330 Zenbakia 2006-01-13 / 2006-01-20
Se ha convertido en una costumbre, y no se puede decir que sea mala práctica, el clausurar el año o dar la bienvenida al siguiente haciendo una reflexión-balance sobre lo que ha dado de sí el tiempo pasado.
En cine el año 2005 ha sido un año de lujo ya que en su transcurso han visto la luz proyectos espléndidos de una calidad superior a lo contemplado en fechas anteriores.
En lo que se refiere a los largometrajes de ficción se ha producido una novedad que recoge un testigo que permaneció solitario y testimonial desde hacía muchos años; el estreno de “Aupa Etxebeste” de Asier Altuna y Telmo Esnal. Hacía demasiado tiempo que no veíamos un film radicalmente escrito y concebido en euskera. No doblado, ni traducido. No con porcentajes en euskera, generalmente mínimos, sino totalmente en euskera, con la naturalidad que se espera de una lengua de uso cotidiano. El estreno se produjo en el Festival de Cine de San Sebastián y supuso un aldabonazo que fue bien entendido y apreciado por un público que ha abarrotado las salas. Público hambriento de euskera, por supuesto, pero público deseoso de contemplar una comedia desenfadada, que se riera de nosotros mismos. Tanto el teatro, la novela o la televisión había desarrollado cotas de autoironía importantes y saludables, pero parecía que el cine sólo podía tratar temas serios y transcendentes. El eco del buen hacer de Telmo y Asier ha traspasado fronteras para encandilar también en el estado y, en algunos festivales poco sospechosos de filovasquismo como el de Alcalá de Henares, ha recibido el codiciado “Premio del Público”. Grupo de actores de la película "Aupa Etxebeste!".
La sección oficial del Festival de cine de San Sebastián se abría con la última cinta de Montxo Armendáriz: “Obaba”. Basada en la obra “Obabakoak” del escritor Bernardo Atxaga, es una apuesta arriesgada que reúne a partidarios decididos de su propuesta con furiosos detractores. Entre los que han amado el film se encuentra la Academia del Cine Español que la ha seleccionado para representar al país en los Oscar de Hollywood y que la ha llenado de candidaturas a los premios Goya. Entre aquellos a los que el film desconcierta y, en cierta manera desilusiona, se encuentra el gran público que apenas ha conectado con él.
Con una precisión envidiable para cualquier cinematografía del estado, el cine de animación se ha convertido en una de las señas de identidad del panorama audiovisual vasco. Desde hace ya varios años y con una regularidad envidiable todos los años el público infantil ha tenido sus aventuras en euskara con un éxito comparable a las producciones del género de los monstruos americanos o europeos de la animación. Este año, una producción de Lotura Films: “Txirri, Mirri eta Txiribiton – Pailasokeriak”, realizada por Imanol Zinkunegi y la segunda parte de las aventuras de “Olentzero, subilaren lapurreta”, de Juanjo Elordi con producción de Baleuko y Barton han llenado las salas. Ignoro si los hombres de la cultura somos capaces de valorar el alto nivel artístico, cultural y hasta industrial que supone la animación en Euskal-Herria con más de 12 compañías que trabajan en ella y que entregan una producción regular. El Festival de cine y mercado de Annecy es testigo todos los años de la pujanza de la industria de la animación en nuestro país.
El Festival de Cine dedicó su sección Zabaltegi-Proyecciones especiales a varios documentales del estado. Entre ellos, como producción vasca de la productora “Zazpi t’erdi”: “Bozes Lexanas”, la última realización de Juan Miguel Gutiérrez, centrada en una reflexión sobre la vida, muerte y resurrección de los pueblos. En concreto de los pueblos deshabitados de las altiplanicies del Sobrepuerto pirenaico. En ese mismo género documental saludamos la llegada de “13 entre 1000” de Iñaki Arteta, emocionante reflexión sobre la soledad de las víctimas de ETA. El film ha sabido centrar su temática en aquellas víctimas de dolor antiguo que declaman su sufrimiento sin gestos, ni gritos, como encerrado en lo más profundo de sus corazones. El haberse centrado únicamente en las víctimas de uno de los dos bandos, ignorando a las otras, lo inhabilita, desgraciadamente, para una posible contribución a la resolución del conflicto.
Otros documentales como “The Dragon House” de Jon Garaño de la productora Moriarti se dirigen, a pesar de su calidad y belleza plástica, más hacia el mercado televisivo que al cinematográfico. Todos estos productos estuvieron presentes en la feria “Sunny of the Docs” que se celebra todos los años en Marsella. En lo que se refiere a galardones, este año 2005, ha sido el de el multipremiado: “El cielo gira” de la soriana formada en Cataluña, Mercedes Álvarez. Documental producido por la empresa vasca Alokatu, subvencionado por el Gobierno Vasco, describe el pueblo natal de la cineasta en pleno proceso de cambio por la llegada de los nuevos tiempos. Fotograma de Bozes Lexanas.
Será en el transcurso de 2006 cuando los cortometrajes subvencionados por el programa Kimuak empezarán a cosechar los premios que su calidad augura. Desde los valores seguros como Nacho Vigalondo: “Choque”; José María Goenaga: “Sintonía”; Isabel Herguera: “La gallina ciega” o Borja Cobeaga: “Éramos pocos”, hasta las nuevas incorporaciones, Luiso Bermejo: “La guerra”; Igor Legarreta y Emilio Pérez: “El gran Zambini” o Ugo Sanz: “Los ojos de Alicia”.
La filmoteca vasca en su tarea de recuperar el patrimonio cinematográfico de Euskal Herria ha contribuido a la restauración y edición en copia remasterizada digitalmente de la obra documental de Pío Caro Baroja: “Gipuzkoa” (1979), producida y patrocinada por la antigua Caja de Ahorros Municipal de San Sebastián. Este año se cumplían 25 años de su realización. El DVD se acompaña de un libro que contiene un análisis cinematográfico, antropológico y sociológico de la obra.
Siguiendo en el capítulo de las publicaciones Juan Miguel Gutiérrez escribe: “Mirando la vida que pasa” editado por la Casa de cultura Larrotxene sobre la praxis del cine documental y Anton Merikaetxebarria analiza la obra de Bergman en un libro titulado: “El enigna de Ingmar Bergman”.
El año, como han podido comprobar por las líneas que preceden, ha sido que podríamos considerar como bueno, tanto más que augura un año 2006 del mismo nivel ya que los proyectos en marcha, la mayoría de ellos subvencionados por la política de ayudas a la cinematografía del Gobierno Vasco, así lo deja entrever. Esperamos pues con impaciencia el estreno de la superproducción de Koldo Serra: “El bosque de las Sombras” – “The Backwoods” (título provisional) rodada con Gary Oldmann, Virginie Ledoyen, Aitana Sánchez Gijón; la segunda obra de Pablo Malo, “Algún día será hoy”; “El síndrome de Svensson” del siempre estimulante aunque irregular Kepa Sojo; las últimas propuestas de Julio Médem: “Caótica Ana” o José Antonio Vitoria: “Con un pan bajo el brazo”. En animación: “Banbulo”,” Elcano, la primera vuelta al mundo”, “Betizu eta xangaduko misterioa”. En documental: “Tras un largo silencio” sobre cementerios clandestinos y fosas comunes en la Guerra civil española, “Tassili N’Ajjer” sobre las famosa pinturas rupestres de la zona, por Theo Robichet, “Txalaparta, el eco de un pueblo” de Oscar Tejedor, o “Bullying: Víctimas y verdugos” de Nuria Ruiz Cabestany o “Lucio” de José María Goenaga y Aitor Arregi.