426 Zenbakia 2008-02-01 / 2008-02-08
Con el paso de los años, las salas de cine están sufriendo una pérdida de espectadores, una pérdida progresiva además. La rentabilidad de las salas está en peligro y, consecuentemente, también la del negocio del cine en general. Esto no quiere decir que en el País Vasco no se vean películas, sino que ha cambiado la forma de verlas. Ahora se usan las nuevas tecnologías para ver cine: se ve en casa, en la televisión, en los teléfonos móviles, se alquilan o se piratean. Y no voy a empezar a opinar sobre la ética de descargarse películas de la red de forma ilegal. El tema, como ya he dicho, es que nos valemos de las pantallas de casa para ver películas y, por lo tanto, se puede decir que el cine se está convirtiendo en algo doméstico, más privado que público. Todo ello es una muestra de la época en que vivimos y, en este sentido, la pérdida de espectadores del cine irá en aumento.
Esa es la tendencia, aquí y en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de que este no haya sido un año redondo, nuestros espectadores han podido disfrutar con algunas propuestas interesantes. Seguidamente voy a clasificar las películas por categorías, para analizarlas.
La mejor producción de este año ha sido la de los documentales. Todos muy interesantes, si bien de temática muy diferente. Muy variados también en cuanto a visión y estilo.
Aitor Arregi y José María Goenaga han hecho “Lucio”. Nos cuentan la forma de vida de Lucio Urtubia, un albañil anarquista, y los “prodigios” -no se podría elegir palabra mejor- que tiene que realizar para vivir este asombroso personaje. La valentía de este hombre de gran imaginación estuvo a punto de llevar a la ruina al poderoso First City Bank. Para ello llevó a cabo varias actividades revolucionarias y sus fuertes convicciones políticas le ayudaron. La película es un documental, pero tiene algo de ficción. Aun así, lo que más se desprende de la pantalla es la fuerte personalidad del protagonista. Querida Bamako.
Omer Oke y Txarli Llorente han hecho “Querida Bamako”. Trata sobre los inmigrantes subsaharianos. Nos presentan a un grupo de africanos en pleno desierto, haciendo frente a las mafias y a sufrimientos sin fin. Reconstruyen sucesos verdaderos y los unen con diálogos reales para contar historias muy conocidas. No es una película de grandes pretensiones, pero a pesar de explicar cosas ya sabidas, es excitante, y sirve para denunciar ante la sociedad la situación que refleja.
“Angor” ha sido realizada por Juan Miguel Gutiérrez. Este documental no llegará a las salas de cine habituales, pero sí a las casas de cultura o a los cineclubes. Una persona que ve la muerte cerca hace un viaje interior, y esa posibilidad de morir que tiene, intrínseca en cada individuo, se compara con la forma de ver la muerte de muchas culturas del mundo. Este documental despierta en el espectador muchos sentimientos desconocidos y, seguramente, viendo esta película saldrán a la superficie las vivencias propias de cada cual en torno a la muerte. Es una película rara, no deja espacio a la calidez.
“Tras un largo silencio”, de Sabin Egileor, es una película muy trabajada. Realizada en la Sociedad de Ciencias Aranzadi, quiere recuperar ese patrimonio histórico. Para ello ha sido necesario investigar dónde estaban los cementerios ocultos de la guerra civil española y, después, desenterrar los cuerpos. La mayoría de los cuerpos son de republicanos, soldados y gente corriente asesinados durante las represalias de la posguerra. Un trabajo y documental conmovedor. Tras un largo silencio.
El documental de Ángel Amigo, “El año de todos los demonios”, cuenta lo sucedido en aquel penoso año de 1978. La actividad política vasca padeció graves acontecimienots, quizás el más significativo fue la muerte del dirigente abertzale Pertur, todavía hoy por resolver. Amigo ha hecho una investigación interesante, han surgido también debates, y el tema en sí es estimulante a pesar de que el documental, desde el punto de vista técnico, sea bastante humilde.
Hasta ahora la cosecha ha sido buena, pero la cosa cambia si nos fijamos en la ficción. No creo que de aquí a unos años nadie se acuerde de estas películas.
Aunque parezca una contradicción, la gente recordará “Caótica Ana”, del apreciable Julio Medem, pero porque el director ha sido valiente, no porque la película sea muy buena. Medem ha querido recordar a su hermana Ana y le ha hecho un homenaje. La joven artista principiante que se le fue antes de tiempo y de repente en un accidente de coche. El director nos muestra un mundo espiritual complejo y oscuro. Las corrientes esotéricas superficiales y la reencarnación, conceptos como redención y feminismo, todos aparecen en un revoltijo y forman una obra bastante caótica. Roza lo ridículo con frecuencia. De todas formas, diré que estimo mucho a Medem como director y, entre nosotros, hay muy pocos directores de cine con tanta personalidad, tan valientes.
“Eutsi”, de Alberto J. Gorritiberea, es una película bastante comercial, es más un telefilm que una película para el cine. Ha pretendido aprovechar el tirón cómico de los actores Anjel Alkain y Asier Hormaza, pero los actores parecen vacíos, no hay ambición de ningún tipo, y el problema no es que se trate de una comedia: “Aupa Etxebeste” también lo es y… ¡no hay color! El resultado es deprimente, y no ha conseguido sacar provecho de los personajes ni de lo que pretende denunciar. Dos amigos calaveras y amantes de la bicicleta intentan hacer frente a un problema que cada vez es más grave en nuestra sociedad: la deslocalización de empresas.
“La influencia” es obra de Pedro Aguilera. Se parece a las películas de los mejicanos Reygadas y Amat, ya que ha trabajado con ellos en Méjico. Película dura y aliñada con vinagre. Dos hijos ven con impotencia cómo su madre, una mujer sin ilusiones, se acerca poco a poco, pero sin vuelta atrás, al camino de la perdición, de la penuria, de la muerte. Es una película minimalista, muchas veces no pasa nada, y por eso llega a hacerse casi insoportable para el espectador. Además, desgraciadamente, huele a diseño. Hoy en día se dice eso, que ese es el olor de las películas sin adornos. La influencia.
El navarro Diego Fandos ha hecho “Cosmos”, y Miguel Ángel Calvo Buttini “Dos rivales casi iguales”, dos películas raras, bastante costumbristas, y salpicadas de componentes surrealistas a lo largo de la narración. Gracias a ello, las historias apenas son creíbles y ese surrealismo impide a los actores interpretar su papel.
“La carta esférica” es el último trabajo de Imanol Uribe, y no me ha llenado. Me ha dejado frío. Está basado en el libro de Pérez Reverte, pero la historia de aventuras no me ha enganchado, y los actores Carmelo Gómez y Aitana Sánchez Gijón, que se complementan bien en otras ocasiones, no terminan de hacerlo en esta.
Nacho Vigalondo es muy bueno haciendo cortometrajes, pero no ha acertado con este primer largometraje. El argumento de “Cronocrímenes” es interesante, pero los actores no se podrían quedar más escasos. En España hemos visto la versión original y nos podremos dar cuenta de esa escasez más fácilmente que el espectador americano. En EEUU ha recibido muchos premios. Para terminar, no podía dejar de mencionar la iniciativa “Kimuak”. En los últimos años viene siendo una de las novedades más importantes de nuestra producción cinematográfica. Hace 10 años que empezó esta colección de cortometrajes. Txema Muñoz es quien coordina la iniciativa y, aunque parezca mentira, cada año está más saludable. La cantera, los jóvenes, vienen con fuerza, los brotes nuevos no están dormidos y pronto se convertirán en un frondoso bosque.