412 Zenbakia 2007-10-19 / 2007-10-26

KOSMOpolita

Eustaquio Ibarrola: de Navarra a Laprida (Argentina) (I/II)

ARRONDO, César

UNLP/Argentina

Introducción

El presente trabajo de investigación se enmarca en la tarea de sacar a luz, la historia de inmigrantes de ambos lados de los Pirineos, los cuales, en la segunda mitad de siglo XIX y principios del siglo XX fueron llegando a nuestro país.

Estas historias de vida, nos podrán ir proporcionando un panorama sobre la forma en que estos nuevos habitantes de las tierras argentinas se fueron adaptando al nuevo medio, como así también, las actividades que realizaron, la forma en que mantuvieron su cultura original, sus proyectos, sus desencantos y realizaciones, insertos en un país de acogida, imbuido de la idea de progreso.

En esta oportunidad, la investigación gira sobre un inmigrante navarro, Eustaquio Francisco Ibarrola, nacido el 20 de septiembre de 1878 en Badostain, en las proximidades de Pamplona en dirección hacia el sur.

El marco político y social del país de acogida, está determinado por una etapa denominada, de organización nacional, donde el Estado emerge como la resultante de la Constitución liberal aprobada en el año 1853 y reformada en 1860. Badostain (Egüés, Navarra).

Fue esta reforma la que posibilitó la vertebración un país, donde tres problemáticas debieron ocupar la atención de los gobernantes de la época:

1) Estructurar el Estado burocrático.

2) Ocupar el territorio Nacional.

3) La necesidad de poblar esta inmensa geografía.

Como respuesta a la tercera necesidad, es que la República Argentina se delineará una política de Estado, con el propósito de dar solución a la falta de población. En este sentido, podemos afirmar que la inmigración institucional, en el ámbito nacional en la Argentina, comienza con la aprobación de la Ley de Inmigración Número 817, que tuvo lugar en el año 1876, y que abrió un ciclo inmigratorio que se mantendría vigente hasta las primeras décadas del siglo XX.

A tal efecto y bajo el amparo de la ley antes mencionada, se formaron compañías colonizadoras, las cuales, se dirigieron a Europa para informar, interesar y convencer a estas personas para que vengan a habitar nuestro país. Lo cierto es, que a este universo inmigratorio se les ofrecieron algunas facilidades, como por ejemplo: los pasajes en barco, la promesa de que a su arribo al país accederían a una parcela de tierra para cultivar, como así también, se les entregarían algunas herramientas, semillas, etc.

Es en este período de tiempo, cuando al país llegaron unos seis millones de personas de las más diversas nacionalidades, entre ellas, los nativos a ambos lados de los Pirineos, vascos y bearneses. En cuanto a la Ley de Inmigración resulta importante destacar lo establecido en su artículo 45: “todo inmigrante siempre que acredite buena conducta y aptitud para el desarrollo de cualquier industria, arte u oficio útil, gozará del derecho de ser alojado y mantenido a expensas del Estado argentino durante los cinco días siguientes a su desembarco”.1

Realizar un seguimiento sobre la persona de Eustaquio Ibarrola por la Argentina y más precisamente por Laprida, en la Provincia de Buenos Aires, constituirá la propuesta de investigación. Para llevar adelante tal cometido, utilizaré documentación personal, fotografías, periódicos, y testimonios de quienes lo conocieron, familiares y vecinos de Laprida, como así también, fuentes secundarias y bibliografía general y específica.

La concreción de la investigación, nos permitirá comenzar a sustanciar, algunas nuevas miradas sobre el proceso inmigratorio, las cuales consideran, que debemos tener en cuenta la existencia de una inmigración de elite, que es paralela a la inmigración general, cuyas posibles móviles fueron los problemas económicos, las limitaciones de la ley de mayorazgo, y la perdida de los beneficios de los fueros en su tierra de origen. Eustaquio Ibarrola

Nació en Badostaín (Navarra), un 20 de septiembre de 1878, y era hijo de Jerónimo Ibarrola y de Pantaleona Elia. Si bien se desconocen los motivos de su viaje a la Argentina con el propósito de radicarse en nuestro país, si sabemos que llegó a Buenos Aires en el año 1896, contando solamente con 18 años de edad.2 1922 Panadería “El Cañón” de Eustaquio Ibarrola.

Si bien no he podido esclarecer los motivos reales de su viaje a la Argentina, es importante destacar que para esa época los Territorios Históricos vascos, producto de la derrota en las guerras carlistas del siglo XIX, han perdido sus fueros, o leyes viejas, por lo cual, en adelante el estatus de los territorios antes mencionados, entre ellas Navarra, será similar a la de cualquier provincia española, debiendo cumplir con las nuevas obligaciones, entre ellas, la de hacer el servicio militar, en un momento donde España debe hacer frente a las guerras independentistas de colonias como Cuba, y este fue un motivo más que suficiente, para que muchos vascos se lanzarán a la América, con el fin de evitar el compromiso militar.

No debemos descartar como motivo de la inmigración la vigencia de la Ley de mayorazgo y la crisis económica, como así también, el aún vigente espíritu de aventura, o la posibilidad real de incrementar un capital inicial, o razones meramente particulares. Lo cierto es que Eustaquio Ibarrola llegó al país con su proyecto de radicarse y desarrollar sus habilidades, entre la que podemos destacar la de comerciante.

La Provincia de Santa Fe, Eustaquio Ibarrola, se radicará en el pueblo de Laprida en el año 1901. Laprida es una ciudad distante, a unos 450 kilómetros al sur de la ciudad de Buenos Aires, y formará parte de una innumerable cantidad de fundaciones de nuevos partidos o pueblos, como consecuencia de la incorporación de nuevas tierras por el Estado nacional. En este sentido, el partido de Laprida será creado en el año 1889 y será en la sesión del 29 de mayo cuando la Honorable Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires trate y apruebe el proyecto de creación. Dicha iniciativa pasó a la Cámara de Senadores, la cual, en la sesión que tuvo lugar el 16 de septiembre de 1889, la convertirá en ley, pasando el expediente directamente para la firma del señor Gobernador Máximo Paz, para su promulgación.3

Una vez afincado en su destino definitivo, Eustaquio Ibarrola, comenzará a desarrollar su actividad comercial y contrajo matrimonio con María de las Mercedes Azpiazu. Una primera mención sobre su actividad económica desarrollada por Ibarrola en el recientemente fundado pueblo de Laprida, la encontramos en la crónica escrita sobre el pueblo de Laprida por Hugo Díez, cuando citando una información proporcionada por el periódico”El Lapridense” del 14 de enero de 1906 y sucesivos, el cual, a partir de un relevamiento realizado por el periódico, encontramos mencionada a la panadería “El Cañón”, cita en la calle Independencia casi San Martín, propiedad de José Tellería y cia, pero la misma, entre los años 1917 y 1920 aparece como panadería y almacén de propiedad de Eustaquio Ibarrola, siendo una de las panaderías más características del pueblo que pervive en la actualidad, si bien ya no se encuentra en manos de los herederos de Ibarrola.4

Cabe recordar, que si bien el establecimiento panadero “El Cañón” gozaba de mucho prestigio, no tenía la hegemonía del mercado, el cual compartía, con otros dos importantes y característicos establecimientos panaderos del pueblo de Laprida, la panadería Bottero y la panadería el “Buen Gusto” de la familia Álvarez. A partir de algunos testimonios, podemos destacar que la panadería poseía una buena clientela, y si bien anteriormente pertenecía a otro dueño con la misma denominación comercial, el común de la gente, en vez de decir: “voy a comprar el pan la panadería “El Cañón”, decía voy comprar el pan a lo de Ibarrola”.5

De esta manera, el vasco Ibarrola a partir de su visión comercial comienza a edificar una posición importante en marco de la sociedad lapridense. En este sentido, durante los años 20, podemos apreciar la instauración de un nuevo establecimiento comercial por parte de Ibarrola, el almacén “El Globo”, sito en la avenida San Martín e Independencia a metros de la panadería “El Cañón”. Este prestigioso comercio, que en la Argentina se lo denomina “almacén de ramos generales”, contó con los ramos de ferretería, almacén de mercaderías y comestibles, corralón de maderas y hierros para la construcción, materiales de alambrado para los establecimientos agropecuarios, acopio de frutos del país, como así también, venta al por mayor de vinos, cerveza y gaseosas. Cabe aclarar que tanto la calidad, cantidad y diversidad de los productos del almacén “El Globo”, lo convirtió a corto plazo, en un comercio del ramo de los más importantes, si bien existían para la época en Laprida otros establecimientos, entre ellos, los de Díaz y Alacid, Monferato y Arruzi.6

Otra importante actividad comercial de Eustaquio Ibarrola fue la explotación ganadera. En este sentido, a partir de la adquisición de la “Estancia Santo Domingo”de 690 hectáreas, ubicado en el cuartel IV de Paragüil, y el campo en el “San Eustaquio” de unas 400 hectáreas en “Las Lomas de Malaver”. El dueño era un señor de apellido Urioste, que tenía dos hermanos discapacitados y le regaló a Ibarrola la mitad del campo con el compromiso de que mientras vivieran sus hermanos los atendería y los cuidaría de su salud. A partir de esta nueva actividad, se constituyó la Sociedad Ibarrola Hnos, la cual, compartió con su hermano menor, Ventura Ibarrola.7

Su vocación de progreso se pondrá nuevamente de manifiesto, a partir de impulsar la construcción en el año 1935, de un molino harinero. El mismo, estuvo ubicado en la calle Independencia N.º 1225 entre las calles San Martín y Mariano Pereyra, en las cercanías de del almacén “El Globo” y de la panadería “El Cañón”. Al cual denominó Molino Santa Ana.8

A esta altura, Eustaquio Ibarrola, nos demuestra que posee un fino olfato para los negocios, ya que con la construcción del Molino Santa Ana, no solamente se asegura el abastecimiento de su comercio de panadería, sino también la posibilidad de abastecer de harina a otros establecimientos de comercio de pan en la ciudad, como así también, a almacenes, despachos de mercaderías y particulares. Al ser el único molino harinero Ibarrola se aseguraba el monopolio de la harina, tan requerido e importante junto a la carne, en la dieta diaria de los habitantes de la mayoría de los pueblos de campaña en la época. Según el historiador Hugo Díez, ya para este momento Eustaquio Ibarrola habría convertido la panadería “El Cañón”, en una sociedad en comandita por acciones bajo la firma Elia, Sarasa y cia.9 Mi Agradecimiento a: ALBERDI Mario, ARRONDO Maria Ester, AZPIAZU Jorge, AZPIAZU Monica, AZPIAZU Telma, LOZANO Lidia, SAPARRAT Mario, VIDE Raul 1 Panettieri José, Inmigración en la Argentina, Editorial Machi, Buenos Aires, 1970, P 62. 2 Registro Civil de Laprida, acta de defunción, tomo I folio 84. 3 Diez Hugo; Crónicas para la Historia del pueblo de Laprida (1890-1900) Editorial Talleres la Opinión, Laprida 1953, página 29. 4 Diez Hugo, Op. Cit, P 202. 5 Saparrat Mario, Entrevista. 6 Díez Hugo, Op. Cit. P 204. 7 Aspiazu, Jorge y Telma, Entrevista. 8 Saparrat Mario, Entrevista. 9 Diez Hugo, Op. Cit. P 204.