448 Zenbakia 2008-07-11 / 2008-07-18
En el campo de la historiografía vasca y Argentina son variados los estudios sobre lo que, genéricamente, puede denominarse el fenómeno migratorio ultramarino vasco. No obstante, son escasos los que hagan hincapié en las filiaciones y características que tuvieron las miles de personas que comprendieron al trasiego entre dos continentes en tiempos contemporáneos.
De todas las grandes cuestiones que vertebraron los rápidos procesos de transformación y modernización de la sociedad vasca en el último tercio del siglo XIX y el primero del XX (la industrialización, el debate en torno a la cuestión nacional, la religión y religiosidad, y los movimientos migratorios), las tres primeras han mantenido su presencia, e incluso su vigencia, en la historia y las reflexiones que sobre ella hacen los historiadores; sin embargo, la última a duras penas ha tratado de abrirse camino como uno de los temas centrales de los estudios vascos. No debe extrañar al observador esta disímil fortuna entre unos y otros temas, ya que mientras que los tres primeros han estado presentes –y siguen, recurrentemente, en estos comienzos del nuevo milenio– entre las cuestiones de actualidad que siguen preocupando a la sociedad vasca, la emigración ultramarina hace ya algunas décadas que se cortó radicalmente. En una mirada de larga duración, es apreciable cómo en el lapso de cien años, la emigración pasó de ser una realidad potente en la vida cotidiana de los vascos a un mero recuerdo del pasado, y en ocasiones ni siquiera a eso. Sólo los más recientes cambios están apreciando en el terreno de la movilidad humana, en el que la Euskal Herria urbana está concatenando el final de una inmigración “interna” –procedente de diversas regiones españolas– con los albores de una nueva inmigración “exterior” –desde el este de Europa, África y América–. Benito Quinquela Martin. Escuela Argentina, (1890-1977). “Proas en la Boca”. Óleo sobre cartón. Mide 35,5 x 51 cm.
En torno de estas inquietudes, interrogatorios sobre la identidad, desde el punto de vista de la genealogía y de las filiaciones de los descendientes de aquellos que emigraron, ocupan hoy día un lugar más que destacado. En la suma de toda esta problemática existen lagunas por cubrir, tanto si se hace un balance del estado de nuestros conocimientos sobre las emigraciones vascas a América1, como si se apunta a desentrañar la larga duración de las filiaciones vascas de los que dejaron atrás sus tierras. En tal proceso, no es lógico poner el acento en el atraso de la agricultura o la emigración desde las explotaciones mineras; ni suponer que un inexistente sistema de herencia vasco (en realidad una diversidad de cuerpos legales diferentes coincidentes en la existencia de heredero único, muchas veces confundido con la figura jurídica del mayorazgo, suprimida con el Antiguo Régimen), el que se constituyera en el factor operante en la emigración desde zonas, como las villas de derecho común en Vizcaya, la Llanada alavesa, o Iparralde, donde no estaba vigente este tipo de reparto no igualitario de la herencia2. El registro de la Dirección General de Migraciones de Argentina
Para el caso de la emigración vasca a Argentina, las estadísticas oficiales más utilizadas hasta el momento adolecen de falta de precisión. Aparte de los problemas derivados del subregistro de la partida, por causa de la emigración clandestina –muy habitual entre los vascos– aprovechando su situación fronteriza, hubo sobreregistro de las entradas, que no tuvieron en cuenta hechos como las reemigraciones entre diversos países de aquel continente. Por tal motivo, los intentos por conocer la totalidad de aquellos que emigraron resulta imposible, asumiendo solamente la posibilidad de acercarse a la magnitud del fenómeno.
Frente a esta realidad, en las últimas dos décadas se ha revalorizado el uso de un tipo de fuentes primarias que ofrece, no los datos estadísticos ya compilados, sino las listas originales de los que se obtuvieron –tan importantes para los descendientes que aún viven en territorio argentino– como ocurre, por ejemplo, con los censos argentinos de 1855 y 1869, y también para fechas posteriores, de varios otros sectores de la ciudad de Buenos Aires que fueron revelados en estudios recientes3. Lo mismo ocurre en general, con cualquier otra relación nominal que presenta datos personales, diferenciados, de conjuntos significativamente amplios, y en la medida de lo posible, homogéneos, sobre emigrantes. Tal es el caso, entre otros, de los censos y padrones, de los expedientes de quintas, de los permisos de emigración tramitados antes las autoridades o de los certificados de expedición de pasaportes, en los pueblos de origen de la emigración.
Una parte de la fuente presente que se transcribe en el Anexo, corresponde –en la oportunidad– sólo a los años 1906 y 1907 de la migración vasca a Argentina. Estos datos son los que surgen a partir del denominado Registro General de Inmigración, una de las colecciones documentales más amplias de este tipo, conservada durante largo tiempo en la Dirección Nacional de Migración de la ciudad porteña. Esta Institución realizó, entre otras labores, las listas generales de pasajeros llegados por barco al país, junto con la recopilación de los registros de embarque, por puertos, que tenían la obligación de presentar las compañías navieras que hacían las rutas de pasajeros hacia Argentina. De este modo, se generó a lo largo de décadas prolijos registros, donde quedaron asentados todos los inmigrantes y sus principales datos personales como en ésta y otras entregas se dan a conocer4. Cabe expresar que en los registros, fueron frecuentes los errores de anotación de los datos personales de los inmigrantes, muchas veces dados a viva voz por los recién llegados, aún no habituados a la manera de hablar en Argentina5. Fuente: Archivo General de la Nación. Argentina. Vista del antiguo Hotel de Inmigrantes, conocido como “La Rotonda”. Funcionó hasta 1910.
A ello hay que sumar el hecho de que sólo se reseñaban las entradas por mar, quedando de este modo sin registro las reemigraciones desde países limítrofes (Chile, Uruguay o Brasil), por vía terrestre o fluvial, que sabemos que fueron bastante frecuentes. No obstante todo lo expresado, las Listas Generales de Pasajeros y las Listas de embarques por puertos constituyen una fuente capital para intentar hacer una disección más aquilatada de las características principales del movimiento migratorio vasco hacia Argentina, algunas de las cuales se analizan en el presente trabajo. Dichas listas, es necesario reseñar, se hallan actualmente preparadas para su consulta, mediante sistemas informáticos, en la sede del Centro de Estudios Migratorios Latinoamericanos (CEMLA) en la ciudad de Buenos Aires6. Los registros ofrecen de cada emigrante, aparte de su nombre y apellidos, el lugar y fecha de nacimiento, sexo, edad, estado civil, profesión, religión que profesa7, competencia lingüística8, anteriores estancias en Argentina –si procede–; y sobre el viaje migratorio: fecha de arribo a Buenos Aires, puerto de embarque y nombre del barco que lo ha transportado.
Inmigrantes vascos registrados en el puerto de Buenos Aires (1906 - 1907)
Análisis sociológico de los emigrantes vascos
Un poco más arriba se han dado a conocer las filiaciones de vascos entre los años 1906 y 1907, además de comentarios sobre el asentamiento de la base en donde se encuentran anotados, el Registro de la Dirección General de Migraciones de Argentina. Fue seleccionada una muestra de 3.836 inmigrantes procedentes de las provincias de Álava, Vizcaya, Guipúzcoa y Navarra, arribados al puerto de Buenos Aires. No se tomaron todos los naturales de dichas provincias, sino que se seleccionó para el muestreo un grupo escogido de localidades, precisamente aquellas de las que se tenía referencias indirectas, por otras vías, de ser importantes focos expulsores de emigración hacia Argentina: De Vizcaya: los partidos judiciales de Bilbao y Durango, y los pueblos de la Margen Izquierda. De Guipúzcoa: los partidos de San Sebastián y Tolosa. De Alava: el partido de Vitoria. De Navarra: la merindad de Pamplona.
Una consideración previa, derivada de esta selección, es que no pueden tomarse las cifras correspondientes al conjunto provincial como absolutas; es decir, que no es dable asumir que reflejen, no ya el número total de emigrantes a Argentina originarios de cada uno de los territorios, sino ni siquiera el correlato porcentual de esta corriente migratoria entre las diversas provincias. En estas alternativas, resultó altamente significativo que los resultados de esta muestra coincidieron con otros estudios similares realizados anteriormente, sobre bases y fuentes diferentes. Fue, por ejemplo, muy claro la baja potencia numérica de la emigración alavesa respecto a la del resto de las provincias vascas, a pesar de que hayan quedado fuera del muestreo comarcas y municipios de alta tasa migratoria –como el valle de Ayala9–. Gráfico nº1. Inmigrantes varones y mujeres.
Fuente: CEMLA, y SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.; «Proyección y presencia...»
Si se toma en consideración el sexo de los emigrantes (Gráfico nº 1), puede constatarse cómo casi los 2/3 de los emigrantes fueron varones (2.422 hombres, un 61,14 %), frente a 1.414 mujeres (un 38,86 %). De tal manera, la relación de masculinidad ofrecida por estos datos no fue tan elevada como la que cabría esperarse según el modelo más comúnmente aceptado, el de una emigración compuesta fundamentalmente de varones jóvenes solteros quienes, libres de cualquier tipo de atadura familiar o de otro tipo de presión social que imposibilitó o dificultó su partida, se lanzaron a la aventura americana.
Para una mejor calibración de estos datos, fue conveniente cruzarlos con otras variables también ofrecidas por la misma fuente, y especialmente con la edad (Tabla nº 2) y el estado civil. En una primera valoración del muestreo de inmigrantes, se percibió cómo aparecen representados todos los grupos quinquenales de una pirámide de edad, desde los que apenas llegan con unos meses de vida, hasta el caso de emigrante más anciano, llegado a la edad de 82 años (la guipuzcoana A. Vales, quien declaró no tener profesión, arribada a Buenos Aires procedente de Bilbao en noviembre de 192510). Tabla nº2. Distribución por edad y sexo de los inmigrantes.
Fuente: CEMLA, y SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.;«Proyección y presencia...»
En tal estado de la muestra, resultaron altamente significativas las disimilitudes que presentaron ambos universos, masculino y femenino, en esta pirámide poblacional. Entre los varones, pudo apreciarse cómo las edades tempranas de la juventud, y muy especialmente el grupo de entre los 16 y 20 años, fue el que presentó una mayor tendencia a la emigración, tendencia que disminuyó progresivamente con el paso de los años; no obstante, existe un leve repunte en los grupos de edad entre 36 y 45 años. En las mujeres, en cambio, la curva emigratoria fue más uniforme y regular, con un retardo en la edad de mayor tendencia a emigrar –situado entre los 21-25 años–. Varias fueron las causas que explican el comportamiento diferenciado. Así, la mayor precocidad de los varones en la tendencia migratoria, debida al mantenimiento de las pautas migratorias propias de una emigración pionera compuesta, primordialmente, como se dijo por hombres jóvenes y solteros. De hecho, el 64% de los emigrantes en su conjunto fueron solteros, frente a un 29% de casados y un 3% de viudos11. Otro fenómeno, que afectó al sector masculino de la población vasca, considerado como altamente influyente en los procesos migratorios, fue la obligación del servicio militar. De hecho, desde que en 1876 se implantó el servicio militar en el territorio vasco, tras la última derrota carlista, una de las transformaciones operadas en el comportamiento migratorio vasco fue el adelantamiento de la edad de emigración, como medio de evitar las cortapisas legales que esta obligación ponía a la libre expatriación de los mozos en edad de recluta12.
Sin embargo, el momento inicial del proceso migratorio ya tenía para 1910 antecedentes entre los vascos, de hecho, más de medio siglo de tradición ininterrumpida. Precisamente, la notable representación femenina, antes aludida, unida a la aparición de bastantes casos de emigración infantil y senil, indican la existencia de una alta tasa de migraciones familiares, en las que no sólo se desplazaba el cabeza de familia –entendido tradicionalmente como el cónyuge masculino–, sino todo el hogar, en el que se incluían esposa, hijos y eventualmente otros familiares y ascendientes del matrimonio. De tal manera, el pequeño repunte en la emigración masculina de mediana edad, puede entenderse como parte de este movimiento familiar ya que más de las ¾ partes de los emigrantes masculinos de este sector de edad estaban casados–. Éste fue el caso, por ejemplo, del grupo compuesto por Wenceslao Correa Malcón, navarro de 46 años, comerciante, que embarcó en Barcelona en el buque italiano Princessa Mafalda, arribado en octubre de 1926 a Buenos Aires en compañía de su esposa Emilia Fernández, de 49 años, también navarra, y sus hijos Ascensión (16 años), José (16), Alberto (14), Laura (11) y Pilar (6).
Existieron, por tanto, dos grandes fenómenos migratorios a Argentina: un grupo de personas jóvenes y solteras, sobre todo de sexo masculino, de entre 15 y 25 años y otro formado por grupos familiares más o menos extensos, en los que participaron personas de todas las edades. Gráfico nº 3. Ocupación laboral. Inmigrantes varones y mujeres.
Fuente: CEMLA, y SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.;«Proyección y presencia...»
La profesión, declarada por el emigrante, corrobora las palpables diferencias migratorias entre varones y mujeres (Gráfico nº 3). De 1.013 mujeres que declararon expresamente su situación laboral, nada menos que 875 se encuadraron en las categorías de “ama de casa” (421), “sus labores” (231), “sin profesión” (164) y “su sexo” (59), denominaciones que, si bien podían esconder un sinnúmero de labores no manifestadas, en gran medida revelaron que estas emigrantes lo hicieron en calidad de esposa y/o madre, dentro de un grupo familiar. Del resto, apenas 48 llegaron como religiosas, 46 como “caseras”, y 44 en calidad de sirvientas13. Entre los hombres, en cambio, aparte de los pocos que declararon ser “escolares”, las principales ocupaciones fueron: “labradores” (558 emigrantes), “agricultores” (308), “jornaleros” (299), “comerciantes” (298) y “religiosos” o “sacerdotes” (73)14.
El registro de inmigrantes también recabó datos sobre anteriores presencias del viajero recién arribado al territorio argentino. De hecho, fueron muchos los que, pasado un tiempo de residencia en América, optaron por regresar temporalmente al País Vasco, bien de visita o vacaciones, para hacer algún tipo de gestiones familiares, o para intentar un reacomodo en la sociedad originaria. A esto debe unirse la posibilidad del fenómeno de las “migraciones-golondrina”, altamente referidas en la historiografía, comentadas en algunos estudios microhistóricos para los casos gallego y canario. Es de lamentar que menos de ochocientas personas hicieron declaración expresa sobre si habían tenido o no un anterior viaje migratorio a Argentina. Lo expresaron 303 afirmativamente, y 481 de forma negativa15. En el caso de las reemigraciones, puertos de Europa, e incluso de la costa africana, llegaron a reseñar que el embarque de los emigrantes vascos llegados a Argentina se había efectuado en Brasil, Uruguay, Chile, o incluso Estados Unidos (Cuadro nº 4)16. Puerto Nº de emigrantes Nueva York (USA) 5 Santos (BRA) 13 Río de Janeiro (BRA) 24 Río Grande do Sul (BRA) 1 Montevideo (ROU) 1 Punta Arenas (CHI) 4 La Plata (ARG)17 1 Cuadro nº4. Puertos de embarque americanos de inmigrantes vascos.
Fuente: CEMLA. Argentina
Los datos aportados destacan, principalmente, por dos características: su escaso porcentaje respecto al total de la muestra utilizada y sobre todo, la prácticamente nula constancia de reemigraciones desde los países limítrofes, y muy especialmente desde la República Oriental del Uruguay. Sin duda, como fue señalado, esto se debió a la propia limitación de la fuente en los registros portuarios. El área rioplatense, de hecho, operó para el emigrante vasco prácticamente como un continuo, en el que los límites internacionales entre Argentina y Uruguay –y, en cierto modo, la frontera de estos dos países con la provincia brasileña de Río Grande do Sul– no funcionaron como eficaz filtro y barrera psicológica para la movilidad humana y laboral hasta bien entrado el siglo XX. De hecho, todavía en el último tercio del siglo XIX fueron comunes los testimonios que refieren una acusada movilidad laboral de emigrantes vascos, desplazándose según su conveniencia y las oportunidades de trabajo y altos salarios, a uno y otro lado de la frontera fluvial del río Uruguay18. En estas circunstancias, quedó reservado el barco sólo para los traslados desde regiones más lejanas, o con difíciles comunicaciones terrestres con Argentina –como fue el caso del puerto austral chileno de Punta Arenas–. Embarque, rutas marítimas y propaganda de las compañías navieras
Los registros de embarque, constituyen una fuente inestimable para el análisis del movimiento migratorio, como transporte de los emigrantes de un lado al otro del Atlántico, si bien faltan aún estudios pormenorizados que revelen el modo de funcionamiento, financiación y propaganda, de las diferentes compañías navieras que operaron y captaron su clientela en el País Vasco. Ya desde el segundo tercio del siglo XIX los armadores de buques destinados al transporte de emigrantes, inicialmente las pequeñas compañías navieras locales de Bayona, Pasajes, Bilbao, o incluso Burdeos y Santander, y sus agentes, fueron el blanco preferido de las intensas campañas contrarias a la emigración que desarrollaron las autoridades civiles, la Iglesia y la prensa, en todos los territorios vascos. Las críticas feroces a los “enganchadores” –apelativo peyorativo dado en estas campañas a los corresponsales encargados de hacer propaganda y ajustar la venta de pasajes marítimos en los diversos pueblos–, pronto fue seguida de ataques a las condiciones materiales en las que debían hacer la travesía los emigrantes, especialmente los que viajaban en tercera clase. Las denuncias sobre deficiente alimentación, hacinamiento y maltrato recibido por parte de las tripulaciones, fueron moneda corriente, incluso a partir del progresivo acaparamiento del mercado por grandes compañías, tanto de capital vasco y español como internacional, que desde la década de 1870 paulatinamente fueron monopolizando el transporte de pasajeros en grandes transatlánticos entre Europa y los diversos puertos americanos19.
Inmigrantes vascos registrados en el puerto de Buenos Aires (1910) 1 IRIANI, Marcelino; «Aporte vasco en la conformación del espacio bonaerense, Argentina (1840-1920). Una especie de balance», Boletín Americanista, Barcelona, 48 (1998). 2 SIEGRIST, Nora y ÁLVAREZ GILA, Óscar, “Herencias e institución de legados en sucesiones vascas en Buenos Aires, 1750-1845”, en Vasconia N° 28, San Sebastián-Donostia, 1999, pp. 249-259. 3 SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.; «Planteo metodológico en torno al grupo vasco-español. Notas sobre los inmigrantes en la Ciudad de Buenos Aires, según el Censo de 1855», Res Gesta, Rosario, 27-28 (1990), pp. 257-280; Id., Inmigración vasca en la Ciudad de Buenos Aires: 1830-1860, Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco, 1992; Id., “Bautismos, matrimonios y defunciones de vascos navarros en la Parroquia de la Inmaculada Concepción de Buenos Aires, 1830-1860”, en Euskaldunak Munduan. Vascos en el Mundo, Vitoria-Gasteiz, Gobierno Vasco, Presidencia, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Cultura, 2000, t. I, pp. 19-84; Id., “El uso de las fuentes para el estudio de la inmigración española”, en Inmigración española en la Argentina, (Coord. por H. Clementi), Buenos Aires, Oficina Cultural de la Embajada de España, 1992, pp. 107-128; Id., “Proyección y Presencia de la emigración vasca contemporánea en Argentina. Miles de nombres de sus protagonistas en archivos bonaerenses: 1882-1927”, en Euskaldunak Munduan. Vascos en el Mundo, Vitoria Gasteiz, Gobierno Vasco, Presidencia, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Cultura, 2001, t. II, pp. 15-62; Id., “El Bilbao de la diáspora. Repertorio de los pobladores establecidos en Buenos Aires: 1730-1860”, en BIDEARRIETA, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales de Bilbao, Sociedad de Estudios Vascos, Bilbao, Área de Cultura y Ayuntamiento de Bilbao, 2.000, pp. 259-284; Id., “Asentamientos de bilbaínos en Buenos Aires y en otros territorios rioplatenses. Sus relaciones con la sociedad, el comercio y los aspectos religiosos durante los siglos XVII-XX”, en Bidebarrieta N° XI, Revista de Humanidades y Ciencias Sociales de Bilbao, 2002, pp. 215-272; Id., “Avances historiográficos y documentación sobre la emigración vasca a Argentina entre los siglos XVI-XX”, en Revista Rábida N° 21, Huelva, España, Diputación Provincial de Huelva, 2002, pp. 35-50; Id., “Relaciones argentino-españolas. Inmigración hispana a la República Argentina a través de fuentes diplomáticas y consulares: 1905-1914”, en Octavo Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, La Rioja, 2-4-X-1992, Academia Nacional de la Historia, Buenos Aires, Argentina, 1998. Separata. Para el proceso colonial y el proceso posterior en épocas del siglo XIX, ver: Id., “Riqueza en las dotes de las descendientes de vascos en el Buenos Aires colonial”, (2003/09/19-26); Id., “Documentación de pobladores vizcaínos en el Archivo General de la Nación - Argentina: ¿Una posibilidad de cruzamiento de datos con Irargi y otros sitios de internet? (I de III),10-2006; Id., “Documentación de pobladores vizcaínos en el Archivo General de la Nación - Argentina: ¿Una posibilidad de cruzamiento de datos con Irargi y otros sitios de internet? (II de III)”, 10-2006; Id., “Documentación de pobladores vizcaínos en el Archivo General de la Nación - Argentina: ¿Una posibilidad de cruzamiento de datos con Irargi y otros sitios de internet? (III de III)”, 10.2006; Id., y ÁLVAREZ GILA, Óscar, De la Ría del Nervión al Río de la Plata. Estudio Histórico de un proceso migratorio 1750-1850, Vizcaya, Ayuntamiento de Portugalete, 1998, ÁLVAREZ GILA, Óscar; «Catálogo de los vascos en el censo de Buenos Aires de 1855: las parroquias de Catedral al Norte y San Miguel» Vasconia, Donostia, 32 (2002), pp. 459-490; 1999, pp. 249-259. 4 SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.; «Proyección y presencia…», pp. 13-62. Son varias las limitaciones que ofrece esta fuente. La primera de ellas es el propio concepto de “inmigrante” utilizado por al Estado argentino. Según la ley Nº 187, sobre Inmigración y Colonización, dictada en 1876 bajo la presidencia de Nicolás Avellaneda, recibían tal consideración los pasajeros de segunda y tercera clase, y sólo a estos se les incluía en los registros de inmigrantes. 5 BERNASCONI, Alicia: «Aproximación al estudio de las redes emigratorias a través de las listas de desembarco. Posibilidades y problemas», en BJERG, María y Hernán OTERO (Comps.); Inmigración y redes sociales en la Argentina moderna, Tandil, CEMLA-IEHS, 1995, p. 193. 6 Se agradece al Director del CEMLA P. Dr. Mario SANTILLO y a la Lic. Alicia BERNASCONI, la consulta de los datos. 7 Como cabía esperarse, una abrumadora mayoría de los inmigrantes vascos analizados declara profesar la religión católica (en total, 3.478 de los registros). Resulta así casi anecdótico el hecho de que 9 vascos declararan ser de religión “protestante”, 3 como “israelitas” y 1 como “cismático”. De 345 inmigrantes, finalmente, no se declara este dato. Cfr. SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.; «Proyección y presencia…», p. 42. De entre los protestantes, hemos encontrado tres casos que obviamente responden a familias de origen noreuropeo asentadas en el País Vasco: los de Rosa Andresa Haigh, nacida en Bilbao, de 32 años de edad, que arriba desde Liverpool en agosto de 1926; Soldedad Korthaus, igualmente natural de Bilbao, que llega en octubre de aquel mismo año a la edad de 26 años; y Walter Malcolm Leckie, donostiarra de 34 años, procedente de Londres, en agosto de 1925. 8 Cfr. SIEGRIST DE GENTILE, Nora L.; «Proyección y presencia…», p. 43. No se recoge el idioma vasco entre los reseñados. Hay, sin embargo, menciones al dominio de otras lenguas europeas, como el inglés o el francés. 9 Otro hecho a tener en cuenta es que sólo estamos trabajando con datos sobre la emigración a Argentina, no sobre emigración ultramarina en general. 10 Cfr. SIEGRIST DE GENTILE, Nora L., “Proyección y Presencia de la emigración vasca contemporánea en Argentina. Miles de nombres de sus protagonistas en archivos bonaerenses: 1882-1927”, en Euskaldunak Munduan. Vascos en el Mundo, Vitoria - Gasteiz, Gobierno Vasco, Presidencia, Servicio Central de Publicaciones del Gobierno Vasco, Cultura, 2001, t. II, p. 42. En total, 76 emigrantes sobrepasaban los 65 años de edad. 11 Cfr. SIEGRIST DE GENTILE, N. L.; «Proyección y presencia...», p. 41. 12 ÁLVAREZ GILA, Óscar, “Las nuevas Euskal Herrias americanas: Los vascos y las emigraciones ultramarinas (1825-1950)”, en AGIRREAZKUENAGA ZIGORRAGA, Joseba (Dir.), La crisis de la civilización política, social, cultural y económica de los vascos y las soluciones alternativas, 1789-1876, (=Historia de Euskal Herria, t. IV), Donostia-San Sebastián, Lur Argitaletxea, 2005, pp. 319-391 Ha de unirse a esto el interés renovado de las actuales colectividades vasco-americanas, compuestas ya no por emigrantes propiamente dichos, sino por sus descendientes, a veces de muchas generaciones, por encontrar el modo de redefinir su pertenencia al mundo cultural vasco, desde la propia perspectiva de su realidad nacional americana. Cfr. AUZA, Gonzalo J., «Internet y la comunidad vasca», en Los Vascos en Argentina. Familias y Protagonismo, Buenos Aires, Fundación Vasco-Argentina Juan de Garay, 2000, p. 1.107. 13 Cfr. SIEGRIST DE GENTILE, N. L., “Proyección y Presencia...”, t. II, p. 41. Incluso el apelativo de “caseras”, en algunos casos, hacen entrever una aguda polisemia, en la que se incluirían categorías tan diferentes como el trabajo en la hostelería y las labores domésticas familiares. 14 Sobre el proceso migratorio religioso vasco a Argentina, cfr. ÁLVAREZ GILA, Óscar, Euskal Herria y el aporte europeo a la Iglesia en el Río de la Plata, Vitoria-Gasteiz, UPV, 1999. 15 No se sabe si este porcentaje puede ser extrapolable al resto de casos en los que no consta ninguna respuesta a esta cuestión, o si debe considerarse la ausencia de contestación como una respuesta negativa. 16 Lógicamente, se habla aquí de tendencias, puesto que es perfectamente posible que, en el caso de la partida desde un puerto español o europeo no vasco, hubiera existido efectivamente un proceso previo de emigración; por ejemplo, así parece ocurrir en los casos de emigrantes vascos de nacimiento, pero de orígenes familiares noreuropeos. Del mismo modo, el registro de un inmigrante como procedente, por ejemplo, de Río de Janeiro, bien puedo ocultar una escala transitoria en Brasil o un cambio de navío, por razones meramente coyunturales. 17 Incluimos este puerto que aparece reseñado en la fuente como puerto de embarque, a pesar de los interrogantes que plantea. 18 Sendos ejemplos biográficos, en XARRITON, Piarres, Jose Mendiague (1845-1937). Haren bizitza eta haren kantuak, San Sebastián, Etor, 1992 y en EGUSQUIZA, Elena, José Alberto Harriet. Pionero de la Pampa, Buenos Aires, Ed. Tres Tiempos, 1991. 19 AZCONA PASTOR, José Manuel, Los paraísos posibles. Historia de la emigración vasca a Argentina y Uruguay, Bilbao, 1992, PP. 121-147. :: Algunas migraciones de vascos a Argentina: 1906-1927. Filiaciones 1911- 1913 (II de IV)