447 Zenbakia 2008-07-04 / 2008-07-11
Nuestro esfuerzo puede ser un grano m?s a
sumar a todo el activismo pacifista.
Iratxe Momoitio,
Directora del Museo de la Paz de Gernika Creación y actividades
El Museo de la Paz de Gernika se inauguró hace 10 años, en abril de 1998 como Museo de Gernika. La temática del mismo en un principio fue reflejar la historia de la localidad y la del bombardeo sufrido por la aviación nazi el 26 de abril de 1937. Pero entre 1999 y 2002 se reformó a través de un proyecto museológico y se convirtió en el Museo de la Paz, siendo el primero del País Vasco y de todo el Estado, cuya misión es conservar, exponer, difundir, investigar y educar sobre la cultura de la paz, sin desdeñar la triste historia que lo motivó y las secuelas que quedaron en el pueblo vasco. Gernika. Foto: Fabio Javier Echarri
El Museo se convirtió en una Fundación patrocinada por el gobierno comunal, la Diputación Foral y el Gobierno de Euskadi, pero con la colaboración permanente de instituciones y empresas privadas.
El museo forma parte de la Red Internacional de Museos por la Paz, de Sección Museos de la Memoria y del recuerdo a víctimas de crímenes públicos del ICOM –Consejo Internacional de Museos–, y de Sites of Consciente.
Desde su creación ha organizado múltiples actividades, entre las que podemos destacar: Congreso Internacional sobre la Literatura y la Cultura del Exilio; Caravana de la Memoria compuesta por Brigadistas Internacionales, exiliados, niños de la guerra, resistencia y guerrilleros; Jornadas sobre corresponsales de guerra; Proyecto europeo “Los Caminos de la Memoria”; Jornadas sobre la Iglesia y el franquismo; Inauguración del Centro de Documentación sobre el bombardeo de Gernika; Investigando en el Archivo Secreto Vaticano, Campaña en contra de la guerra de Irak; etc. En 2007 organizó con el apoyo de distintas instituciones gubernamentales vascas la 3º edición de Premios Gernika por la Paz y la Reconciliación, distinguiendo a los Sobrevivientes del Bombardeo de Gernika y al Premio Nóbel de la Paz argentino, Adolfo Pérez Esquivel. Salas del Museo
El museo se divide en tres plantas y un semisótano. En la planta baja se encuentra la recepción con toda la información de lo que podrá verse, la tienda del museo, y el centro de documentación. En el primer piso las salas ‘Paz y el Camino’ y ‘La paz del siglo XXI’, donde a través de objetos, paneles y fotografías, se enseña sobre el significado de la palabra paz a lo largo de la historia: la pax romana, la paz interior, la paz con la naturaleza, etc. ‘In Memoriam’ es una sala audiovisual, donde el visitante se sienta y automáticamente puede apreciar videos ilustrativos sobre distintos procesos de reconciliación que se llevaron a cabo en el mundo: Gernika-Alemania, Sudáfrica e Irlanda. La sala ‘La ciudad nos habla’ es el testimonio del bombardeo de la villa, a través de objetos –uniformes, armas, bombas, documentos– que fueron utilizados por gudaris –combatientes vascos– durante la contienda que en este territorio culminó en julio de 1937. Lo más impactante es caminar por la sala en un piso vidriado, donde uno va viendo escombros que dejaron las bombas, mezclados con objetos personales de los ciudadanos y juguetes de niños, todos elementos recogidos luego del ataque que duró más de tres horas. Imagen de la villa tras el bombardeo.
Me salto una sala en el primer piso que dejo para el final, y accedo a la segunda planta que tiene dos espacios. La primera nos muestra y nos explica el ‘Gernika’ de Picasso, que se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid y el pueblo vasco reclama su emplazamiento en esta ciudad inspiradora. La frase de Gandhi ‘No hay caminos para la paz, la paz es el camino’, nos indica el final de la última habitación, donde se nos presenta el conflicto vasco y los efectos de la violencia, tanto del terrorismo como la del Estado en la tortura de presos y en la negación del derecho de autodeterminación.
El semisótano es utilizado para muestras temporarias y la realización de talleres didácticos. La sala ‘Casa de Begoña’
Dejo para lo último la descripción de la sala llamada Casa de Begoña. A esta se ingresa por una puerta y uno debe sentarse en un banco colocado en la pared, mirando los muebles de una casa de la época, y enfrentando a un vidrio que refleja el conjunto. Se cierra la puerta y comienza el espectáculo de luz y sonido: las voces de los niños, las charlas de la gente, una radio transmitiendo a la distancia. De repente, las sirenas anuncian la inminencia de un ataque, y se escuchan los aviones rasantes, los gritos de la gente. Las luces decaen, el sonido aumenta, haciendo sentir al visitante que está en una casa, en la casa de Begoña, una niña vasca como cualquiera, que no pudo llegar a un sótano y vive el rigor de la guerra. Pasa el ataque, se escuchan quejidos, la oscuridad gana la sala mientras en forma simultánea unas luces detrás del espejo comienzan a encenderse. Entonces uno ve lo que estaba viendo de este lado: el banco donde está sentado, los muebles, los adornos de la casa... pero después del ataque. Todo se mezcla con los escombros que dejó el bombardeo, las vigas sobre la mesa, el destrozo de los muebles, y un almanaque inmutable que nos dice que es 26 de abril. Una canción con voz de niña nos acompaña al final, mientras en forma automática se abre la puerta de salida. Una puerta por la que el visitante no saldrá de la misma forma en la que ha entrado. Visita guiada a cargo de su directora.
Siempre tratando de construir un camino de paz, Gernika es el ejemplo: fue premiada por la UNESCO como Ciudad de Paz.
Iratxe Momoitio, directora del Museo de la Paz de Gernika, dice: ‘Algo cambia dentro de las entrañas de la persona que transcurre por las salas de la exposición y estoy segura de que en algún momento se pregunta... ¿en qué mundo vivimos? Para más tarde pararse a pensar y preguntarse: ¿y qué puedo hacer yo para que las cosas cambien?1 Porque a pesar de haber sufrido la devastación, Gernika muestra un museo donde se ve la guerra y sus efectos para mantener en la memoria el dolor de la gente. Pero expone a la vez una alternativa de reconciliación en busca del único camino que puede salvar al mundo: el de la paz. Una paz basada en la memoria y con sentido de justicia histórica. 1 En: http://www.elkarri.org