para criticarte a ti mismo. Las exposiciones surgen porque el propio autor tiene la necesidad de exponer de vez en cuando. En ellas se puede vender o te pueden salir encargos. Ahí muestras al público tu marca y tus últimos avances y piezas. Si no sales del taller, no te van a ver. Acabo de recoger una exposición que tenía en Alicante en una galería privada. Ha sido una exposición de examen de los últimos dos años. En ella yo me he visto y veo que puedo mejorar. Necesito ver las piezas, quiero ver lo que estoy haciendo, y es la única manera que tengo de verlo. El próximo sitio de exposición, eso sí, va a ser más grande. De una exposición vuelves al taller cargado de energía para empezar una nueva etapa. Un escultor suele hacer pocas exposiciones porque cuesta trabajo mover las obras. Más o menos, cuando un pintor ha hecho 40 exposiciones, el escultor sólo ha hecho cinco. Para primavera, tengo prevista una exposición en una galería de Pamplona y estoy preparando una exposición para el extranjero.

Habla de que en una exposición el público puede conocer la seña de identidad, la marca del artista. ¿Cómo definiría la suya?

¿Mi sello de identidad? Buena pregunta, la verdad es que no lo se... Yo no he inventado el cubismo, ni he inventado nada, pero creo que mis piezas se pueden reconocer. Muchas veces me han dicho “he visto una pieza tuya”. Las piezas te lo dicen. Cada una de mis piezas tiene un porqué, pero mi obra en general se basa en el entorno en el que vivo, y en todo lo que me transmite lo que toco, lo que veo, lo que oigo... A lo largo de mi carrera me han influenciado muchos artistas... y también muchas cosas que no pertenecen al mundo del arte.

Dígame una pieza, que no sea suya, de la que se haya prendado...

Siempre me ha hecho mucho ‘tilín’ y me ha quitado muchas horas de sueño una escultura de Venancio Blanco, “El retrato a Belmonte”. Es una pieza muy dura. Es figurativa, tiene oficio, hay creación y es muy dura. A mí para que me llene una obra tengo que ver en ella las manos del artista. Es algo que se está perdiendo.

¿Tiene algún material preferido a la hora de trabajar?

No, a mí me gusta todo, de todos los materiales se puede sacar algo. Por ejemplo, a mí el hormigón me encanta, pero no lo toco. Todos los materiales son utilizables para desarrollar tu creatividad. Hay materiales más nobles y otros que son menos nobles, más cálidos y más fríos (el hierro es más frío que la madera). Hay materiales que te impiden hacer lo que quieras por su peso: tú no puedes hacer en piedra lo que quieras. Hay materiales frágiles... Hay que saber lo que el material te da, y lo que tú le puedes dar al material.

¿Y alguna temática a la que recurra con mayor asiduidad?

Pues intento escaparme de la temática. Intento crear piezas cuya temática sea el espacio, que no tengan el concepto de decir nada claro. El mensaje para mí es llenar el espacio y que el espacio llene la pieza. Sin duda, alguna vez tienes la necesidad de ir a alguna temática también, eso es cierto.

¿Cuál de sus obras le ha dado más quebraderos de cabeza a la hora de terminarla?

¡Bufff! Obras que me hayan dado quebraderos de cabeza, y que de hecho no existen porque han ido a la basura, muchas. Se podrían llenar unos cuantos contenedores, lo cual es bastante frustrante. Por ejemplo, tengo una pieza de nogal a la que llevo dando vueltas más de un año, y no hay manera. Otras muchas me han dado satisfacciones. Yo creo que también tengo muchas muy buenas obras, no tenemos que engañarnos. Lo que me quedo son obras buenas. Todas tienen un porqué y una justificación en mi vida.

Si nos salimos de su obra y hablamos de otras esculturas para espacios públicos, hay un caso especialmente popular, que es lo ocurrido con “La Patata”, de Andrés Nagel en Zornotza...

“La Patata” me parece una pieza coherente con la línea que él trabaja, con las obras que él hace, aunque creo que es muy arriesgada para ponerla en la plaza de un pueblo más o menos rural. Podría ir mucho mejor en un museo de Nueva York, por ejemplo. Es una obra de un autor y hay que respetarla. Eso sí, el control sobre esa escultura, “La Patata”, lo tienen los políticos, son quienes dicen si sí o si no. Pero ellos no son técnicos, de hecho la mayoría de ellos no entienden de arte. A Nagel, sin respeto ninguno, le han cogido y le han dicho que no les gusta, pero esa escultura no es un adorno, no es un jarrón. No entiendo mucho de leyes, no sé si pueden moverla o no, pero a mí me molestaría que no consultaran esa decisión conmigo.

Para terminar, ¿cuáles son los proyectos de Jesús Lizaso para este año?

2009 creo que va a ser un año de expediciones por Europa. También espero que haya muchas horas de taller y menos de saraos. Hay que estar aquí, en el taller. Jesús Lizaso (Barakaldo, 1961) Estudió FP, rama del Metal, y empezó a trabajar en una carpintería. En 1983 ingresó en el Taller de Cerámica y Escultura de la Kultur Etxea de Basauri, donde trabajó la cerámica tradicional y otra más creativa. Allí despertó su curiosidad por la escultura moderna. A esta época pertenecen sus series de tornillos y clavos en arcilla refractaria. En los 90 recorrió las principales ferias de artesanía del Estado y participó en varias exposiciones colectivas. En 1997 empezó una etapa marcada por el mundo industrial, plasmado en las series de "Engranajes". Dos años después empieza un camino más escultórico, en el que usará bronce y madera, sin dejar atrás la arcilla. En 2000 comienza ejercicios como los “Toros”, los “Ciclos” o los “Ensayos ópticos”. Aunque la familia, el amor o la industria fueron sus temas recurrentes al principio, en obras posteriores estos referentes desaparecen y dan paso a una plástica más desnuda, en la que lo humano brilla por su ausencia si no es para dejar constancia de su capacidad para la transformación de su propio entorno.