418 Zenbakia 2007-11-30 / 2007-12-07

KOSMOpolita

Fotografía, cultura visual y memoria familiar de los emigrantes vascos en Uruguay. Siglos XIX y XX (I/II)

MANFREDI, Matteo



Este artículo nace de una necesidad específica: la de experimentar las posibilidades cognoscitivas de la fuente fotográfica en perspectiva histórica y precisamente para el estudio de la experiencia migratoria vasca a Uruguay. Para llevar a cabo nuestros propósitos fijaremos nuestra atención en dos familias vascas afincadas en Montevideo para aplicar una metodología específicamente desarrollada. En fin, lo que queremos conseguir con este trabajo es, principalmente, contestar a las siguientes preguntas: ¿De qué, para qué y por qué sacan fotografías los emigrantes vascos? ¿Qué es lo que pueden aportar los archivos y los álbumes fotográficos particulares a la historia de las emigraciones vascas? Y en fin, ¿qué papel tuvo la práctica fotográfica en las familias vascas de Uruguay para la preservación y la construcción de la memoria familiar? El archivo fotográfico de la familia Arín

El primer archivo fotográfico familiar que analizaremos es el que, en la actualidad, pertenece al señor Jorge Arín. Para presentar este archivo particular, en primer lugar hay que decir que, a pesar de que no cuente con muchos documentos constituye, sin embargo, uno de los archivos más valiosos entre los que hemos podido analizar. Eso depende no sólo de la calidad de las fuentes rescatadas -muy ricas de informaciones- sino también del hecho que el señor Arin, pudiendo contar con unos datos precisos sobre sus familiares, nos ha proporcionado pacientemente -por medio de una entrevista1- una cuidadosa historia de su familia que nos ha permitido contextualizar todavía mejor los documentos fotográficos que él mismo ha conservado durante muchos años. Historia de una emigración

“Esta es la historia de cuatro vascos, que obligados por las circunstancias, llegaron al Uruguay a fin de trabajar y aplicar sus conocimientos de fundición mecánica, formar familia e integrarse a la nación que los acogió, pero nunca pudieron olvidar ni Oyarzun ni Irún, lugares de su juventud, ya que quedaban hermanas y sobrinas y cada uno de ellos en momento viajaron al “Txoko” para recorrer los lugares nostálgicos de la época feliz.”

Con estas palabras el señor Arín nos introdujo las “hazañas” de su familia paterna. Efectivamente el señor Jorge es hijo de Eulogio Salvador Arín, originario de Euskal Herria quién se fue a Uruguay con sus tres hermanos, Eugenio Manuel, Pedro Hipólito y Juan. Los cuatro eran hijos de Cecilio Arín de Bergara y de Maria Luisa Lecuona de Oyarzun, ambas localidades de la provincia de Guipúzcoa.

El grupo familiar estaba constituido también por tres hermanas que se llamaban María Nieves, Josefa y Saturnina. No disponemos, empero, de muchas informaciones sobre las vidas de éstas. El señor Arín, de hecho, se demostró poco disponible en hablar de sus vidas. No todas las cosas pueden soportar la que podemos definir como la implacable luz de la escena pública. Generalmente se tolera sólo lo que es considerado apropiado, digno de verse u oírse, de manera que lo inapropiado se convierte automáticamente en asunto privado. Por lo tanto, hemos procurado respectar el silencio del señor Arín sin investigar los asuntos de los que no quería hablar. Las únicas informaciones que nos dijo respecto a sus tías son que: María Nieves se fue a México durante la Guerra Civil tras haberse casado con un español cuyo apellido era González; que Josefa, fue echada de la familia y que se murió de tifus con tan sólo dieciocho años y, en fin, que Saturnina fue la única que se quedó en Euskal Herria, y precisamente en Irún, y que continuó a mantener buenas relaciones con los demás miembros de la familia.

El señor Arín conserva cuidadosamente los documentos fotográficos que se refieren a la historia de este grupo familiar. Todos los documentos son originales. Por lo tanto, los hemos podido analizar teniendo en cuenta su estructura y sus elementos añadidos. Eso nos ha permitido averiguar que, en algunos casos, la forma de conservación de dichos documentos ha ido más allá de la simple preservación de los artefactos fotográficos. Como podemos apreciar en las reproducciones fotográficas que ponemos en seguida, algunas de las fotografías que componen el archivo no vienen simplemente conservadas sino que completan los que se pueden definir árboles genealógicos fotográficos. Dos son los documentos más llamativos en este sentido.

En el primer documento resulta evidente el hecho que las imágenes fotográficas no se limitan a acompañar los textos sino que forman parte e integran el documento. Como podemos ver la estructura de la genealogía familiar ha sido elaborada de modo que se pudieran evidenciar las dos figuras paternas cuya colocación central en el documento viene acompañada por las imágenes fotográficas. En este caso, en cierta medida, podemos afirmar que la fotografía desarrolla un papel preciso, es decir, el de remarcar la importancia de los padres en la genealogía familiar. La colocación central de las imágenes -que no son nada más que dos pequeñas reproducciones de retratos fotográficos- y de los nombres parece remarcar la intención del autor de dar un papel privilegiado a sus padres y otorgar a éstos un lugar que ningún otro miembro de la familia merece. Además, es importante subrayar el hecho de que, normalmente, los árboles genealógicos vienen dibujados con una estructura vertical en la que, en la parte baja están representadas las raíces de la familia (abuelos, tatarabuelos, etc.) en la parte central viene representado el tallo del árbol (padres, tíos, etc.) y en fin hay las ramas más jóvenes, es decir las nuevas generaciones (hijos, primos, nietos, sobrinos, etc.). En cambio, en este caso, vemos una estructura horizontal en la que destaca el hecho de que los nombres de los abuelos y los de los hijos están colocados en los lados de la hoja casi como si ambos conformaran las ramas del mismo árbol constituido por un único tallo y dos follajes. Este que acabamos de describir no es un error hecho por el señor Arín, sino que es el reflejo de su propia intención, de su propia forma de ver e interpretar la genealogía de su familia.

En cambio, el segundo ejemplo que ponemos, se diferencia del anterior y constituye otro documento único en su género.

En éste, de hecho, se recupera la estructura vertical del árbol genealógico que está constituido casi exclusivamente por fotografías. En la parte de arriba destaca la leyenda Arín-Lecuona (los apellidos del grupo familiar). En la fotografía, colocada debajo de los apellidos, queda grabada la imagen de los dos padres -Cecilio Arín y María Luisa Lecuona- luego, debajo de ésta, podemos apreciar todos los retratos de los hijos. En la izquierda vemos a María Nieves, en la derecha vemos a Josefa y, en la parte baja vemos, en un único documento fotográfico, los cuatro hermanos -Eugenio Manuel, Juan, Pedro Hipólito y Eulogio Salvador- con la hermana Saturnina.

Pero, independientemente de lo que podemos apreciar visualmente este documento -que además de árbol genealógico fotográfico también podemos definir como una reconstrucción o reunificación virtual de la familia Arín-Lecuona- nos puede proporcionar toda una serie de informaciones que van más allá de las evidentes finalidades genealógicas, siempre que completamos lo que vemos con las informaciones que hemos conseguido con la entrevista precedentemente realizada. De hecho, las imágenes fotográficas han de ser analizadas teniendo en cuenta no solo lo que se ve, sino, también lo que no se ve. En esta perspectiva lo que nos llama mucho la atención es el hecho que las dos hermanas -María Nieves y Josefa- están representadas con dos retratos individuales colocados en los lados del árbol genealógico, mientras que los demás hermanos han sido representados por medio de una única foto de grupo colocada debajo de las dos figuras paternas. Según el testimonio del señor Arín la foto en la que aparecen los cuatros hermanos con Saturnina fue sacada en Irún durante uno de los viajes que los Arín hacían para visitar los otros miembros de la familia que se habían quedado en Euskadi durante la década de los 60. ¿Acaso ésta era la única foto con la que podía contar para completar el árbol genealógico? Seguro que no. El señor Arín podía contar con otras imágenes de sus tíos, como también del padre, o, a lo mejor, podía repetir la misma operación que ya había hecho para la estructuración del otro árbol genealógico, es decir, hacer pequeñas reproducciones de los retratos individuales. Entonces, la pregunta que nos hacemos es la siguiente ¿por qué ha elegido precisamente éstos documentos fotográficos para estructurar este árbol genealógico?

La respuesta la podemos encontrar en la misma historia familiar precedentemente contada. Como se ha dicho, aunque desconocemos las motivaciones, las dos hermanas -María Nieves y Josefa- no mantuvieron buenas relaciones con el grupo familiar. Sabemos, de hecho, que María Nieves se fue a México, y que Josefa fue, incluso, echada de la familia y que se murió muy joven. Por lo tanto, si por un lado lo que ha hecho el señor Arín es, como se ha dicho, una reconstrucción virtual del grupo familiar paterno, por el otro, esta reconstrucción tiene en cuenta y refleja el orden de las relaciones interpersonales que caracterizaron esta familia. Por un lado tenemos a los padres, por el otro a los hijos que, sin embargo, no componen un único grupo sino que están divididos. Los que mantuvieron buenas relaciones han sido, por lo tanto, representados con un único documento puesto debajo de la foto de los padres, como si se quisiese subrayar una correspondencia directa entre antiguas y nuevas generaciones de la familia, mientras que las fotografías de las dos hermanas, si por un lado completan el cuadro familiar por el otro, su colocación apartada respecto a las imágenes centrales, parece expresar aquel mismo silencio que habíamos escuchado durante la entrevista cuando preguntamos sobre las vidas de estas mujeres.

Las demás fotografías que componen este grupo documental se refieren, en cambio, a distintos momentos de la vida de los Arín en Uruguay. Para nuestro análisis hemos seleccionado dos documentos que hemos considerado entre los más interesantes. El primero es el que aquí ponemos.

No sabemos en qué año fue realizado este documento fotográfico pero, gracias al testimonio oral del señor Arín sabemos los fines para los que los hermanos Arín se hicieron sacar esta fotografía. Esta imagen, de hecho, fue tomada, según lo que nos dijo el señor Arín, para celebrar la reunificación de los cuatros hermanos en la tierra uruguaya después de haber emigrado. Podemos, por lo tanto, suponer que esta foto haya sido sacada después del 1914, año en que llegó el último de los cuatro hermanos, es decir, Pedro Hipólito.

Pero es de suponer también que el fin comunicativo de esta imagen no era simplemente el de representar una reunificación entre los hermanos porque, junto a éstos, vemos también dos mujeres, dos niños y otra persona, ¿Quiénes eran? Esta misma pregunta tuvo que hacérsela el mismo señor Arín quién marcó con unos números -en la parte baja del marco de cartón- las personas que logró reconocer para luego identificarlas en la parte de atrás del documento que aquí ponemos reproducida.

Como podemos ver a cada número marcado en la parte de atrás corresponde un nombre. Entre estos destacan el número 4, 5 y 6. El número 5 identifica a Demetria Aristizabal que, sabemos por medio de la entrevista precedentemente reproducida, era la esposa de Eugenio Manuel quién fue el primer miembro de la familia Arín en emigrar a Uruguay.

De todas formas, las informaciones que el señor Arín nos ha sabido proporcionar no son suficientes para identificar todas las personas representadas en la imagen. Pero la presencia de Demetria Aristizabal nos hace suponer que la otra mujer también puede ser una de las esposas de los hermanos Arín. En cambio, los niños sentados en el suelo al lado de las dos mujeres -identificados respectivamente con los números 4 y 6- son, seguramente, los hijos de Eugenio Manuel Arín y de Demetria Aristizabal, (es decir los primos del señor Arín). El de la izquierda marcado con el número 4 es Manuel Martín (quién había nacido en Euskal Herria y vino con tan sólo un año a Uruguay con su madre) y, el de la derecha es Luis (quién fue el primer Arín nacido en Uruguay). En fin, aunque no tenemos suficientes datos para contextualizar completamente este documento fotográfico, la imagen que vemos en esta fotografía es, sin embargo, la de una familla que quiere representarse como holgada y respetable. Cada uno de los miembros está bien trajeado y enseña elementos de logrado bienestar económico cuales, por ejemplo, las cadenas de los relojes que salen de los bolsillos. Representarse con sus propias familias -aunque no todos los hermanos estuvieran casados- significaba dar una imagen de estabilidad de responsabilidad y, a la vez, dar testimonio de haber logrado, en pocos años, una buena posición económica. En fin, la que vemos en el documento precedentemente puesto es una imagen bien distinta de la que queda grabada en otra foto de los hermanos Arín que compone, junto a la anterior, el mismo grupo documental y que vamos a poner en seguida.

La foto que acabamos de recoger se refiere -como podemos leer por medio de los elementos añadidos al mismo documento- al año 1918 y precisamente a cuando Eugenio Manuel hizo sociedad con su hermano Eulogio Salvador y fundaron la fundición y taller mecánico “La Euskalduna” que según el testimonio del señor Arín fue la base del éxito económico de los Arín en Uruguay. Lo de hacerse fotografiar en su propio establecimiento, rodeados de los obreros, cumplía por lo tanto la función de dejar constancia e informar verídicamente de la culminación con éxito del propósito de llegar a ser dueño de su propio negocio. La imagen fotográfica que acabamos de poner tiene, por lo tanto, valor de prueba irrefutable y -al encontrarse en el mismo grupo de imágenes al que pertenece el documento fotográfico precedentemente analizado- en cierta medida podemos afirmar que completa el significado de la imagen anterior: la estabilidad económica de la familia que estriba en el trabajo realizado. 1 La entrevista fue realizada en el mes de agosto de 2005 en Montevideo.