368 Zenbakia 2006-11-03 / 2006-11-10
A lo largo del siglo XVIII y XIX varios han sido los intentos de prolongar la vida del vino modificando métodos de elaboración y crianza en barrica de madera, facilitando así su transporte y comercialización, imitando el modelo francés, pionero en estas artes.
Manuel Quintano a finales del XVIII y el Marqués de Murrieta en la década de los cincuenta decimonónica son las dos experiencias exitosas de la utilización en Rioja del método bordelés; pero no tuvieron continuación.
Al principio de la década de los sesenta, la familia Hurtado de Amézaga, cogiendo el testigo iniciado por la Diputación alavesa, comienza una andadura histórica en su “Administración de Elciego”. Elciego (Álava). Los Ruiz de Ubago, una familia impulsora del vino riojano en los siglos XVII y XVIII
Elciego es una villa riojanoalavesa con histórica tradición cultural vitivinícola. Las grandes familias nobles e hijosdalgos junto con la Iglesia, recaudadora de los diezmos, impulsan el sector vitivinícola. Es en el siglo XVII cuando se construye el nuevo hórreo eclesial, lagares de piedra para maceración del vino tinto y covachones más amplios para la conservación de los caldos en el barrio de Barrihuelo... Es el siglo donde se consolidan vínculos familiares para la conservación de la propiedad de la tierra (Mayorazgos) creándose infraestructuras para la actividad vinícola. Es el siglo donde el vino tinto toma un protagonismo del que anteriormente carecía.
Una de estas relevantes familias es la de los Ruiz de Ubago, protagonista en la historia local desde la constitución de Elciego como villa (1583). Emparentada con el núcleo terrateniente de la zona a través de varias generaciones (Del Busto, Caicedo, Maridueñas, Navarrete Ladrón de Guevara, Ramírez de la Peciña, Baquedano, Sánchez Samaniego, Ibáñez, Sáenz de Olano, Sáenz Navarro, Martínez de Villarreal...), tiene una intensa actividad agrícola y ganadera, siendo la elaboración y comercialización del vino en las zonas limítrofes, su actividad más lucrativa.
En 1693 el clérigo Francisco Ruiz de Ubago Navarrete Ladrón de Guevara funda el Mayorazgo de los Ruiz de Ubago, estableciendo la unión de un importante número de posesiones que se transmitirán por vía hereditaria masculina de mayor a menor en edad. En 1698 el hermano del clérigo y regidor perpetuo de Logroño, Vicente Ruiz de Ubago Navarrete se hace cargo del Mayorazgo, adjuntando a éste otro que le correspondió como nieto mayor en 1673, el de los Sáenz Navarro (creado en 1594), aparte de otras propiedades suyas. Vicente Ruiz de Ubago Maridueñas sigue en 1711 con los destinos del Mayorazgo dejando la batuta a su hijo Vicente Ruiz de Ubago Del Busto en 1751. Este vástago contraerá matrimonio con Clara Ramírez de la Peciña Erviti, dando un impulso económico muy importante a las posesiones vinculadas. A su muerte en 1788, le sustituirá su hermano mayor Josef, célibe y del Consejo de Su Majestad, siendo fiscal en su Casa y Corte; persona muy ilustrada e influyente, quien regirá los destinos del Mayorazgo solamente durante 58 días y no dejando descendencia. Le corresponderá llevar las riendas a su sobrino Juan Antonio Ruiz de Ubago, residente en Málaga y de salud quebradiza, quien viene a Elciego en 1789, siendo el último poseedor hasta su fallecimiento en 1847 de una de las haciendas más significativas en el campo riojano. En su último testamento redactado en 1845, ya viudo y sin descendencia, harto de los pleitos familiares y viendo la falta de liquidez para el mantenimiento de toda la estructura arcaica, divide el Mayorazgo en dos partes: una dejará a Marceliana Hurtado de Amézaga y otra a su sobrino José Marcial Ruiz de Ubago Balda, residente en Lapuebla de Labarca.
Todas estas complicadas transmisiones hereditarias en las que se vinculan y desvinculan distintas posesiones y mayorazgos, unidas a diversas partidas de desfalcos y reposiciones según la necesidad de liquidez, acarrean cantidad de alegaciones jurídicas, reclamaciones y juicios entre los mismos miembros del clan Ruiz de Ubago. Presencia de la familia Hurtado de Amézaga en Elciego
La familia Hurtado de Amézaga, oriunda y arraigada en Vizcaya, se dedica entre otras cosas a las ferrerías en sus posesiones de Villaro, Güeñes y otras villas encartadas. Juan Gualberto Hurtado de Amézaga Allende Salazar, traslada la residencia en su Villaro natal a la de Vitoria a finales del XVIII, al contraer matrimonio con Jacoba Zubía Echebarría. De este matrimonio nacerán seis hijas y un varón primogénito, Guillermo, quien heredará de su padre el título de Marqués de Riscal de Alegre. Guillermo Hurtado de Amézaga, contraerá matrimonio con Gertrudis Balmaseda Mateo en Vitoria en 1824, del que nacerán Camilo y José pasando a residir en Burdeos en 1837, lugar idóneo para sus diversos negocios y movimientos de cuentas.
La familia Hurtado Amézaga tiene relación amistosa con los Ruiz de Ubago, posiblemente de transacciones comerciales en la capital alavesa. Tres de las hermanas Hurtado Amézaga (Felicia, María y Marceliana) pasarán a residir en Elciego a principios del XIX, con la amistad de Juan Antonio Ruiz de Ubago y muy particularmente con la esposa de éste, Ana Vicenta Turpín.
En 1822 fallece Felicias Hurtado de Amézaga, joven de 22 años. Ana Vicenta Turpín está delicada de salud y la presencia de las otras dos hermanas Hurtado de Amézaga es ayuda y soporte para el también delicado Juan Antonio Ruiz de Ubago.
En 1845 Juan Antonio Ruiz de Ubago, viudo y sin hijos hace testamento dividiendo el Mayorazgo en dos mitades: una para su sobrino José Marcial, afincado en Lapuebla de Labarca y la otra mitad para Marceliana Hurtado de Amézaga, la única hermana que quedó tras el fallecimiento de María en 1845. En un apartado del testamento dejó definido que si falleciera Marceliana, pasarían esas posesiones a su hermano Guillermo, Marqués de Riscal, afincado en Burdeos y dedicado a negocios de Bolsa y movimiento de capitales.
En 1847 Marceliana Hurtado de Amézaga se hace cargo de las heredades provenientes del Mayorazgo de los Ruiz de Ubago, más unas pequeñas fincas compradas por ella y por su hermana María al mismo Ruiz de Ubago. Aproximadamente son 82 fanegas de tierra blanca y 400 obradas de viña en Elciego, aparte de otras poco más de 40 fanegas en Lardero. Este mismo año, Marceliana elabora 2.818 cántaras de vino tinto en las bodegas del barrio de Barrihuelo, construida a principios del XVIII y que disponía de tres lagos de piedra de sillería, trujal y diez y nueve cubas celladas en sus covachones arqueados de piedra de sillería, con capacidad para unas 5.000 cántaras de vino.
Marceliana Hurtado de Amézaga vinificará en las cuevas tradicionales del barrio de Barrihuelo desde 1847 hasta 1858. Seguirá los sistemas tradicionales heredados de los Ruiz de Ubago: recepción del fruto en los lagos de piedra, maceración hasta su fermentación, prensado y descanso del vino en las cubas de madera (de capacidad entre 50 y 400 cántaras) hasta su traslado al comercio y venta por los arrieros. Normalmente esta venta se realizaba al año, aunque siempre hay presencia de “vino viejo” (de la cosecha anterior).
Al fallecer Marceliana (1858), es su hermano Guillermo quien se hace cargo desde Burdeos de las heredades de Elciego. Mantiene la infraestructura heredada desde los Ruiz de Ubago y es en la década de los sesenta, cuando junto a su hijo Camilo inicia la nueva andadura, la gran revolución del mundo vitivinícola en Rioja. Impulso de Diputación a los movimientos modernos de vinificación en Rioja Alavesa
La crisis de sobreproducción de finales del XVIII origina planteamientos por parte de Diputación y de las familias terratenientes que den salida al problema de la comercialización de los vinos. Las propuestas se van a asentar en dos objetivos: ampliar el mercado y mejorar el método de elaboración con el fin de alargar la vida del vino y su perdurabilidad en el transporte. El problema se viene arrastrando desde varias décadas y las soluciones quedan en intentos.
Al final de la década de los cincuenta el Diputado General D. Pedro Egaña y el Marqués de Riscal desde su residencia en Burdeos, son los dos personajes que ponen en práctica este movimiento moderno: el Diputado General como persona interesada en atender la demanda de los productores alaveses y D. Guillermo Hurtado de Amézaga como propietario de heredades en Elciego e introducido en el mundo bordelés (pionero en elaboración moderna de vinos). El tandem Diputado-Marqués de Riscal es el idóneo para poner en práctica todo el proceso. D. Camilo Hurtado de Amézaga, hijo de D. Guillermo, es persona dinámica, culta, bien relacionada con el mundo diplomático y va a ser el ensamblador de todos los detalles en esta operación. El resultado se materializa en acciones concretas como la importación de 9.000 plantas para los propietarios riojanoalaveses con fines experimentales.
El contrato entre Jean Pineau, persona experimentada y conocedora de la elaboración de vinos y Diputación, es una de las acciones más reseñable de esta andadura. Pineau se traslada a la Rioja Alavesa y adquiere un compromiso de enseñanza a los agricultores de técnicas de viticultura y vinificación para la mejora y conservación de los vinos riojanos. Es en la cosecha de este año, 1862, cuando varios propietarios riojanoalaveses inician las primeras vinificaciones al nuevo estilo, bajo las directrices de Jean Pineau. Comienza así la promoción de los vinos alaveses, respaldada por las autoridades locales, bajo la denominación de “Medoc Alavés”. Las inversiones necesarias en locales y barricas, la no-comercialización a los pocos meses del producto y la dificultad de mantenimiento de economías inversoras, hacen que poco a poco el proyecto se vaya enfriando. En 1868 Diputación prescinde de los servicios de Pineau, terminando así unos años ilusionantes bajo la denominación de “Medoc Alavés”. Marqués de Riscal, cuna histórica del vino de rioja. Origen y vinculación con Elciego (II de II)