411 Zenbakia 2007-10-12 / 2007-10-19

Gaiak

Mil años de oración: Donostiako Zinemaldia 2007

GUTIÉRREZ, Juan Miguel



Se han apagado las luces del festival de cine de este año. Más de un cinéfilo desearía que el placer que hemos sentido durante estos nueve días no acabara y se prolongara durante todo el año. Bendita fauna la de los aficionados al Festival que hacen rebosar las salas durante los días del la celebración y las dejan vacías el resto del año. Más allá de los premios oficiales -¿por qué van a determinar la mayor o menor calidad de un film?, si éstos son eminentemente subjetivos y condicionados por dinámicas de grupo a veces incontrolables- cada cual emite su propio juicio dependiendo de cómo le ha llegado al corazón o la mente y, mejor aún, a ambos a la vez. Desde estas líneas les invito al juego de hacer cada uno su propio palmarés en las categorías que cada cual tenga a bien inventarse. Todos los años se repite el lema del Festival: “Que cada cual encuentre su película” en el inmenso escaparate del año audiovisual 2007.

Se han proyectado casi 300 cintas en los cines de la ciudad. Lógicamente, sin haberlas visto todas, hay para mí cuatro cintas que se elevan por encima de las demás y otras 4 que me gustaría citar como excelentes por diferentes motivos.

“Padre nuestro” del estadounidense Christopher Zalla es la película que marca la diferencia. Un retrato duro y emotivo de perdedores, emigrantes mejicanos en la pobreza infrahumana de Brooklyn. La película cuenta, como si de una tragedia clásica se tratara, la llegada y lucha por el efímero poder de dos hijos por conquistar el amor y la protección del padre. Éste lleva 20 años trabajando en América y apenas ha conseguido un precario trabajo sin perspectivas de futuro. Sin embargo ellos, el falso hijo y el hijo verdadero, acaban de llegar en emigración clandestina y su salvación consiste en lograr el favor del padre. Obra oscura, de una dureza apenas soportable en la que la huella de las grandes tragedias históricas de Shakespeare está claramente presente. Padre nuestro.

“4 meses, 3 semanas, y 1 día” del rumano Cristian Mungiu es el tiempo que lleva embarazada una joven en la agobiante, hipócrita y represiva sociedad creada en la Rumanía en los últimos días del comunismo. La historia de Gabita y su amiga Otilia en busca de un aborto clandestino destaca la sordidez de unos tiempos de plomo en los que la angustia y la tristeza eran los signos de identidad de un país que para algunos, cegados por una propaganda tendenciosa, se nos apareció fugazmente como el símbolo de una humanidad liberada de sus ataduras. Enmarcada dentro de una serie que el propio realizador denomina con mordaz ironía “Relatos de la edad de oro” el film es el mejor y más demoledor retrato de una sociedad. 4 meses, 3 semanas, y 1 día.

“La escafandra y la mariposa” de Julián Schnabel es el retrato sin concesiones de un hecho real; Jean-Dominique Baudy, redactor en jefe de la revista de moda francesa “Elle” sufre un accidente y como consecuencia de él una tetraplejia que lo deja encerrado en un cuerpo insensible, manteniendo perfectamente operativas su inteligencia y su memoria; sólo se comunica a través del párpado del ojo. Su dolencia tiene un nombre: “Síndrome de cautiverio”; una persona encerrada en una escafandra de buzo, pero con una imaginación que vuela como una mariposa. Contar la evolución de esta persona y su comunicación con el mundo a través del humor, la ternura y hasta el sexo de constituye el núcleo de un film absolutamente apasionante que se contempla con el mismo grado de suspense y atención que el mejor filme de acción. La escafandra y la mariposa.

“Promesas del Este” de David Cronemberg es un cuento de Navidad, un cuento perverso y violento entre mafiosos rusos en Canadá durante el período navideño. Una niña que llega al mundo desde la más sórdida y violenta realidad -llamada como el Mesías Christiane- a la que intentan proteger del furor de un Herodes mafioso y vengativo. La inocente María y José, un padre putativo, guardaespaldas, patético y sombrío, y la mirada asimismo acogedora de los tíos de María, perfectos trasuntos del burro y la vaca que pueblan el portal de nuestro relato. Obra dura que muestra lo mejor de un Cronenberg en forma y un Viggo Mortensen, Naomi Wats y Armin Mueller a la altura de su talentos. Promesas del Este.

Estas son las cuatro joyas que citaba al principio del artículo a las que no desmerecen las siguiente 4 que cito a continuación: En el terreno documental “Lucio” de los vascos Aitor Arregi y José María Goenaga, espléndido retrato de un personaje Lucio, que ha hecho de su anarquismo radical sus señas de identidad. “Mil años de oración” el mejor Wayne Wang, un filme pequeño hecho de pequeños gestos, de silencios y movimientos quedos que nos hablan de soledades, de incomunicación, de la dificultad de relación entre padres e hijos. “Buda explotó por vergüenza” es un alegato, en forma de juego cruel entre niños, sobre la explotación de la mujer en el Afganistan de los talibanes. La niña atraviesa la pantalla con el empecinamiento propio de las mujeres de los filmes iraníes en busca de un cuaderno para estudiar en la escuela o en busca de su realización como ser humano en un mundo fanático y masculino que les niega su valor como personas. “Honeydripper” de John Sayles es una película gozosa hecha de calor humano y de música, de ritmo, nostalgia y ternura hacia una gentes sencillas y olvidadas. Lo mejor de una América rural y de un cineasta que nos reconcilia con un país y una manera de hacer cine en las antípoda de lo que la gran industria de ese país no nos ofrece habitualmente. Lucio.

“Querida Bamako” de Omer Oke y Txarli Llorente, “Brick lane” de Sarah Gavron, la impresionante “Sarabande” del mejor, recientemente fallecido, Ingmar Bergman, y tantas y tantas otras cintas que prefiero no citar, pero de un nivel indudable -se ha llegado a decir que no se ha programado un sólo film malo-. Sin ser tan radical si tengo que decir que el nivel de este año ha sido netamente superior a otros años y que la consideración de “redondo” otorgado por la crítica nacional e internacional no es desmerecida. Querida Bamako. Ahora sólo nos queda añorar lo visto y esperar con fuerza que pasen los sólo trescientos cincuenta y tantos días que nos quedan para la edición de 2008.